Como precedente inmediato del arte
griego han de considerarse las manifestaciones artísticas que
se desarrollan con anterioridad en torno al mar Egeo, en las islas Cícladas
y tierras aledañas. Allí, a partir del IV milenio a.C.
coetánea a la cultura egipcia y mesopotámica, se consolida
una gran civilización basada en el poder marítimo, que
sienta las bases del futuro arte griego, frente a los conceptos del
arte del Antiguo Oriente. Dicha civilización es llamada cretomicénica,
por tener en Creta y en Micenas, sus
centros más importantes. Se inicia hacia el 2700 a. C. y desaparece
de forma súbita a mediados del siglo XIII a. C., al invadir la
península griega los pueblos dorios, procedentes del Norte. Es
entonces cuando llega la llamada edad oscura de la que en torno al año
1000 a.C. nacerá la cultura griega.
Civilización cretense
El primer foco cultural de la cultura prehelénica, fue la isla
de Creta. Más tarde se extendería a las demás islas,
a la zona continental y por las costas de Asia Menor.
La cultura desarrollada en Creta entre
2100 y 1450, aproximadamente, fue denominada minoica por su descubridor
Sir Arthur Evans, evocando el mito del rey Minos, y con él, la
legendaria hegemonía de Creta en el ámbito del Egeo, es
decir, de la futura Grecia. Los cretenses fueron los fenicios del segundo
milenio antes de Cristo. Sus barcos, cargados de mercancías,
surcaban todo el mediterráneo. De ahí el extenso viajar
de sus influencias artísticas.
Frente a la pobreza del mundo griego,
Creta estaba viviendo un periodo de lujo y esplendor, debido a su prosperidad
en materiales y a su talasocracia o dominio del mar. Su posición
estratégica le permitía ser el centro de las rutas comerciales
del mediterráneo oriental. Tal posición privilegiada le
facilitó servir de puente entre el mar Egeo, Asia Menor, Siria
y Egipto, que a su vez, aportan a la isla un baúl lleno de influencias
orientales que dieron luz a la oscuridad que la primitiva Grecia vivía.
Fueron los cretenses la placa giratoria entre oriente y occidente. Dentro
de la rigidez militar de aquel territorio, la vida cretense está
perfumada por un placentero sentido de libertad, anunciando a Grecia.
Su cultura será heredada por el mundo griego al ser conquistada
la isla por los micénicos.
La cultura cretense es conocida gracias
a las excavaciones de Sir Arthur John Evans que excavó durante
cuarenta años la isla, y a las escrituras descubiertas y descifradas
que nos aportaron numerosos datos.
Al parecer, se han dado en Creta tres
tipos de escrituras.
Un tipo utiliza una serie de signos pictográficos representando
objetos, como cabezas, manos, estrellas, encontrados en sellos de piedra
y en barras de arcilla. Es el tipo más primitivo de escritura.
La segunda clase o prototipo, también
utiliza signos pictográficos, pero reducidos a simples trazos,
con finalidad desconocida. Se cree que utilizó en Cnogsos y en
otras partes de la isla. Este tipo de escritura se denomina ‘Lineal
A’, tal como la llamara Evans. Se escribe de izquierda a derecha
y la encontramos impresa en objetos de piedra y bronce. Un ejemplo es
el disco de Phaistos o Festos
[Nota 1] que se lee
en espiral y está realizado en terracota.
El tercer tipo es la llamada ‘La lineal B’, no se ha llegado
aún a saber cuando sustituye a la ‘Lineal A’, sólo
se han encontrado ejemplos de tablillas en Cnogsos. Es menos elaborada
que la ‘Lineal A’, por lo que se cree que las dos pudieron
derivarse de otra escritura antigua desaparecida, semejante a la jeroglífica,
pero independiente de esta. Aparece en materiales perecederos como el
cuero, la madera, el papiro, aunque las notas más importantes
se tomaban en tablillas de barro.
La arquitectura minoica
se desarrolló a partir de varios centros de poder y de control
económico que existieron en la isla. Centros administrativos,
grandes palacios, residencias nobiliarias, villas o aldeas. El Palacio
es la construcción más representativa y desarrollaba una
función militar, religiosa y económica.
El desarrollo de la cultura y el arte minoico tuvo lugar a lo largo
de los dos periodos de vitalidad de estos palacios.
