A
propósito de una fotografía.
Recuperación estética del ideario cínico.
La palabra monasterio procede del griego monasterion, de la raíz
monos - 'uno sólo', (originariamente todos los monjes cristianos
eran ermitaños).
Hoy
sin embargo un monasterio es un lugar donde habita uno o varios monjes.
El
10 de agosto de 1557 las tropas de Felipe II vencían en San Quintín
a las tropas del rey francés Enrique II. El rey hizo la promesa
de que si vencían la batalla levantaría un monasterio
en honor del mártir del día, San Lorenzo. Ordenó
buscar unos terrenos adecuados para ello y la comisión de búsqueda
escogió El Escorial, una localidad de apenas 100 habitantes,
por la bondad de sus aguas, la calidad del clima, y la cercanía
de las canteras. De este modo, el 23 de abril de 1563 se coloca la primera
piedra. A partir de este monasterio se organizaría posteriormente
todo un conjunto urbano.
El
Monasterio del Escorial está considerado como una de las maravillas
del mundo actual, el 2 de noviembre de 1984 la UNESCO lo declaró
Monumento de Interés Mundial.
El Monasterio del Escorial fue visitado por el filosofo Adolfo Vásquez
Rocca, el 3 de febrero de 1999 con el fin de realizar una acción
de arte que escenificaría el pensamiento de la Escuela Cínica
clásica, hoy revitalizada por el filósofo alemán
Peter Sloterdijk, ubicado en la tradición de Nietzsche y Heidegger,
emparentado a la vez con artistas contemporáneos de la sensibilidad
de Wim Wenders y Peter Handke. Sloterdijk, autor de la Crítica
de la razón cínica [Nota
1], obra cumbre del cinismo contemporáneo, donde,
cabe aclarar, el término cínico es empleado en un sentido
reconocible desde nuestra habla, un sentido que se encuentra en las
antípodas del uso poético, extraño a nuestros oídos,
que hacen del mismo los Cínicos griegos. Pese a todo, en un movimiento
dialéctico los extremos convergen y se podrá hablar de
una común voluntad iconoclasta que entiende que para hablar de
suciedad hay que ensuciarse y de esta manera reconocerse como enfermo
de su época, intoxicado por la atmósfera que ineludiblemente
le rodea. La acción de arte ha contribuido en este sentido a
la recuperación del ideario cínico, el de la ruptura con
el pacto cívico con una comunidad que aparece inauténtica
y perturbada, por lo que se prefiere escapar de la alienación,
optando por el camino autárquico (autarkeia) antes que andar
embrutecido como el rebaño domesticado, gobernado por las rutinas
y convenciones de la gran ciudad.
En esta acción estético-política, la de realizar
el registro fotográfico ya descrito, lo que no esta del todo
claro es por qué la máquina fotográfica no agregó
mayores detalles a su parco registro de un mediodía desolado,
donde sobre el filosofó se cernía la amenaza de una manzana
emplazada al final del patio de estilo italiano del Palacio de los Austrias,
detrás del presbiterio de la basílica, todo dispuesto
como en una pintura de Giorgio de Chirico. Es posible que la melancolía
de la imagen sólo sea una ilusión de realidad provocada
por el carácter precario de la existencia a la cual hemos sido
arrojados tras haber querido ser como Dios.
La Escuela Cínica y sus performances.
Los
cínicos, curiosa vertiente anarquista, toman como modelo a animales
como el perro, de los que adoptan el ejemplo de la autosuficiencia,
de ahí su comportamiento ético -bastarse a sí mismo-
y su rigurosa disciplina física y mental. Los animales tienen
pocas necesidades y se adaptan rápidamente a la situación
en que se encuentran.
El hombre, en cambio según Sloterdijk, en una concepción
menos romántica, a su vez goza y sufre su ser animal. Los animales
viven en un entorno y dependen de un hábitat. El hombre -en cambio-
've la luz del mundo'lo que comporta una 'implicación ontológica'de
carácter heideggeriano, la que deriva hiperbólicamente
en un excurso por el concepto de 'neotenia' [Nota
2], es decir, del hecho de que el hombre alarga su morfología
juvenil y fetal, como efecto secundario de ser un animal que proviene
del nido y de la caverna, que actúan como un segundo claustro
materno [Nota 3].
Volviendo
al ideario cínico clásico, se dirá que este considera
que para alcanzar la felicidad es necesario la libertad, la autosuficiencia
y el desapego.
Los
cínicos no están dispuestos a conceder que la felicidad
dependa de cuestiones ajenas a sí mismos, la libertad está
en el centro de la forma de pensar cínica, tanto la libertad
de acción como la de expresión.
Otra de las características del sabio cínico es el desprecio
por el placer, el lujo y la ostentación. A través de este
desacato al imperio de la sociedad del 'bienestar'se conquista una independencia
existencial y política, donde el individuo cínico no reconoce
más normas que las de la propia naturaleza.
