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Arquitectura egipcia en el Imperio Antiguo
Remedios García Rodríguez
13/10/2005


Las tumbas eran para los egipcios residencias para la eternidad. Frente a la naturaleza temporal de la vida terrena, la vida posterior tenía carácter eterno, por lo que había que preparar adecuadamente el espacio que le serviría de marco a esta existencia. Hasta finales del periodo predinástico, las tumbas eran hoyos excavados en la tierra donde se depositaba un ajuar como en otras culturas mediterráneas. Poco a poco, el pozo se va haciendo más profundo y adquiere una forma rectangular. Se crean nuevos espacios e incluso subdependencias. Con la llegada del periodo dinástico, se van añadiendo estructuras de formas geométricas y regulares.

Reconstrucción de una mastabaEn el Bajo Egipto predomina una forma prismática plana o abovedada rebajada, que se construye con ladrillos de adobe, haciendo muros rectos e inclinados, y la piedra se reserva solo para el revestimiento tanto interior como exterior. A este tipo de enterramiento se le denomina mastaba. El modelo de mastaba era siempre el mismo, solo que se complicaba en el interior haciéndose más grande. Se perfeccionan y llegan hasta la existencia de mastabas secundarias. En el momento de mayor expansión algunas consiguen tener hasta cincuenta cámaras entre capillas y almacenes para las provisiones así como para el ajuar. Excavada en el suelo, estaba la cámara funeraria. El exterior se pinta de alegres colores imitando las esteras con las que se adornan las casas y en el interior se disponen relieves o pinturas.

La transformación de mastaba a pirámide se lleva a cabo en el Imperio Antiguo. En época del segundo faraón de la III dinastía, en el complejo funerario de Zoser (Djeser). Cuando se construyó la Imágen de Zoserllamada Pirámide Escalonada. Dicho complejo se erigió en Saqqara. Una galaxia de patios irradia desde la pirámide. El gran patio para la carrera ceremonial, rodeado de edificios. El patio del Heb-Seb, más pequeño, rodeado de capillas. Y los patios de una serie de construcciones situadas al norte y al sur. La pared este del patio para la carrera ceremonial, se apoya en el patio del Heb-Sed. La Pirámide Escalonada ocupa el lado norte. En el último patio, en la cara norte de la pirámide, está el Serdab, una cámara en forma de alacena, que contiene la estatua de Zoser. En este complejo se celebraba la fiesta del Heb-Seb. Esta fiesta consistía en una serie de actos rituales entre los cuales el más importante era la repetición de la ceremonia de la coronación como rey de los dos Egiptos. Un cortejo visitaba a los dioses del Alto Egipto que se encontraba en el sur del país para que el consentimiento de la realeza del Faraón fuera renovada. Una vez dado este consentimiento, el rey era coronado con corona blanca, como Faraón del Alto Egipto. Después se repetía la ceremonia en el norte con corona roja. Finalmente se procedía a la unificación, que consistía en atar las dos plantas simbólicas, el loto y el papiro. Se celebraba cada 30 años con el fin de recuperar el poder que se podía haber debilitado con el paso del tiempo. Sin embargo, podía repetirse cada vez que convenía a los intereses del momento. Otra ceremonia que se realizaba, era una carrera de velocidad en la cual el rey, generalmente debía cubrir una ruta con la debida rapidez, porque de esta habilidad dependía la fertilidad de los campos. La composición de este complejo arquitectónico parece ser que trataba de preparar el marco adecuado que facilitara el desarrollo de esta ceremonia en el más allá. La parte más importante del recinto es la Pirámide Escalonada. En su construcción se utilizó por primera vez la piedra como material exclusivo por ser dura y permanente. Se edificó en cinco etapas. Ningún otro faraón preparó para su segunda vida un complejo igual a este y nunca estuvo la vida terrena tan directamente proyectada en la vida del más allá, como en este recinto sagrado. Tenían un exclusivo propósito: proporcionar una existencia eternamente renovada. Todo irradia, en este complejo, un alegre optimismo.