El primero, al que se le llama protopalacial
o de los primeros palacios, fue el de la aparición
de estos núcleos y de la caracterización elemental de
su arquitectura y de las demás manifestaciones del arte cretense,
cuya producción estaba ligada a los talleres palatinos. Hacia
1700 a. C. se produjo una brusca interrupción de toda actividad
en la isla, durante la cual los palacios fueron destruidos. La recuperación
comenzó hacia 1550 a.C. Fue rápida y dio lugar a una etapa
mucho más brillante que la anterior.
El segundo periodo es el palacial
o de los segundos palacios, que representó
la madurez de la cultura y de las expresiones artísticas minoicas.
El elevado grado de civilización
que alcanzó rápidamente la Creta Minoica se debió
a su contacto con las culturas avanzadas que abarcaban a la isla en
el Mediterráneo oriental. Pero su producción artística
se encuentra en las antípodas de los principios que prevalecían
en Egipto, en Mesopotamia o en sus áreas periféricas,
con las que los cretenses mantenían una relación habitual.
El arte minoico introdujo en la historia del arte, valores distintos
a los del orden, regularidad y jerarquización. La espontaneidad,
la expresividad y el dinamismo se manifestaron como posibilidades de
expresiones alternativas. Sin duda, la sociedad que las propugnó,
fue también muy distinta de sus vecinas.
En general, los palacios se sitúan
en lo alto de una colina, orientados de Norte a Sur. Todo el edificio
está en función de un enorme patio central, principio
ordenador, rodeado de típicas columnas cretenses, más
estrecha por su base que por su cabeza. El patio era el punto de arranque
a partir del cual se yuxtaponían aglomeradamente las unidades
arquitectónicas. La función del patio era religiosa y
civil. En él se celebraban grandes fiestas para torneos deportivos,
donde los muchachos se enfrentaban a un toro y hacían acrobacias
sobre él.
En el interior se aglutinaban dependencias oficiales para ceremonias
religiosas y administrativas, y otras para la vida privada de príncipes
y sacerdotes, además de almacenes y talleres. Poseían
dos o tres plantas que se comunicaban a través de unas escaleras
que era el foco de luz y ventilación. Los muros, de mampostería
reforzados con madera formaban una estructura sólida y elástica
para soportar los seísmos. Las solerías, de alabastro,
y las paredes cubiertas de pinturas al fresco, era un aditamento esencial
de esta peculiar arquitectura. Pinturas en bandas, ondas, espirales,
motivos naturales o simples manchas informes de colores brillantes,
anulaban los límites racionalmente ortogonales del interior de
las habitaciones de los palacios, al independizarse de la forma geométrica
de su contenedor.
En el exterior no mostraban fachadas sino que los muros presentaban
entrantes y salientes, de una habitación a otra. A veces había
patios exteriores para celebraciones y funciones teatrales. Eran como
grandes laberintos, dentro y fuera, hasta límites indeterminados,
puesto que no existía un perímetro que enmarcara el edificio
y en el que se destacara los accesos al interior, que, por el contrario,
quedaban engullidos por la compleja variedad de volúmenes que
configuraban el exterior del palacio.
Es evidente que la cultura minoica no invoca el mundo de la razón
sino al de los sentidos.
Quedan pocos palacios cretenses, ya
que fueron destruidos, no se sabe exactamente cómo, aunque existen
las hipótesis de que fueron los Hicsos o bien los terremotos
naturales, frecuentes en la isla, la causa de su desaparición.
Lo que sí se sabe con precisión es que tras su caída
se abrió paso, y con gran actividad, la cultura micénica
(1450 a.C.). Importantes son las ciudades palacios de Cnosos, Festos,
Hagia-Triada y Mallia. El palacio de Cnosos, del siglo
XVI-XV a.C. fue el mayor y más rico de la isla.
Otras construcciones fueron las villas
nobiliarias, las casas y las aldeas. Las primitivas casas aparecen
gracias a las primeras poblaciones de Cnosos. Eran chozas hechas de
madera. Más tarde de barro y ladrillos secados al sol, sin cimiento
de piedras. Hubo una evolución que desembocó en las villas
nobiliarias que eran palacios en miniatura y sin patio central. Cumplían
la misma función económica y constaban de enormes habitaciones,
incluso algunas, decoradas con pinturas al fresco.
Las villas rurales eran casas con cierta calidad, con
aparejo de doble sillares, muros de mampostería y recubiertas
de estuco, con suelo de losas y con balcones.