El
cinismo se constituye como una cáustica mirada a la neurosis
y la alienación del emplazamiento humano en la urbe congestionada,
frente a lo cual sólo cabe, el retorno a la naturaleza, el retorno
a nuestras pulsiones originarias en las que el hombre deviene animal;
donde el fetiche de la mercancía, incluso cuando este asume la
forma de obra de arte, entendido como objeto mercantil, de transa bursátil,
es un dios que no merece ser adorado.
El
rechazo del lujo por parte de los cínicos se fundamenta en que
se compra a base de sumisión en todas las facetas de la vida,
en cambio, la renuncia es recompensada con un bien mayor, la sabiduría
práctica y la virtud.
Otra
cuestión fundamental para el cinismo era la práctica del
ejercicio físico, porque la disciplina (askesis) le fortifica
frente a las adversidades imprevistas y aumenta su resistencia a vivir
en la intemperie. Acostumbrarse a cuidar se sí mismos, sin criados,
seguir dietas sencillas y un vestir simple, fueron los primeros minimalistas.
Utilizaron
recursos expresivos diversos donde no faltan la parodia, o la sátira,
siempre cuestionadora del establishment. Realizaron las primeras
performances. Invalidando la moneda o los valores de cambio en
curso. Según la tradición, Diógenes [Nota
4], creador de la Escuela Cínica, se vio obligado
a abandonar Sinope, porque con su padre se dedicaron a invalidar monedas,
estropeándolas con un punzón. Desterrado de su ciudad
natal, tomó el hecho con su ironía habitual: 'Ellos me
condenan a irme y yo los condeno a quedarse' [Nota
5].
Relacionado
con este asunto se formó la leyenda de que Diógenes fue
a consultar al oráculo de Delfos, y recibió como respuesta
a su pregunta el enigmático consejo de invalidar la moneda, que
se acabó convirtiendo en la consigna cínica, y en metáfora
de buena parte de su comportamiento. Lo cual podría ser considerado
un antecedente lejano de la importante consigna nietzscheana sobre la
transmutación de los valores.
El cinismo es, pues, un movimiento que trata de escandalizar, de develar
que lo que se cree normas inamovibles y universales no lo son, sino
que estas son meras convenciones sociales, convenios, modas e intereses
económicos, muchas veces producto de la más rancia tradición
o producto de un consenso mayoritario que oprime a las minorías.
Los
cínicos se proclamaban cosmopolitas y rechazaban cualquier tipo
de pertenencia, liberados de cualquier obediencia a las instituciones,
convenciones o leyes, se consideraban ciudadanos del mundo. En cualquier
sitio se encontraban en su casa.
La imperturbabilidad (apatheia) es el ideal del sabio cínico,
que vive alejado de todo lo que le produce perturbación o angustia
y es capaz de adaptarse con indiferencia a las circunstancias.
Sloterdijk 'Crítica de la razón cínica'.
Desde su monumental Crítica de la razón cínica
de 1983, saludada por Jürgen Habermas como el acontecimiento más
importante en la historia de las ideas desde 1945, el alemán
Peter Sloterdijk se ha impuesto como uno de los pensadores europeos
más fecundos e innovadores. De una gran cultura filosófica,
llama la atención por la belleza y la fuerza de su lenguaje,
su estilo y su tono. Lejos de las rígidas convenciones de la
filosofía académica, Sloterdijk enfrenta los problemas
de su tiempo con otras armas y otros fines: una prosa clara, consciente
de su afinidad con la música, deudora de la 'gran'retórica
clásica y de su casi increíble erudición filosófica
y literaria. Por ese entonces, Sloterdijk tenía treinta y cinco
años. Las armas de un fenomenólogo agudo, atento y perspicaz,
que deseaba escribir una 'ontología de nosotros mismos'. Su independencia
le lleva, sin reparos, no sólo a mostrar su vasta discrepancia
con 'el sueño ilustrado', sino que además a hacer suyas
las propuestas de filósofos incómodos y no siempre bienvenidos
en Alemania: Nietzsche y Heidegger. Sobre Nietzsche ha escrito El
pensador en escena [Nota
6].
Crítica de la razón cínica puede leerse
también como una puesta al día de la Dialéctica
de la Ilustración de Adorno y Horkheimer. No se trata ya del
nihilismo en ascenso, ni la metamorfosis de la razón en nuevo
mito ni, mucho menos, del dominio de la razón instrumental lo
que Sloterdijk describe y denuncia, sino el cinismo difuso de nuestras
sociedades exhaustas. Ese 'nuevo cinismo' que se despliega como
una negatividad madura que apenas proporciona un poco de ironía
y compasión, pero que finalmente desemboca en la desesperanza.
Un cinismo que Sloterdijk define como 'falsa conciencia ilustrada':
la de quienes se dan cuenta de que todo se ha desenmascarado y pese
a ello no hacen nada, la de quienes se dan cuenta de que la escuela
de la sospecha tampoco ha servido de mucho.
Escuela de la sospecha: Marx, Nietzsche y Freud.
La conciencia conservadora dominante es cínica, porque consciente
del desenmascaramiento de los grandes relatos ve un peligro de crisis
social en la desaparición de las ilusiones religiosas e intenta
mantener en pie al menos la fachada del edificio. Por ello es a ésta
conciencia, que sabe que no tiene ilusiones y sin embargo las propugna,
a la que cabe llamar cínica.
