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Introducción a la arquitectura griega
Remedios García Rodríguez
05/11/2007


Hacia el año 1000 a.C. destruida Mecenas, distintos pueblos que hablaban diferentes dialectos griegos, habitaban entorno al mar Egeo, siendo los más importantes los dorios, que vivían en la Grecia continental y los jonios, que se asentaron en parte de las islas y en la costa occidental de Asia Menor o Turquía. Estos pueblos se organizaban en pequeñas comunidades llegando a formar polis. Las primeras comunidades eran pobres y se encontraban aisladas desarrollándose poco a poco hasta llegar a extenderse y establecerse en colonias hacia el este, en la zona que rodea el mar Negro y hacia el oeste por Sicilia e Italia, la Magna Grecia. Se constituyeron comercialmente entrando en contacto con culturas de Egipto y del Próximo oriente.

Cada una de estas polis desarrolló su propio carácter. Por ejemplo, Corintio, fue un gran centro comercial, siendo una ciudad rica y lujosa. Esparta, fue famosa por su poderío militar. Argos, producía excepcionales fundiciones de bronce. Atenas, fomentaba la creatividad individual desarrollándose allí las mejores actividades artísticas. Estas polis eran independientes, pero vinculadas por una lengua y religiones comunes.

El mundo griego no nace de la nada sino que sus raíces alcanzan las más remotas resonancias sumerias, acadias, egipcias, cretenses y babilónicas. Sin embargo, Grecia sabrá unir las características de cada una de estas culturas de una manera original y se convertirá en un concepto tan compacto que no podríamos entender la cultura y el mundo actual sin Grecia.

Las bases de la arquitectura griega se gestaron en el periodo que muchos historiadores llaman el ‘Medievo Griego’, es decir, en la época de transición y de barbarización que existe entre el hundimiento de la civilización micénica, provocado por los invasores griegos, y el florecimiento, a partir del siglo VII, de la civilización griega, propiamente dicha. Podían los griegos basarse en los inspiradores de los aqueos, los ricos mercaderes constructores de palacios de la isla de Creta. O bien podían copiar, más o menos de lejos, los soberbios resultados de las civilizaciones asiáticas, hititas, asirios, egipcios. Pero eligieron el camino más difícil, la elaboración de un universo arquitectónico totalmente nuevo que congeniaba con su espíritu, partiendo de las experiencias más cercanas a ellos. La planta de la casa micénica con el gran megarón, es decir, la sala central rodeada por columnas y sus primitivos templos en madera. Haciendo esto colocaron las bases de otros dos mil años de historia del arte. Porque, aun hoy, nosotros razonamos con los conceptos que ellos crearon cuando hablamos de arquitectura, pintura y escultura. Introdujeron el concepto base y las distinciones en el interior de este. Supusieron que para cada una de las actividades artísticas principales, existían reglas objetivas, análogas a las de las leyes de la naturaleza. Establecieron, de alguna manera, leyes marcos para las formas, particularmente para las arquitectónicas. Los arquitectos griegos empezaron por concentrar sus esfuerzos sobre un único sistema de construcción. Eligieron el más simple y banal. El trilito o combinación de una losa de piedra horizontal con otros dos bloques de piedras que hacen de apoyo. Es el sistema de las grandes tumbas prehistóricas, de los dólmenes esparcidos por toda Europa. Limitaron así de una manera drástica el tipo de edificio que se debía proyectar. Y aunque todas las necesidades de las ciudades fuesen satisfechas, su investigación apunta hacia un solo tipo de edificio, el templo, la casa de dios. Y no solo esto, sino que la forma de templo, su planta general, se estandarizó, como diríamos hoy. Un local para la divinidad, la cella, de forma rectangular, a cuyo alrededor se colocaba una vuelta de soportes redondos, es decir, las columnas. Cada edificio construido con el sistema trilítico, llamado también sistema adintelado, se compone de algunos elementos fijos. El basamento, sobre el que se apoya la serie de soportes que recogen el peso del techo y lo descargan en el suelo, y el entablamento, un bloque de piedra que une a los soportes entre sí, sobre los que reparte su peso, y el de las vigas y las tejas de la techumbre.

Órden dórico   Órden dórico   Órden corintio

Los griegos combinaron estas partes según reglas generales y preestablecidas, lo que tomó el nombre de orden, que no es otra cosa que una combinación, según normas fijas de elementos de base, elementos de soporte y elementos de coronamiento. Estos órdenes fueron para los antiguos, tres. Dórico, jónico y corintio. Su nacimiento tiene lugar durante los siglos oscuros, de la historia helénica. Aquellos inmediatamente sucesivos a la invasión. Es una época sobre la que tenemos escasas, fragmentarias y pocas noticias, además de una falta casi absoluta de ejemplos que queden en pie. Cuando el telón de la historia se alza encontramos conceptos consolidados. Con esto no queremos decir que los órdenes sean coetáneos. El más antiguo, y al mismo tiempo más importante, es el dórico.

Los órdenes dóricos, jónicos y corintios corresponden a las tres principales estirpes helénicas. Todos presentan como elementos comunes, un pedestal o plataforma. Columna compuesta de un fuste y capitel. Y el entablamento, todo lo que descansa sobre la columna que esta coronado por un frontón.