Complejo funerario de Zoser en Saqqara         Pirámide escalonada de Saqqara 

Fue en la IV dinastía cuando se alzaron las grandes pirámides concebidas ya desde un principio con tal carácter y no como la consecuencia de la superposición de mastabas. La pirámide es un volumen. Sus cuatro planos triangulares son sus elementos constitutivos. Sethe, extraordinario traductor de textos egipcios, dice que puede considerarse el número cuatro como el número sagrado de los egipcios. Las cuatro direcciones del espacio exterior, los cuatro vientos, también son cuatro los pilares del cielo para los egipcios. Inalterablemente el cuadrado es la base sobre la que se apoya la pirámide verdadera.

El faraón Snefru, primer faraón de esta IV dinastía, padre de Keops, según gran número de autores, se hizo construir tres pirámides diferentes.
1ª La Pirámide de Meidum. Algunos autores dicen que no fue para Snefru, sino para Huni, último faraón de la III dinastía y terminada por Snefru. Se construyó en varias etapas. Primeramente se levantó un núcleo de caliza al que se le añadieron por los cuatro lados seis capas de piedra de tamaño decreciente hasta construirse peldaños, pasando a ser el núcleo central, el séptimo escalón. Más tarde, se subieron todos los escalones a mayor altura y se añade uno más, ocho escalones. Finalmente, estos escalones fueron unidos con un relleno de piedras y se vuelven a revestir de caliza hasta darle la forma de una pirámide normal.  

Pirámide de Snefru en Médium        

2ª La Pirámide Encorvada, truncada, quebrada, fue construida en Dahshur y proyectada como pirámide geométrica romboidal. Tiene dos corredores de entrada que acceden a cámaras interiores cubiertas con bóveda falsa. Al sur, se construyó una pirámide secundaria para guardar los vasos canopes. Se cree que fue acabada precipitadamente y se ha confirmado que las piedras de la parte superior, fueron colocadas con menor cuidado que las piedras de la parte inferior.

         

3ª La Pirámide Roja, que se construyó muy cerca de la anterior, se llama así por su color, aunque estaría recubierta por caliza. Es la primera erigida como pirámide verdadera. La base cuadrada y sus cuatro caras, forman triángulos isósceles con las puntas convergentes. Su inclinación se aproxima a la parte superior de la anterior y eso le confiere un aspecto achaparrado. Tiene tres cámaras y es probable que se enterrara aquí el faraón Snefru.

         

Distintos Egiptólogos afirman que raramente en la historia de la arquitectura es posible contemplar tan de cerca la creación de una forma tan monumental como estas soberbias construcciones. Ellas nos descubren avances técnicos sin igual en la arquitectura, tales como los que hacen posible la construcción de planos inclinados de modo firme y la utilización de las hiladas escoradas como recursos arquitectónicos. Se trata, en buena medida, de una sorprendente intuición de las leyes de la estática y del movimiento de fuerzas.

Las restantes pirámides correspondientes a la IV dinastía, Keops, Khefrén y Micerino, construidas sobre la meseta de Gizeh, forman un conjunto que ha sido admirado en todo tiempo y provoca una impresión de misteriosa majestad, sentida por todos los viajeros antiguos y actuales. Es una ordenación geométrica de sencilla y radical racionalidad. Son un símbolo histórico pero también lo son mágico y trascendente. Se las incluyó entre las Maravillas del Mundo. Aparecen como una manifestación de poder e ingenio técnico. Es cierto que la forma abstracta de la pirámide nunca desapareció de la memoria egipcia, ni del vocabulario de su arquitectura, pero el entusiasmo que va adquirir en esta dinastía no perduró en las siguientes. La perfección que alcanza en la IV dinastía es única, como la del Partenón en Grecia, en la época clásica. Por otra parte, la aparición de esta arquitectura de piedra, está relacionada con la necesidad de establecer un escenario para los nuevos ritos. Esta transposición de espacio y rito siempre va a subsistir en la historia de la arquitectura egipcia, pero en ningún periodo posterior tiene un contenido simbólico tan destacado como en esta fase inicial, por llegar las prácticas rituales a una extraña complicación. Esto demuestra el enorme poder ejercido por los sacerdotes. Es curioso, pero cada paso en la transformación del rey difunto en dios, encuentra eco en el marco arquitectónico. Esta expansión del ritual alcanzó su punto culminante en el enorme complejo erigido por Keops, hijo de la reina Hetepheres y Snefru, a quien sucedió. Se ve perfectamente la relación entre ceremonial y arquitectura. Los templos funerarios a ellas anexos, expresan de este modo la culminación de los ritos fúnebres recientemente implantados por el respectivo monarca fallecido.

