Durante una
clase de Teoría de la Imagen mostraba sin comentar una fotografía
de la serie ‘La morgue’ de Andrés Serrano donde aparece
la cara de un niño pequeño recostado, semicubierto despidiendo
un halo angelical. Observaba el rostro de un estudiante contemplando
esta imagen serena y bella, envuelto en un sentir sublime, hasta cuando
señalé que era el cadáver de una pequeña
criatura. Su cara se transfiguró mostrando un gesto perturbador.
May Zindel, Mtra. en Estética, (Polémica y debate sobre
Arte y Estética de la UAP) acaba de publicar su libro ‘Imágenes
que perturban’ (Ed. BUAP, Puebla 2008; ISBN 9789689182962) donde
establece las bases para incluir la categoría estética
‘Lo perturbador’ como parámetro de análisis
en las obras de arte contemporáneo. Añade ‘Lo nuevo’
junto a ‘Lo sublime’ como medida de la contribución
plástica de una obra de arte.
La polémica sobre lo que determina
que una obra de arte sea arte precisa de nuevos planteamientos según
las estrategias artísticas se modifican. La teoría del
arte ha tomado posturas que van desde fijar las propiedades intrínsecas
de los objetos creados como arte en teorías que despliegan las
cualidades estéticas, hasta posturas de actitud relacional como
las que propugnan la definición del arte cuando se ajusta a una
narrativa coherente vinculada a obras del pasado establecidas como arte.
Pero el reto del arte actual con sus rupturas precisa abrir la concepción
de cómo se alcanza el estatuto de obra de arte. La Teoría
Institucional de George Dickie afirma que es la situación
de un artefacto dentro de una red de prácticas y relaciones del
mundo del arte la que define el arte. Es decir, si se habla, se escribe
o se contempla como arte, es arte. Ninguna de estas teorías por
sí sola logra una satisfactoria respuesta a las cualidades de
una obra de arte desde la realidad tras-histórica de las producciones
visuales del hombre, lo que obliga a una más amplia concepción
híbrida.
La concepción de ‘Arte’
en la que estamos inmersos no proviene de la cultura griega como se
asume. Las raíces históricas del paradigma estético
actual se remontan al siglo XVIII; emergió gradualmente en Europa
sobre el tiempo de la Ilustración y la edad moderna bajo la influencia
de una específica condición socio-económica inexistente
hasta entonces. Ninguna de las modernas ideas del arte bello, del artista
y de lo estético, como tampoco del conjunto de prácticas
e instituciones asociadas con ellos estaban antes de 1680 integradas
dentro de un sistema.
De un modelo conceptual de construcción
de la imagen donde el arte no se diferenciaba de la artesanía
y se clasificaba como otra más de las actividades del hombre,
se pasó a un modelo contemplativo donde las Bellas Artes se distinguieron
frente a la artesanía, dotándolas de un papel espiritual
trascendente en tanto que reveladoras de una verdad más elevada.
La disciplina de la Estética se consolidó desde entonces
como un cuerpo doctrinal de teorías que se unieron a otros dispositivos
sociales creando el mundo del arte que formaría el concepto ‘Arte’
como hoy se entiende. La Estética contribuyó a reflexionar
sobre los determinantes de la experiencia de la obra de arte enmarcada
bajo ciertas categorías. El libro de May Zindel aporta una visión
para acercarse a la comprensión de las prácticas artísticas
actuales con la evolución de esas categorías argumentando
desde la Estética la incorporación de ‘Lo nuevo’
y ‘Lo perturbador’.
Las prácticas artísticas
actuales se diluyen en la esfera extendida de la imagen; no se reducen
al objeto original producido para una economía de mercado y se
inscriben en la esfera de las estrategias de comunicación, publicidad
y nuevos medios. El análisis del arte no puede ya limitarse a
la Estética tradicional cuando los presupuestos de la imagen
desbordan los esquemas bajo los cuales la Estética se ha forjado.
La novedad como la fuente estimulante
de la mirada y garantía de vitalidad del propio arte es entronizada
en el esquema de categoría estética que May Zindel propone.
En el arte contemporáneo, la Belleza dejó de ser la fuente
de placer, sustituida por lo nuevo. La dinámica vertiginosa de
circulación de imágenes en la actualidad demanda la renovación
de los patrones perceptivos impulsando la novedad como anclaje visual
de atención.
