Gótico es el convencional nombre
que el historiador italiano del siglo XVI, Vasari, dio al estilo que
como consecuencia de la evolución del románico, imperó
durante los tres últimos siglos de la Edad Media. Para él
y sus contemporáneos, el arte gótico era producto de los
godos y sinónimo de bárbaro e inculto. En realidad, es
uno de sus elementos. Hay quienes lo consideran un arte que se interpuso
entre la grandeza clásica y el Renacimiento. Cronológicamente
comprende desde finales del siglo XII, hasta entrado el siglo XVI y
sobrevive sin dejar de evolucionar hasta enlazar con su resurrección
romántica en el siglo XIX. Fue el Romanticismo el que da un sentido
positivo a este arte al entusiasmarse por todo lo medieval. El arte
gótico constituye una realidad multiforme con contrastes muy
acusados entre unas y otras zonas de Europa occidental.
El comienzo de la arquitectura gótica
se debe al Abad Suger, constructor de la Iglesia de San Dionisio,
a unas cuatro millas de París. Surge así, en el norte
de Francia, en 1140. Sólo aquí y en la Toscana, Italia,
se detecta una unidad en todas las artes constituyendo los modelos góticos
principales que irradian al resto de Europa. Así, el gótico
francés del norte se extiende a lo largo del siglo
XIII por Alemania, Inglaterra y España.
Mientras que el toscano, a Europa
central, parte de Francia y España.
La opción por uno u otro modelo, surge de la propia clientela,
movida por el prestigio y el carácter de vanguardia que representara
una u otra tendencia en distintos periodos. También influía
en la elección, la oferta que hacían de sus obras los
artistas itinerantes en ciudades alejadas de su sitio de origen.
Los siglos XII y XIII son de profunda transformaciones en lo económico,
político, social y cultural, con un importante crecimiento demográfico.
Afirmación de las monarquías nacionales, desarrollo de
una nueva clase social, la llamada burguesía, y la aparición
de la economía monetaria y de cambio.
Se ha dicho que el arte de las catedrales
góticas es un fenómeno fundamentalmente urbano o burgués.
Pero tal argumento no surge sólo de que en la construcción
de estos edificios tengan cada vez más influencia los laicos,
sino porque nunca hubiera sido posible realizarlas sin la riqueza de
las ciudades. El extraordinario florecimiento que experimentan estas
en este siglo, es consecuencia de la riqueza generada por la actividad
comercial y la industria artesana. Hay también cambio en el ámbito
de las religiones. La popularidad que tiene la orden del Cister se traslada
a otras como la Franciscana, fundada por Francisco de Asís, y
la Dominica, fundada por Domingo de Guzmán. Lo importante es
que la atracción que tiene en el siglo XII los Cistercienses
entre los fieles, se traslada ahora a los Franciscanos y Dominicos.
Estos últimos se instalan en las propias ciudades, al contrario
que los Cistercienses, con el doble objetivo de predicar el evangelio,
los Franciscanos, y luchar contra la herejía, los Dominicos.
Una y otra órdenes defienden un ideal de pobreza absoluto.
Las ciudades, así, no sólo
se van a convertir en centros económicos, sino que van a ser
centros culturales perdiendo los monasterios el control de la actividad
intelectual, que pasa primero a las Escuelas Catedralicias
y un siglo después, a las Universidades. Son
estas escuelas catedralicias las que van a contribuir a los cambios
de actitud y mentalidad góticas. De entre las escuelas catedralicias,
la escuela más importante fue la de Charter, dominada por un
humanismo católico de corte racionalista, que, entre otras cosas,
planteó interpretar la naturaleza según leyes racionales.
Para el neoplatonismo implícito
en el pensamiento cristiano desde antiguo, todas las cosas materiales
participan de las cualidades divinas y por ello la contemplación
de la belleza material o de la luminosidad de los objetos, nos permiten
elevarnos al conocimiento de Dios, por cuanto Dios era la belleza absoluta
y la luz por excelencia. Estas ideas fundamentan el ideal estético
del Abad Suger y justifican, por ejemplo, la presencia de las vidrieras
de colores de las iglesias y del oro y la plata en los objetos de culto.
Otro fenómeno que caracteriza
al gótico, es la aparición de una cultura laica, consecuencia
de la secularización del saber y del ascenso e influencia de
la burguesía. Esta cultura laica influye en la versión
más humana y asequible, más popular y menos dogmática
de la religión. Explica además las modificaciones que
se experimenta en estos dos siglos a nivel iconográfico. Se pretende
destacar la parte más humana de Cristo y de la Virgen, para hacerlos
más accesibles y semejantes al público que los contempla.
También en la iconografía profana se producen cambios,
exaltándose los ideales caballerescos.
No todo el transcurrir de los cuatro siglos es crecimiento demográfico
y económico. Del optimismo de los siglos XII y XIII se pasa a
una desaceleración de la economía y descenso de la población.
La fecha de 1348 es cuando más arrasa la epidemia de peste a
casi toda Europa, que pierde un tercio de su población. También
hay otro acontecimiento importante, la Guerra de los 100 años
que involucra a Francia y a Inglaterra. Uno y otro suceso marca un cambio
en los siguientes tiempos, con respecto al optimismo de los siglos XII
y XIII.
