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Mario del Curto capta el mundo del Art Brut entrando en su representación
Ramón Almela
05/10/2007


Atravesando tierras españolas en automóvil camino desde Madrid hacia un Museo de Dibujo en Huesca, sobrevino el pinchazo de una llanta. A unos cien metros, un taller mecánico me facilitó atender la reparación de la rueda. El dueño, al conocer sobre el destino de mi viaje, me sugirió ver lo que él tenía en la trastienda. La sorpresa fue inolvidable: En medio de la carretera de una ciudad de provincia aparecían ante mi vista enormes esculturas de personajes fantasiosos realizadas soldando piezas metálicas y objetos mecánicos. Una obra fruto del empeño de años y años de trabajo y obsesión creativa de una persona sin educación artística formal (un mecánico de coche), y que aparecía desconocida en el mundo de las galerías. Dirigiéndome a una celebración artística de élite hallaba un arte que vibraba por su poder brutal de expresividad, locura e ingenuidad.

Howard Finster   James HJennings   James HJennings

Así es el mundo del Art Brut que sorprende por su fuerza e impetuosidad alcanzándote inesperadamente al encontrarlo en sitios inusitados. El encuentro de un producto creativo de alguien que no se sospecha fuera un artista, y que muchas veces ni ellos mismos se reconocen como tal. Se denomina Art Brut originalmente desde Europa al arte producido por los internados en centros psiquiátricos, y abarca lo que también se llama ‘outsider art’ en USA formado por visionarios, artistas entrenados en el estilo naïve, autodidactas y artistas del ámbito ‘folk’.

La misma fascinación atrapó en 1940 al artista Jean Dubuffet al descubrir el arte de los enfermos mentales a través del libro de Hans Prinzhorn ‘Bildnerei der Geisteskranken’ y que le llevaría a formar la ‘Colección de l`Art Brut’ www.artbrut.ch que junto a la pintura de los niños supondrían su principal fuente de inspiración. Fue Dubuffet quien acuñó el nombre ‘Art Brut’ para definir esta vertiente de expresión artística alejada de la noción tradicional del arte, ‘insider art’ -como se denomina en inglés-. Esta manifestación de artista fuera del círculo convencional de la conducción artística –‘outsider art’- fue adquiriendo mayor atención desde la década de los Setenta englobando las variadas manifestaciones de los artistas autodidactas, enfermos mentales, e individuos excéntricos y antisociales que se destacan por su autenticidad y pasión. Las etiquetas y definiciones son conflictivas. La línea que diferencia el trabajo del artista convencional, educado y doblegado en las estrategias de expresión y comercialización, de la del trabajo del artista del Art Brut, que nace de la irresistible y violenta necesidad del hombre por expresarse, es confusa.

Charbia   Jean Joseph Sanfourche

Mario del Curto se sintió atraído especialmente por ese mundo creativo. Como fotógrafo atendía reportajes de temas concretos interesado, al principio, en la agitación social de la década de los Setenta, inclinándose después por el ambiente del teatro, la danza y el performance retratando artistas, directores y escritores. Acercándose finalmente a las manifestaciones del Art Brut quedó apresado desde 1983 con especial satisfacción en la descripción de este ambiente y sus artistas.

El interés por el ámbito del Art Brut va en aumento. Inspirados en un programa de arte de Guggin, una institución mental en Viena -que Mario del Curto reporta en sus fotografías-, un artista polaco y un psicólogo húngaro fundan en 1983 ‘The Living Museum’ en el Centro Psiquiátrico de Queens, Nueva York (1-718-264-3490). También, en 1999, con la colección de más de 2.000 obras acumuladas desde 1983 por el director de cine francés Bruno Decharme, se forma en París ‘ABCD (Art Brut Conocimiento y Difusión)’ www.abcd-artbrut.org , una asociación francesa con vocación internacional para investigar y difundir el Art Brut. Y así, desde entonces múltiples Ferias de Arte y exposiciones han ido teniendo lugar. El fenómeno es impulsado, como no, por el interés comercial que provoca el aumento de precios en subastas y exposiciones de las obras de estos artistas que a principios del siglo XX eran despreciadas por psiquiatras como ‘una cosa bien estúpida’, y ahora se pagan cientos de miles de dólares.