Las ceremonias de culto eran realizadas en cuevas, en templos al aire
libre, pero sobretodo, dentro del palacio. Esta arquitectura la conocemos
principalmente por los exvotos, ya que actualmente quedan pocos ejemplos.
De la arquitectura funeraria
existen diversos tipos. Tumbas excavadas en las rocas. Tholos
o cámara funeraria, con falsa bóveda. Tumbas o edificios
de forma rectangular, con diversas habitaciones como una vivienda. Criptas
o complejo de habitaciones, donde se deposita el ajuar junto al enterramiento.
La tumba templo o conjunto en el cual se accede a un patio abierto al
fondo donde se abre una cripta sostenida por dos pilares y la cámara
sepulcral.
Troya fue otro de los tres grandes hogares de la civilización
prehelénica. Los poemas homéricos hablan repetidamente
de Troya. Hay quienes la consideran una leyenda. La ciudad fue sucesivamente
reconstruida. La sexta reconstrucción corresponde a la ciudad
destruida e incendiada en el famoso sitio. Era amurallada, teniendo
sus puertas y torres edificadas con piedras sin desbastar. La casa era
el mégaron. Había primeramente un vestíbulo que
conducía a una sala alargada, en cuyo centro se encontraba el
hogar para el fuego. Circunstancialmente, detrás aparece otra
pieza, dormitorio o thalamos. La guerra acabó con Troya pero
de aquí pasó el mégaron a Grecia.
Civilización micénica
La civilización micénica
se desarrolló entre el 1400 y el 1200, aproximadamente a.C. Tuvo
como focos principales los palacios que se erigieron en diversos puntos
del continente y que, como en Creta, constituía centros políticos
y económicos de un territorio bajo su control. Esta cultura no
se refiere solo a Micenas sino a la zona del Peloponeso y a otras ciudades,
como Atenas, en Atica, o Pilos, en Micenia que fueron edificadas por
los aqueos, y Tirinto. Micenas sirvió para dar nombre a esta
cultura de la Hélade.
El arte micénico demuestra
la profunda influencia que la Creta minoica ejerció sobre el
continente desde el momento del esplendor de la isla. Sin embargo, la
arquitectura, lejos de emparentar a las dos culturas del Egeo, las diferencia
con rotundidad. Los palacios y las tumbas familiares se oponen netamente
a los planteamientos y a los valores de las construcciones minoicas.
Una rigurosa disposición de espacios, monumentalización
de la zona culminante del palacio o de la tumba, es la base de estas
obras.
La arquitectura
micénica es de carácter militar, urbano y funerario. El
habitat se sitúa en lo alto de una colina para una mejor defensa,
rodeada de murallas construidas con enorme bloques de piedras sin tallar,
colocadas unas sobre otras en seco, como la muralla de Tirinto. Se accede
por empinadas rampas a través de entradas monumentales. Sobre
el dintel de la entrada se sitúa el triángulo de descarga
formado por aproximación de hiladas de piedras. Además
de las puertas principales hay otras entradas generalmente más
reducidas que son unas entradas en embudos para su mejor defensa. Se
ve que vivían pendientes de amenazas norteñas, que, en
efecto, acabaron con el poderío micénico. La acrópolis
o ciudadela, donde está el palacio, tiene su propio sistema de
defensa, a base de otros recintos amurallados interiores.
El palacio es un edificio cerrado que se organiza en
un eje longitudinal. La parte principal es el megarón,
punto central que preside la construcción palaciegadel y germen
del templo griego posterior. Su fachada destacaba, amplia y singular,
al fondo de un patio porticado. A través de prodomos o vestíbulo,
se accede a las demás habitaciones. A él se llegaba por
el propileo o puerta monumental. Los Propileos, o puerta monumental
con columna, patio y fachada tenían la función de subrayar
la importancia del edificio, símbolo del poder, en el palacio.
La habitación principal o salón del trono está
centrada alrededor del hogar, rodeado por cuatro columnas, tomadas del
modelo minoico, que sostienen el piso superior y una abertura de salida
de humos y el pozo de luz.
El suelo es de tierra batida de gran calidad. Su acabado incluía
la pintura de motivos geométricos y algún que otro animal
estilizado de cuadrículas, al modo de los actuales suelos de
terrazo. Las paredes de mampostería con sillares en las esquinas
y algún zócalo, están armadas con postes de madera.
Los paramentos se recubrían con estucos y eran decorados al fresco
con cubierta de carpintería y techo plano.
