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Narcorrealismo y adicción
Ramón Almela
11/09/2014


La realidad en México está rodeada por la problemática del narcotráfico y, si bien mi atención con la evaluación y comentarios críticos no se centran en el área de lo político-social, me referiré a este fenómeno desde la certeza que los factores externos determinan nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Usaré el deplorable panorama de la adicción a las drogas y su tráfico comercial equiparándolo con la actividad artística que abusa del desviado trabajo del realismo figurativo en Puebla sugiriendo que se está difundiendo el vicio de la mirada corrompida y su ejecución como idea fotográfica desde una constricción estética reduccionista que va creando dependencia, tráfico de lo desechable y empoderamiento de esa idea de cultura en Puebla por parte de sectores miopes a la auténtica dimensión del arte convertido en la fabricación de imágenes que alimentan una pervertida necesidad estética de las clases elitistas y que los propios artistas crean, estimulan y satisfacen beneficiándose de esa producción; noción que llamaré ‘Narcorrealismo’... este ambiente tiene el gran inconveniente de crear adicción transformando los valores y la mirada de la sensibilidad artística en el individuo.

Fidel García"La tentación" 150x100 cm  M Antonio Palomeque "Lilies" 240x140 cm  Fidel García"A la sombra de un coloso" 100x150 cm  Marielle García "Jugando con mi mente" 200x145cm

A menudo se menciona el ‘valor’ del arte. Pero ¿Qué es un valor? Es la cualidad que subyace en las cosas o acciones que las hacen deseables... El valor del producto artístico se condensa en el bien tangible... el valor es algo que se agrega al objeto material o a la idea. De ahí se induce que algo posee valor, es apreciado y valorado. Pero no todas las cosas atrayentes y que se aprecian comportan un bien, sino que en muchas situaciones disfrazan un daño; conllevan un efecto no deseable. El narcotráfico constituye un ejemplo con la interacción en el ámbito de las drogas. En él participan los que comercian y poseen el mercado, que involucra a los adictos a las drogas, con las consecuencias de la dependencia, descomposición social y personal, y crimen organizado. Las drogas son deseadas, e igual que anheladas se revisten de un valor que satisface la propia necesidad creada; los narcóticos estimulan un estado de sueño y pérdida de la conciencia, siendo el narcotraficante el que se dedica a traficar con drogas o narcóticos.

La dependencia de las sustancias narcóticas, además de causar la degradación física y moral, contribuye a construir ese ámbito social de aquellos que se encuentran inmiscuidos en las drogas y los que las facilitan formando esa cultura del narco, que no sólo se define por el estilo de vida con la música con los narco-corridos, su culto religioso, su moda de vestir, la ostentación de joyas, y la prepotencia. Se convierten para la juventud en modelos a seguir propagándose al percibir cómo se evade la pobreza y son recubiertos de un falso ‘respeto’ generando el temor y al mismo tiempo rechazo por la impotencia del ciudadano ante la brutalidad impuesta por los criminales. Al final, es en el pensamiento donde radica el dominio sobre la persona subyugada por la atracción y deseo de aspiraciones erróneas.

Similar situación se produce con la actividad del realismo de escasa calidad plástica y artística en Puebla: se genera a través del pensamiento y la mirada un vicio que distorsiona la percepción y una adecuada valoración del espectador que crea adicción, además de la propagación errónea de esa aproximación a la creación plástica que embota la conciencia del estudiante y del espectador en un estado evasivo de sueño narcótico.

La tendencia pictórica realista empleada sin inteligencia impulsa al espectador a zambullirse en un estado evasivo equiparable al sueño narcótico que atrapa la mente como las drogas sujetándolo a vivir una realidad evadiéndose de lo auténtico, no porque se experimente un estado de realismo virtual, sino porque se transmite una adulteración de la realización pictórica de calidad, que aparece muy distante de la práctica de una acción simbólica de interés.

Vistas de "Distintos senderos, un espíritu" en Galerías del Palacio  Alfonso Fernández "Oliendo con mi mejor amiga" 140x110 cm  Alfonso Fernández "Flautista" 110x140 cm  

Por su propia libertad, el artista se puede permitir el degradarse en su quehacer, desgastar su potencial... pero el asunto se vuelve un problema de salud cultural cuando la difusión de la imagen es la causa de un vicio que envuelve a otros individuos que son atrapados como sucede con el abuso de las sustancias narcóticas y que, como la droga, hace vivir a través de ese realismo una falsa realidad. No se trata de ser absolutamente escéptico del uso de la figuración realista, sino de la deformación del tratamiento artístico de lo real que denomino ‘Narcorrealismo’: ese ámbito creado entre el productor de imágenes y el consumidor que por la naturaleza de la realización degrada la realización pictórica a un estado de ínfima calidad que, bajo el ensueño narcótico de lo real, aparentan una distinción elevada de representación y sensibilidad que atrae la mente del espectador sin ser conscientes de ser sometidos, adulterando su mirada y doblegándola en similar dependencia a como el drogadicto cae preso del sueño narcótico y se hace fisiológicamente dependiente.

