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Breve Historia del Órgano de la Catedral de Málaga
Chantal Martínez Fernández
13/01/2005


Desde los tiempos del Obispo D. Pedro Díaz de Toledo se cita en las Actas la plaza de unorganero, lo cual nos lleva a deducir que ya existía un órgano en el primitivo templo de esta época. Lo más probable es que se tratara de un realejo [Nota 1], ya que la Catedral aún no se había construido y los oficios litúrgicos se realizaban en la antigua mezquita musulmana cristianizada.La nueva Catedral se consagró el 31 de agosto de 1588 y, aunque en un principio se siguiera utilizando el antiguo realejo, las nuevas necesidades de culto para el solemne templo recién inaugurado harían que el Cabildo promoviese incesantemente la construcción de un nuevo y monumental órgano. De este modo, en 1598 encontramos noticias de un órgano construido por un religioso dominico [Nota 2] y comprado en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda. Aunque este instrumento debía tener cierta entidad dado que el fraile dominico exige 500 ducados por “aderezar y asentar el órgano” [Nota 3], en 1648 debía encontrarse en un estado lamentable, lo cual no deja de ser extraño. Ningún autor explica el porqué de semejante deterioro en un instrumento de apenas medio siglo y notable calidad técnica, es importante señalar que el uso es la garantía fundamental de pervivencia de un órgano, es viable pensar entonces que quizás no se utilizaba. Es posible que el primitivo realejo, con su movilidad y adaptabilidad, se prestara mucho más al uso litúrgico que el órgano construido exprofeso para una Catedral que, por otro lado, aún se hallaba inconclusa.

Ante el mal estado de conservación del primer órgano, el Cabildo, en la junta del 25 de junio de 1648, decide que será el maestro Salvador de Fuentes quien lleve a cabo el nuevo instrumento y se le da como plazo un año. Sin embargo, debieron surgir problemas que no se concretan en las Actas pues finalmente este proyecto no se ejecutó, como tampoco llegó a buen fin la invitación del Cabildo al organero Lorenzo López de Galarreta y Vaquedano ese mismo año. No obstante, y a pesar de que los años iban pasando, el Cabildo no desistió en su idea de construir un nuevo y monumental instrumento que sustituyera al de Mendoza en el templo catedralicio. Finalmente, en la sesión del 20 de febrero de 1655, se aprueban las bases del contrato del maestro franciscano Fr. Jaime de Bergaños y se establecen las características y el lugar exacto que debía ocupar el nuevo instrumento: “donde estaba el órgano grande, que antiguamente servía para el culto, pues tenía hecha la tribuna que había menester y era la más adecuada...” y no “donde al presente estaba el Realejo, que se reconocía era de gran perjuicio a la fábrica de la iglesia y también a la sillería del coro” [Nota 4]. No obstante, poco después de comenzar las obras ocurre algo realmente inesperado ya que el organero franciscano es despedido. El Tesorero D. Gregorio de la Paz había recibido noticias de la mala calidad de un órgano realizado en la ciudad de Valencia por este maestro lo que despierta dudas y reticencias en el Cabildo que deseaba un instrumento realmente monumental y de magnífica calidad.

Habrá que esperar cuatro años tras la despedida del maestro franciscano para volver a encontrar noticias sobre el tema en las Actas, sin embargo, el asunto seguía preocupando al Cabildo que persistía en su empeño de dotar a la Catedral de un buen órgano [Nota 5]. En 1659, el frabriquero D. Cristóbal Ordoñez manda venir desde Sevilla al organero D. Claudio Osorio que, tras observar el estado del antiguo órgano, determina que sólo la caja es aprovechable provisionalmente. El contrato se fija en 1500 ducados [Nota 6], y en poco más de un año la obra ya estaba terminada como lo declara en el Acta del 8 de junio de 1660 donde, además, D. Claudio Osorio pide un suplemento a los 1500 ducados pactados pues, según dice, se le han ido en alimentarse él y sus oficiales. Para ello manda que su obra sea tasada por un experto y para ello llega el organista de Sevilla, el cual da su aprobación tras inspeccionar el nuevo instrumento. No obstante, el organista de Málaga D. Miguel Díaz Moreno no estaba de acuerdo con el acabado de la obra y no era el único pues en la junta del 28 de julio del mismo año -1660- se leyó un memorial en el que se recogía la opinión de varias personas que conocían la obra y que habían observado numerosos defectos [Nota 7]. No obstante, la decisión final fue favorable a D. Claudio Osorio puesto que el 21 de julio, y ante una orden del Sr. Obispo D. Alonso de Santo Tomás, se formaliza la escritura de cancelación de obligaciones y el organero recibe, además, 440 ducados extras para costear sus viajes.

