Una obra titulada
Global Warming (Calentamiento Global), da nombre a la exposición
de Eugenio Merino (Madrid, 1975), que se celebra estos días en
la Galería ADN de Barcelona [Nota
1]. Una caja de luz citando el calentamiento global en la
que aparece la palabra Global Warming con la tipografía de la
publicación para adultos Play Boy, nos dice donde se
sitúa la línea argumental de esta muestra. Vinculando
el calentamiento del planeta con un imperio de divertimento para adultos,
evidencia el discurso hueco que subyace bajo esta problemática.
Desde la aparición del documental Una verdad incómoda
de Al Gore en 2006 [Nota 2],
han nacido y muerto sin florecer innumerables iniciativas. Impulsos
castrados de origen, llamados protocolos, conferencias, convenciones,
festivales y todo tipo de reuniones de grupos de poder, que no han hecho
otra cosa que desgatar un discurso de una forma partidista e irresponsable.
Convirtiéndolo tristemente, en un eslogan vacío más
de nuestro universo superfluo de conciencias dormidas.
Eugenio Merino emplea en esta exposición
intuición y mucho sentido del humor para darnos una patada de
frescura, a través de su arte desenfadado. Evidenciando mil absurdas
situaciones, mostrando algunas de las contradicciones de nuestra anormal
normalidad dentro de una cultura global de consumo y 'bienestar'. Como
en la serie de cinco dibujos, titulada Belleza Interior, con
las mises de Afganistán, Irak, Irán, Yemen y Somalia cubiertas
con burka del que sólo asoman los pies con unos zapatitos de
tacón. O en la escultura de fibra de vidrio y resina epoxi titulada
A una patada de la extinción, que muestra un cráneo
humano unido a un balón de fútbol [Nota
3]. Una escultura cargada de simbolismo que parece
preguntarse cómo impedir que el mundo salga de esta espiral descerebrada
en la que estamos inmersos y nos lleva a la extinción.
La primera obra de Merino que vi con
cierto detenimiento, fue una pieza titulada African Bart, creo
recordar que en la edición de ARCO de 2006. Era una de sus primeras
esculturas de gran tamaño, realizada con resina epoxi, fibra
y acrílico, de un metro sesenta de altura. Se trataba de una
escultura de Bart Simpson, célebre personaje de dibujos animados,
algo diferente, que me llamó especialmente la atención.
La pieza había sido destilada en su alambique creativo hasta
sumarle una ráfaga desconcertante de significados. Una obra de
gran impacto visual, que pasaba de ser un icono de un mundo ostentoso
y superficial, a un niño africano con las costillas marcadas.
Un Bart con la piel tostada, que pedía limosna e imploraba con
la mirada nuestra ayuda, sin dejar de ser en ningún momento ese
personaje de la familia Simpson, con todo lo que ello comporta.
Eugenio Merino es un artista en la
órbita conceptual de nombres como Bruno Peinado, Gilles Barbier,
Paul McCarthy, Erwin Wurm, Wim Delvoye, Mauricio Cattelan o John Isaacs,
entre otros. Creadores que, como él, emplean en muchas ocasiones,
el humor como forma de comunicación, dando lugar a un discurso
irreverente y rebosante de acidez, pero que cautiva al espectador. Las
lecturas trasgresoras subyacen tamizadas o brota el cinismo y el humor
negro a borbotones, pero tanto en un caso o como en el otro, nos permiten
enfrentarnos a las obras desde posturas a priori lúdicas [Nota
4].
Palabras que huelen a podrido sobrevuelan
la obra de Eugenio Merino, sin contaminar el ambiente con discursos
maniqueístas entre buenos y malos. Su actitud ante cualquier
problemática, aunque profundamente comprometida, le lleva a reflexiones
ácidas y burlonas en las que huye de solemnidades y posturas
sentenciosas. Que sea el espectador quien decida si se ríe o
se sobrecoge ante la sinrazón humana, él simplemente plantea
la cuestión, sin darnos la respuesta, porque sabe y asume que
como todos, forma parte del engranaje del monstruo.