Bienvenido al desierto de lo real...’ es una frase de la película ‘Matrix’ al mostrarle a Neo lo que es la realidad, que resulta contraria a la ilusión en la que él creía existir... Y así, en otro momento de la película, un protagonista refleja el efecto conformista reafirmándose en disfrutar la ilusión renunciando a la realidad declarando su preferencia a pesar de saber que no es real. Éste es el mismo efecto extendido en el observador obnubilado con la apariencia de la pintura realista mal enfocada.

La exposición mostrada en las Galerías del Palacio del Ayuntamiento ‘Distintos senderos, un espíritu’ demandaba la apreciación del espectador aspirando a ser ejemplo de discurso de sensibilidad, según el texto introductorio, con el que la mirada del observador convergía con la producción del autor que cerraba el círculo de la obra. Sin embargo, el visitante se encontraba ante un panorama anquilosado y blando de la figura humana y bodegones que satisfacía a los enviciados por el narcorrealismo. Cinco eran los pintores dentro de la estela del pintor Carlos Oviedo que adiestró la mirada de algunos discípulos y vició la de todos creando ese ámbito del narcorrealismo que infectaba al público ignorante que caía víctima de ello. Imágenes lánguidas concebidas como agradables, pinturas inconsistentes entendidas como dulces, representaciones blandengues percibidas como suaves. Sí, el panorama de la figura desnuda y el bodegón reunido en la exposición como realidad dulce, suave y agradable presentaba imágenes que alardeaban la técnica de ejecución y de representación simbólica, pero que escondía la realidad de una esencia narrativa blandengue, lánguida e inconsistente.

Vistas de "Distintos senderos, un espíritu" en Galerías del Palacio  Marco Antonio Palomeque "Limonada de alegría" 90x130 cm  Fidel García"A la sombra de un coloso" 100x150 cm

La obra de los cinco artistas se enmarcaba entre los estilos hiperrealista y realismo figurativo. Son dos generaciones de productores de imágenes acorralados en lo que he señalado como narcorrealismo con la responsabilidad que esta designación conlleva y que se aprecia en la formación autodidacta de los dos jóvenes y en Fidel García junto a la procedencia de los dos restantes que son ingeniero y arquitecto, quienes abordan la imagen con conceptos retrógrados y anquilosada estética de la que habría que exceptuar a Marielle García, aunque en ella se hallan también muchos de los errores formales extendidos en los otros artistas. Pero en todos se encuentra la sobrevaloración de la técnica de realización limitados en un género pictórico contribuyendo al mercado especulativo del arte. En su discurso plástico se descuidaba la construcción conceptual que edifique su valor estético, aunque en los jóvenes afloraba levemente. Las narrativas de estos artistas son diferentes pero tienen un fondo común enraizado desde el ensimismamiento en lo figurativo sostenidos por la ensoñación ideológica del espíritu alejándose de contribuciones al diálogo actual de la imagen.

Son ejemplos de cómo el narcorrealismo deforma el pensamiento-mirada del espectador y del artista productor que circunscribe su plástica a esa figuración sin completo conocimiento de representación de la figura humana y sin reto conceptual, incapaces de impulsarse en la responsabilidad que el arte actual demanda de su autor. En cambio, aparecen dominados por la simpleza de su pensamiento artístico superficial impotentes de indagar más allá de la superficie del lienzo pintado. Aunque éste era el enfoque conjunto de la muestra hay que pormenorizar los discursos individuales anticipando que deben asimilar la dura crítica sobre su trabajo en la esperanza que concientizando los aspectos a mejorar se contribuya a un desarrollo positivo. Voy a dividir el análisis en los dos grupos que conformaban la exposición: los tres artistas establecidos Fidel, Palomeque y Antonio, y los otros dos artistas emergentes, Marielle y Alfonso.

La obra de Fidel García destacaba por el logro técnico de representación de la figura humana que aparenta fidelidad al natural, pero cae a menudo en errores anatómicos y de proporción resultado del apresuramiento y el desconocimiento de la representación muscular que es el componente primario en su obra. Como se ha demostrado en neurobiología, ver y percibir es distinto… y la copia de fotografía no resuelve el extravío en la percepción del cuerpo. Y otro problema que advertí es su tendencia a disociar los integrantes formales de la obra: por un lado, el tratamiento del fondo y por el otro la figura. La dislocación es extrema en sus propuestas de abstraccionismo expresivo acoplado sin integración con la figura.

