Eugenio Merino. Entre la ironía
y la reflexión. Galería T20 de Murcia. Del 6 de Octubre
al 11 de Diciembre de 2006
Si contáramos la historia de
una persona que es un vago, que se duerme en el trabajo, que es un alcohólico,
que es un gordo que no se cuida, que no para de comer y hacer vida sedentaria,
que no ayuda para nada a su mujer en casa, la cual le acepta tal como
es resignada.
Si pensamos en una persona que mete
engañándole a su padre en una residencia y que no quiere
saber nada de él, que acelera cada vez que pasa por delante de
la puerta para que no le vean, alguien que se ríe de los débiles
y que es un aprovechado del sistema.
Todas estas características
que podían formar parte de una de las víctimas del asesino
de la película ‘Seven’ y la representación
de algunos de los pecados capitales, no serían un buen ejemplo
de comportamiento y, no dudaríamos, en calificar su forma de
actuar como deplorable y como un mal ejemplo para la sociedad.
Pero si por el contrario decimos que
la persona que hace todas estas cosas es Homer Simpson, entonces nuestra
manera de percibir todos estos comportamientos cambia.
Homer es un dibujo, es divertido, nos hace gracia, es medio tonto, pero
la realidad es que su catadura moral no es para nada un modelo de conducta
digno de imitación.
La manera que tenemos de observar los
dibujos animados, bien sean para mayores o para niños, es completamente
distinta a la que tenemos al contemplar una serie o una película
con personajes reales.
Los dibujos son inofensivos, son graciosos,
nos trasladan a un mundo que no es real, donde, por ejemplo, el coyote
puede acceder con facilidad a todo tipo de armamento, pero como siempre
le explota en la cara y podemos sonreír, permitimos a nuestros
hijos que lo vean.
Pero si esos personajes que forman
parte de los dibujos aparecen descontextualizados, fuera de su ambiente
habitual y, sin abandonar la ironía, se intenta transmitir un
poco de seriedad, esas imágenes adquieren un carácter
reflexivo que antes no poseían.
Eso es lo que hace Eugenio Merino en
su exposición que se inaugura el próximo 6 de Octubre
en la Galería T20 de Murcia, los iconos le sirven al artista
para conectar con uno de los principales temas que trata el arte contemporáneo
actual, dar un toque de atención, componer una obra crítica
con el sistema, capaz de tocar la fibra sensible de un público
que se siente movido a reflexionar sobre algunos de los problemas concretos
de la sociedad. Las obras de Eugenio Merino conectan por su temática
con otros artistas españoles como Pablo Alonso, el cual utiliza
las imágenes dibujadas como modo de crítica contra el
sistema o artistas extranjeros como Gilles Barbier que ya representó
en el año 2002 una obra titulada ‘L´Hospice’,
donde se observaba en una habitación seis esculturas que en realidad
eran superhéroes ancianos, allí podía verse a Superman
con taca-taca, la Masa en silla de ruedas mirando la tele junto a Catwoman,
el Capitán América con gotero, todos parecían vivir
olvidados en una residencia de ancianos.
Maltrato, alcoholismo, hambre, marginación,
nacionalismos, guerra, religión; temas sobre los que el debate
se encuentra abierto permanentemente en este país y donde el
artista, sin tomar posición de ningún tipo, quiere sugerir,
ayudar a mover nuestra mente, utilizando imágenes aparentemente
inocentes, bien de Disney, de Warner Brothers, de Marvel, de los Simpson
o éxitos recientes como la película de animación
Shrek. El artista aparece como un notario de su época, animando,
ayudando al público a no olvidar ni las imágenes ni el
tema que tratan.
Así podemos observar como una
de las torres del desaparecido World Trade Center es el castillo de
Walt Disney y un avión viene a por ella, observamos al Capitan
América transformado en el Capitán Cataluña, como
Franco arenga a la masas en un discurso que alude a los valores del
régimen post guerra civil desde el cuerpo de Shrek o como la
música de los dibujos de la Warner sirve para acompañar
a unos soldados que avanzan y mueren en la película ‘La
delgada línea roja’.
Y para ello sirven todos los soportes,
el dibujo, la escultura (un apartado sobre el que el artista se va acercando
un hiperrealismo que le une a grandes figuras del arte contemporáneo
como Ron Mueck, Richard Stipl, Evan Penny, Paul Mcarthy o John Isaacs),
la instalación o el vídeo y que completan una exposición
sin duda interesante que pone sobre el tapete problemas y debates candentes
en la sociedad actual.
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DATOS
DEL AUTOR:
Rafael López Borrego es licenciado en Historia
del Arte por la Universidad de Salamanca, Premio Extraordinario de Licenciatura,
ha trabajado durante 8 años como profesor de Historia del Arte
Contemporáneo en la Universidad de Salamanca. Actualmente es
Coordinador de Exposiciones del Domus Artium 2002.