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La pintura Neoclásica: Jacques Louis David
Remedios García Rodríguez
10/11/2011


Fruto de una actitud crítica frente a la exuberancia y el gusto por lo ornamental del Barroco y la búsqueda de la pureza de las formas aparece el Neoclasicismo. A mediados del siglo XVIII hay una intención de ruptura en la cultura del viejo continente. Europa comienza a cansarse y aparece la necesidad de rectificar el camino de las artes.

Es la ley del cansancio de las formas. Se tiene ansias de simplicidad, equilibrio y reposo, que son fomentados por la normativa de las Academias Francesas. Esa reacción, como ya sucedió a principios del siglo XVI, le invita a volver los ojos hacia la antigüedad clásica.

Pero, a pesar, del sentido de la medida y del reposo espiritual que reflejan sus formas artísticas, el movimiento neoclásico se impone con un grado de apasionamiento que raras veces es superado por otras revoluciones artísticas. La acometividad contra el Barroco es extraordinaria y el Neoclasicismo, encuentra pronto favor en las alturas, su lucha, mas que de conquista, es de persecución y exterminio del Barroco, y por si esto fuera poco, los padres de la Revolución Francesa, al reconocer en lo neoclásico lo opuesto a lo rococó de los gabinetes de los palacios reales, lo consideran el estilo del nuevo régimen. En el fondo, era la lucha de los intelectuales contra la aristocracia de empolvadas pelucas. Este nuevo estilo no se conforma con tomar como modelo lo romano, sino que es Grecia su inspiradora, y tiene en el estudioso alemán J.J. Winckelmann su teórico.

Al mismo tiempo, nace una tendencia sentimental, el prerromanticismo, que tendrá subterránea vida durante el esplendor del Neoclasicismo y que posteriormente, triunfaría sobre él, dando lugar al Romanticismo.

Con la victoria del Neoclasicismo comienza en la pintura el periodo que podríamos llamar francés, durante el cual París se convierte en el centro desde donde se irradian las principales novedades artísticas.

Gavin Hamilton por Ozias Humphry, 1778 HAMILTON, Gavin, Venus Giving Paris Helen as his Wife, 1782-84   Anton Raphael Mengs, Autorretrato de madurez (1773) MENGS, Anton Raphael , Flagelación de Cristo, 1769

Los pintores neoclásicos encuentran el grave inconveniente de no disponer de modelos importantes de la pintura clásica. Los edificios y las esculturas abundan en Italia, pero no existen las grandes obras de maestros de la antigüedad que permitan conocer las perfecciones alcanzadas en el color, y los pintores tienen que buscar sus fuentes de inspiración en la escultura y en el relieve y, más concretamente, en el arte monocromo. Esa monocromía de sus modelos les hace olvidar un elemento capital en la pintura, el color. Sus creaciones carecen de riqueza cromática. Su estilo está fundado en el rigor geométrico de las composiciones, el predominio aplastante del dibujo, y el recurso a una luminosidad difusa y homogénea enemiga de contrastes y efectivismos.

El máximo exponente del Neoclasicismo en cuanto a pintura es el pintor francés Jacques-Louis David, aunque no hay que olvidar a otros artistas que pertenecieron a los círculos romanos que jugaron un papel importante en el inicio de las representaciones pictóricas clasicistas como el escocés Gavin Hamilton, y el alemán Anton Raphael Mengs.

Jacques-Louis David, verdadero promotor del estilo neoclásico en Francia y casi coetáneo de Goya, nació en París el 30 de agosto de 1748 en el seno de una familia de clase media alta. Estudió en la Academia real con el pintor rococó Joseph Marie Vien. En 1774 ganó el Premio de Roma con El médico Erasístrato descubre la causa de la enfermedad de Antioco.

DAVID, Jacques-Louis, Autorretrato,  DAVID, Jacques-Louis,  DAVID, Jacques-Louis, Napoleón en su gabinete de trabajo, 1812 DAVID, Jacques-Louis, Patroclo, 1780

Una vez, becado, David fue a Roma en 1775, junto con Vien, que acababa de ser nombrado Director de la Academia de Roma. Hace un recorrido por Italia y llega a Parma donde tiene contacto con el color y la luz de Correggio. Durante los cinco años que duró su estancia en este país, en los cuales pese a sus ideas contrarias a la Antigüedad, Lo antiguo no me seduce, carece de brío y no me conmueve, fue descubriendo con admiración esa misma antigüedad, y fundamenta en ella, en adelante, su arte.

David desarrolló rápidamente su propia línea neoclásica, sacando sus temas de fuentes antiguas y basándose en las formas y la gestualidad de la escultura romana.

Su famoso Juramento de los Horacios representa la consagración definitiva de David y la obra por excelencia del estilo neoclásico. En él destacan el dramatismo en la utilización de la luz, las formas idealizadas y la claridad gestual.