Nuevas estéticas intentan dar
respuesta a este cambiante panorama del arte contemporáneo. La
Estética de la Recepción fundada por H. Jauss y W. Iser
acentúa el papel importante que el receptor, el espectador, toma
en la interpretación de la obra, llegando con la Estética
de la Participación a intervenir en el mismo proceso creativo
de la obra. La Estética Relacional de Nicolás Bourriaud
establece la obra de arte como un mecanismo relacional, un arte relacional
que toma su horizonte teórico del reino de la interacción
humana y su contexto social.
En la Estética tradicional,
la Belleza, que había mantenido por siglos la condición
de categoría suprema comienza un declive desde que Kant afirma
que todos los juicios sobre la belleza son juicios individuales con
lo que despoja a la Belleza del concepto de la universalidad centrada
en el objeto. No puede existir una teoría general de la belleza
que unificara el concepto. Siguiendo a Jaques Aumont, May Zindel afirma
la inactualidad de lo bello y la perdida del carácter absoluto
de la belleza; el arte y lo bello se desconectan. Después de
dos siglos, se desestimó por completo la Belleza, no era el objetivo
más importante del arte. Era más importante que una obra
de arte produzca un choque en la gente que el que los deleite con su
belleza. Sin embargo, existe polémica al respecto cuanto abundan
reflexiones actuales entre teóricos y artistas que ponen de relieve
lo contrario: Una reivindicación de la belleza vernácula
que exige no ser encarcelada por las ideas anteriores de ella... Cierto
es que la Belleza ha escapado de las artes visuales pero se desplaza
como se desplaza el fenómeno artístico a otras esferas
con ella, una cotidianeidad con lo bello a través de la moda,
el diseño y el discurso de la comunicación masiva.
Desde la belleza y lo sublime en una constatación vital surge
la categoría de ‘Lo perturbador’, sentimiento exacerbado
ante la presencia consciente de la vida y la muerte en su crudeza carnal
hecha expresión, que en su libro, May Zindel liga a tres motivos
generales: la muerte, la violencia y el erotismo. Lo feo, lo grotesco,
lo siniestro, todo lo perturbador, como formas negativas de la belleza,
condensan la atracción y la repulsión al mismo tiempo.
Es la idealización de un sentimiento que se presenta en la imagen
como extensión de la fragilidad humana en su corporalidad que
en la década de los noventa floreció y se extendió
La dinámica del arte actual
propicia la reconsideración y recuperación de categorías
estéticas. El concepto de lo sublime proviene de la ‘Retórica’
en la civilización griega. Descrito en un tratado por Longino
en el siglo I, fue descubierto en el siglo XVI y aproximó el
concepto de lo sublime al pensamiento estético, tomando un lugar
central en el siglo XVIII junto a la Belleza. Lo Sublime reaparece en
el siglo XIX, con el Romanticismo justo al momento en el que el arte,
al menos superficialmente, se muestra en peligro de perder la substancia
ética que la Estética propiciaba. May Zindel renueva el
valor de lo sublime cuando la presente etapa tecnoromántica coloca
lo sublime como marco de expresión de las nuevas narrativas ciberespaciales
y digitales, hasta el punto que lo sublime se convierte en mercancía
de entretenimiento.
En la actualidad, la experiencia de lo real es mediatizada por la imagen.
La situación, que Guy Debord señala como la sociedad del
espectáculo, reduce la experiencia vivida a la producción
y consumo de mercancías, haciendo del espectáculo una
relación social entre las personas mediatizada por la representación.
Y como el sociólogo Michel Maffesoli señala, se produce
una ‘estetización galopante’. Lo estético
impregna todas las actividades sociales no resultando nada indemne.
A esto hay que unir el fenómeno de la convergencia de productores
y consumidores, de tecnologías, y de colaboración, que
aporta un panorama de la imagen que rebasa la concepción tradicional
del arte como producción objetual-estética dentro de un
sistema de mercado.
Estamos en una era de transición
donde lo viejo se deshace y lo nuevo no ha tomado forma todavía.
Es necesario recurrir a replanteamientos de análisis de las producciones
visuales como las que May Zindel realiza y que sintoniza con las actitudes
que establezco para el ARTE VALIDO, un arte comprometido con la nueva
realidad, detonador de nuevos significados, circulación de sentido
y construcción de conocimiento. La Belleza está en entredicho,
pero surge cotidianamente en nuestro entorno, la esfera extendida de
la imagen, que propugna una Ética de la relación social
unida a la producción visual; una Estética de la existencia.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de
Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso
Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva York,
1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World
Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas
Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s
and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’ en 1992
por ‘World Education Services’. Título de Profesor
de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Madrid.