sumario
palabras
contacta
 


Casa de Muñecas
Rolando Revagliatti
06/09/2011



Desde el comienzo se ensayó con vestuario. La sirvienta, con cofia. El doctor Rank, con piyama de invierno y chinelas doradas. Krogstad, el procurador, con extenuado sobretodo oscuro y gorra. La señora Linde, normal, de ciudadana contemporánea y argentina. Torbaldo, con smoking. Y Nora Helmer (Casandra) de vedette, con altísimos tacos, brillos, plumas y sostén de estrella glamorosa.

Casandra había trajinado en teleteatros y programas cómicos. Krogstad participaba en concursos nacionales de físico-culturismo. El doctor Rank estudiaba escribanía y la sirvienta, el profesorado de historia. La señora Linde estaba casada y Torbaldo (Randolfo) vivía de rentas.

Desde las primeras improvisaciones, incluyéndose en el espacio dramático, el director instaba y compelía en voz baja, turnándose, a cada actor. Sus alumnos concurrían a los ensayos y, a su pedido, intervenían en papeles movilizadores, extemporáneos, patoteando, ridiculizando, invadiendo con contundencia el hogar de los Helmer.

Nora siempre desesperadamente quería coger con su esposo cuando no estaban solos. Él debía, entonces, sacarse a la pegajosa Nora de encima, disuadirla y cuidar las formas, la compostura, justificarla ante los invitados y atenderlos, instruir a la servidumbre. Torbaldo se resistía mientras la apelante y descomedida lengua de Nora lo acicateaba en los labios o en las orejas, desabrochado, hurgueteado, por esa lúbrica cónyuge. Caricaturesco tirabombas Krogstad; la señora Linde, fina y solícita; el doctor Rank, achacoso y descalabrado médico, al pie de la tumba; impertinente y jaranera la sirvienta. Krogstad y Torbaldo conformaban un dúo rememorativo a lo Carlitos Gardel y Tito Lusiardo (‘Por una cabeza’, ‘Buenos Aires, cuando yo te vuelva a ver’), y juntos cantaban amistosísimos y engolados, machos y sensibles. Nora y Krogstad se enfrentaban en un duelo, Nora sin sostén, a teta limpia, armada con sus tetas, y el procurador, estilo Hormiga Negra, con una prótesis fálica. El enamoradizo Rank se procuraba erecciones (indicios de vida) auscultando, palpando y frotando al plantel femenino, el que consultaba al facultativo a raíz de malestares imaginarios. Durante el tramo final, Torbaldo intercalaba textos de Nora a otros inventados por él, parecidos y diferentes en cada ensayo, y aun en cada función, con Nora atornillada en el piso, escupiéndolo y emitiendo rugidos y gruñidos crispados o estertóreos, trastornado de dicha Torbaldo posibilitando el surgimiento de tantas voces y discursos: Michelángelo Antonioni, Pepe Arias, Adolfo Hitler, el indio Patoruzú, Lily Pons, ‘las lolas yéndose a los puertos’, un chanchullero, una contorsionista, un falangista y un republicano, la recitadora Berta Singerman, y otros, y Mecha Ortiz y Roberto Escalada, y otros más, encarnando Torbaldo en una cierta realidad a una Nora Helmer triunfante, Torbaldo inmisericorde, omnímodo, agradeciendo a los revolucionarios de la escena, sin saltear a Vsevolod Meyerhold, Edward Gordon Craig y Vakhtangov, que facilitaban ese despliegue desaforado, ese Ibsen: ‘Sí, tuve que sostener una lucha atroz’. Los actores accedían, en ocasiones, a un completo éxtasis, al nirvana (epopéyicamente despersonalizados), a lo inefable, a lo divino. Sin arredrarse, de sus roles se embriagaban y se dejaban traspasar.

Randolfo, mientras, intima, entre otras, con dos mellizas, alumnas del director; y Casandra se casa in artículo mortis con el tío de su madrastra, de quien hereda, una pequeña fábrica de maniquíes, una casa-quinta en Loma Hermosa y un camión. La sirvienta, faltando poco para dejar de hacer funciones frente a un público que envidia el furioso goce histriónico del elenco, se instala en la vivienda del director. El doctor Rank mantiene relaciones esporádicas con la señora Linde, quien, después, se separa del marido y se radica en Lima. El director, a los dos años de convivencia con la sirvienta, liquida a sus alumnos y al teatro, vuela a Lima y se instala en la vivienda de la señora Linde. El doctor Rank es, desde entonces, alguien también alejado del espectáculo. Krogstad padece una afección severa en la musculatura. Casandra vuelve a la tevé y Randolfo produce recitales poéticos que presenta en entidades culturales.

La sirvienta va ya redondeando esta redacción y aguarda los efectos de una droga aborigen centroamericana que potenciada con un litro de vino tinto, la hará disfrutar de intensidades emotivas con lágrimas y sonrisas y secreciones que la incrustarán raudamente en la magia y en los abismos, como con la rotundez congregada de aquellos personajes de la versión delirante y genial de la más bien strindbergiana Casa de Muñecas.

__________________________

DATOS DEL AUTOR:

Rolando Revagliatti (Buenos Aires, 1945). Fue uno de los responsables del Ciclo de Poesía y Prosa Breve 'Nicolás Olivari' (1999) y el coordinador general de los Ciclos de Poesía 'Julio Huasi' (2001), 'Luis Franco' (2002), 'Carlos de la Pú', 'Susana Thénon', 'Horacio Pilar', 'Homenajes' (2003), así como de la Revista Oral de Literatura 'Recitador Argentino' (2003) y de 'La Anguila Lánguida' Muestra de Poesía 2004. Libros publicados: HISTORIETAS DEL AMOR, 1991; MUESTRA EN PROSA, 1994 (cuentos y relatos). LAS PIEZAS DE UN TEATRO, 1991 (dramaturgia). OBRAS COMPLETAS EN VERSO HASTA ACA; DE MI MAYOR ESTIGMA (SI MAL NO ME EQUIVOCO):; TROMPIFAI; FUNDIDO ENCADENADO; TOMAVISTAS;PICADO CONTRAPICADO; LEO Y ESCRIBO; RIPIO; DESECHO E IZQUIERDO; PROPAGA; ARDUA; PICTORICA; SOPITA; CORONA DE CALOR; DEL FRANELERO POPULAR; EL REVAGLIASTÉS (Antología), entre 1988 y 2006 (poesía) .