sumario
art XX-XXI
contacta
 


La credulidad como obra de arte
Daniel Pérez
07/12/2011


La dinámica de la creencia es uno de los grandes misterios de la condición humana. Nunca terminaré de admirar nuestra maravillosa facilidad para negar lo real o creer en lo que no existe.

Un periodista francés escribió un libro para ‘demostrar’ que el atentado contra las torres gemelas fue en realidad un autoatentado, urdido por la CIA para justificar las guerras de rapiña de George W. Bush. El presidente de Irán y un historiador alemán lideran la corriente de negación del Holocausto. Según ellos, los campos de concentración nazis fueron una variante de Disneylandia y Hitler un patriota incomprendido. Los seguidores de Krishna creen que dentro de cada vaca moran trescientos millones de dioses y diosas. Los devotos de Carlos Marx creen en ciertas leyes inexorables de la historia, que encaminarán el mundo hacia el socialismo tal como la fuerza de gravedad atrae a la materia. Otros millones de personas creen en un dios, que misteriosamente es uno pero también es tres, capaz de resucitar a los muertos y de convertir el agua en vino. El rasgo común de esas negaciones y creencias extremas es su definitivo alejamiento de la racionalidad. La mayoría de ellas ya no nos asombran porque están muy extendidas y las conocemos desde siempre.

Acción realizada en las calles de Mexico D.F. y Porto Alegre para la 7ª Biennal Mercosul, 2009 Acción realizada en las calles de Mexico D.F. y Porto Alegre para la 7ª Biennal Mercosul, 2009 Acción realizada en las calles de Mexico D.F. y Porto Alegre para la 7ª Biennal Mercosul, 2009

Lo que sí nos asombra –y a menudo nos deleita– es la constante aparición de nuevas creencias, que se multiplican como enjambres de abejas en los prestigiosos panales del arte conceptual. Hace tiempo leí en la excelente revista mexicana Letras Libres un comentario firmado por Julián Herbert, sobre las ‘esculturas sonoras’ de la artista Marcela Armas. La insólita creación se puede apreciar en los videos incluidos en la nota: uno de ellos muestra a la artista caminando por el centro de la calle, detrás de los automóviles, mientras hace sonar unas bocinas, como si ella fuera un vehículo más. Herbert subraya el profundo sentido poético de la obra con estas palabras: ‘en las grandes ciudades es el ruido uno de los componentes principales del objeto automóvil’. La nota termina con esta curiosa aseveración: ‘Un desliz común en el contexto crítico de hoy es emparentar, así sea inconscientemente, el arte sonoro con la música, cuando en realidad su vínculo tradicional se da obviamente con la escultura: el análisis poético de los ámbitos tridimensionales’. Tras leer las consideraciones de Herbert, queda claro que las esculturas sonoras no se ven ni se tocan; son esculturas para escuchar. Pero ya se sabe cómo son los incrédulos, dicen que si se escucha no es una escultura. Y el día en que a Marcela Armas se le ocurra usar zapatos sonoros, dirán que anda a pata pelada.

Urs Fischer en la galleria Gavin Brown con You (2007) Urs Fischer en la galleria Gavin Brown con You (2007) Urs Fischer en la galleria Gavin Brown con You (2007)

En un texto aparecido en The New York Times, la crítica de arte Roberta Smith nos brinda otro ejemplo de credulidad extrema, referida a la muestra del escultor suizo Urs Fischer en el New Museum de Nueva York. El artista, dice la nota, ‘hace excavar grandes hoyos en las paredes o pisos de las galería y museos, o en el ocasional stand de la feria de arte, creando un efecto asombrosamente bello.’ Una de sus obras más memorables, según la opinión de la crítica, ‘fue la excavación del piso de su galería de Nueva York, Gavin Brown’s Enterprise, a más de dos metros de profundidad’. En este caso, la obra de arte que nos admira y nos asombra es la credulidad sin límites de Roberta Smith, documentada por su capacidad para distinguir un pozo ‘asombrosamente bello’ de un pozo prosaico y vulgar. ¿Qué dirá Roberta el día en que Fischer decida hacer un pozo de cuatro metros? Por ahora, ella se lamenta de que en la exposición del New Museum no se vean nuevos agujeros, ya que ‘hay muy poco en esta muestra que tenga la capacidad de impacto y asombro de los hoyos, que ataque el cubo blanco puro de la galería y ofrezca a la vez una belleza instructiva y esclarecedora propia’. De aquí más nadie podrá hacerse el desentendido. Al enfrentar el próximo pozo, obsérvelo con mucha atención: si comprueba que es un pozo impactante, asombroso, instructivo y esclarecedor, usted deberá asumir que está frente a una obra de arte.

Reitero lo ya dicho: nunca terminaré de admirar nuestra maravillosa facilidad para negar lo real o creer en lo que no existe.

____________________

Para saber más