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El poder de la memoria: Federico Campbell
Elena Méndez
19/01/2008


Federico Campbell: Un escritor de memoria poderosa.

Federico Campbell nació en Tijuana, Baja California, en 1941. Radica en la Ciudad de México, Distrito Federal. Cursó estudios de Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); y de periodismo en Macallester Collage.

En 1969 fue corresponsal en Washington, Estados Unidos, de la Agencia Mexicana de Noticias. Desde 1977 hasta 1988 se desempeñó como reportero en el Semanario de Información y Análisis Proceso. En 1995 fue becario por la Fundación Guggenheim.

En 1999 fue incluido dentro del Sistema Nacional de Creadores del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). Al año siguiente, obtuvo el Premio de Narrativa Colima para Obra Publicada, otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad de Colima, por su novela Transpeninsular.

Federico Campbell (fotografía de Carlos Méndez)

Su columna La hora del lobo aparece semanalmente en la Revista Milenio y en diversos diarios del noroeste del país.

Ha traducido teatro de William Shakespeare, Harold Pinter, David Mamet y Leonardo Sciascia.

Ha escrito novela: Pretexta o el cronista enmascarado (Fondo de Cultura Económica –FCE-,1979); Todo lo de las focas; Transpeninsular (Joaquín Mortiz, 1983 y 2000, respectivamente); La clave Morse (Alfaguara, 2001); cuento: Tijuana. Stories on the border (The University of California Press, 1994; traducción de Debra Castillo. Contiene Todo lo de las focas y cinco cuentos, entre ellos 'Los Brothers'); Tijuanenses. (Alfaguara, 1997); ensayo: La memoria de Sciascia (FCE, 1989); entrevista: Infame turba (Lumen, 1971); Conversaciones con escritores (Secretaría de Educación Pública –SEP-, 1972); La máquina de escribir (Centro Cultural Tijuana –CECUT-, 1997; donde Hernán Becerra Pino compila las mejores entrevistas que le han sido hechas al tijuanense); antología: El imperio del adiós (Editorial Aldus/ CONACULTA, 2002; donde recopila algunos cuentos y fragmentos de novelas).

La ficción de la memoria. Juan Rulfo ante la crítica (Ediciones Era/ UNAM, 2003; del cual hizo la selección y el prólogo. En este volumen aparecen textos críticos sobre la obra literaria de Juan Rulfo, aparecidos en un lapso de 50 años).

Entre sus temáticas se encuentran la memoria, el carácter efímero del periodismo, el poder, la aviación y el fantasma de la figura paterna. Su estilo es breve, irónico, realista, predominantemente autobiográfico.


Conocí a Campbell en el 2003. En esa ocasión fue invitado a dar una charla en la Escuela de Filosofía y Letras, por considerársele el mejor narrador bajacaliforniano de su generación. Recuerdo que alguien lo interrogó sobre si se sentía parte de los llamados ‘Narradores del Norte’. No pude evitar sentir ternura al escuchar su respuesta: afirmó que se sentía triste cuando lo excluían y extraño cuando lo tomaban en cuenta.

Cuatro años después, supe que vendría a dar un Taller de Novela, organizado por el Departamento de Investigación y Fomento de la Cultura Regional (DIFOCUR). La noticia me alegró, sobre todo porque eso supondría la oportunidad de que por fin respondiese el cuestionario que le había enviado meses antes. Al finalizar la primera jornada de dicho taller, lo abordé, recordándole sobre la entrevista. Me observó con sus enormes ojos verdes. ‘¿Ah, tú eres la de la entrevista?’, ‘Sí', le contesté. Se disculpó, alegando conservar el borrador de sus respuestas. Aclaré que no había problema y le pedí me atendiese en persona, aprovechando su estadía en Culiacán. Era lunes; la entrevista sería el jueves.

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11:30 a.m. Llego a la cafetería del hotel donde Campbell se hospeda. Lo encuentro mientras hace una llamada telefónica. Le doy una palmada en la espalda. Espero a que termine su asesoría con otra de las talleristas, a quien revisa un fragmento de novela. Poco después, me indica que ya puede empezar la entrevista. Nos saludamos cordialmente. Me hace dudar del funcionamiento de la grabadora, al ver mi nerviosismo. ‘Media hora’, advierte. Tiene prisa, orientará a varios alumnos esta jornada, como ha hecho durante toda la semana.


- ¿Todo gran escritor es un melancólico?

