Snob: ‘Se aplica a la persona
que se esfuerza por seguir siempre la moda llamativa, para darse importancia’.
La inclinación de la imagen del artista hacia el snobismo plantea
la necesidad de mayor atención por parte de la sociología
hacia este tipo de personalidad. Leonardo da Vinci era más conocido
como científico que como artista en su propio tiempo, y Marcel
Duchamp desecha asumir una identidad estable como artista rechazando
el papel de creador plástico: ‘Mi arte sería el
del ser viviente: cada segundo, cada respiración es una obra
que no se inscribe en ningún lugar, la cual ni es visual ni es
cerebral’.
Sin embargo, al artista se le dota de una imagen, un aura enigmática
en la que se regodea y que usa para diferenciarse en la sociedad, proyectando
una imagen profesional. En 1969 en la galería Sonnabend, Gilbert
and George se presentaban ellos mismos como objetos de arte con ‘Singing
Sculptures’ con los rostros pintarrajeados. Se movían de
pie encima de una mesa con reiterativos gestos bajo una melodía
monótona. La imagen del artista ha sido determinada por la leyenda
construida con las biografías y la idea del genio como un sujeto
llevado por la intuición que dispone de una fuerza creativa original
única e inalcanzable por el esfuerzo y que ha sido alimentada
por la polarización entre la forma de vida artística y
la burguesa exacerbada por la arrogancia narcisista del papel de bohemio
que se da importancia en la actitud antiburguesa cayendo bajo una actitud
de snobismo.
Revisando los arquetipos y mitos de
artista en las historias de sus vidas, Ernst Kris en ‘La leyenda
del artista’ examina cómo juzgaron sus contemporáneos
y la posteridad al artista a través de sus biografías
y advierte la repetición de ciertos prejuicios acerca de los
artistas en todas sus relatos que tienen un origen común y pueden
detectarse desde el comienzo de la historiografía. Así
mismo, Rudolf and Margot Wittkower en ‘Nacidos bajo el signo de
Saturno’ afirman desde las biografías de artistas que ‘Lo
que emerge es un patrón valido para todas las relaciones humanas:
Se compone de mito y realidad, de conjeturas y observaciones, de creencias
deseadas y experiencia, que determinaron y todavía determinan
la imagen del artista’.
La imagen del artista viene determinada por el grupo social como un
conjunto de características diferenciadoras entre los grupos
delimitados dentro de la sociedad. En una sociedad estratificada pueden
observarse diferencias similares entre las respuestas características
de los individuos de diferentes niveles sociales. Se construye una identidad
social, que se llama ‘status de personalidad’ que son configuraciones
de respuesta condicionada. En el artista destaca la desesperada salvación
del ideal de una vida que se despliega libremente fuera de las condiciones
sociales, ideal que obtiene su punto culminante en la idea del genio.
Tanto aquellos arrimados a la burguesía y los bohemios que viven
en la periferia social de acuerdo a su concepto de genialidad no se
encuentran solos en este mundo. Son miembros de la gran ‘comunidad
de genios’. Pero éste es un mundo en vías de desaparecer
y que pertenece al pasado allí donde se conserva.
La validez de la idea del genio ha
sido puesta en entredicho en los últimos años. El genio
es siempre explicado acorde a las mitologías de una época
dada. Juzgado poco más o menos como un producto de buen marketing
o buena política, ha sido visto como una forma de ‘imperialismo
intelectual’ y como un fenómeno de relativa importancia
comparado con las políticas culturales. La idea de una jerarquía
de talento ha estado bajo ataque por la teoría posmoderna. El
genio es una construcción ideológica, un reflejo de la
organización social jerárquica y que fue creada para reforzarla.
El genio es una ilusión manipulativa. Michel Foucault desentraña
los códigos y supuestos del orden social que crean el conjunto
de ideas de la sociedad que construyen su identidad impulsando la exclusión
del que no se conforma a ellas. Advierto que esto ocurre en ‘la
imagen del artista’.
Imagen y reputación se encuentran unidas. El éxito es
determinado por la imagen profesional que se proyecta del artista y
que se encuentra vinculada con la preconcepción que se tiene
del mismo. Las imágenes mentales del artista han quedado grabadas
en la memoria y van a influir en las preferencias y en las decisiones
del ser humano. La máxima figura de la estética italiana
moderna, Benedetto Croce, proponía ver la posición del
artista bajo una nueva luz. Sostenía que lo que importa es la
personalidad estética y no la empírica del artista. Es
decir, el creador de obras de arte y no el hombre que vive su existencia
cotidiana.
Pero todos
aquellos esquemas de la leyenda del artista subyacen en las estructuras
sociales y morales de la cultura. En Puebla, más que nada se
aprecian estos esquemas. No se tienen en cuenta los cambios ocurridos
en el papel del artista con la nueva situación posmoderna que
deja atrás la imagen romántica del artista. La construcción
de su imagen sigue obedeciendo a un estereotipo. Esta sociedad demanda
que el artista se adecue a esquemas y clichés preconcebidos de
cómo ha de funcionar y comportarse, el trabajo que ha de desarrollar,
el modo de vestir y la conducta a seguir. Encuentras al psicólogo
que creía todavía que el artista debía ser un desordenado,
el público común sujeto a las expectativas de la belleza
artística esperando el comportamiento ‘correcto’
del artista, y las instituciones docentes de arte actual que excluyen
al artista no dedicado a la venta de su arte mostrando la imagen profesional
preconcebida de ‘artista’, y a quien se le excluye de enseñar
como artista cuando no muestra la imagen estereotipada en la que tantos
caen, dependientes, subyugados y sometidos a superestructuras que los
controlan. La imagen que proyecta y por la que se le conoce ha de ser
la de creador plástico, cualquier otra imagen o idea sobre éste
resulta perniciosa y molesta. Contradicción con la situación
actual del arte que impulsa el desarrollo ecléctico liberado
de la legitimización externa del artista alejado de un esquema
aprisionador de construcción de identidad.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de
Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso
Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva
York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World
Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas
Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s
and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’
en 1992 por ‘World Education Services’. Título de
Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando,
Madrid.