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El afán autodestructivo
Elena Méndez
06/08/2007



RUBÉN DON
La consecuencia de los días,
Col. Narrativa
Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM)
México, 2005, 183 pp

Rubén Don (Ciudad de México, 1977) en su primera novela, La Consecuencia de los Días (ganadora del Premio Nacional Jóvenes Narradores de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México en el 2005, categoría Novela) nos presenta a un escritor frustrado, Julián Torres, quien mediante un diario nos deja inmiscuirnos a su vida voluntariamente miserable, a su imposibilidad de escribir la novela que planea.

Julián es un periodista originario del Distrito Federal, que ha renunciado a su empleo; se convierte en rescatador de libros, mismos que consigue en la mítica calle de Donceles, en pleno Centro Histórico. Divaga en interminables periplos por dicha área y por algunas otras muy célebres, como la Colonia Roma o la Condesa. Nos habla de sus amantes, ya sean éstas relaciones afectivas o de mera compra-venta. Amantes que huelen a uva, a hierba, a lavanda. Amantes que lo abandonan o que son abandonadas por él, en una metrópoli donde es tan fácil plantar a alguien. Metrópoli donde reina la indiferencia, donde todos pretenden cegarse ante el dolor, negar la inminente guerra de Estados Unidos contra Irak, recién iniciada por aquel entonces.

El protagonista se mueve entre la huida y la permanencia: huida de su propia sombra, por tanto, utópica; permanencia en su mediocridad, por hallarse huérfano de sí mismo. Es un tipo influido por la filosofía, en especial existencialista*. No en vano se alude explícitamente a la náusea sartreana. Tras ser dejado por Ella (que ha vuelto con su marido), sufre una enfermedad incurable, jamás nombrada, pero que el lector identifica como tedio, el oscuro enemigo que nos roe el corazón (Baudelaire dixit). Consume mariguana, bebe desaforado, deja de asearse, repite la ropa; acusa una decadencia tan evidente que incluso alguien tan devastado como la prostituta Antonia –de quien ha sido cliente habitual- se lo hace ver. Él abomina del encuentro, al confesarle ésta emocionada que espera un hijo; idea que le resulta aborrecible, por estar convencido de los males que ocasiona la sobrepoblación mundial. Julián, entonces, oscila entre el Eros y el Thanatos, prevaleciendo este último. Piensa en el suicidio, mas no lo intenta. Diría Cioran: Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado.

Ni siquiera su proyecto literario lo alienta. Lo pospone una y otra vez, sorprendido e incluso hasta irritado a encontrarse a un par de personajes –que se nos antojan alter egos suyos- : el autor que se topa en la Casa de los Azulejos, cuyo libro, según él mismo afirma, es fallido; el vecino que redacta vorazmente frente a su ventana, y que casi al final de la novela, le obsequia el manuscrito en que trabajaba.

Tras despedirse -quizá de modo definitivo- de Ella, acoge en su casa a Sofía, mesera del Teka’fé, donde se citaba con la primera. La ciudad se ha quedado sin luz, sin agua. El café cierra, tal vez para siempre. Cuando parece que Julián ha encontrado en sus labios vírgenes una sonrisa que lo ilumine, la Sabiduría con cuerpo de Diosa de la Fertilidad, retoma su afán autodestructivo. La mujer le ha pedido un hijo; él rehúsa perpetuarse. Vaticina la marcha de ésta y concluye: Permaneceré aquí, fomentando eternamente la autodestrucción de mi cuerpo, en medio de todas estas botellas de vino, de los libros y de estas páginas en blanco que me aguardan en una eterna espera.

Una buena ópera prima que, lamentablemente, no ha tenido la difusión que se merece.


*Recordemos que dicha corriente filosófica cobra auge durante el caos de la Segunda Guerra Mundial. He ahí lo significativo de que Julián sea partidario de la misma: cree que se desatará la Tercera.

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DATOS DE LA AUTORA:

Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México, 1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Narradora. Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana y Cristina Rivera Garza. Escritos suyos han sido publicados en TEXTOS, Acequias, La Pluma del Ganso, La Línea del Cosmonauta, La Prensa, Expreso, Milenio, Universo de el Búho, Avión de Papel, Letras.s5.com, Miel y Amoniaco, Espiral, Espéculo, Baquiana, El coloquio de los perros y Homines.