No. Hay escritores felices como Paul Claudel. El ser feliz o no ser feliz no tiene nada que ver con el oficio. Es como si me preguntaras: ‘¿todos los carpinteros son melancólicos?’, ‘¿todos los sastres son alcohólicos?’. Lo que sí sucede con los sastres es que casi no fuman porque, como se ocupan de una actividad física, como Gandhi… ¿te acuerdas que siempre estaba moviendo unos hilos?... cuando la gente hace actividades manuales, como el sastre, tiende a ser menos ansioso, por tanto se les olvida fumar, porque se fuma por ansiedad, básicamente, y por adicción a la nicotina. Yo era un tabacómano muy particular, sólo fumaba en la noche, después de la noche, 3, 4 cigarros. Lo cual no era nada bueno, porque me iba a la cama con la nicotina circulando.

La depresión es de orden bioquímico… eso está bastante comprobado… yo tengo un libro, Post scriptum triste, ahí hablo bastante sobre la depresión…

(Afirmo que me interesa mucho ese libro, porque en él se define melancólico…)

No me defino melancólico, sería un poco ridículo. Cursi. A lo largo de mi vida he tenido una tendencia muy fuerte hacia la depresión. Sospecho que todavía. Porque la depresión no sólo consiste en estar triste, sino en estar indiferente. La depresión es la pérdida del deseo, y es la incapacidad de concentración. Por eso uno no escribe, porque no puede concentrarse. Siento que le pasó eso a Juan Rulfo, que estuvo en una caída de la cual nunca pudo regresar. Casi siempre el alcohólico es depresivo. Aunque no soy un especialista en el tema, aunque tengo la impresión por lo que he oído… en el caso de mi padre [Nota 1], que sí era un hombre muy depresivo y padeció de alcoholismo. Tanto que lo llevó al final.


- ¿Cómo incide lo autobiográfico en su narrativa?

Igual que en cualquier escritor. En todos los escritores: narradores, poetas… es imposible prescindir del elemento autobiográfico, porque sería como prescindir de la propia identidad personal. Un escritor no es una computadora que escribe sola. La memoria del escritor es una memoria humana. Luego entonces es una memoria cargada de congojas y de emociones.


- ¿Cuál es su libro menos autobiográfico?

Federico Campbell (fotografía de Carlos Méndez)Tal vez Transpeninsular. Aunque en ella traduzco mucho mi indecisión entre el periodismo y la literatura. El personaje es un periodista, un escritor de viajes que se debate entre la imaginación de la literatura y la información del periodismo. Es la historia de un viejo periodista, retirado ya, que se da cuenta a los cincuenta y tantos años de que no se atrevió, cuando joven, a apostarle al camino de la fantasía y de la imaginación que supondría la literatura, entonces se fue por el espejismo del periodismo, y durante 20, 30 años, se negó a sí mismo esa vocación, o a lo mejor no la tenía muy fuerte. Pero lo cierto es que este personaje, ya sobre los 60 años, se pone a hacer un recuento de su vida y se pregunta si no cometió un ‘error de navegación’ existencial al tenerle miedo a su vocación literaria de los 20 años y al entregarse a las labores de la información. La verdad es que haberse dedicado al periodismo significa para él una frustración, por eso está en crisis, porque a los 60 años se da cuenta de que el periodismo no se concretó en nada: no escribió ningún libro y las palabras se las lleva el viento o se escurren de las manos como arena… Entonces él está en esta disyuntiva y por eso se pone a buscar a un amigo muerto hace 40 años en La Paz, Baja California Sur, que es Fernando Jordán, a quien aparentemente asesinaron o se suicidó… yo siempre me he quedado con la sospecha de que fue asesinado, que es lo mismo que pensaba su hermana Elena Jordán, porque ella estuvo en La Paz cuando fue a recoger el cadáver y no se lo dejaron traer. Hubo actitudes muy extrañas por parte de las autoridades de Baja California Sur…


- ¿Pero se sabía que tuviera enemigos?

No, no especialmente… en primer lugar, no era un periodista de denuncia muy fuerte, lo cual podía haber sido delicado en los años 50, cuando el régimen priista era más intolerante y más paranoico… parece ser que él tuvo un enamoramiento con una señora casada, y probablemente por esa razón lo mataron.


-¿A qué atribuye su fascinación por la mafia?

