En la exposición ‘Arte
no es vida’ del Museo Amparo de Puebla, México, celebrada
el pasado mes de enero, Francis Alÿs se sitúa en la reja
de la catedral de México DF al lado de plomeros y pintores que
anuncian su trabajo, pero él ofrecía sus servicios como
‘Turista’. Lotty Rosefeld cruza formando cruces con cinta
blanca las líneas discontinuas de una milla de pavimento. Graciela
Carnevale hace su aparición en la inauguración de su exposición
y cierra la puerta de la galería con candado y se marcha, dejando
al público encerrado. Papo Colo corre hasta desmayarse a lo largo
de una autopista periférica de Manhattan arrastrando 51 pedazos
de leña atados a su cuerpo. Oscar Bony pagó a una familia
proletaria el doble de sus ingresos para que permanecieran como ‘cuadro
vivo’ sobre una tarima durante una exposición. Alberto
Greco destacaba con un trazo circular señalando una situación
de personas, animales u objetos en el espacio público.
Son acciones realizadas en fechas pasadas
por artistas en el ámbito latinoamericano. Se advierte al oír
de estos actos y gestos efímeros la resistencia a considerarlos
bajo la idea de ‘arte’. El pensamiento más extendido
sobre lo artístico se establece desde la gran narrativa del arte
occidental enalteciendo la pintura y la escultura, y denigrando, incluso
afectando la fotografía, toda otra práctica que no se
ajuste a esa idea pues se valora la obra en su esencia de producto decorativo
y comerciable. Así, se sigue propagando por seudocomerciantes
del arte y galerías una visión cicatera y estrecha de
la realización artística que no contribuye al crecimiento
cultural, a pesar que estas manifestaciones provienen de hace ya cinco
décadas.
El arte de acción se aleja del principio ordenador de la forma
estética. Se trata de un acontecer, haciendo generalmente uso
del cuerpo del artista cercano a la narrativa teatral, pero que interacciona
con el público, con la libertad perceptiva del espectador que
forma el significado. La obra inmaterializada se convierte en el espacio
de significación, recurso de actuación y denuncia. La
obra tradicional conlleva el sello de lo exitoso y eficacia estética-plástica;
sin embargo, la obra de acción se articula prioritariamente en
torno al fracaso y la demanda, la reivindicación social y política.
El origen de este arte se encuentra
en la década de los cincuenta dentro del ámbito de la
inquietud social provocada por la guerra de Vietnam y el rechazo al
objeto artístico convertido en parte neutra de la producción
cultural. A través de la difusión fotográfica de
Jackson Pollock pintando, la obra musical de operaciones fortuitas y
permutaciones de John Cage con el baile de Merce Cunnigham, y la obra
de teatro vanguardista, poesía en el espacio de Antonin Artaud,
se impulsará en la década de los cincuenta el nuevo concepto
de activismo.
El primer happening se realiza en 1959
por Allan Kaprow [Nota 1],
que enfatiza el arte de acción como simultaneidad de unas acciones
inconexas, únicamente relacionadas entre sí por el acontecer
del evento y por el predominio de la percepción del espectador.
De ahí se acuña el término ya extendido de ‘Happening’
que apunta hacia algo que simplemente sucede, algo que se da espontáneamente
Aunque el arte de acción se funda como revuelta contra la interpretación
del modernismo que fue amansado en los años cincuenta, en Europa
y Estados Unidos se producía con temas políticos que se
forjaban desde un sentido formalista que abría las posibilidades
del cuerpo y de las situaciones.
Sin embargo, el arte de acción
impulsó en la realidad latinoamericana el arte más comprometido
político y socialmente surgido principalmente en Brasil y Argentina
desde la existencia de las dictaduras militares, censura, guerras civiles,
desaparición de personas, violación de los derechos humanos,
brutalidad, inmigración, discriminación y el gran abismo
económico entre las clases sociales.
El título de la exposición ‘Arte no es vida’
en el Museo Amparo, se formó desde la óptica que aunque
el arte tiene fuerza vital y creativa, cuando es utilizado para mostrar
una vida bajo represión, el arte no equivale a la vida. Y estas
obras arropadas como arte de acción convergen en la denuncia
de la situación latinoamericana bajo adversas condiciones sociales
y políticas.