En el sanatorio mental de Florencia, La Tinaria   En el sanatorio mental de Florencia, La Tinaria   En el sanatorio mental de Viena, Guggin

La producción creativa del Art Brut ha contribuido, entre otros fenómenos, a disipar las diferenciaciones mantenidas hasta entonces en el arte. La distinción entre arte y artesanía se hace menos distinguible. La separación entre ‘High art’ y ‘Low art’ se difumina en el arte contemporáneo donde todas las disciplinas y las purezas creativas han sido destronadas, impulsándose la fragmentación y la fusión en las estrategias actuales con las que se incorporan a la actividad creativa plástica personajes provenientes de cualquier disciplina.

A pesar de la permeabilidad operada sobre el muro que separa los ámbitos del ‘outsider art’ y el del ‘insider art’, aún permanecen distanciados por los argumentos que esgrimen ambos lados basados en supuestos y prejuicios. El arte puritano objeta que aquellos realizadores no pueden ser grandes artistas porque normalmente repiten los mismos motivos constante e inconscientemente, y sin desarrollo. Y los propios artistas del Art Brut sostienen que su producción es impulsada por una necesidad interna que no tiene nada que ver con los presupuestos críticos o los objetivos económicos, tal como afirma Clyde Jones, captado en las fotografías de Mario del Curto, quien afirma: ‘Las cosas que hago no son arte, arte es algo más’. Estos opinan que esa pureza de expresión que los caracteriza no es posible en los profesionales educados. Jean Joseph Sanfourche, otro de los artistas fotografiados por Mario del Curto, manifiesta ‘No soy un artista sino un hombre que crea un tipo de arte extremo, cosas con la magia de las cuevas primitivas’.

Hans Kruri    Hans Kruri

Lo cierto es que el paralelismo existente por un lado entre muchos productos del Art Brut y, por otro lado el ‘Arte Cultural’, como así lo denominaba Jean Dubuffet, es evidente. Las creaciones de ambos tipos de artistas alcanzan semejanzas formales. La diferencia estriba tan sólo en la estrategia que los sostiene como personas en su relación social y su definición profesional. La creación artística surge de esa necesidad imperiosa del ser humano por manipular la realidad modificándola con su intervención plástica. Así, es posible advertir en diferentes generaciones de artistas puntos en común con las actitudes del Art Brut. En Van Gogh pueden rastrearse los síntomas de una personalidad comprometida y obsesiva persiguiendo una meta insondable, y que volcaba en el tratamiento de la pintura con intuición teórica y con la fuerza expresiva del Art Brut. No en vano, sus episodios y trastornos mentales lo forzaron a internarse en un psiquiátrico. Toda la obra de Picasso es una obsesión figurativa por manejar la realidad circundante, sus vivencias y sus objetos. La habitación-estudio de Francis Bacon, que fue conservada después de su muerte y trasladada en su estado integral de Londres a Dublín, revela en su caos y completo desorden acumulativo de basura, tubos vacíos y paredes usadas como paleta, una intensa concentración en la tarea pictórica que semeja los espacios desentrañados por las fotografías de artistas del Art Brut de Mario del Curto. Y una de las más destacadas biografías de ascendencia repentina a la mercantilización y el éxito con una obra de expresividad brutal es la de Jean Michael Basquiat. Originario de Haití, viviendo como vagabundo en las calles de Nueva York es señalado en los Ochenta por un crítico que lo catapulta, con la colaboración de una galería, a la fama artística, el lujo y el derroche financiero de la mano de Andy Warhol. Los trazos, caligrafía, motivos y espontaneidad de su obra procedentes del graffiti se asemejan claramente a la morfología predominante en el Art Brut. La diferencia con la otra vertiente del arte estriba en sus voluntades y firme decisión de acercarse al estamento social y calificación de "artista" como ocurrió desde el mismo Van Gogh, intentando vender un cuadro a través de su hermano marchante, hasta con Jean Michael Basquiat ansiando la conquista de ese mundo de los consagrados, ostentoso de fiestas y clubes de moda que al principio lo despreciaba y luego lo veneró.