La gran crisis del siglo XIV, conduce a una religiosidad íntima,
individual y de contenido más emocional. Es la época en
el que se afirma el sentido de la muerte. Esto tiene su reflejo en la
iconografía. Son muy frecuentes las danzas macabras, las guadañas.
Se afirma también el goce y el disfrute ante lo efímero
de la vida y esto influye así mismo en la pintura.
En
la Arquitectura Gótica, que es lo que mejor le define, aparecen
novedades. Entre ellas está el arco apuntado u ojival
formado por dos segmentos de círculos. Su utilización
supone una serie de ventajas. Como los dos segmentos que los forman
se apoyan mutuamente, el arco apuntado resulta más seguro que
el de medio punto. Su mayor verticalidad hace que las presiones laterales
sean menores que la que ejerce el arco semicircular. Quizás de
las ventajas que aporta el arco apuntado, la más novedosa es
que tiene dos centros, lo cual permite que no exista la relación
forzosa que se origina en el de medio punto, entre su ancho y la altura.
Con un mismo ancho en un arco apuntado puede conseguirse, según
las necesidades constructivas, alturas diferentes. El arco apuntado
indica esfuerzo y dinamismo.
Una vez que se complica la arquitectura
gótica, el arco apuntado se convertirá en otros arcos
más complejos. Aparecen el arco conopial (arco
muy rebajado con una contracurva en la clave) y el carpanel
(arco trazado mediante varios arcos de circunferencia que son tangentes
entre sí y con las líneas de mocheta o jambas), el Tudor
(arco de cuatro centros interiores que rematan en ángulo), en
Inglaterra, y el mixtilineo (que presenta un intradós
formado por líneas mixtas, guardando una perfecta simetría).
La bóveda de crucería
o de ojiva, otra novedad, está formada por dos arcos
apuntados que se cruzan en diagonal. Estos arcos reciben el peso de
la bóveda y lo transmite a cuatro puntos. En realidad lo que
hace el arquitecto gótico es descomponer la bóveda en
dos elementos. Por una parte, los arcos, que son las ojivas
entrecruzadas y los plementos, y el arco fajón
que constituyen el esqueleto de la bóveda. Sobre este patrón
se van introduciendo novedades que van enriqueciendo su traza. Así
la bóveda sexpartita, así llamada por los seis plementos
en que resulta subdividida, las llamadas de terceletes y estrelladas,
de gran valor decorativo.
Las columnas adosadas van perdiendo
su personalidad y se van haciendo más finas y apuntadas como
delgados baquetones. Los maestros góticos para resolver el problema
de la gran elevación del templo y crear interiores luminosos,
inventan un sistema revolucionario y oponen a la fuerza viva de la bóveda
la otra fuerza no menos viva de otro arco, el arbotante o botarel,
que va desde la bóveda de ojiva al muro de la nave inmediata,
sin quitar luminosidad al ventanal abierto en el muro de la nave de
la cual contrarresta. El arbotante conduce además el agua de
la lluvia de las bóvedas y la boca suele terminar decoradas con
figuras animadas que son las gárgolas.
Pero el arco ojival, la bóveda
de crucería y los arbotantes, no es lo que representan íntegramente
a la arquitectura gótica. Casi diríamos que lo mejor que
la distingue es una diferencia de orden estético. La verticalidad,
el impulso ascensional, el ascetismo y la sensación de esfuerzo.
Hay también un sentido estético ante este arte, si bien
el arte gótico es más complicado que el románico,
como más complicada es la sociedad que refleja.
El desarrollo y aceptación
que alcanza el Gótico, no es igual en todos los países,
pero podemos distinguir las siguientes etapas. Una PRIMERA ÉPOCA,
desde 2ª mitad del siglo XII y siglo XIII llamada del Gótico
Clásico. Una SEGUNDA EPOCA, siglo XIV y 1ª mitad del siglo
XV, conocida en Europa con el nombre de Gótico Internacional,
y una TERCERA EPOCA, 2º mitad del siglo XV, llamado del Gótico
Flamígero o Decorativo.
En el interior la diferencia entre las iglesias del siglo XII y las
del XIII, reside en la manera de articular la nave central. De la segunda
mitad del siglo XII es la iglesia con tribuna.
En el siglo XIII y primera mitad
del XIV se suprime esta, quedando tres niveles, arquerías, triforios
y ventanales. A finales del siglo XIV se suprimen los triforios y el
muro se va eliminando ganando espacio la zona de ventanales y adquiriendo
mayor luminosidad con abundancia de rosetones que tiene una decoración
semejante a los radios de una rueda.
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Texto basado en los apuntes de clase de la asignatura Medieval II
impartida por el profesor Rafael Sánchez-Lafuente Gémar,
Profesor Titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad
de Málaga en 1996.
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DATOS
DE LA AUTORA:
Remedios García Rodríguez, Profesora
de Educación, Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid
(1968), Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia
de Salamanca (1969), Master en Psicología por la UNED de Madrid
(2000). Inspectora de Educación en las Autonomías de Euskadi
y Andalucía desde 1980. Redactora de Homines.com.