En Crítica de la razón cínica, Sloterdijk
presenta pues un discurso ético comprometido, libre de las falacias
y espejismos del humanismo 'edificante'y fundado en una antropología
filosófica con nuevas perspectivas críticas.
Gustosamente provocador, Sloterdijk practica el arte de dinamitar nuestras
certezas. En su última obra traducida al francés -La
hora del crimen y el tiempo de la obra de arte-, cuenta así
la historia de las hipótesis científicas como la historia
-novelada- de una serie de 'vejaciones' hacia las autoilusiones
del género humano, e incluso aprovecha el pretexto de una larga
digresión sobre el pensamiento de la técnica en Heidegger
para notar que nuestra visión sobre Platón no tiene en
cuenta la 'ironía' que ésta contiene; y en un último
corto ensayo sobre Cioran califica la actitud filosófica de este
último como 'revanchismo desinteresado' y explica la calidad
de sus textos por su voluntad de 'no condescender con la madurez'. Se
comprende que Peter Sloterdijk es un inconformista, lo que -por demás-
asegura a su pensamiento una seducción y un estilo particular
en el campo intelectual contemporáneo.
Sloterdijk entre lo apocalíptico y el entusiasmo bio-tecnológico.
Sloterdijk, que ha presentado en España el primer volumen de
su trilogía 'Esferas'-en editorial Siruela- no se pregunta ¿quiénes
somos?, sino ¿dónde estamos? Una filosofía espacial
en la que el autor, un nietzscheano de izquierdas, combina, renovándolas,
numerosísimas fuentes, desde Platón hasta Hegel, desde
Heidegger hasta Foucault, el psicoanálisis no-freudiano, el eurotaoísmo,
la antropología, la biología moderna o el iluminismo tecnológico.
Este
es un material en el que el lector no encontrará sólo
al pensador que hizo estallar en mil pedazos la herencia de la ilustración
y la creencia en el progreso, proclamó el fin del totalitarismo
metafísico y la caducidad de la fatiga nihilista para encarar
el mundo contemporáneo y abrió una brecha entre los apocalípticos
y los entusiastas de las nuevas tecnologías, incluida la genética,
sino que también a quien ensaya una teoría de la intimidad,
del espacio interior, para explicar su concepción general del
mundo y de la historia.
Filósofo complejo como pocos, crítico, polémico,
pero sobretodo 'hiperbólico'. Sloterdijk, sin duda requiere un
tratamiento en profundidad, el que se espera para una próxima
entrega.
Allí, además, se habrá de poner en relación
el sentido contemporáneo de lo cínico, propio del
tratamiento de Sloterdijk, que es el del sentido habitual, y el de la
Escuela cínica clásica, donde el concepto, ya en un sentido
filosóficamente acotado, alude más bien a una actitud
vital y poética, caracterizada precisamente por la autenticidad
de sus posiciones y pensamientos, corrosivos y anti-sistémicos
al modo anárquico de las diatribas de Diógenes.
Nota 1: SLOTERDIJK, Peter, Crítica
de la razón cínica, Siruela, Madrid, 2004
Nota 2: La neotenia es el mantenimiento de
algunos aspectos de la fase larvaria durante la fase adulta de un animal.
Esto suele darse con relativa frecuencia en los Anfibios.
Nota 3: Conferencia de Sloterdijk en caixafòrum,
2003-05-07.
Nota 4: Diógenes, nació en
Sínope, en la actual Turquía, en el año 413 a.C.
Es el sabio cínico más cautivante, al punto que su figura
se ha convertido en una leyenda. Vivía en un tonel. Su aspecto
era descuidado y su estilo burlón. Era en extremo transgresor.
Platón llegó a decir de él que era 'un Sócrates
que se había vuelto loco'.
Nota 5: DIÓGENES LAERCIO, Vidas
de los filósofos más ilustres, México, 1984
Nota 6: SLOTERDIJK Peter, El pensador
en escena; el materialismo de Nietzsche, Ed. Pre-Textos, Valencia,
2000.
Bibliografía
GARCÍA
GUAL, Carlos, La secta del perro. Madrid, 1987.
ACOSTA MÉNDEZ, Eduardo, Filósofos cínicos y
cirenaicos. Antología comentada, Barcelona, 1.997.
ARROYO,
BAIGORRI, TRAPIELLO, CIFUENTES: ¿Qué es el cinismo?,
Barcelona, 1989
DIÓGENES
LAERCIO, Vidas de los filósofos más ilustres, México,
1984, Traducción de José Ortiz y Sanz. Diogenis Laertii
vitae philosophorum, 2 vol., Bibl. Ox., Oxford, 1964.
DE
SAMOSATA, Luciano: Diálogos fantásticos; Menipo.
GIANNANTONI,
G., Socratis et Socraticorum Reliquiae, IV tomos.
SLOTERDIJK,
Peter: Crítica de la razón cínica, (2 tomos),
Ed. Siruela, Madrid, 2003.