En el sanatorio mental de Viena, Guggin   Charles K. Lassiter

La situación que rodea al ‘outsider art’ se asemeja a la situación que atraviesa la disciplina de la fotografía. Ambas comenzaron a recibir atención explícita en el inicio de la década de los Setenta. Asimismo, ambas tienen un material histórico remoto redescubierto, y también poseen un presente que se despliega sin normativas concretas. Y, también, ambas contribuyen en sobremanera a esta profunda fragmentación predominante del arte actual. Acercarse, entonces a la obra fotográfica de Mario del Curto para desentrañar la esencia del ‘outsider art’ resulta congruente. Mario incorpora a sus fotos una visión ambigua al actuar, al mismo tiempo, en la dimensión de la fotografía como documento, que busca reflejar con objetividad un entorno, y en la de la fotografía como mirada individual, cuyo sesgo es determinado por la visión subjetiva. Fotografiar a los creadores del Art Brut implicaba integrarse, inmiscuirse, comportarse dentro de su propia estratagema intuitiva, deseducada, liberada del estándar social. La fotografía de Mario del Curto, así, se aleja también de los componentes establecidos y regulatorios de una equilibrada composición, los correctos valores tonales o el enfoque selectivo, percibiendo con una intensidad dinámica la representación de su mundo.

El despliegue fotográfico de Mario del Curto se dirige a captar el mundo del artista, el personaje envuelto por su obra. Y es que en estos creadores, la obra rebasa la mera producción objetual concreta para expandirse hacia la construcción de su propio mundo. El subproducto es la pieza, pero el verdadero producto reside en el universo fantástico, mágico, expresivo y narrativo en el que viven y del que se rodean. Los dibujos, las esculturas y las pinturas son tan sólo vestigios de su intensa visión interna. Son la puerta que da paso al espacio imaginativo activo y explosivo de sus mentes. Las obras son la materialización palpable de sus obsesiones por las que se extienden visualmente mientras divagan mentalmente, y con ellas componen su mundo en el que así pueden, en cierto modo, sentirse confortables. Su mundo es su representación, demostrando la tesis central de Schopenhauer, que sostiene que el mundo que rodea al individuo no existe más que como representación, es decir, existe en relación con aquel ser que lo percibe. De aquí que se puede afirmar con el filósofo del libro ‘El mundo como voluntad y representación’ que: ‘El mundo en que cada uno vive depende del modo de concebirlo’. La realidad del artista es transformada desde la obra en una relación intransitiva donde el individuo conectado a su mundo establece una circulación comunicativa con su entorno, encerrándose en ella. De ahí la información expuesta en el muro de una exposición: ‘Los creadores del Art Brut realizan arte sólo para sí mismos, no para comunicarse con otra gente’.

Stanislaw Zagasewski   Eugenio Santoro   Malam Zabeyrou

Hay que destacar la habilidad de Mario del Curto para incursionar en el ambiente de los artistas con paciencia y tacto. Mario se acercó a la persona, se dejó fascinar por la singularidad de cada uno de los sujetos. Su actividad consiste en una contemplación que es, al mismo tiempo, pasiva que activa para descubrir esa idiosincrasia del personaje y su espacio, que es su obra. A través de las tomas de fotografía se revelan sin artificios o poses la realidad y esencia de sus caracteres y el entorno en el que viven.

La personalidad de los artistas del Art Brut que visitaba para fotografiar oscila entre los tímidos introvertidos como Eugenio Santoro, artista italiano, quien parece ocultarse tras el dibujo de su autorretrato, hasta el artista serbio Vojislav Jakic, de tormentosa e iracunda personalidad, a quien sus dibujos sirven para dominar sus violentas emociones. Las conversaciones y las charlas de café iniciaban el acercamiento al conocimiento del personaje, sus intereses y preocupaciones. Se adentraba en el pasado de sus duras vidas, los comienzos de su actividad artística, el bagaje de sus vivencias para después rondar en el taller, en sus estrechas habitaciones, o en el jardín entre sus piezas, sus esculturas y dibujos. A muchos de ellos, incluso los acompañaba en su afán creativo pudiendo seguirlos y fotografiarlos en sus trazos gráficos y quehacer pictórico.