Trata del juramento que ante su padre hicieron, los tres hermanos Horacios, de luchar contra los tres hermanos albanos, Curiacios, hasta la muerte, si fuera preciso, por Roma. A la derecha aparecen las hermanas y una oscura figura femenina completa la escena. En la composición destaca un estilo depurado, austeridad de medios y claridad expositiva. El espacio teatral se va acentuando por la luz caravaggiesca procedente de la izquierda del óleo. La plástica energía de las figuras femeninas de tensos músculos, unido al ritual del juramento de las espadas que procede del medievo y no de la antigua Roma, contrasta con el pasivo desconsuelo del grupo de mujeres cuyas cabezas finamente diseñadas, forman al unirse la cúspide de la pirámide que construyen sus cuerpos.

Su temática de contenido va paralela al contrato de Rousseu, donde la unidad familiar integra al individuo. La obra tiene un mensaje patriótico y de obediencia al Estado para el bien de una comunidad y está cargada de referencias simbólicas. Padre con los hijos, hablan del núcleo familiar. Figuras femeninas, presentan el abatimiento. Figuras masculinas, firmeza e iniciativa. Arco de triunfo, enmarca y dignifica las figuras.

La obra presentaba una temática de un elevado moralismo y patriotismo que la convirtió en el modelo de la pintura histórica de tono heroico y aleccionador de las dos décadas siguientes.

DAVID, Jacques-Louis, Juramento de los Horacios, 1787 DAVID, Jacques-Louis, Juramento de los Horacios, 1787 DAVID, Jacques-Louis, Juramento de los Horacios, 1787 

En 1781, realiza Belisario recibiendo limosna, donde muestra a un héroe caído, viejo y ciego, mendigando en la calle en compañía de un joven niño mientras que uno de sus antiguos soldados, con gran asombro, reconoce al viejo.

Su cuadro, La muerte de Sócrates, de 1787 no se refiere a la historia romana, sino a la griega, refleja el momento en que ya encarcelado por sus ideas, el filósofo elige la muerte antes de abjurar de las mismas. Con gran serenidad y estoicismo, el filósofo se dispone a beber el veneno de la copa que le tiende un discípulo, mientras otros, en vivo, muestran su desespero ante la decisión del maestro.

El espacio arquitectónico es muy limpio y sobrio. Para David, lo más importante de esta pintura era lo que los tratadistas clásicos llamaban expresión y es muy evidente que este lienzo constituye un homenaje a Poussin. Junto al desarrollo central de la escena, la obra está llena de pequeños detalles iconográficos que refuerzan su sentido moral y la llenan, al mismo tiempo, de humanidad.

MENGS, Anton Raphael , Flagelación de Cristo, 1769 MENGS, Anton Raphael , Flagelación de Cristo, 1769 DAVID, Jacques-Louis,  La muerte de Sócrates, 1787 DAVID, Jacques-Louis,  La muerte de Sócrates, 1787

Otra obra clave de David es Los lictores llevando a Bruto los cuerpos de sus hijos, de 1789, donde se representa a Bruto, hombre y padre, quien sacrificó a sus propios hijos. Él situado a los pies de la estatua de Roma, se ve interrumpido en su aflicción por los gritos de su esposa y por el miedo y el desmayo de su hija mayor.

Los dramáticos contrastes de la luz y la desesperación que expresa el grupo de las tres figuras enlazadas, que por la iluminación escenográfica se dirían que son las verdaderas protagonistas del tema, indican que el principal interés del pintor es la manifestación plástica de un dolor humano que desgarra y divide a una familia.

La escena se divide en dos partes: en una esquina el cuerpo de uno de sus hijos, al que solo se le ven las piernas, iluminado, contrasta con la escena del padre en penumbra, sentado, expresando estabilidad, con un gesto de melancolía y pesadumbre, sin que llegue al abatimiento.

Por otro lado las cuatro mujeres separadas de la otra escena por una columna dórica, sin basa, en la que se concentra todo el dolor humano.

DAVID, Jacques-Louis,  Los lictores llevando a Bruto los cuerpos de sus hijos, 1789 DAVID, Jacques-Louis,  Los lictores llevando a Bruto los cuerpos de sus hijos, 1789 DAVID, Jacques-Louis,  Los lictores llevando a Bruto los cuerpos de sus hijos, 1789 DAVID, Jacques-Louis,  Los lictores llevando a Bruto los cuerpos de sus hijos, 1789

Después de 1789 adoptó un estilo más realista que neoclasicista para poder registrar las escenas de su tiempo relacionadas con la Revolución Francesa, como en la obra de gran dramatismo La muerte de Marat de 1793 que se fundamenta en lo ideal y conceptualmente se basa en el mimetismo. La simétrica composición logra mediante líneas geométricas enfatizar magistralmente el rigor y la claridad del cuadro con el que David alcanza definitivamente la severidad y la desnudez huérfana de todo accesorio innecesario.