La muestra
fue realizada por el ‘Museo del Barrio’ de Nueva York abordando
un aspecto escasamente cubierto por la actividad museística:
la reunión exhaustiva del panorama de las acciones artísticas
realizadas por artistas en el entorno americano entre los años
1960 y 2000. En la muestra se ofrecía un amplio espectáculo
de cuidada museografía con más de 300 documentos (fotografías,
videos, textos y objetos de referencia) de más de 100 artistas
que aportaba una interesante clarificación histórica sobre
la evolución e influencia de estas prácticas artísticas;
varias de estas acciones fueron asimiladas y reinterpretadas posteriormente
por más conocidos artistas de actualidad, como el horno construido
por Victor Grippo para cocinar pan que repartió entre los asistentes,
y que resuena a las acciones de Rirkri Tiravanija, o el pago de una
familia obrera por Oscar Bony que resuena a una acción de Santiago
Sierra.
En esta exposición no hubo nada que contemplar con la estética
de admiración desinteresada, placer de la contemplación
de belleza sin compromiso. Las imágenes eran datos de lo ocurrido,
objetos resultantes y registros del hacer. La esencia del arte se halla
en el momento de la acción. Ahí se encontraban residuos
o anotaciones como partituras de la ejecución. Por eso, resulta
admirable que un museo respalde una muestra conformada con datos y documentos,
evidenciando un arte de significación y rebeldía contra
las propias instituciones artísticas.
Lo cierto es
que la tendencia actual impulsó la absorción de estas
prácticas artísticas de estética relacional que
ya se exhiben dentro de los museos, aunque su esencia se opone a esos
mismos espacios. En una densa acumulación de imágenes
e información documental, la exposición se desgranaba
cronológicamente a través de varias temáticas que
llevaban al visitante a reflexionar sobre las diferentes estrategias
adoptadas por los artistas interviniendo en un espacio, mostrándose
de manera individual con una acción que convocaba la atención,
o provocaba la interacción con el espectador.
Desde precursores como Alejandro Jodorowsky que comenzó con acciones
no documentadas sostenidas por sólidas formulaciones teóricas,
el señalamiento como acción de destaque de situaciones
en el espacio público de Alberto Greco, a la concreción
del poder ambiental que los objetos poseen con las acciones de Lygia
Clark o la custodia ficticia de una pila de cajas de cerillas de Cildo
Meireles, se marcaba la reintroducción del arte en la esfera
social.
En el ‘Happening’
desde Marta Minujín a Hélio Oiticica, entre muchos otros,
confluyen expresiones multidisciplinarias como actuación en vivo
donde tiempo y espacio se convierten en la confrontación material
que transforma el sentido. Los nuevos medios de comunicación
impulsaron, por otro lado, una plataforma a utilizar como mensaje mismo
que en otros artistas se volcaría, como con Ana Mendieta, en
el propio cuerpo y la relación con la tierra para reflexionar
sobre la sociedad, la política, la violencia, el género
o el arte mismo
Las delimitaciones
geográficas son para artistas como Alfredo Jaar o Lotty Rosenfeld,
así como las políticas dictatoriales con Felipe Ehrenberg
una barrera a denunciar e ironizar. La última década contempla
cómo las expresiones de los artistas se enfocan a la diversidad
y multiculturalismo utilizando sus propuestas visuales como reivindicación
y concienciación de la diferencia y la convivencia con el otro
en un mundo plural.
El cuerpo ha servido, a menudo, para la materialización de estas
ideas como en la artista Tania Bruguera quien ha hecho de las referencias
a la canibalidad el núcleo de su obra.
Así mismo, el arte de acción ha impulsado su difusión
y registro en los medios tecnológicos y apunta hacia el envolvimiento
en las nuevas posibilidades que la red de internet y la comunicación
audiovisual en la actualidad ofrecen.
_______________________
Para
saber más
Nota
1: Allan Kaprow nació en Atlantic City, Estados Unidos,
en 1927. Alumno de Hans Hoffman, sus inicios estuvieron marcados por
el expresionismo abstracto primero y después por el collage.
En el año 1959, su exposición 18 Happenings in 6
parts, marcó el comienzo de una nueva forma de arte que
incluía actividades que requerían la participación
del espectador y que se extendió por Europa y Estados Unidos.
Falleció en Encinitas, California, el 5 de abril de 2006.
__________________________
DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense
de Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión.
Proceso Artístico Diferenciado’. Constatación
en Nueva York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’
por ‘World Education Services’. Licenciado en Pintura,
Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
Revalidado como ‘Bachelor´s and Master´s Degree
in Fine Arts and Art Education’ en 1992 por ‘World
Education Services’. Título de Profesor de Dibujo por
la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.