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El final de la serie House
Mario Rodríguez Guerras
22/10/2012


La serie de televisión House ha terminado con un final que tiene más de simbólico que de realista por lo que se presta a un análisis.

En el último capítulo de la serie se habla del interés del doctor por los enigmas, lo que indica un interés del protagonista por buscar la verdad pero lo hace de una determinada manera, mediante la lógica.

También se indica que Willson ha sido una especie de conciencia moral de House quien, aunque nunca ha demostrado un interés especial por ajustarse a ella, acepta que puedan existir ciertas pautas éticas que guíen nuestros actos, y la moral le interesa para analizar el valor de tales ideas.

  El actor Hugh Laurie como Dr. Gregory House  El actor Robert Sean Leonard como Dr. James Wilson

Wilson, enfermo, acepta la muerte. Pero, si Wilson representaba los valores morales, su muerte significa la muerte de la moral que, por ser una muerte aceptada, revela la desaparición, en la mentalidad de House, de los valores morales al quedar derrotados en su enfrentamiento con la necesidad propia de los fenómenos.

Pero la muerte de Wilson resulta una paradoja pues morirá por cáncer siendo él mismo un oncólogo que ha tratado y salvado a muchos pacientes que sufrían esa enfermedad. El dolor representa, en la serie, el fenómeno de la existencia la cual se haya repleta de vicisitudes que la ponen constantemente en peligro de desaparecer y el ser viviente se ve obligado a superar constantemente las numerosas adversidades que surgen para poder mantener su fenómeno.

Esta necesidad produce la contradicción existencial. Constantemente House nos recuerda que la existencia no se muestra con tanta dignidad como parece tener la imagen que hemos formado en nuestra mente de tal idea. House se enfrenta al dolor de su pierna y lucha contra él con su vicodina para anularle aunque ello suponga desmerecer la idea hombre, lo cual nos indica que House acepta su existencia. De hecho, pese a la tentación del suicidio, como idea metafísica o, quizás, como diría Schopenhauer, por evitar las situaciones que ofrece la vida y no la vida misma, House acepta la vida con todos sus inconvenientes y vive, a diferencia de lo que hace Wilson que, honrando de forma equivocada la grandeza de la idea, no soporta su manifestación si esta no alcanza la forma perfecta que la idea exige.

El fenómeno Wilson sucumbe por no ajustarse al ideal pero, de esta forma, se pierde el mismo ideal que deseaba proteger puesto que su conocimiento solo es posible a través de los fenómenos concretos en los que se manifiesta.

  

Tal consideración no lleva a House a negar los ideales sino a superarlos, de la misma forma que no niega los defectos de la vida puesto que, también, los soporta. La búsqueda de la verdad que hace House indica que estas consideraciones, en la medida que fuera, ya las había hecho y que se había propuesto buscar respuestas en otro terreno que parecía superior, en el de la razón. Pero ese camino que tanto prometía, pues muchas eran las loas que le habían cantado los grandes sabios del pasado, resultó ser más vacío que la vida en sí, ya que la vida era la cosa y la lógica solo podía dar razón de ella.

House, entonces, queda liberado de todo compromiso, se libera así de los ideales, de lo coyuntural y de la necesidad de respuestas, ‘comprende’ que todo es relativo, circunstancial e interesado y, dado que la vida requiere una manifestación y, a pesar de que, desgraciadamente, resulte vulgar a su misma idea, ve la necesidad de emplearla como medio para permitir que la fuerza que origina esa idea logre su objetivo, en su caso, a través de él mismo, y, siendo él fenómeno consciente de ese fundamento, anhela, con deseo primordial, ser.

Pero cuídense de emplear esta filosofía reservada para quienes han superado todos los conocimientos quienes los han despreciado. Estos no podrían sino sucumbir bajo el peso de las dudas y disfrutarán de feliz existencia con la simple apariencia de conocer.