En Las Sabinas de 1799, David retoma el sentido de la pintura de historia de las décadas de 1770 y 1780, aunque esta vez incidiendo más en el carácter monumental de la obra. Hace referencia a la antigüedad pero volviéndose cada vez más clasicista. Sus torres con almenas, recuerdan cada vez más a los castillos medievales.

Hay personajes que evocan a Caravaggio, otros a Rafael. Comienza a trabajar el desnudo como el clasicismo, con el modelo de la antigüedad, manteniendo los atributos identificadores, cascos, escudos…ideas de guerra y política.

DAVID, Jacques-Louis,  La muerte de Marat, 1793 DAVID, Jacques-Louis,  La muerte de Marat, 1793 DAVID, Jacques-Louis,  Las sabinas, 1799 DAVID, Jacques-Louis,  Las sabinas, 1799

Entre 1799 y 1815 fue el pintor oficial de Napoleón y registró las crónicas de su reinado en obras de gran formato, como Napoleón cruzando los Alpes de 1801, donde David conserva el dibujo incisivo, predominio de lo lineal sobre lo pictórico, común a todas las obras del Neoclasicismo, pero ha dejado de lado aquella simple geometría a base de verticales y horizontales que aquí ceden totalmente ante el impacto de la diagonal ascendente. Napoleón es presentado como un héroe, triunfante sobre un corcel agitado que representara la Revolución, mientras él como sereno jinete, personificara la paz. Napoleón quiso mitificarse al modo de los antiguos héroes clásicos, tales como Carlo Magno o Aníbal. El nombres que aparecen escritos debajo del de Bonaparte en el ángulo inferior izquierdo de la composición.

O Coronación de Napoleón y Josefina de 1805-07, es un enorme lienzo destinado a conmemorar la consagración de Bonaparte en Notre Dame, en diciembre de 1804. Eligió para esta composición el momento en el que en una conflictiva ceremonia, Napoleón se autocorona prescindiendo del Papa y se dispone a colocar la corona imperial sobre Josefina. Despliega en esta tela toda la riqueza que la nueva aristocracia no había dudado en desplegar. Armiños, terciopelos, brocados y joyas que Napoleón trata vanamente de olvidar con su corona de laurel a la manera de los antiguos emperadores romanos.

En la parte inferior de la composición, los asistentes a la ceremonia, individualizados con el realismo propio de los retratos, quedan en cierto modo minimizados por el amplio espacio superior por el que ascienden, con rectas verticales, las arquitecturas del interior de la catedral y los largos brazos de los candelabros del altar, verticalismo al que se une el crucifijo, que sostenido por un obispo, centra la escena. Todo es muy teatral, ya no hay síntesis de elementos esenciales. Vemos toda la parafernalia imperialista del estilo barroquizante.

DAVID, Jacques-Louis,  Napoleón cruzando los Alpes, 1801 DAVID, Jacques-Louis,  Napoleón cruzando los Alpes, 1801 DAVID, Jacques-Louis,  Coronación de Napoleón y Josefina, 1805-07 DAVID, Jacques-Louis,  Coronación de Napoleón y Josefina, 1805-07

David también fue un prolífico retratista. Muchos críticos modernos consideran sus retratos como sus mejores obras, sobre todo porque no conllevan la carga de los mensajes moralizantes y la técnica, a menudo artificiosa, de sus obras neoclasicistas.
La carrera artística de David representa la transición del rococó del siglo XVIII al realismo del siglo XIX. Su neoclasicismo frío y calculado, sus temas heroicos y patrióticos prepararon el camino para el romanticismo.

Ideológicamente, como puede verse en su obra, David fue un artista comprometido con su tiempo. Sus halagos fluctuaron conforme a la situación de cada momento. Al aceptar la pintura de la Historia Contemporánea hubo de correr este riesgo. Con el Juramento de los Horacios, transfería el heroísmo de los romanos a la Francia contemporánea. La revolución se veía representada. Luego supo adaptarse a Napoleón. Se comprometió con el poder de tal manera, que a la caída del Emperador tuvo que refugiarse en Bruselas, donde habría de vivir hasta su muerte. Trataba de servir con su pintura a la sociedad



Bibliografía

- CARMONA, Eugenio.: 28 El Arte y sus creadores: Jacques-Louis David, Historia 16, Madrid, 1993.

- HOURTICO, Louis.: El Arte en Francia, Librería Gutenberg de José Ruiz, Madrid, 1922.

- MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: Historia del arte, Ed. Gredos, Madrid, 1996.

- VV.AA.: Historia General del Arte. Pintura. Tomo IV. Ediciones del Prado. Madrid.1996.


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DATOS DE LA AUTORA:

Remedios García Rodríguez, Profesora de Educación, Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid (1968), Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1969), Master en Psicología por la UNED de Madrid (2000). Inspectora de Educación en las Autonomías de Euskadi y Andalucía desde 1980. Redactora de Homines.com.