El Centro de
Arte Contemporáneo de Málaga expone 84 obras de Miquel
Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957), piezas provenientes de colecciones
de diferentes partes del mundo y de fechas diversas, pero con fuerte
nexo común: África, una de las fuentes creativas más
importantes en su trabajo. Se trata de una exposición procedente
del Irish Museum of Modern Art (IMMA), que ha sido comisariada por el
propio director del museo, Enrique Juncosa, y que toma Málaga
como única sede en España.
El Barceló que podemos contemplar en el CAC Málaga, nos
presenta una obra cercana y fresca, formas diluidas que construyen cuerpos
en acción, masas de color en un contexto de actividad humana,
figuras reducidas casi a la abstracción, nacidas o inspiradas
en África, ensoñaciones con aroma a vida por las que el
artista mallorquín siente una evidente empatía. Su biografía
está salpicada de frecuentes estancias en Malí, desde
que realiza su primer viaje a África en 1988 [Nota
1], como si su alma necesitara el consuelo de esa tierra,
en la que la magia florece en cualquier momento en la acción
aparentemente más nimia. Una conexión espiritual de la
que nacen las obras que conforman esta exposición. Lo que se
traduce en un resultado final directo y sin artificios, protagonizado
por la grandeza de los paisajes africanos, el ir y venir de mujeres
que se ocupan en tareas cotidianas, los trajes vivamente coloreados
con lo que se atavían, retratos de personajes, para nosotros
anónimos, y escenas domésticas.
La muestra cuenta
con piezas que se exhiben por primera vez, como algunas de sus obras
en papel, pinturas de pequeño y gran formato, esculturas, libros
de bocetos y algunas de las primeras obras cerámicas de Barceló.
Además, se presentan varios trabajos de gran formato que, sin
haber sido producidos en África, están vinculados a su
experiencia en dicho continente. Lugar que supuso un punto de inflexión
en su carrera y que le sirve de inspiración constante. Barceló
experimenta con los pigmentos y las tierras locales para producir colores
intensamente profundos. Las superficies irregulares de sus cuadros muestran
su fascinación por la belleza del paisaje africano, algunas obras
incluso tienen una cubierta de polvo consecuencia de las tormentas de
arena, otros presentan los agujeros hechos por las termitas.
Sin duda se trata de una gran oportunidad
para contemplar la obra de un artista en total actualidad, un pintor
que, como ocurre tantas veces en el arte contemporáneo, es considerado
genial por algunos y cuestionado por otros. Huyendo de evaluaciones
en este sentido, el CAC Málaga nos ofrece un Miquel Barceló
formalmente espontáneo y cercano, que sorprenderá a quien
no conozca su obra. Unas piezas alejadas de los colosales proyectos
en los que se ha embarcado en los últimos años y que tanta
repercusión mediática han tenido, como el retablo cerámico
de la Catedral de Palma de Mallorca o la cúpula de la Sala de
Derechos Humanos, en la sede de Naciones Unidas en Ginebra.
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Para
saber más
Nota
1: Realiza este primer viaje a África, con Javier Mariscal,
Pilar Tomás y Jordi Brió. Tras cruzar el desierto se instala
en Gao (Mali). Allí conoce al escultor Amahigueré Dolo,
que pronto se convertirá en su colaborador y amigo. La estancia
se alarga medio año y durante este tiempo Barceló viaja
por Mali, Senegal y Burkina Faso. Desde entonces África se vuelve
una constante en su biografía y serán frecuentes los viajes
que realiza a este continente, hasta el punto de establecer un taller
en Mali, que se une a los de Mallorca y París.
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DATOS
DEL AUTOR:
Marc Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona)
es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Málaga,
Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales,
y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de
Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional
en diversas instituciones y empresas culturales, así como un
extenso currículum como investigador y crítico de arte.
Es fundador y codirector
del portal de Arte y Cultura Homines.com
y corresponsal de la revista ART NOTES.