Algo más de un siglo nos separa aún de la construcción de los grandes órganos de D. Julián de la Orden, sin embargo, de los maestros organeros que trabajan en Málaga y su provincia durante este tiempo ninguno interviene en el órgano construido por Osorio, o al menos ninguna intervención se refleja en las Actas. No obstante, el 6 de octubre de 1719 Cristóbal García es nombrado Maestro organero de la Catedral de Málaga con cargo de “refinar o afinar y templar los órganos de la Catedral y costear los reparos menores que tuvieren” [Nota 8]. A pesar de que trabajó en muchos lugares de Andalucía, no abandonó su residencia en la ciudad de Málaga donde murió en diciembre de 1773. Su dilatada labor es muy reseñable como parte de la historia del órgano en España pues pertenece a una de las dinastías organeras más importantes de Andalucía: los García. El caso es que, entre otros muchos trabajos, el día 17 de junio de 1765 se le abonan “1420 reales por el Realejo que había hecho para la Catedral” [Nota 9].

Durante todo este larguísimo periodo de la historia de la Catedral de Málaga que hemos analizado podemos deducir, en lo que a música y órganos se refiere, que el Cabildo era consciente del papel decisivo de la música en el culto y, por tanto, de la construcción de un buen órgano acorde con las necesidades y la grandeza de un gran templo como el que se estaba erigiendo en Málaga. No obstante, en un templo catedralicio en permanentes obras hasta bien entrado el siglo XVIII es explicable que el Cabildo tuviera otras prioridades y preocupaciones, si bien la construcción del órgano siempre estuvo presente. De este modo, podemos explicar la relativa lentitud por parte del Cabildo hasta que se nombra a D. Claudio Osorio para la construcción de su instrumento, asimismo, la escasa calidad de los órganos construidos por Mendoza y Osorio explicarían en gran medida la importancia de los Realejos -el primitivo de la primera Iglesia y el nuevo construido por Cristóbal García-, sin duda, mucho más manejables y adaptables a un templo en obras. Esta provisionalidad y lentitud de los acontecimientos se refleja también en el movimiento de los organeros, con un claro predominio de maestros locales de cuya competencia y profesionalidad poco se interesaba el Cabildo [Nota 10], aunque nuevamente debemos resaltar que ésto no se debe a una falta de interés por parte de los Capitulares hacia el tema musical, sino por las necesidades de un templo catedralicio en constantes obras donde las decisiones acerca del tema del órgano parece que se tomaran para salir del paso y siempre de manera provisional. Sin embargo, una vez concluidas las obras de la Catedral la situación cambiará definitivamente con la construcción de los grandes órganos de D. Julián de la Orden.


El presente artículo forma parte de un estudio más amplio sobre el Órgano de la Catedral de Málaga, compuesto por tres partes, que en breve será publicado íntegramente:
- Breve Historia del Órgano de la Catedral de Málaga
- Los Órganos de D. Julián de la Orden: El gran proyecto final
- Última restauración y nuevas aportaciones



Nota 1: Instrumento portátil que se utilizaba en las procesiones (Información facilitada por el Profesor Adalberto Martínez Solaesa).

Nota 2: Aunque el Padre Llordén en sus Notas de los maestros organeros que trabajaron en Málaga, Anuario musical, vol. XIII, Barcelona, 1958, pg.2 afirma desconocer el nombre del monje dominico, Medina Conde dice que se trata de un tal Joseph de Mendoza (MEDINA CONDE, Descripción de la Santa Iglesia Catedral de Málaga desde el 1487 de su erección, hasta el presente de 1785, Ed. facsímil con introducción de Rosario Camacho Martínez, Málaga, 1978. Citado por MARTÍNEZ SOLAESA, A., Catedral de Málaga. Órganos  y música en su entorno, Málaga, Studia Malacitana, 1996, pp. 23-24).

Nota 3: LLORDÉN, A., Op. cit., pg.2.

Nota 4: Act. Cap. de M.: Nº 27, fol. 18. Citado por MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 27. Estamos, pues, seguros de que en la Catedral habían dos órganos: el de planta de Mendoza y el primitivo Realejo que, ante el mal estado del primero, se seguía utilizando. Ésto corrobora nuestra hipótesis de que el antiguo instrumento portátil se adaptaba mejor a las exigencias de culto que el órgano de planta de Mendoza, quedando éste en un segundo plano lo cual, en gran medida, precipitaría su degradación.

Nota 5: LLORDÉN, A., Op. cit., pg. 7.

Nota 6: El Padre Llordén realiza una transcripción textual de la escritura del contrato que nos aporta una información valiosísima para conocer las condiciones y características del nuevo instrumento, inmediato antecedente de la magna obra de D. Julián de la Orden. Ibídem., pp. 8, 9 y 10.

Nota 7: Ibídem., pg. 12.

Nota 8: MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 35.

Nota 9: LLORDÉN, A., Op. cit. pg. 19. No tenemos muchas más noticias de este nuevo Realejo pero sí sabemos que aún se encontraba en uso en tiempos de Julián de la Orden pues es citado en una vocación capitular del año 1799 (Act. Cap. C. de M.: Nº 58, fol. 82. Citado por MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 36.).

Nota 10: MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 43.