Me encanta cuando la gente discute
sobre lo que el trabajo trata de decir, cuando empiezan a analizar los
temas desde numerosos puntos de vista. Me encantar ver cómo una
persona pasa de una actitud inicial de repugnancia por lo extraño
de mis creaciones a una actitud de comprensión o de simpatía.
Me encanta cuando la gente se da cuenta de que todo esto se refiere
realmente a nuestra vida actual. [Nota
1]
Patricia Piccinini (n. 1965), es una
de las más singulares artistas australianas actuales [Nota
2]. Espléndida constructora de quimeras de aroma científico
de las que se sirve para contarnos historias del desconcertante mundo
en el que vivimos. Sin lugar a duda merece la pena detenerse y analizar
un trabajo que deja en el aire innumerables e interesantes preguntas
sobre nuestra sociedad, una obra que, como ha declarado la propia autora,
plantea cuestiones sobre aspectos fundamentales de nuestra existencia:
nuestra artificialidad, nuestros animales, nuestra responsabilidad para
con nuestras creaciones, nuestros hijos y nuestro entorno. Un cóctel
amable o aborrecible, según la percepción de cada uno,
que porta entre sus ingredientes ciencia, moral, futuro y convivencia.
Actualmente se puede contemplar su
obra en España, desde el 4 de octubre de 2007 hasta el 27 de
enero de 2008, en una exposición organizada por ARTIUM que lleva
por título ‘(Tiernas) Criaturas. Patricia Piccinini’
[Nota 3]. La artista
pertenece a una generación que emerge con propuestas interesantes
y actuales, y lo que es más importante, con lenguajes y cuestiones
presentes. Un alivio tras el parto doloroso y mal asimilado de los últimos
veinte años, que ha poblado los Centros de Arte Contemporáneos
de demasiadas obras mediocres, anacrónicas o con cuestiones plásticas
resueltas y superadas varias décadas atrás, que a duras
penas serán capaces de sobrevivir a la quema que sin remedio
deberá hacer la historiografía en un futuro.
La mayoría de las obras de Piccinini
están basadas en prácticas biocientíficas de manipulación
y alteración de seres vivos. Ha creado un universo sintético
pleno de realismo, poblado de criaturas y objetos ficticios, curiosas
especies animales, en los que incluso, se llega a fusionar el alma animal
y la humana. Un escenario creativo en el cual la investigación
de células madre, la ingeniería genética, la clonación,
la bioelectrónica, la restauración ecológica dan
lugar a ‘nuevos mundos’ que no son otro que el nuestro actual.
Una mirada narrativa más preocupada por encender el debate que
por tomar partido, hasta el punto de que sus obras han sido tomadas
como ejemplo tanto por los detractores como por los defensores de esta
vía de la experimentación científica.
Como puede comprobarse en la exposición
de ARTIUM, la artista persigue deliberadamente que este universo y sus
habitantes se encuentren extrañamente cercanos a la realidad
cotidiana y sean capaces de despertar a un tiempo la ternura y la inquietud
en quien los observa. Su inspiración es nuestra realidad cotidiana,
sus ideas surgen de la influencia de la vida. Eso es lo que seguramente
le da cercanía y verosimilitud a un trabajo que, a pesar de recrear
un mundo imaginario, bajo la percepción del espectador se encuentra
más próximo a la realidad que a la ciencia ficción.
Piccinini realizó la obra que
abre la exposición, Protein Lattice, influenciada por
la imagen de una famosa noticia aparecida en 1997, de un ratón
manipulado en un laboratorio que lucía un cartílago en
forma de oreja humana en la espalda. Según sus propias palabras:
'vi aquella extraña imagen de un ratón con una oreja en
la espalda en las noticias de la noche. Era muy extraño, trágico
y asombroso a la vez. Investigué un poco, y eso me llevó
al emergente campo de la ‘ingeniería del tejido’,
que parecía encarnar de manera bastante precisa la convergencia
entre lo natural y lo artificial que me preocupaba en aquel momento'.
La cuestión de la manipulación
genética con fines médicos se encuentra también
presente en The Young Family, escultura presentada en la bienal
de Venecia de 2003, en la que una madre de una especie animal irreconocible
amamanta con ternura a tres cachorros. Su aspecto físico no resulta
del todo lejano e incluso pueden apreciarse ciertos rasgos humanos,
especialmente en la mirada. Una mirada ausente y triste como la que
desprenden algunos primates recluidos en zoológicos, o la que
luciríamos nosotros si estuviéramos retenidos y expuestos
durante años. En el caso de la madre de The Young Family,
con el posible agravante de servir en un futuro como mero receptáculo
de órganos aptos para transplantes humanos. Son seres que nos
despiertan sentimientos de ternura, tristeza, esperanza, repulsión
o miedo, pero no por lo que son, si no por lo que nosotros somos capaces
de hacer.
