Hace dos años entrevisté por primera
vez a Eve Gil, una mujer con quien la pasión se lleva por escrito.
Desde ese entonces ha publicado cuento: Sueños de Lot
(Editorial Porrúa/Gobierno Municipal de Tampico, 2007); La
reina baila hasta morir (Ediciones Fósforo, 2008); ensayo:
Jardines repentinos en el desierto (Instituto Sonorense de
Cultura –ISC-) [Nota 1]
y novela: Virtus (Editorial Jus) –ambos libros editados
en el 2008-.
Asimismo, ha participado en las siguientes
antologías: Con un vuelco en el corazón (Editorial
Garabatos); Un vacío siempre lleno (Maricruz Castro
y Aline Petterson, editoras, Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes/ Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Tecnológico
y de Estudios Superiores de Monterrey); Los procesos de la escritura
de creación (Teoría y práctica) (Literalia
Editores)-todas datan del 2006-; 25 años del Premio Nacional
de Literatura Efraín Huerta, Tampico 1982-2006, antología
de ganadores en el género de Cuento (Compiladora: Sara Uribe,
Editorial Porrúa, Municipio de Tampico); La dulce hiel de
la seducción (compiladora: Ana Clavel, Ediciones Cal y Arena)
–aparecidas en el 2007-; y Fantasiofrenia II, antología
del cuento dañado (Ediciones Libera, 2008).
Está
por aparecer en España su novela Réquiem por una muñeca
rota, originalmente lanzada por Fondo Editorial Tierra Adentro
en 2000, bajo el sello de RD Editores. Esta obra, así como también
Sueños de Lot [Nota
2] serán traducidas al inglés, por Toshiya
Kamei y Soney Flores, con los títulos Requiem for a broken
doll y Dreams of Lot, respectivamente. Se encuentra en
preparación la traducción simultánea al polaco
de Réquiem por una muñeca rota, Cenotafio de
Beatriz y Sueños de Lot, por Mieszko A. Kardyni y Pawel
Rogozinski.
Su obra ha sido estudiada por prestigiados
literatos e investigadores mexicanos y extranjeros, como Agustín
Cadena, Paola Madrid Moctezuma, Margaret Frohlic, Diana Palaversich,
Cándida Elizabeth Vivero Marín y el ya citado Toshiya
Kamei.
Desde el 2004 es titular de la columna
‘Charlas de café’ en la revista Siempre!
Desde este año imparte el Taller de Creación Literaria,
asignatura del sexto semestre de la carrera Ciencias de la Cultura,
en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Leer a Eve
Gil conduce a emociones que bien podrían calificarse de ‘bipolares’.
Lo mismo puede arrancar una gran carcajada que una lágrima
muy amarga. Nos lleva de la esperanza a la desolación, del
sarcasmo a la ternura. Por esa razón la entrevisto de nuevo.
- Hace diez años usted abandonó
su natal Hermosillo para radicar en el Distrito Federal, debido a la
censura sufrida por su obra. ¿Aún sigue siendo censurada?
En lo absoluto, aunque siempre existe la posibilidad de la censura mientras
las autoridades culturales muden cada sexenio. Por lo que a este respecta,
no solo se sacó de la bodega el tiraje total de El suplicio
de Adán (ISC, 1998) y lo han hecho circular, sino que he
recibido un trato respetuoso, cordial y amistoso por parte de la administración
del doctor Fernando Tapia, que fue mi maestro en la carrera de Letras
y se ha caracterizado por ser el único director culto y sensible
que ha tenido el Instituto Sonorense de Cultura, hasta ahora... por
desgracia, gente como el doctor Tapia no abunda, ya no digamos en Sonora,
sino en México en general.
- ¿Por qué razón ya no ha vuelto a escribir teatro
ni poesía? ¿Volvería a abordar dichos géneros
alguna vez?
