El dilema
entre las disciplinas del Arte y el Diseño es renovado por
la interdisciplinariedad dominante. Las estrategias de ambas disciplinas
se superponen. El diseño se disuelve hacia las estrategias
de la Institución-Arte mientras el Arte más propositivo
se aleja de la trama institucional adentrándose en las imágenes
cotidianas, fundiéndose en las prácticas de visualidad
de la sociedad contemporánea. Finalmente, la identificación
como diseñador o artista proviene más de una decisión
individual que de disciplina. La identificación de sus trabajos
como arte o diseño dependerá del concepto que el individuo
se forme sobre lo que es ‘Arte’ y lo que es ‘Diseño’.
Las teorías sobre lo que hace a una acción u objeto
ser arte son variadas y el concepto no ha sido homogéneo
a través de las épocas. La idea actual proviene de
los cambios sociales del siglo XVIII que convierten el Arte en una
industria millonaria del espectáculo, aunque, también,
el arte se disuelve en la actualidad en la esfera extendida de la
imagen, reconsiderándose si existe como entidad cultural
cuando se opina que el diseño es el arte de nuestros días.
Son las manifestaciones del diseño las que acaparan las prácticas
simbólicas más activas hoy en el panorama artístico.
Abordaré la ilustración
como síntoma y protagonista del dilema inmediato que marca la
proximidad y las distancias presentes entre el producto de diseño
y el producto de arte, todavía dentro del terreno de la creación
individual y concreta de una imagen, donde muchas veces la única
diferencia estriba en el enfoque funcional entre una ilustración
y un cuadro: Un ilustrador entrega un original para su reproducción,
mientras el artista entrega el original de la obra para ser comercializado
por la galería. La ilustración es la realización
del campo del diseño más inmediatamente considerada cercana
a la producción artística, tanto que se le ha dado en
llamar, eufemísticamente diferente, ‘arte aplicado’.
Tiempo atrás, los artistas serios evitaban la ilustración
como a una plaga. En la década de los 60, con el estilo formalista
y expresionista en boga, no se suponía al pintor utilizando sus
habilidades para describir historias. El propio Andy Warhol, a mediados
de la década de los 50, se identificaba como ilustrador comercial
y diseñador de escaparates, no siendo considerado como pintor
por la comunidad artística. Sin embargo, en los círculos
de arte de hoy es difícil encontrar un artista que su trabajo,
en el fondo, no ilustre algo.
La ilustración ha sido situada
entre medias del arte y el diseño. Sin ser considerada totalmente
en el campo del diseño, tampoco es apreciada como creación
de arte.
Restringiéndonos a los aspectos formales, la creación
de una imagen de arte destinada a un fin de reproducción, producto
de un encargo, demerita su valoración, a pesar de la excelencia
que se muestre en su ejecución. Se queda en tan sólo una
ilustración. El Arte, como consecuencia de los cambios originados
en el siglo XVIII con el desplazamiento del mecenazgo del arte al mercado
del producto artístico, se muestra autónomo y emancipado
de la actividad de encargo. El mercado del arte se fundamenta sobre
la creatividad y la libertad del artista como valores de cambio.
La ilustración comercial y la caricatura, reproducidas en diversos
medios desde el cartel a la revista son un elemento crucial, con posibilidades
ilimitadas, en la comunicación visual de la sociedad presente.
La efervescencia e importancia de la ilustración actual es puesta
de relieve con la publicación de una recopilación de 150
ilustradores comerciales de 50 países en el libro de Julios Wiedemann,
‘Illustration Now’ de la editorial TASCHEN, y más
tarde en un segundo volumen de ‘Illustration Now’. El estado
de la ilustración actual es extremadamente ecléctico,
personal, intensamente conceptual, astutamente ingenioso y expresivo.
En la sociedad actual, donde la comunicación
de masas es primordial, la publicación impresa accesible por
millones de personas supone ser el museo en las calles. Precisamente,
la economía de distribución que la ilustración
emplea ejemplifica la obsolescencia de los formatos enquistados del
arte conservador. Como indicación de estos cambios definitivos
que suceden incluso en el mercado tradicional del arte, hay que señalar
lo que las galerías de arte de prestigio mencionan: Una buena
parte de las ventas de un artista reconocido se realizan antes de la
inauguración de la exposición en base a la presentación
de las imágenes electrónicas en formato ‘jpg’
en su página web.
Gran cantidad de diseñadores se despliegan con habilidad en el
terreno de la ilustración, como carrera de arte que no se permitieron
seguir decidiendo diseño por la búsqueda de un adecuado
fruto económico a sus estudios. Se mueven en la producción
gráfica con eficacia y habilidad ejemplar, que muchos artistas
de artes plásticas quisieran emular.
Incluiría dentro de la estrategia
de la ilustración, por la vinculación con la representación
utilizada, a Víctor Rodríguez que destaca por su obra
foto-realista en gran formato retratando a su esposa, en casi todos
sus lienzos desde principios de los Noventa, fechas en que surge en
la escena joven mexicana procedente de su formación como diseñador
gráfico egresado de la carrera en la U. Iberoamericana. La actitud
de Víctor Rodríguez encarna la conversión del diseñador
a la producción tradicional del artista plástico. En su
caso, regresa a los recursos tradicionales de las prácticas de
creación en la imagen utilizando materiales como acrílicos,
pincel y aerógrafo desde una estrategia consciente de rebeldía
hacia el preponderante tratamiento electrónico de la imagen,
sus mecanismos de circulación y el estilo post-conceptual actualmente
dominante. Muestra un rol conservador de artista plástico a pesar
de adoptar una táctica de insurrección como él
mismo afirmaba en una entrevista: ‘El camino más rebelde
y contestatario, anárquico, vamos, es producir pinturas lo más
académicas posible con un clasicismo que debe ser de hoy’
(Santiago Toca, ‘Víctor Rodríguez’ Deep. Las
reglas del hombre, no.1, Abril 2006).
Víctor Rodríguez lleva
al lienzo de grandes dimensiones, cotidianeidad, intimidad de enfoques
sorpresivos y discursos alegóricos con una amplia y minuciosa
descripción superficial de la imagen captada primeramente en
fotografía. La temática obsesiva sostenida en su trayectoria
pictórica sobre la figura de su esposa, llega a su culminación
en las últimas piezas afectado por el proceso de divorcio donde
establece un dialogo entre imágenes históricas de la pintura
y las de su ex-esposa. Hay que anotar que en su realización pictórica
adolece de la esencia del color y la plasticidad, limitándose
al ámbito simple de la elaborada recreación pictórica
de una fotografía escenificada.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de
Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso
Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva
York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World
Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas
Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s
and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’
en 1992 por ‘World Education Services’. Título de
Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando,
Madrid.