El orden dórico carece de basa por lo que el fuste o columna arranca directamente del estilóbato. El fuste es estriado o acanalado con unas estrías unidas por aristas vivas, con 16 o 24 acanaladuras. El diámetro del fuste mengua del estilobato al capitel, pero no de forma regular ya que en el centro existe un engrosamiento para corregir el efecto óptico, que se llama éntasis, y consta de varios segmentos llamado tambores.

La columna termina en el capitel que en el orden dórico, se compone de tres elementos, el ábaco, el equino, y el collarino. El ábaco es una losa cuadrada que une perfectamente la columna circular con el entablamento que es de perfiles angulares. El equino es una moldura que puede ser de perfil ovalado o convexo, según la época, y el collarino es una moldura muy fina que une el fuste con el capitel.

El entablamento lo forman el arquitrabe, el friso y la cornisa. El arquitrabe o listón de piedra que descansa sobre el ábaco, no tiene decoración. El friso es una viga donde se alternan los triglifos y las metopas que pueden estar sin decorar o decoradas con pinturas y relieves. La cornisa descansa sobre el friso en su parte inferior y coincidiendo con los triglifos aparecen filetes con seis gotas.

Sobre el entablamento descansa el frontón, un plano triangular cuyo fondo se llama tímpano y cuyos lados superiores suelen ser las vertientes superiores del tejado. El cimacio es una moldura que puede llevar decoración y que marca la transición de la cornisa al tímpano. Está coronado por acróteras, figuras de animales o vegetales.

      

El orden dórico encarna lo fuerte, lo viril y lo señero. Se asocia a edificios de la Grecia continental donde se asentaron los dorios. Está regido por tres principios básicos. Todo triglifo debe encontrarse encima de una columna o intercolumnio. Los dos triglifos que coinciden sobre columnas en los ángulos, deben hallarse en contacto y no se admiten metopas. El eje de todo triglifo debe coincidir exactamente con el de la columna o intercolunio correspondiente. Sin embargo, estos tres principios son incompatibles en los ángulos de las esquinas y es el segundo principio el que no puede eludirse. Este problema se solucionó en la época arcaica haciendo las metopas de las esquinas más anchas y en la época clásica se recurre a estrechar los intercolumnios. Lo esencial del orden dórico, además de la columna sin basa, y el capitel en forma de almohadón, es que el friso está dividido en recuadros, en lugar de ser seguido y tener la cornisa saliente

El orden jónico se utilizaba en la Grecia oriental y en las islas. Encarna lo elegante, lo fastuoso y lo femenino, aunque es menos esencial y riguroso. Los templos se solían construir en orden jónico. Tomó su forma decorativa del repertorio del arte orientalizante. Las columnas son más altas y delgadas que en el dórico. El fuste se poya en una pieza intermedia llamada plinto, elemento intermedio entre el fuste y el estilobato, y de molduras cóncavas, escocias, y convexas, toros. El fuste es acanalado, generalmente con 24 acanaladuras separadas por superficies planas y carece de éntasis. El capitel está cubierto de un equino cubierto de ovas, motivo decorativo en forma de huevo, con volutas salientes a los lados, y motivos florales y el astrálago, moldura fina que separa el fuste del capitel. El arquitrabe está dividido en tres bandas horizontales en saledizo, en escalera, y se llaman platabandas. El friso no se divide, esto es lo esencial del orden jónico, y se adorna con una franja continua de relieves, lo más opuesto al orden dórico. La cornisa, con menos vuelo que en el dórico, suele estar más decorada que en este. Existe un pequeño problema. Las caras del capitel no son iguales porque las columnas pegadas a la fachada del templo tenía volutas, mientras que las de frente mayor son lisas, por lo tanto, al no ser las caras y los lados iguales, surge un problema en cada ángulo. La solución fue realizar un capitel asimétrico compuesto por dos parejas de volutas a los dos lados de las esquinas. Finalmente en la época helenística, llegó la solución definitiva, disponiéndose las volutas en los cuatro lados del capitel. El frontón está coronado por acroteras.

      

El orden corintio, creado a finales del siglo V a.C. fue muy utilizado en la época helenística y en Roma, considerándose una versión enriquecida del dórico. Lo único que lo diferencia es el capitel, decorado por dos o más verticilos de hojas de acanto y unas pequeñas volutas en los ángulos, con otras intermedias. Al principio, solo se usa en el interior de los edificios, y a mediados del siglo IV comenzó a emplearse en el exterior. Donde se aplica por primera vez es el la Linterna de Lisícrates.

      

Una vez aceptados estos órdenes, los griegos se atuvieron a sus formas durante siglos, aunque dentro de unos límites se pudieron modificar, cosa frecuente en la época helenística. Hay que decir que no hay fronteras estrictas entre ellos.

La descripción técnica de su nomenclatura ha sido verdaderamente larga por necesidad. Tales términos son la clave de la lectura de toda la arquitectura griega y aun podría ser más amplia y detallada, pero entendemos que es mejor no excedernos. Nos distraería demasiado de lo que a nuestro juicio es esencial, la captación de la belleza de estos órdenes, y en consecuencia, del templo griego. Cuando hablemos de los templos también evitaremos, en lo posible, demasiada tecnificación de los términos y sólo ampliaremos algunos conceptos ya iniciados.



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DATOS DE LA AUTORA:

Remedios García Rodríguez, Profesora de Educación, Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid (1968), Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1969), Master en Psicología por la UNED de Madrid (2000). Inspectora de Educación en las Autonomías de Euskadi y Andalucía desde 1980. Redactora de Homines.com.