Poesía no escribo porque es un género que venero... y
nadie puede violar un terreno santificado. En cuanto al teatro... tuve
una experiencia muy traumática en 1995, en que prácticamente
vi como un monólogo de mi autoría (‘Electra masacrada’)
se iba reduciendo, según lo dictados de los moralistas que eran
acatados al pie de la letra por una directora que, además de
inexperta, se sentía dueña de mi texto. Después
de aquella monumental pelea en que le arrojé un billete de cien
pesos a la cara a la susodicha (según ella, mis ‘regalías’
por el montaje de la obra durante un mes), me juré nunca más
escribir teatro... pero puedo rectificar...
- Usted en algún momento se ha definido como 'metacrítica'.
¿Podría abundar al respecto?
‘Metacrítica’ llamo a la crítica de la crítica.
Me considero metacrítica porque critico a los críticos
literarios. Les devuelvo el boomerang, en otras palabras. Naturalmente
no a cualquier crítico: hay algunos con los que no me metería
por nada del mundo porque los respeto muchísimo y los considero
mis maestros... pero otros... bueno, no merecen consideración
ni respeto porque ellos mismos no la tienen, ni para con el lector y
mucho menos para con los objetos de su crítica que, por lo general,
son los autores que ellos quisieran ser... o aquellos con quienes les
conviene quedar bien. Y eso no es crítica literaria: es exorcismo
o relaciones públicas.
- ¿Cómo influye sor Juana Inés de la Cruz en lo
que usted escribe?
Influye, principalmente, en mi postura de vida. La leo y siento que
me aconseja sobre cómo proceder en mi vida diaria. De ella tomé
el ejemplo de promover a otras mujeres, a mis precursoras, a mis contemporáneas,
para que no se pierda el hilo mágico y misterioso que nos envuelve.
La heroína de Virtus, que es una niña genio de nueve años,
se llama Juana Inés en su honor... y come queso transgénico
porque no le queda de otra a la pobre...
-El hecho de que Doris Lessing haya ganado la edición más
reciente del Premio Nobel de Literatura ¿indicaría una
real valoración de la literatura escrita por mujeres?
Por supuesto, es algo que debe de llenarnos de alegría a todas
las mujeres pues no sólo se trata de una escritora, sino de una
escritora feminista, condición que hasta hace muy poco era muy
mal vista por la Academia, misma que le regateó el premio a otras
autoras de semejante perfil como Simone De Beauvoir, Lillian Hellman
o Mary McCarthy. Por supuesto, celebro la concesión del Nobel
a Doris, que es una de mis autoras de cabecera, aunque celebré
todavía más el de Elfriede Jelinek, a quien nunca supuse
distinguirían alguna vez con este galardón... y es que
Jelinek no sólo es feminista, sino crítica acérrima
del sistema patriarcal. Otro detalle alentador, es que se redujo considerablemente
el margen entre el premio a Jelinek y a Lessing. Hay que recordar que
después de Nelly Sachs, quien ganó el Nobel en 1966 tuvieron
que pasar casi treinta años para que otra mujer (Nadine Gordimer)
lo obtuviera.
- ¿Por qué sus personajes femeninos suelen mostrar rencor
hacia la figura paterna?
Considero que la inmensa mayoría
de las latinoamericanas de mi generación, las nacidas entre los
60 y 70, todavía padecieron el machismo de su padre, incluso
de su madre... mis protagonistas, como la gran mayoría de nosotros,
tienen conflicto respecto a la figura paterna, pero también hacia
la materna. En mi caso particular conviví poco con mi padre,
y no guardo de él la idea de que sea machista. Pero tuve mi dosis
con un tío que se hizo cargo de mi educación desde los
quince años y actuó como suelen actuar los padres machos:
le pago el Tec de Monterrey a mi primo (que no era su hijo, sino su
sobrino, como yo) y a mí, con trabajos, me pagó una academia
secretarial. Tuve que rascarme con mis propias uñas para llegar
a la universidad.