Entre las pirámides, la de Keops, la Gran Pirámide, 230,25 m. de lado, 146,5 m. de altura y 2.583.283 m3 de volumen. Inclinación 51º50" 40´, pertenece al horizonte. Más allá, el desierto. Algo propio de la cultura egipcia. Sobresale singularmente como una de las creaciones más geniales de toda la historia de la arquitectura. Ha llegado a ser casi un Pirámide de Keopssímbolo de esta cultura. Como las restantes pirámides, la de Keops, orienta sus caras a los cuatro puntos cardinales, limitando el delta geométricamente con la prolongación de sus diagonales y dividiéndolo en dos partes iguales. El lado menor mide 230,25 m. y el lado mayor 230,45 m. En obra tan colosal, la máxima diferencia entre sus lados, es de 20 centímetros. Lo cual indica un error del 0,086%. Su altura, coronada por un piramidium, probablemente de granito pulido, era de 146,58 m., hoy reducida a 137' [Nota 1]. Estas magnitudes han dado lugar a especulaciones matemáticas bastantes complejas, pues se advierte un conocimiento de las ciencias exactas que ha de relacionarse con el posterior desarrollo de las matemáticas pitagóricas.

Su revestimiento exterior se ha perdido por completo, tanto es así, que los enormes bloques de piedra, hoy desnudos, permiten trepar por ella y debe reconocerse que la vista que se disfruta en la cumbre, compensa de sobra, la dificultad de la ascensión, aunque no a todos pudiera parecerles así. Se cuenta que Napoleón, en vísperas de la llamada batalla de 'Las Pirámides', así denominada porque se podían ver en lontananza, arengó a sus tropas diciéndoles aquella frase ya célebre,'Soldados, desde lo alto de las pirámides cuarenta siglos os contemplan' y ya vencedor, parece que fue invitado a escalar la Gran Pirámide por alguno de sus generales, pero el prudente corso estimó que aquella subida entrañaría más riesgos que ventajas y mientras algunos de ellos ascendían, él se quedó calculando el volumen de piedra que contenían y que según sus conclusiones bastaría para levantar un muro de tres metros de altura y 30 centímetros de grosor alrededor de Francia. El matemático Monge, miembro de la expedición, confirmó la estimación.

La estructura interna de la Pirámide de Keops, aunque también ha sufrido modificaciones, se conserva en mejor estado. Responde a una línea evolutiva a partir de los esquemas planteados en las construcciones de Snefru. Para llegar a la gran galería interior, hay que recorrer un pasadizo descendente que conduce a otro ascendente y que, a su vez, desemboca en la impresionante Galería Principal o Gran Galería, cuya fábrica y proporciones reflejan una perfección jamás conseguidas hasta el momento. Este esplendor de formas arquitectónicas no deja de sorprendernos si pensamos que la gran galería era concebida para ser utilizada solamente una vez, cuando la momia del Rey fuera trasladada a la cámara funeraria. Alcanza una altura de 8,55 m., y una longitud de 48,60 m. Los sillares están cortados con una asombrosa precisión. Para la cubierta de la galería se recurre a un sistema de abovedamiento por aproximación de hiladas, siete hiladas de caliza colocadas a una distancia de 8 cm. unas de otras formando una falsa bóveda. Al final de la Gran Galería hay un alto escalón. Detrás de él, un bajo corredor conduce a una especie de antecámara por la que se accede a la cámara funeraria. Las paredes de esta están orientadas hacia los puntos cardinales y sus dimensiones, 10,46 por 5,20, así como la de los sarcófagos, han sido escrupulosamente analizadas en busca de implicaciones simbólicas. La cámara funeraria, revestida de granito, contiene el sencillo sarcófago de Keops, que fue encontrado sin tapa debido a las profanaciones.