Federico Campbell (fotografía de Carlos Méndez)Yo no tengo ninguna fascinación por la mafia… tengo interés por las relaciones entre crimen y poder… el crimen organizado es, en el fondo, un fenómeno de relación con el poder establecido… no hay crimen organizado que no sea una colusión entre delincuentes y policías, o entre criminales y representantes del Estado… entonces eso es lo que me ha interesado: las relaciones de poder entre política y delito, que van juntas… y no sabría medir si es peor ahora que antes… a lo mejor siempre ha sido así, desde los Médicis en Florencia… el crimen siempre ha sido algo consustancial al poder, como se ve en las tragedias históricas de Shakespeare, como en Ricardo III y en otra obra que no es histórica pero está referida al poder es Macbeth… el escenario termina siempre regado de sangre, lleno de cadáveres por la lucha por el poder… en los últimos años en México y en el mundo entero ha aumentado el poder financiero informal del narcotráfico, y esto ha alterado los indicadores económicos… los gobiernos no saben muy bien cuál es su situación económica porque hay mucha información no contabilizada que no entra a las estadísticas porque proviene de la economía criminal, que es informal, clandestina, que facilita mucho la inversión de dinero ilegal, especialmente en la industria de la construcción… por eso en México prolifera la construcción de edificios, sobre todo en las playas: Puerto Vallarta, Cancún… porque una de las formas más efectivas de lavado de dinero es la construcción. Yo creo que no sólo en México, también en Chile, en Centroamérica, en Colombia… en Estados Unidos se hace, sobre todo, a través de la banca privada. Hay una relación muy perversa entre el gobierno de los Estados Unidos y el de México respecto al narcotráfico. En el fondo, lo condonan mucho porque el flujo de dinero procedente de la economía criminal aliviana mucho las tensiones sociales producidas por la desigualdad económica. Por eso los gobiernos se hacen un poco de la vista gorda. Porque, por un lado, la economía criminal les permite bajar la tensión social y por otro lado es un negocio muy lucrativo, en el que sólo hay sangre en el traslado de la mercancía de un lugar a otro, pero no hay sangre en el lavado de dinero, por ejemplo, ya sea en la industria de la construcción o en la banca, y lo que les preocupa al gobierno de Estados Unidos y al de México es el aspecto del negocio, es decir, del transporte, en el que sí suele haber derramamiento de sangre.


- De qué manera influyen Leonardo Sciascia y Luigi Pirandello en usted?

Caricatura realizada por Federico Campbell De ninguna manera… los cito y todo, pero eso no quiere decir que yo tenga influencia… las influencias se traducen en el modo en el que uno escribe una novela, y las novelas que yo he escrito no tienen nada que ver con esos dos autores sicilianos… lo que pasa es que a mí me han interesado por muchas razones… he escrito un libro sobre Sciascia, que se llama La memoria de Sciascia

Cuando tenía 20 años viví un verano en Sicilia, en el 62, y tuve una experiencia feliz: la historia del primer amor, que sucede en todos los seres humanos, y que a la postre resulta ‘tu último amor’, tu único amor… como dice García Márquez: ‘tu primer amor fue tu último amor’… y luego, a lo largo de la vida, siempre me interesó volver a Italia, y en el año 85 me propuse ir a conocer a Leonardo Sciascia en Palermo y así fue, así lo conocí, y escribí un libro sobre él y nos hicimos amigos… y todo lo que ha tenido que ver con Sicilia y con Italia y con Sciascia han sido cosas felices… el principio del placer del que habla Freud consiste en repetirlo; por eso si yo tuve una experiencia de felicidad en Sicilia a los 20 años, el impulso natural en mi vida posterior hasta los 40, 46 años, que es cuando fui a ver a Sciascia, es repetirlo; tú quieres repetir esa experiencia…


(Nos queda un minuto –me apura, aunque apenas vamos a la mitad…)


- ¿En qué forma logra complementar su vocación periodística con la literaria?

De ninguna manera. Yo soy de los que piensan que el periodismo no tiene nada que ver con la literatura; son dos lenguajes distintos, y la actitud del escritor ante el texto es distinta… En el periodismo la relación es muy distante y muy impersonal, mientras que en la literatura, en la novela, la relación del escritor con la escritura es profundamente personal.


- Usted declaró, en entrevista a Ariel Ruiz Mondragón [Nota 2] : 'Soy un novelista frustrado porque carezco de imaginación literaria. Me cuesta mucho escribir porque no tengo la inventiva literaria'. ¿Por qué definirse así?