La iconografía del siglo XXI
desfila en su obra sin ninfas ni sátiros, la fiesta de los dioses
están repletas de excesos como en antaño, pero ahora los
invitados son peatones de asfalto o del celuloide, inmortales mientras
así los dispongan los medios de comunicación. Indistintamente
criaturas reales y de ficción componen el universo creativo de
Eugenio Merino, porque en el fondo son lo mismo. A estas alturas para
todos nosotros, tan real es Mickey Mouse como George Bush. Estereotipos
cargados de significados, que Merino toma y de los que se sirve para
construir su discurso. Iconos de la cultura popular a los que sumándole
nuevas acepciones, logra crear piezas repletas de ironía y sarcasmo.
Contemplar al Dalai Lama vestido de Rambo, en su obra Acorralado
[Nota 5],
o a un grupo de presos de Guantánamo bailando al ritmo de Elvis
Presley, en el video Jailhouse Rock, son buena prueba de ello.
No es un arte panfletario, ni si quiera puede llamarse político
aunque albergue muchas lecturas en este sentido. Invoca al caos, la
muerte y la destrucción si es necesario, pero desde un universo
creativo teñido de humor cáustico y profundamente influenciado
por la cultura de la publicidad, el cómic y los medios de comunicación.
_______________________
Para
saber más
Nota
1: Desde el 18 de septiembre hasta el 1 de noviembre de 2008.
Nota
2 : An Inconvenient Truth es un documental sobre el
Calentamiento Global, que vio la luz en 2006 en Estados Unidos y que
ha tenido gran repercusión internacional. Su autor es Al Gore,
ex vicepresidente de EEUU y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación
Internacional y Premio Nobel de la Paz, ambos galardones obtenidos en
2007.
Nota
3 : Una pieza con ciertas reminiscencias a la obra de Kendell
Geers Masked Ball, pero con un significado totalmente distinto
y un resultado formal igualmente diverso. En la mencionada pobra de
Geers, este incisivo artista de origen surafricano (Johannesburgo, 1968),
dispone unas caretas de caucho con las caras de George Bush, Tony Blair,
Sadam Husein, Silvio Berlusconi, etc, sobre unos balones de fútbol,
que pueden ser pateados.
Nota
4 : Aunque toquen temas dramáticos, evitan caer en el
patetismo, jugando con el humor, el impacto visual o el absurdo. Pero
esta media sonrisa no es más que un mecanismo para colarnos situaciones
o problemáticas totalmente extremas. En concreto en la obra de
Merino sucede, como en su momento ocurrió con Los Simpson
(Matt Groening) o más recientemente con Family Guy (Seth
MacFarlane), que utiliza una fuerte dosis de humor acompañada
de estereotipos y conductas exageradas, para transmitir un mensaje,
que de otro modo sería imposible de digerir. Una rata obesa (Fat
Rat, 2007), desbordada de grasa, bebiéndose un refresco
y rodeada de envoltorios de 'comida basura', habla de todos nosotros,
pero sin señalar a 'nadie'.
Nota
5 : La escultura de unos 186 cm. de altura del líder espiritual
del budismo tibetano calzando unas botas militares, con una cartuchera
cruzándole el pecho y sosteniendo una ametralladora es una imagen
cuanto menos chocante. Una pieza en la línea de otros trabajos
suyos como el Fidel Castro zombie (Viva Fidel Zombie!, 2007)
o un Bin Laden bailarín (Stayin alive, 2007).
__________________________
DATOS
DEL AUTOR:
Marc Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona)
es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Málaga,
Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales,
y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de
Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional
en diversas instituciones y empresas culturales, así como un
extenso currículum como investigador y crítico de arte.
Es fundador y codirector
del portal de Arte y Cultura Homines.com.