La
búsqueda del bien y la bondad, en ocasiones se aproxima asombrosamente
a la depravación más absoluta. La belleza y la fealdad,
el bien y el mal, el placer y el dolor, conceptos que se inscriben en
un círculo ideal en el que los extremos se tocan y demasiadas
veces se confunden. Opuestos que a lo sumo están separados por
una fina barrera de apreciación subjetiva que la hace más
vulnerable y aleatoria aun si cabe.
Miguel
Ángel Martín, autor trasgresor y polémico, de cuyos
lápices han surgido obras como Psychopatia Sexualis, Brian the
Brain, Big Whack!, Anal Core, The Space Between, Rubber Flesh, Snuff
2000 o Kyrie, nuevo europeo; es uno de los dibujantes más afamados
del panorama actual. Sus trabajos han aparecido en publicaciones históricas
como Totem, Makoki, Zona 84 o El Víbora, en cuyas páginas
colabora actualmente con su serie Surfing on the Thirdwave. Galardonado
con el premio Autor Revelación del Salón Internacional
del Cómic de Barcelona 1992, y con el prestigioso premio Yellow
Kid al mejor autor extranjero, en el Salón de Roma de 1999, vive
compaginando el cómic con la ilustración y la publicidad,
y realizando, entre tanto, algún que otro guión para cine
y televisión. Ha creado la imagen de Subterfuge, la discográfica
independiente más importante de España, y la mascota de
Festimad; realizó el cartel de la película de Jess Franco
Killer Barbys y las ilustraciones del press-book de La Lengua Asesina;
ha colaborado con El País, Marie Claire, Primera Línea,
Maxim, Leer, CQ, o Rolling Stone entre otras.
En
estas líneas, vamos a dejar de lado al Miguel Ángel Martín
más conocido y nos vamos a remontar al pasado, sumergiéndonos
en los inicios de este dibujante leonés afincado en Madrid, con
su obra Crónica Negra, trabajo de gran calidad que realizó
entre 1986 y 1987 para La Crónica de León.
A
mediados de la década de 1980, Miguel Ángel Martín
se encontraba en León, ciudad en la que nació en 1960
y en la que residió sus primeros veintisiete años de vida.
No hacia mucho que había dejado, desencantado y aburrido por
el ambiente universitario, la carrera de Derecho y también abandonado
su intención inicial de ser fiscal por el mundo del cómic.
Sus primeros pasos en este medio fueron a través de colaboraciones
con los periódicos de su ciudad natal, primero con El Diario
y luego con La Crónica. Precisamente para La Crónica de
León al terminar Crónica Negra, en 1987, inició
su primer gran trabajo que fue Keibol Black.
Como
anteriormente ya hemos apuntado, en 1986, fruto del encargo de Benigno
Castro, director de La Crónica de aquel momento, nació
Crónica Negra. Un trabajo rompedor para su época e incluso
para hoy,ya que dieciséis años después resulta
difícil imaginarse a un periódico atreviéndose
a repetir esta extraordinaria experiencia, no sólo por la novedad
que implica este género dentro del
cómic, sino también, y principalmente, por la dureza de
los temas que trata. Crónica Negra sería, sin serlo estrictamente,
una especie de tira diaria o Daily-strip que ilustraba la sección
de sucesos de La Crónica de León, desarrollando gráficamente
un gran collage, que rescataría una serie de hechos reales bastante
desgraciados sin ninguna pretensión moralizante. La obra, subraya
la burla sangrienta que nos hace la vida, a través de una ironía
mordaz y cruel, al proclamarnos verdugos y ajusticiados a la par. Esta
suma fragilidad que nos envuelve, se hace más evidente con el
arte que con los medios mecánicos y es por ello que ilustrar
un crimen pueda parecer escandaloso y de mal gusto, para una gran mayoría,
mientras que fotografiar o filmar una masacre y luego televisarla en
la sobremesa, sea considerado el producto de una magnífica labor
informativa.
El
bombardeo iconográfico, en televisión y prensa, nos ha
hecho, a la mayoría, insensibles ante tragedias que por reiterativas
las hemos normalizado y, por tanto, aceptado dentro de nuestra cotidianeidad.
Este hecho, que no justifica nuestra podredumbre moral, no se produce
igualmente con los cómics. El artista es considerado, a diferencia
del periodista, responsable del tema elegido para su trabajo. La causa
de este error, puede ser debida a la tendencia común a confundir
la interpretación del arte con especulaciones acerca de la psicología
del artista, y, por tanto, describir la obra como un retrato de los
deseos y conflictos privados de su autor. Focalizando
generalmente todas esas especulaciones, diríamos mejor invenciones,
en aspectos sexuales, cuanto más enfermizos mejor. Prueba ridícula
de ello fue el secuestro que sufrió la obra, de Martín,
Brian the Brain, el pasado año por parte de la policía
judicial italiana, cuando un ciudadano particular acusó a su
editor, Jorge Vacca (Topolin Edizioni), de instigación a la pedofilia.