El interés de Piccinini por
la ciencia médica empezó durante su adolescencia. La madre
de la artista estuvo enferma durante muchos años, un tiempo en
el que esperó y rezó para que la ciencia pudiera ayudar
a su familia, aunque al final sucedió lo inevitable. Esa actitud
del hombre ante la ciencia, ante la investigación y el futuro
científico, la esperanza y la decepción; el avance, el
desarrollo y los sentimientos muchas veces contradictorios que despierta,
incluso en la misma persona; las nuevas realidades que plantea y que
nos toca vivir irremediablemente, aunque muchas veces no comprendamos
y casi nunca podamos controlar; todo ello es objeto de su análisis.
Como ella misma ha relatado, no está tan interesada en la ciencia
misma como en el impacto que tiene sobre la gente.
Las cuestiones que le interesan son
motivo de preocupación universal, pero es cierto que su trabajo
tienen un cierto matiz australiano, se origina en un contexto australiano.
Australia tiene una ecología particular y fascinante, con muchos
animales únicos. Con la serie Nature’s Little Helpers
ha imaginado una serie de ‘especies asistentes’ diseñadas
para ayudar a preservar varias especies australianas en peligro de extinción.
Aunque tristemente esta problemática de pérdida de especies
y de hábitats no es exclusiva de Australia. Por lo que en estos
trabajos se utiliza la especificidad de una circunstancia especial de
Australia para señalar cuestiones ecológicas mucho más
generales.
Piccinini expone también la
cuestión de la hipotética convivencia de estos productos
de la biotecnología con la especie humana. La artista se vale
de dibujos y esculturas de gran realismo para colocar al espectador
ante una situación que reconoce como ficticia pero que no puede
evitar sentir como posible. Piccinini presenta escenas llenas de ternura,
con niños jugando en actitud cariñosa e incluso durmiendo
con estos seres, ante las que no es posible evitar una cierta inquietud.
La cuestión se plantea de manera más directa en la escultura
The embrace, que representa a una criatura de grandes ojos que recuerda
a una cría de canguro antes de desarrollarse, un ser de aspecto
desprotegido acentuado por la desnudez que le confiere la carencia de
vello y el color rosado de su piel, que se engancha a la cara de una
mujer, el autorretrato de la propia artista, con un fuerte abrazo. Como
en toda la obra de Patricia Piccinini la interpretación está
muy abierta, no sabemos si ese abrazo responde a la falta de cariño,
a la búsqueda de amparo, a la agresividad o al miedo de un animal.
Pero lo que es mucho más importante y turbador, ante este panorama
científico, no sabemos si debemos tener esperanza o sentir miedo
de estas criaturas engendradas y manipuladas en un laboratorio por unos
aprendices de dioses que juegan, con licencia y sin licencia moral,
con el futuro y el bienestar de toda la humanidad.
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Para
saber más
Nota
1: Párrafo extraído de la entrevista realizada
por Laura Fernández Orgaz a Patricia Piccinini, publicada en
el catálogo de la exposición ‘(Tiernas) Criaturas.
Patricia Piccinini’ celebrada en ARTIUM.
Nota 2: Aunque nació
en Freetown en 1965, Sierra Leona, Patricia Piccinini vive en Australia
desde 1972.
Nota 3:
Agradecer a ARTIUM, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo,
por las imágenes suministradas a la prensa, que ilustran el presente
artículo; y la amplia información facilitada por su departamento
de comunicación, que ha sido esencial para redactar el texto.
Destacar la interesante entrevista con Patricia Piccinini que realiza
Laura Fernández Orgaz, comisaria de la muestra, y que recoge
el catálogo de la exposición, que me ha servido de gran
ayuda para comprender el universo interior de Piccinini.
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Publicado originalmente en SUMA Revista científica
de Estudios Histórico-artísticos nº 6-7 ISSN: 1698-5869
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DATOS
DEL AUTOR:
Marc
Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona), artista visual
y performer, es también un destacado investigador. Doctor en
Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Experto en Organización
y Gestión de Empresas Culturales, y Postgrado en Gestión
Cultural por la Universitat Oberta de Catalunya. Tiene una amplia experiencia
académica y profesional en diversas instituciones y empresas
culturales. Sus principales líneas de investigación en
la actualidad son: el arte de acción, con especial atención
a los trabajos realizados en España y Latinoamérica; el
estudio de los procesos creativos y el desarrollo del proyecto; y el
papel de las nuevas tecnologías en la difusión y autonomía
del arte actual. proyecto; y el papel de
las nuevas tecnologías en la difusión y autonomía
del arte actual.