Las casas son generalmente de un piso aunque en algunas
se han encontrado muestras de escaleras de subida, dispuestas ordenadamente
y en graderías, con calles anchas y escalinatas que unen unas
partes con otras.
Las ciudades-palacios micénicas de mayor importancia: Micenas
y Tirinto
Micenas, según el poeta Homeroera la
ciudad de 'las anchas calles', 'rica en oro', fue residencia de grandes
reyes de la Grecia prehistórica. Esto viene a ser confirmado
por los arqueólogos que opinan que Micenas constituyó
el centro de la primera civilización avanzada griega. Su época
de esplendor se situa entre 1400 y 1100 a.C,
fecha en la que fue invadida por la civilización doria.
Micenas se levanta sobre una colina, y su acrópolis tiene una
forma casi triangular. Aunque parte de las construcciones, del palacio
y un tramo de la muralla son del año 1400, a.C. según
las placas de loza egipcia con el sello de Amenofhi III, la mayor parte
de los restos, corresponde al año 1250 a.C., fecha en la que
se realiza la Puerta de los Leones, al ampliar las
murallas. Se construyó con grandes bloques rectangulares, con
aristas redondeadas y perfectamente ajustadas. En la puerta, dos enormes
jambas sostienen el dintel.
Una vez traspasada la puerta,
a un lado queda el cuerpo de guardia, el círculo A de tumbas
y toda la barriada de casas y talleres. A través de la escalinata
se llega a la acrópolis. Aquí había un patio por
donde se entraba a una habitación de culto, a un lado, y el megarón
quedaba enfrente.
En el lado noroeste de la ciudad, dentro de las murallas, se situababa
un grupo de casas y la entrada a la llamada fuente de Perseia, que constituía
un túnel de 104 escalones que conducía a una pequeña
alberca.
De la ciudad de Tirinto, al igual que sucede
con Micenas, sólo han quedado restos de la ciudadela. Está
situada sobre un espolón rocoso que apenas sobresale de la llanura
circundante. La ciudad se edificó sobre restos de la población
anterior. En palabras de Pausania, la ciudad estaba hecha de enormes
bloques sin tallar tan grandes que ni si quiera dos mulas lograrían
mover los más pequeños. Según la leyenda fue
fundada por el mitológico Proteo.
La construcción de esta
ciudad palacio se hizo por etapas, a partir de 1350 a.C. mediante sucesivas
ampliaciones de murallas que muestra una ingeniería tremenda
en su afán por ser inexpugnables. En la ciudadela residían
los príncipes micénicos y sus allegados, mientras que
en los talleres vivían los artesanos a pie de la acrópolis.
El patio, con pórtico de columna en tres de sus lados, en el
cuarto resalta la fachada del mégaron, que aparece como edificio
principal de la ciudadela. El megarón es de planta circular con
un pórtico de dos columnas entre las prolongaciones de sus muros
laterales, llamadas antas, un vestíbulo y una amplia estancia
al fondo llamada domos.
La civilización micénica era de tipo feudal, ensalzada
en 'La Iliada' por Homero. Fue eminentemente guerrera y comerciante.
Desarrollaron sus actividades comerciales en el Mediterráneo
oriental, Egipto y litoral del mar Negro. Entre el 1.200 y el 1.100
a.C. otros invasores indoeuropeos, los dorios, aniquilaron estas ciudades
y tomaron el timón de la historia griega.
Bibliografía
- BIANCHI Bandenelli, R. y Paribeni,
E.: El Arte de la Antiguedad Clásica, Akal, Madrid,
1985.
- CHARBONNEEAUX, J. Martin, R. Villard, F.: Col. El Universo de las
formas, La Grecia Arcaica, 1969.
- COTTERELL, Arthur.: Historia de las civilizaciones Antiguas,
Editorial Crítica, Barcelona.
- GOMBRICH, Ernest H.: Historia del Arte, Alianza Editoria,
Madrid, 1988.
- PIJOÁN, José.: Summa Artis. Historia del Arte, vol.
IV, Madrid, Espasa Calpe, 1931.
Para
saber más
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DATOS
DE LA AUTORA:
Remedios García Rodríguez, Profesora
de Educación, Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid
(1968), Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia
de Salamanca (1969), Master en Psicología por la UNED de Madrid
(2000). Inspectora de Educación en las Autonomías de Euskadi
y Andalucía desde 1980. Redactora de Homines.com.