Vistas de "Distintos senderos, un espíritu" en Galerías del Palacio  Antonio Durán "Adagio" 100x140 cm <vacío> Carlos Oviedo "Princesa María"

Y en la obra de Antonio Durán con figuras femeninas semidesnudas, los detalles anatómicos y de color son completamente desatinados; su desconocimiento era palpable... y resulta hasta vergonzoso que se exhibiera su obra. Aunque, claro, los afectados por el narcorrealismo seguirán creyendo ver razones para apreciar su obra. Y, finalmente, la obra de Marco Antonio Palome que podía dejar aturdido por la depurada elaboración de sus bodegones fotográficos, de valor artístico por su muestra de habilidad de dibujo con el calco de la imagen con la proyección, pero sin entender la reverberación del color producido en la realidad y que el ojo percibe, aunque queda oculto a su mirada por efecto del narcorrealismo, que termina impulsando este tipo de obras.

Uno de los mayores problemas con la extensión del narcorrealismo es la corrupción de la mirada del público mal informado y el efecto sobre los artistas de siguiente generación incapaces de apreciar la calidad de una obra plástica obnubilados por su apariencia, desprovista de valor plástico. Y esto se apreciaba en la muestra ‘Diferentes senderos, un espíritu’ que permitía comparar la obra de dos jóvenes participantes con la evolución de otra artista joven que no se encontraba ‘drogada’ en su desarrollo artístico.

En la exposición se podía ver la obra de Marielle García y Alfonso Fernández. Ambos manejan una reducción colorística usando la monocromía, más como estratagema escapatoria que como enunciación estilística. Marielle destacaba por el uso de grandes tamaños donde representaba en blanco y negro rostros en posturas que aludían la visión y la mente. Atrayentes reflexiones vitales con la mirada y el cuestionamiento esencial centradas en la imagen facial contraponiendo la magnificencia de fidelidad representativa a la sobriedad colorista y la soltura textural de la superficie, aunque limitada a la presentación superficial sin indagar más profundo. Se percibía, además, que su representación cae en fallos y descuidos pictóricos del cuerpo con la representación de las manos y el espacio centrada en la resolución de las partes descuidando el efecto global, como señalo, afectada por el narcorrealismo viciada por los artistas que le han dirigido. Alfonso Fernández, se perdía como autodidacta en la neblina de la figura mostrando tan sólo resultados aceptables en su aproximación al rostro de niños que muestran marcas e indicios plásticos desde la disposición de la materia y la mirada. La ejecución de las dos imágenes de figura masculina que aparecían en la muestra están embebidas en color sepia con una considerable falta de calidad desde el desconocimiento anatómico que revelaba cuánto tiene todavía que desarrollar en este ámbito, aunque el brío del gesto de la pincelada superpuesta sin conjunción con la figura sostenga el interés de la mirada del espectador que no percibe los desatinos figurativos.

A. Fernández "Itze" 135x95 cm  María Fernanda Cuecuecha "S/t" 2012 M. Fernanda Cuecuecha "Pervertida" 2013 M. Fernanda Cuecuecha "S/t" Fotos fijas video 2013

La evolución de estos dos artistas se contrapone a los alcances de alguien como María Fernanda Cuecuecha, una artista bajo mi docencia privada que partiendo en su inicio desde el lógico desconocimiento de representación en las artes plásticas atravesó etapas de exploración y formación realista sin detenerse en la obcecación mimética, aun pudiendo hacerlo, lo cual le permitió indagar progresivamente en su lenguaje personal ahondando en experiencias vitales y emocionales a través de la exploración exhaustiva de la materia y la figura, vinculándose con su sentir existencial. M. Fernanda abordó con su obra tanto el retrato como la figura desde coordenadas realistas y sensitivas derivando hacia la abstracción y el performance alejada de las implicaciones del mercado del arte, y como medio de comunicación de vivencias profundas que construyen su visión no deformada por ese extendido narcorrealismo que, en cambio, le permite distinguir la ejecución figurativa incorrecta y apreciar las aportaciones significativas de otras manifestaciones logrando evolucionar en un corto tiempo hacia dimensiones que se percibían ausentes en los dos artistas jóvenes incluidos en la exposición ‘Distintos senderos, un espíritu’.

Esto es lo que creo resulta substancial señalar en la crítica de la muestra de las Galerías del Palacio: el deterioro inconsciente que con la muestra se ejerce en la apreciación perceptiva de gran cantidad de público visitante, y el detrimento educativo que sufren aquellos artistas enviciados por la apariencia de la ejecución de la figura humana sin contenido ni razón estética o plástica incapaces de discernir la concordancia fisiológica correcta de ese pretendido realismo de la figura.



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Para saber más __________________________

DATOS DEL AUTOR:

Ramón Almela (Lorca, Murcia, España, 1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’ en 1992 por ‘World Education Services’. Título de Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.