Porque soy muy improductivo. Yo tengo problemas de concentración muy grandes (en efecto: mientras responde, traza autorretratos caricaturescos en una servilleta de papel, con su pluma fuente). Toda la vida los he tenido. Me parece un milagro haber publicado más de diez libros, es incomprensible, porque entre las cualidades de mi inteligencia, la más débil es la capacidad de concentración. Está la memoria, la atención, la concentración como funciones de la mente… me cuesta mucho fijar la atención en algo durante mucho tiempo, concentrarme en un trabajo durante horas, muy pronto me disperso. Y eso ha traído como consecuencia mi improductividad literaria: yo no escribo una novela desde el año 2002, no he vuelto a publicar, y a veces pienso que ya no podré seguir haciéndolo.


- ¿Qué rol jugaría su pasión por el cine dentro de su obra?

Yo no tengo ninguna pasión por el cine, simplemente me gusta, soy un espectador más, y como cualquier persona sensible ante la narración, me interesa la narración cinematográfica. Tal vez la influencia sea de orden inconsciente en cuanto a la introducción de algunas imágenes de las cosas que uno narra.


- ¿Por qué le interesa tanto hablar sobre la memoria?

Porque la memoria es nuestra identidad personal. La persona es la memoria. Y una de las cosas que más me ha conmovido en la vida es la enfermedad del Alzheimer. He visto a un amigo en Huatabampo… lo más triste del Alzheimer es que primero se muere la persona y luego el cuerpo… porque la persona es la memoria, la memoria es la identidad personal, entonces pienso que es una de las cosas más importantes lo que está descubriendo la nueva neurobiología, que nos está informando sobre el funcionamiento de la memoria y sobre los deterioros irreversibles del Alzheimer… y por otro lado pienso que en la capacidad distorsionadora reside el secreto de la creación literaria.


- ¿Cómo se explicaría usted el silencio de grandes autores como Juan Rulfo y Arthur Rimbaud, tras crear libros definitivos para la literatura universal?

Hay el caso de algunos escritores que renuncian a la escritura por convicción estética, porque ya no tienen nada que decir y ya no tienen ningún deseo de decirlo, y también porque se les fue su juventud, y resulta que ser joven es tener una mayor capacidad de ilusión, y eso se pierde con la edad; entonces también es probable que Juan Rulfo haya dejado de escribir porque dejó de ser joven y ya no tenía las motivaciones que suele tener un joven como el deseo de reconocimiento, de fama, de figurar… entonces probablemente se quedó sin esas motivaciones porque muy pronto se convirtió en un hombre mayor.

(Hasta aquí la dejamos –propone. Nada más nos falta una, insisto-.)

- El escritor Álvaro Enrigue [Nota 3] afirma que debería ‘matarse’ a Rulfo, en cuanto a la excesiva influencia que ejerce en los autores mexicanos actuales, particularmente en los norteños. ¿Qué opinaría usted al respecto?

Yo tengo la impresión de que no existe esa gran influencia de Juan Rulfo porque no la veo…

(Le digo que yo noto dicha influencia en el caso de autores como Eduardo Antonio Parra y Élmer Mendoza, quienes confiesan tenerla. Incluso este último hizo su variación sobre Pedro Páramo en su novela Cóbraselo caro…)

Nadie tiene una sola influencia… te influyen innumerables escritores, el habla de la ciudad en la que vives, tus amigos, lo que lees en los periódicos… ¿Cómo puedes decir que alguien tiene influencia de Rulfo y no tiene influencia de Faulkner? Por lo demás, la noción de influencia en la literatura ya no quiere decir nada. Es un concepto un poco ocioso que no quiere decir ni significa nada, no explica nada y no tiene la menor importancia.

¿Qué aburridas son las entrevistas, verdad? –remata, mientras ya hay una tallerista más esperando su asesoría. Son las 12: 12


(Entrevista realizada el 15 de noviembre de 2007)

Fotografías de Carlos Méndez


Nota 1: situación familiar fue plasmada en su novela La Clave Morse.

Nota 2: La entrevista puede consultarse en: www.lainsignia.org

Nota 3: Nacido en la Ciudad de México en 1969. Autor de las novelas La muerte de un instalador (Joaquín Mortiz, 1996) y El cementerio de sillas (Lengua de Trapo, 2002); y de los libros de cuentos Virtudes Capitales (Joaquín Mortiz, 1998) e Hipotermia (Anagrama, 2006). Fue seleccionado como uno de los 39 narradores latinoamericanos menores de 39 años más destacados de Latinoamérica para participar en Bogotá 39.


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Para saber más

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DATOS DE LA AUTORA:

Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México, 1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Narradora. Redactora de www.homines.com Subdirectora de www.revistaespiral.org Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana Cristina Rivera Garza, Andrés de Luna y Anamari Gomís. Escritos suyos han sido publicados en España, Chile y México.