- ¿Cómo surgió la idea de escribir 'anticuentos
de hadas' (pienso en ‘Ataraxia’ y en ‘Cenicienta Hardcore’,
incluidos en La reina baila hasta morir)?
Surge
de un trauma de la infancia... cuando inició mi afición
a la lectura, alrededor de los 13 años, mi mamá, queriéndome
hacer un lindo regalo, me obsequió la edición de los cuentos
completos de los Hermanos Grimm y de Perrault, de editorial Porrúa,
y yo, emocionada de leer por primera vez mis cuentos de hadas ‘en
letritas’, ya sin muñequitos, me llevé la terrible
sorpresa de que Blanca Nieves, la Bella Durmiente, la Cenicienta y Caperucita
Roja poco tenían que ver con las versiones ortodoxas de Walt
Disney. Blanca Nieves fragua con los enanos una venganza contra su madrastra,
que consiste en cocerla viva... el cuento de la Bella Durmiente no termina
cuando el principe la despierta, sino cuando sus hijos están
a punto de ser comidos por la Bruja... al lobo de la Caperucita tuvieron
que destazarlo para sacarle de adentro a Caperucita y a la Abuela (no
como en la película del Loco Valdés) y las hermanastras
de la Cenicienta llegan al extremo de mutilarse para que la zapatilla
les venga bien. Todo eso sin contar que cuando leí por primera
vez La Sirenita, quedé hecha un mar de llanto... y eso que todavía
no existía la versión de Disney. Los cuentos de hadas
han sido la mayor fuente de pesadillas para mí... y me seduce
esa mezcla de inocencia y perversión que se advierte en todos
ellos.
- ¿Por qué sus heroínas ejercen una sexualidad
poco convencional- por citar algunos casos: Aquamarina en ‘Kundera
dixit’, Beatriz en Cenotafio de Beatriz, Lorna en el ya mencionado
‘Cenicienta Hardcore’-?
La sexualidad de cada uno, hombre o mujer,
heterosexual u homosexual, es totalmente distinta, esto es, anticonvencional.
Tan distinta como nuestras huellas dactilares, por ejemplo. Y la sexualidad
de mis heroínas va de acuerdo con su personalidad e identidad...
y si ellas no son mujeres comunes y corrientes, su sexualidad resulta,
por consiguiente, transgresora.
- Considero que en su novela más
reciente, Virtus, usted apuesta por la hibridación de
géneros, en este caso el narrativo y el ensayístico; asimismo,
aborda el tema de la alienación, tal como su colega bajacaliforniana,
Mayra Luna. Ergo, me parece que con ello se manifiesta plenamente fronteriza,
como lo ha declarado alguna vez.
En
efecto, desde un principio quedó establecido que sería
una novela disfrazada de ensayo. El quid era escribir un ensayo desde
el futuro y ver este desde la perspectiva del pasado. Respecto a lo
que mencionas de Mayra... déjame decirte que es una de las autoras
‘nacidas en los 70’ (lo entrecomillo porque empieza a gastárseme
la legitimidad de dicha clasificación) que más admiro...
y aunque es más joven que yo, es de las que más cosas
me ha hecho descubrir y aprender. Mi escritura, ciertamente, es fronteriza
porque deambula entre dos territorios y se mantiene al borde de ambos,
en el caso de Virtus está la frontera entre ensayo y novela,
la frontera entre novela histórica y ciencia ficción,
la frontera entre la imagen y la palabra, la frontera entre la farsa
y el drama, etc.
Respecto a la alienación: Es un tema que viene obsesionándome
desde hace buen rato y en Virtus se aborda una posible vía
para uniformar el criterio de las masas que es hacerles creer que viven
una realidad maravillosa. No creo que estemos muy lejos de eso: basta
escuchar los spots del gobierno, donde nos describen un México
por completo ficticio. Por desgracia, son pocos los que advierten el
engaño, porque la gente tiende a creer que lo que le dicen en
los medios de comunicación es la verdad absoluta. La gente de
la época en que transcurre Virtus ya no es tan fácil
de convencer... y es entonces que se recurre a la explotación
de las nuevas tecnologías para que los más escépticos
vean y sientan lo que al gobierno le conviene.
