sumario
palabras
contacta
 


Historia de la Literatura Chilena Muerta (con nombre y apellido)
Carlos Labbé
29/10/2007


ROBERTO BOLAÑO
Nocturno de Chile
Editorial Anagrama
Barcelona, 2001

Más acá de la estrategia publicitaria que usa la muerte como materia de la Historia de la literatura chilena –ni siquiera para rescribirla en capítulos, sino para agregar uno que otro renglón a ese párrafo sin puntos aparte–, en cada lectura la novelística de Roberto Bolaño se sacude, se rasca, gruñe, viviente en sus propias discordancias. Bolaño primero fue un nombre más de aquella lista larga de escritores ilegibles porque se les comenta antes en otras lenguas que en Chile, detrás de la Mistral, Donoso, Droguett, Emar y Huidobro. Luego el periodismo creyó que lo entendería en las ácidas opiniones sobre el medio literario nacional que anotaba especialmente para ellos, en vez de darse el trabajo –el gusto– de leer Los detectives salvajes; que ese autor estuviera vivo interfería con la lectura de sus libros. En Nocturno de Chile, Bolaño se pregunta con nosotros sobre el dilema de que la voz de cierta prensa resuene con tanta profundidad en un país cuya caja de resonancia aparentemente es tan reducida –‘si no apareces en El Mercurio no existes’, me dijo alguna vez un editor–, y suscribe estratégicamente la antigua tradición grecolatina, inglesa, francesa y castellana del escritor satírico para denunciar ante el lector que el periodismo –ese índice del mundo que miente al querer ocultar o trasparentar a aquella persona que anota, en vez del índice mismo– difícilmente comprende la literatura. Para pedir por favor que no lo lean más en revistas y en necrológicas, sino en sus libros. Estratégicamente, añade su nombre a una imaginaria Historia de insolentes escritores muertos (Plauto, Swift, Larra, Flaubert) cuya risa adolorida se escucha en una estantería lejana, aunque simétrica en su posición con respecto al lugar que en una biblioteca cualquiera ocupa la Literatura Chilena.

Nocturno de Chile aborda el delirante recuerdo que hace el cura y crítico literario Sebastián Urrutia Lacroix en su lecho de enfermo. Este recorrido biográfico está repleto de juicios –para nada velados, para nada interpretables– a nuestra historia política y literaria reciente, en un juego cuya primera regla es la sustitución de los nombres del relato por nombres de personas en carne y hueso: personajes de sí mismos, prendidos a su propia prédica, estos periodistas –Omer Emeth, Raúl Silva Castro, Alone, Ignacio Valente, la historia de la crítica literaria chilena– serán narrados por la desmesura moral de los actos de sus vidas, y no por la íntima justicia de una lectura compendiada de sus críticas de prensa. Pero el juego de referencias es la virtud más pasajera de todo buen polemista; la resonancia de Nocturno de Chile es consecuencia del ritmo de su prosa, que no deja libre al lector hasta la explosión escatológica de la última página. En el contrapunto que se produce entre la progresiva disminución de la fiebre del narrador Urrutia Lacroix y el aumento de la temperatura de los hechos que nos cuenta, Bolaño vuelve a torcer el curso de la discusión sobre periodismo y literatura, sobre qué es lo que se puede decir: los más inimaginables horrores suceden en la vida y no en las novelas, señala; pero estas personas vivieron leyendo, escribiendo, rezando. Debe haber una manera de contar la literatura chilena –y a Bolaño– más allá de la mueca, del delirio, del monólogo interior, de la muerte.


__________________________

DATOS DEL AUTOR:


Carlos Labbé (Santiago de Chile, 1977).- Se licenció y obtuvo un Magíster en Letras, mención literatura. Es guionista de cine y televisión, crítico literario y editor. Dirige la revista electrónica Sobrelibros.cl. Compiló la antología Lenguas (dieciocho jóvenes cuentistas chilenos) (J. C. Sáez Editor, 2005) y es autor de las novelas Libro de plumas (Ediciones B, 2004) y Navidad y Matanza (Periférica, 2007), además de la hipernovela Pentagonal: incluidos tú y yo (www.ucm.es/info/especulo/hipertul/pentagonal). Como músico publicó el disco solista Doce canciones para Eleodora (Birdsong Netlabel, 2007); ha formado parte de las bandas Ex Fiesta, Tornasólidos y, actualmente, del dúo Monicaco.