Recuerdo/Memoria:
Resquicios interiores oscila entre dos interpretaciones personales:
la deformidad de las imágenes causadas por el olvido, y la distorsión
de las imágenes gracias a la imaginación. La imagen como
un conjunto de objetos, personajes y episodios que suceden en la cotidianeidad
o en los sueños y se transforman en estas piezas pictóricas
como símbolos que nuestra memoria e imaginación podrá
identificar: la pared descarapelada, la cortina vieja, el vidrio roto,
la madera hinchada, la tinta sobre la tela raída, la lágrima
infantil al caer al suelo, el caballito de madera de la infancia, el
granero donde lográbamos desfogar nuestra amargura, la cita en
la azotea como nuestro primero encuentro amoroso y el desequilibrio
invernal sin aviso previo.
La memoria, como se logra descifrar
en uno de los cuadros de esta colección, muestra un mecanismo
delicado: almacena fragmentos del tiempo. Fragmentos que se convierten
en recuerdos y se abultan en las filas doradas de nuestra mente. Recuerdos
que se compactan y se agolpan en un sólo recuerdo para conformar
Resquicios interiores.
Por ejemplo/configuración
de varios recuerdos en uno:
En ‘Camino a Nostic’
tuve la ‘Sinopsis de un encuentro’
conocí ‘La rosa de las bocas’
en un ‘Paseo dominical’
lo llevo en mí como un ‘Último presente’
‘Un grito ahogado en el cadalso’
Conocimos a ‘Un burro de dos mundos’
y lo capturamos con la ayuda de un ‘Tripié bajo un cielo
de verano, una postal para Lilia’
El ‘Desequilibrio invernal’ nos tomó por sorpresa
Nos refugiamos en ‘La luz interior de un granero’
como dos peces desprotegidos en una ‘Pecera de cristal’
Influidos por una larga ‘Sinfonía batracia’
formamos el ‘Resquicio de un camino interrumpido’.
Yo/tú, mi rostro en tu rostro:
Para disfrutar Resquicios interiores
el espectador tiene que poner de sí. Néstor Medina nos
invita a adentrarnos a esta colección de veinte cuadros como
si se tratara de un bosque poblado de símbolos escondidos. En
cuanto menos lo esperemos saldrán a flote para convertirse en
lo que nuestra imaginación pueda descifrar. Néstor no
utiliza formas definidas, ni una intención por adentrar a su
público en una figura humana. Su propuesta es crear personalidades
y espacios vacíos para que cualquiera pueda ocuparlas u ocuparlos.
Este sistema creativo está vinculado con las teorías donde
emisor y receptor se funden para ser uno solo: la imagen siempre va
adoptar la forma que el espectador quiera interpretar o el personaje
que quiera ser. No existe obra si el espectador no descifra el mensaje
del creador. El artista en el lugar del 0tro. Aventurémonos a
pensar que Néstor Medina le otorgó un sentido preciso
a su obra, pero no único. El espectador siempre va a completar
mentalmente la figura que terceros le invitan a ver, y así ser
parte del otro.
Ecos ajenos en tu voz:
En Resquicios interiores escuchamos
la voz dulce, alegre y codificada de tres artistas: el realismo pictórico
y las tonalidades alegres de Chagall; el geometrismo no muy explícito
y difuminado de Picasso; la expansión y deformidad de figuras
de Lilia Carrillo. Las voces se unen para crear una sola melodía.
La melodía mágica y alegre de Resquicios interiores. Hay
una justificación velada. Los cuadros de Néstor se perfilan
en esta máxima: cualquier creador, por más talento que
se jacte de tener, siempre terminará bebiendo, de manera directa
o indirecta, de los elixires de sus sucesores. No olvidemos que esta
es la historia del arte: la tradición está para ser retomada,
jugar con ella, obviarla y configurarla en la actualidad con un estilo
propio, individual. De lo contrario, cualquier creador está condenado
a repetir los moldes que nunca se atrevió a conocer y a vivir
con una voz indefinida.
La apuesta de Néstor apunta
a tener una voz propia entre los ecos que la cubren. No obstante ser
ésta su primera exposición individual, el aroma de sus
cuadros es agradable: persiste en invitarnos a hacer un viaje a nuestros
recuerdos y a reflexionar sobre que el humano esta construido por ellos.
Larga vida a nuestros Resquicios
interiores.
Joel Flores
20 de julio de 2007
Zacatecas, Zac.
Índice iconográfico
1. MEDINA, Néstor, La rosa de las bocas.
2. MEDINA, Néstor, El mecanismo de la memoria.
3. MEDINA, Néstor, Grito ahogado en el cadalso.
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Para
saber más
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DATOS DEL AUTOR:
Joel Flores. 1984. Zacatecas, México.
Narrador. Durante el año 2002 al 2004 fue parte del consejo editorial
de la revista Finisterre (Beca Edmundo Valadés a Revistas Independientes).
Sus cuentos y crónicas han sido publicadas en Acento, de La voz
de Michoacán, Barca de Palabras, La cabeza del moro, Espiral,
Prisma volante, Homines, La Agenda Cultural; y en Son de marzo (Antología
de Escritores Jóvenes editada en Guanajuato). Su trabajo ha merecido
los siguientes premios y apoyos: La Beca del Fondo Estatal para la Cultura
y las Artes del Estado de Zacatecas (FECAZ 2004-2005), la del Fondo
Nacional Jóvenes Creadores (FONCA 2006-2007) y el tercer lugar
en el IX Concurso Nacional e Iberoamericano 'Leamos la Ciencia para
Todos' 2005-2006. Actualmente trabaja en dos libros de cuentos: Simulador
y Relatos reales.