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El árbol de la vida de Terrence Malick
Francisco Pérez Coca
12/01/2012



FICHA TÉCNICA DE ‘EL ÁRBOL DE LA VIDA’

El árbol de la vida+ Dirección y guión: Terrence Malick
+ País: USA
+ Año: 2011
+ Duración
: 138 min.
Interpretación
: Brad Pitt (Sr. O’Brien), Sean Penn (Jack), Jessica Chastain (Sra. O’Brien), Fiona Shaw (abuela), Irene Bedard (mensajera), Hunter McCracken (Jack joven), Laramie Eppler (R.L.), Tye Sheridan (Steve).
+ Producción: Dede Gardner, Sarah Green, Grant Hill, Brad Pitt y William Pohlad
+ Música: Alexandre Desplat
+ Fotografía: Emmanuel Lubezki
+ Montaje: Mark Yoshikawa
+ Diseño de producción: Jack Fisk
+ Vestuario: Jacqueline West


La historia de una familia del medio-Oeste americano en los años cincuenta, que sigue el transcurso vital del hijo mayor, Jack, a través de la inocencia de la infancia hasta la desilusión de la madurez, en su intento por reconciliarse con su padre. Jack se siente como un alma perdida en el mundo moderno, en busca de respuestas para el origen y significado de la vida, a la vez que cuestiona la existencia de la fe. A través de la imaginería singular de Malick, vemos cómo, al mismo tiempo, naturaleza bruta y gracia espiritual construyen no sólo nuestras vidas como individuos y familias, sino toda vida.


Hace unas semanas, en los días del estreno en los cines de España de El árbol de la vida, fue noticia del telediario que muchos espectadores se marchaban de las salas al rato de haberse iniciado la proyección de la cinta.

De la última película que recordaba yo algo parecido fue de Anticristo de Lars Von Trier, así que, por asociación, se podía pensar que en El árbol de la vida (Palma de Oro del último festival de Cannes) también se podía encontrar el celuloide crudo, torturado y algo gore (pero genial) que arrojó a la platea el director danés en su Anticristo y que hacía fácil la decisión de algún estomago sensible de abandonar el patio de butacas. ¿Tendrá El árbol de la vida mutilaciones genitales, como la que sufría Charlotte Gainsbourg, que hagan insoportable la visión de la pantalla? ¿Atravesará Brad Pitt, lo mismo que Willem Dafoe, su pierna con el eje de una rueda de afilar? Al igual que El árbol de la vida, Anticristo también dejó su huella en Cannes, sobre todo porque la mayoría de la crítica cinematográfica dudó del estado de la salud mental del gran Lars Von Trier.

    

Después de haber visto El árbol de la vida, la única explicación posible que tengo para justificar que el público abandone la sala, es que una plaga de síndrome de Stendhal asuela la nación, quién lo iba a decir: empacho de belleza. Nuestras mentes, abotargadas e incapaces para la pausa, aptas sólo para el zapping más frenético, no resisten la contemplación continuada de algo tan hermoso y huyen aterrorizadas en busca del mando a distancia.

La primera hora de película: completamente hipnotizado: la imagen y la música como un péndulo que atrae toda atención. La trama comienza con un drama desolador, irreparable, una perdida destructora: culpar al dios sanguinario y vengativo, ese en el que se han depositado todas las esperanzas y que únicamente devuelve dolor e incomprensión. Pero ¿existe ese ser todopoderoso, esa fuerza creadora? Terrence Malick se pone a buscarlo: el ya famoso capítulo del falso documental, un pasaje que se puede entender como una coartada del autor para alejar cualquier sospecha de creacionismo o, todo lo contrario, una alegoría de diseño inteligente.

  

En el estupendo cómic de Marjane Satrapi titulado Pollo con ciruelas, (un título curioso que quiere significar lo mismo que El sabor de las cerezas quería decir para Abbas Kiarostami) aparece una cita del poeta iraní del siglo XII Omar Khayyam (el protagonista de la fascinante novela Samarcanda de Amin Maalouf), que me parece apropiada al tema: los astros no han ganado nada con mi presencia aquí y su gloria no aumentará cuando yo desaparezca. Y pongo a mis dos orejas por testigo de que jamás nadie ha podido decirme por qué me han hecho venir y por qué me harán partir.

Más allá de cualquier interpretación religiosa o mística, lo que intenta Malick con su Big Bang y sus dinosaurios es tratar de mostrar un proceso, un paso a paso que conduce al final de la búsqueda, donde se alcanza un hecho certero: la madre es dios. Y, como se verá más adelante en la película, probablemente el padre sea el demonio...

Con La delgada línea roja, Terrence Malick logró uno de los mejores filmes bélicos de la historia del cine mediante un ejercicio de introspección sobre cada uno de los personajes que aparecían en la película: asomarse a sus pensamientos. Ahora el fin es el mismo, logrado de una forma mucho más simple pero con una propuesta bastante más arriesgada: interpretaciones que en gestos y miradas deben rimar con el poema visual desplegado a su alrededor.

   

El pasaje de La delgada línea roja que más se parece a El árbol de la vida será sin duda aquel en que Jim Caviezel desertaba en una isla del Pacífico: el paraíso en la tierra, como sería después representado en la siguiente película de Malick, El nuevo mundo, como lo fue antes en Días del cielo y sus faenas del campo en las grandes planicies norteamericanas: Malick es un perfeccionista del esplendor.

Ahora ese paraíso lo traslada el director a los años 50, a los años de su infancia. Juegos infantiles de descubrimiento: la fragilidad de la vida y la gratuidad de la muerte: de recibirla, de causarla. La educación recta frente al amor fraterno y la transgresión de la norma como pecado imperdonable: padres con mala conciencia, hijos con recuerdos desgraciados. Caminos tortuosos que quieren ir hacia fines elevados, un dilema que sólo se concilia con la madurez, la etapa vital que aporta la condición de ponerse en el lugar que el otro ocupó antes que tú. Y así una generación tras otra.

El final no me gustó, esa ilusión trascendente de reencuentro (no sé si ensoñado o post mortem: el agua como espacio de tránsito, puerta de entrada a otras realidades, o reunión familiar junto a la laguna Estigia; quizás no me gustó porque no lo entendí) que me pareció totalmente innecesaria (¿justificar a Sean Penn en el reparto?).

Pero por cinco minutos que faltan para que se termine la película, no es plan salirse del cine.


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