- 'El espanto es inherente a la realidad', asevera su protagonista,
Juana Inés. Parecería, entonces, que no hay escapatoria.
Sí la hay, pero como en el caso de la novela, solo queda escapar
hacia dentro de uno mismo. Lo trágico del mundo de Virtus, es
que todo cuanto experimentan los habitantes de esta especie de megalaboratorio,
es maravilloso... pero irreal, y yo me pregunto: ¿hasta qué
punto el mundo tal y como está ahora, no nos juega una mala pasada?
¿Qué precio deberemos pagar a cambio de ese bienestar
que se nos presenta bajo la apariencia de cápsulas, perfumes,
comida rápida, etcétera?
- Usted aclara en la nota a la mencionada obra: 'los políticos
mexicanos son caricaturas de mis personajes'. ¿Podría
ampliarnos esta idea?
Lo que pasa es que algunos de mis lectores-conejillos-de-indias,
se fueron con la finta de que algunos personajes representaban a los
políticos que actualmente nos ‘gobiernan’, por llamarlo
de algún modo... pero no, los políticos de Virtus
son igualmente corruptos pero mucho más inteligentes... incluyendo
al más tonto de todos, que no te digo quien es para no ‘vender’
la trama. Lo que más me alarma de quienes imponen ‘la ley’
no es tanto que sean corruptos, sino que son idiotas... lo suficiente
para creer que pueden robar a manos llenas ante nuestros ojos, al tiempo
que afirman estar apegados a la legalidad. En cierto sentido, vivimos
una sociedad distinta a la de Virtus, pues entre nosotros reina
la incoherencia entre los actos de los políticos y su forma de
proceder.
- Este libro me transmite la sensación de que el mundo vive bajo
perpetuas, sucesivas Inquisiciones.
En efecto: ahora no nos queman vivos, es cierto, pero hay muchas maneras
de destruir a aquellos que no piensan como el poder quiere que pensemos:
ahí están los spots donde exhiben a Andrés Manuel
López Obrador como el nuevo Hitler, por ejemplo. Se supone que
todos debemos considerar que López Obrador es un peligro para
México, cuando los hechos demuestran que el peligro lo representan,
por ejemplo, Mouriño y su extraño poder sobre Calderón.
Son ellos quienes ha optado por militarizar a los estados del norte
de la república bajo el pretexto de que van a la caza de los
narcos... ¿quién es, entonces, más semejante a
Hitler? El caso es que desde hace mucho vengo deseando tocar el tema
de la Santa Inquisición, pero no aquella de Torquemada, sino
su probable equivalente en un futuro no muy lejano... y ante el oscurantismo
de la derecha no me extrañaría en lo absoluto que retornáramos
a las prácticas bárbaras y se persiga a los brujos que,
en este caso, serían los científicos e intelectuales.
(Entrevista realizada el 25 de mayo de 2008)
Fotografía de Ramón
I. Martínez
Nota
1: Premio Nacional Efraín Huerta en 2006, categoría
Cuento.
Nota 2: Premio Concurso
Libro Sonorense en 2006, género Ensayo.
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Para
saber más
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DATOS DE LA AUTORA:
Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México,
1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad
Autónoma de Sinaloa. Narradora. Redactora de www.homines.com
Subdirectora de www.revistaespiral.org
Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos
María Baranda, David Toscana, Cristina Rivera Garza, Andrés
de Luna, Federico Campbell, Anamari Gomís y Antonio Deltoro.
Textos suyos han sido publicados en España, Chile, México,
Estados Unidos, Brasil y Colombia.