Voslav JakicEl manejo de la obra por parte de los artistas del Art Brut depende en gran parte de su temperamento y comportamiento social. Eugenio Santoro es una persona evasiva de cualquier despliegue social. Desde su oficio de carpintero, con en el que construía ataúdes en el pasado, se envuelve absorto en la tarea de sus creaciones totémicas, esculturas de madera en estilo primitivo en las que sabe reservar con cuidado la veta de la madera, sus colores, y añadirles con pintura detalles morfológicos para hacerla expresarse en formas figurativas contundentes de animales o personas. Sin embargo, se sorprende cuando la gente se interesa por su trabajo. No ha intentado nunca exhibir sus esculturas que cuando termina, las desmonta, las embala y las guarda en el sótano. En cambio, alguien opuesto, como es Vojislav Jakic, de tempestuosa y fiera naturaleza, firme y de gran fuerza interior, encuentra el rechazo ambiental. Su personalidad le valió el fracaso en la escuela de Bellas Artes y aunque se esfuerza para entrar en el círculo de los artistas consagrados, no se presta a concesiones estilísticas o de conducta, tropezando con las naturales resistencias. Su actuar ensimismado, dibujando enfrascado en la misma mesa del café Yugoslavia ignorando los comentarios de los concurrentes, concentrado en desgranar sus fantasmas interiores que, también, es el modo que avisa al espectador que use al contemplar sus dibujos de rollos de hasta sesenta metros: ‘Mira mis dibujos con tu mente, no con tus ojos’.

Personalidades tan excéntricas son reveladas por el entorno que capta Mario del Curto con sus fotografías. James Harold Jennings es conseguido con su mirada extraviada bajo el aspecto desaliñado y despreocupado, cubierto bajo una gorra coronada con lo que él denominaba ‘Electroencefalografías metapsicóticas’. James H. Jennings se autocoronó en un reino imbuido en el paisaje conservador norteamericano, aunque alejado y distante, de modo sorprendente, del mismo espacio que lo rodeaba. Vivía entre restos de cinco autobuses escolares, sin cocina ni agua corriente, creando un ámbito de estructuras de madera pintada, tótems de intenso color formados de grecas y figuras, que se extienden a sus creaciones pictóricas hechas de relieves con un estilo prestado de los aborígenes australianos. Vivió entregado completamente a la construcción de estas peculiares esculturas hasta el día que se suicidó en 1999.

En otras ocasiones, la conducta social de los artistas del Art Brut se enmarca en una actitud abierta y comunicativa con el entorno al que desafían o al que se vinculan. Hans Krusi es el tipo de anciano amable y sagaz que por treinta años vendió flores en Zurich, Suiza. Sus dibujos y pinturas, que empezó a realizar por aquel tiempo, fueron adquiridos por sus clientes por prácticamente nada. Disfruta estando con gente, pero no se deja engatusar cuando se aproximan con la supuesta confianza amistosa de viejos amigos para conseguir una de sus obras. Está convencido que se ha forjado un nombre, y puede volverse amenazante de forma repentina diciendo sobre el precio: ‘Será diez veces lo que vale, porque es para ti’.

El mundo construido por estos artistas surge de su vivencia interior, la contemplación de su realidad que elaboran como representación de ese mundo y en el caso de Hans Krusi, éste se forma, como en otros también, desde la recolección de objetos que terminan en sus dibujos, o que son utilizados para pintar sobre ellos. La aglomeración distintiva en los espacios de taller y vivienda, que las fotografías de Mario del Curto reflejan, muestran unas mentes consumidas por el deseo vital de hacer, impulsados por una fuerza que la plástica aplaca y calma hasta que concluyen, no importando si se vende, y se dirigen hacia el próximo trabajo. Y como expresa el artista polaco Stanislaw Zagajewski: ‘La escultura más importante está todavía por aparecer’.


Todas las imágenes han sido extraidas del libro: ‘The Outlanders. Forging ahead with art brut’ de Mario del Curto


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Para saber más __________________________

DATOS DEL AUTOR:

Ramón Almela (Lorca, Murcia, España, 1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’ en 1992 por ‘World Education Services’. Título de Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Madrid.