Volviendo
a lo que nos ocupa, Crónica Negra está compuesta por un
conjunto de ilustraciones atemporales de muy bella factura, que Miguel
Ángel Martín realizó, como ya hemos apuntado, para
la crónica de sucesos del mencionado periódico. Homicidios,
parricidios, suicidios, profanaciones de tumbas, todo tipo de casos
reales sucedidos durante este tiempo. Es un trabajo fruto de sus primeros
años de profesión, pero que ya posee esa fuerte impronta
que marca cada trazo surgido de la mano de este magistral autor. Con
unos encuadres plenamente cinematográficos, en los que juega
muy acertadamente con los distintos planos, y unas imaginativas perspectivas
ópticas, haciendo un verdadero alarde técnico, estas ilustraciones
muestran a un Miguel Ángel Martín cómodo, con una
línea suelta y fresca.
Antes
de proseguir con este breve estudio, se hace necesario realizar unas
pequeñas puntualizaciones sobre los trabajos que integraron Crónica
Negra. A lo largo de los dos años aproximados que duró
el proyecto se deben distinguir dos etapas. En primer lugar, el cuadernillo
central propiamente llamado Crónica Negra, compuesto por unas
entregas de aparición semanal que duraron tres o cuatro meses.
Y por otro lado, otra serie de ilustraciones con la misma temática,
que Miguel Ángel Martín realizó durante una temporada
más, para la sección de sucesos de La Crónica.
De todos modos, para quien este interesado en este trabajo y no quiera
ir en su busca a una hemeroteca, hay que apuntar que en 1997 una parte
de este material fue editado como álbum por la editorial Midons,
la cual ha publicado interesantísimas recopilaciones de ilustraciones
de otros afamados dibujantes del panorama actual como Max, Ana Miralles,
Manel Fontdevila o Gallardo.
Crónica
Negra es la clave para entender el verdadero sentido de la posterior
obra de Miguel Ángel Martín. Podría parecer a primera
vista un trabajo intrascendente, pero su análisis resulta gratamente
clarificador. Debido a su mayor transparencia, al tratarse de un trabajo
de juventud, podemos apreciar más claramente las líneas
que configuran el lenguaje que desarrollará Miguel Ángel
Martín durante toda su carrera y llegar a desvelar la base psicológica
que sustenta toda su obra. Dicho de otro modo, su análisis nos
permitirá ver que las diferencias entre una ilustración
de este trabajo y, por ejemplo, una viñeta del álbum The
Space Between o de Rubber Flesh, son meramente formales, siendo el fondo
prácticamente el mismo.
Martín
ha sido principalmente un gran observador durante toda su carrera, un
dibujante que se nutre artísticamente de todo cuanto le rodea.
Negando a quienes le califican como un visionario, su trabajo es como
una ventana abierta al mundo, pero sin visillo, sin pudor. Sus historias
desarrolladas en el marco de ciudades asépticas y futuristas
de atmósferas irreales y luminosas; a pesar de estar protagonizadas
por un conejo con pajarita o por un niño con el cerebro por fuera,
por sórdidas que parezcan en ocasiones, tienen siempre una profunda
raíz en nuestra realidad que cómodamente nos negamos a
aceptar. Preferimos ver su obra como el producto de una mente tan fantasiosa
como pervertida. Y quizá sea esto lo que le confiere a todo su
trabajo ese aire misteriosamente cercano y distante a la vez. Siempre
se tiende a resaltar la faceta más truculenta de la vida de Miguel
Ángel Martín, como si fuera él el creador de tanto
mal y ello nos eximiera de toda culpa. Queremos sepultar nuestra travestida
conciencia con estas y otras increíbles mentiras. Pero aquí,
en las ilustraciones que conforman Crónica Negra, esta lucha
se rompe en nuestra contra. Enmarcada por unos ineludibles e inapelables
pies, en los que versan frases como Parricidio en los barrios de Luna
o Mató a su madre a puñaladas afirmando que él
era Dios, la barbarie humana es representada por Miguel Ángel
Martín con todo lujo de detalles, evidenciando una y otra vez
nuestra cruel y brutal naturaleza.
Esa
profunda sensación de calma tensa que envuelve cada una de las
viñetas de Miguel Ángel Martín, en las que siempre
mantiene al lector expectante ante el inminente y presumiblemente turbador
desenlace, aquí se desborda completamente. Cuchilladas, disparos,
sangre, vísceras, locura, desesperación, dolor; se hacen
los protagonistas de estas pequeñas historias sobre el papel
que condensan grandes e irreparables tragedias en la realidad.