Pirámide de KefrénPor el contrario, la Pirámide de Kefrén, posee 215 m. de lado, 145,3 m de altura y 2211,096 m3 de volumen, inclinación, 53º10´, mantiene su revestimiento exterior y aunque más baja que la anterior, su cumbre queda a la misma altura por estar construida a un nivel más elevado. Kefrén, sucedió a Djedefre que fue el siguiente monarca de la Dinastía IV, hijos ambos de Keops, pero posiblemente no el primogénito. Tanto su corto reinado como el lugar de enterramiento, Abu-Roash, al norte de Gizeh, hacen pensar que existieron luchas por la sucesión. Aunque se carece de documentación para establecer los acontecimientos más destacados del reinado de Kefrén, su legado artístico nos facilita la idea del carácter de este soberano. Continuó la tradición de su padre Keops, edificando una gran tumba, siguiendo el modelo de pirámide perfecta, que fue ubicada cerca del recinto funerario de Keops, al norte de Gizeh, la Pirámide de Kefrén.

Esfinge de GizehLa Esfinge de Gizeh no constituye ciertamente una obra arquitectónica pero es difícil separarla de las pirámides al encontrarse emplazada junto al Templo del Valle Kefrén. Se aprovechó una gran masa de piedra existente y fue realizada extrayendo material. Es una gran montaña esculpida. Nació de un solo contrafuerte sobrante de la construcción de las pirámides, pero tampoco es una escultura exenta puesto que está rodeada en tres lados por las paredes rocosas de la cantera. Mira al Este. Para los egipcios Oriente significaba la continuación de la vida. Solamente la cabeza sobresale por encima del horizonte, dándole al conjunto su conocido aspecto. La imagen del 'León Guardián' era ya una tipología conocida y dominada por los escultores egipcios. Lo novedoso en esta titánica obra, fue la sustitución de la cabeza del león por la del propio Faraón y aunque no existe ninguna prueba epigráfica, es casi seguro que representase a Kefrén, como sol-dios, guardián de la necrópolis, cobrando así la figura del monarca una fuerza y un poder que configuran para la posterioridad el concepto faraónico de los gobernantes egipcios. Nunca hasta estos momentos un soberano egipcio había desplegado tantos recursos para legitimar su propio poder. Después de la edad de las pirámides se ha identificado a la Esfinge de Gizeh, con el dios Horus. Nada puede reproducir el encanto misterioso de este rostro con su mirada perdida en la lejanía.

Pirámide de MicerinoLa Pirámide de Micerino, 102,2m. de lado, 104,66m. de altura y 235.183 m3 de volumen. Inclinación, 51º 20" 25´, la última y más pequeña de las pirámides de Gizeh, pertenece a este faraón, que fue, probablemente, hijo de Kefrén. Si bien sus dimensiones son más reducidas que las anteriores, estaba destinada a ser la de mayor belleza, ya que se pensó cubrir la totalidad de su superficie con granito rosado de extraordinaria calidad, material que la haría brillar con luz propia. El proyecto no se llevó a cabo, quizá por la relativa brevedad del reinado de Micerino o por la falta de medios materiales. Hay que tener en cuenta que las obras funerarias de los faraones anteriores arrastraron un importantísimo coste de material y humano.

Hay que decir, siguiendo a Giedion, que los volúmenes en el espacio, establecen una relación con el universo. Los triángulos de las pirámides elevándose hacia la altura, aparentan poseer una entidad independiente. Las superficies inclinadas de las pirámides de Giseh parecen liberarse de los volúmenes a los que están unidas. Cualquier pirámide simula tener una gran relación con el cosmo. Pero esta fuerza arquitectónica de las pirámides, logra su punto culminante, se multiplica, cuando hay una interacción de volúmenes. Esto es lo que sucede con las pirámides de Gizeh, añadiéndole así, si es posible, mayor sensación de espectacularidad a quienes las contemplan.

Los templos funerarios incorporados a las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino expresan la culminación de los ritos fúnebres implantados por los monarcas fallecidos. En el mismo edificio se hallaban combinados y, sin embargo, separadas, las dos funciones: uno, el lugar de veneración y otro, el altar para las ofrendas. Del templo incorporado a la pirámide Keops apenas quedan vestigios de los negros pilares de basalto que lo rodeaban. La doble finalidad del templo para la veneración y ofrenda se aprecia muy bien en la edificación de Micerino, aun cuando esta no fuese nunca completada debido a la agitada situación de su reinado, relativamente breve.

Es cierto que lo más interesante de las construcciones ligadas a la Pirámide de Kefrén es, sin duda, el Templo del Valle de Kefrén, conservado casi intacto. Es uno de los ejemplos más armoniosos de la arquitectura del Imperio Antiguo, tanto por la sencillez de formas y nobles materiales, como por sus cuidadas proporciones. Gruesos muros de caliza, el núcleo del paramento, revestidos de losas de granito rojo procedentes del lejano Asuán (Nubia), cortados con singular maestría, forman una superficie sorprendentemente regular. La cámara central está dispuesta en forma de T invertida. A ella se accede a través de dos vanos exteriores flanqueados por dos leones guardianes o esfinges. Veintitrés colosales estatuas del rey, hechas de diferentes materiales y adosadas a las paredes, decoraban la sala.

Del ángulo norte de la antecámara salía una rampa, de pendiente suave que llevaba al templo funerario propiamente dicho. La cubierta de la cámara funeraria fue igualmente monumental. Los elementos sustentantes son grandes pilares de granito rojo que sostienen pesados elementos arquitravados. El pavimento es de una magnífica caliza blanca que contribuye a la armonía entre las formas y los colores. El sistema de iluminación se articula a través de unos cortes practicados en la parte superior del muro, a la altura del techo, que permiten la entrada de haces de luz dirigidos hacia el brillante paramento. Este sistema producía unos efectos lumínicos muy adecuados para la celebración de rituales religiosos. El Templo del Valle de Kefrén es el único santuario de la IV dinastía que todavía conserva su antigua grandeza. Lo cual se debe probablemente a que permaneció oculto bajo la arena del desierto, hasta que fue detectado en 1853 por la aguda mirada de Mariette, gran egiptólogo, quien lo descubrió cuando despejaba la arena de los alrededores de la Esfinge.

Tanto las cámaras sepulcrales como los templos a pie de las pirámides de la IV dinastía, están ejecutadas con una falta absoluta de adornos y molduras. Parece más que incapacidad de introducir decoración, un deseo que raya hasta la afectación por no querer distraer las puras formas geométricas de la pirámide y sus dependencias con frívolos embellecimientos. En los templos del Imperio Antiguo no se toleró ni una moldura ni un adorno. Acaso se confiaría la decoración a frescos que iban sobre estuco. Hay que decir también, y en esto parecen estar seguros los egiptólogos, que las pirámides, al igual que los templos, tampoco tenían decoración escultórica. Las paredes podrían tener pinturas pero no tenían relieves. Las pilastras eran prismas tallados regularmente, sin bases ni capiteles. No había cornisas ni casetones en el techo En los templos, la luz entraba por unas rendijas que se había dejado entre las dos hiladas superiores de los muros. En definitiva, una arquitectura austera para unos ritos estrictos y lúgubres, pero en cualquier caso, adecuado contexto para unos complicados ritos de carácter mortuorio que preparaban el viaje eterno.


Bibliografía

- ABBOUD-HAGGAR, S. Las Pirámides de Egipto. La morada eterna. Revista Descubrir el arte. Año VII nº 78.

- DRIOTON, E. y VANDIER, J. Historia de Egipto, Universidad de Buenos Aires, 1977

- EGGEBRECHT, ARNE. El Antiguo Egipto, Plaza y Janés, Barcelona, 1984.

- BARRY J. El Antiguo Egipto: Anatomía de una civilización, Barcelona, Crítica, 1992.

- GIEDION,G.: El presente eterno. Los comienzos de la arquitectura. Alianza Forma, Madrid,1993.

- LARA PEINADO, FEDERICO. Diccionario Biográfico del Mundo Antiguo: Egipto y Próximo Oriente. Alderabán Ediciones S. L. Madrid. 1998.

- RICE, MICHAEL. Who's Who in Ancient Egypt. Routledge. London & New York. 1999.

- SETHE, KURT. Urkunden der XVIII Dynastie. Historisch-Biographische Urkunden. Akademie-Verlag. 1927.


Nota 1: ABBOUD-HAGGAR, S. Las Pirámides de Egipto. La morada eterna. Revista Descubrir el arte. Año VII nº 78, pag. 27.


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Para saber más



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DATOS DE LA AUTORA:

Remedios García Rodríguez, Profesora de Educación, Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid (1968), Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1969), Master en Psicología por la UNED de Madrid (2000). Inspectora de Educación en las Autonomías de Euskadi y Andalucía desde 1980. Redactora de Homines.com.