Claude Monet llegó a acumular
gran cantidad obras de artistas contemporáneos, pero apenas las
enseñó, ni tampoco habló de ellas. Solo lo hizo
en 1924, dos años antes de su muerte en una conversación
con el escritor Marcel Tendron, que trabajaba en un libro sobre él,
donde dijo: “Yo también tengo mi colección. Durante
mucho tiempo tuve que contentarme con ver esos cuadros de paso, porque
no podía comprarlos. Pero soy un egoísta. Mi colección
es solo para mí… y para algunos amigos. La guardo en mi
habitación, alrededor de mi cama”.
La exposición del Museo Marmottan de París expone ahora
este aspecto desconocido de su vida, la de coleccionista. La muestra
ha conseguido reunir gran parte de esa colección, en la que pueden
verse lienzos de Delacroix, Manet, Caillebotte, Pissarro,
Rodin, Signac, Toulouse-Lautrec,
Cézanne o Renoir. Reunir estas piezas no ha sido nada fácil,
tal y como explicó Marianne Mathieu, conservadora jefa del museo
y comisaria de la muestra, “ha sido casi una investigación
policial”. “Tras la muerte del pintor, su colección
quedó desmembrada. Muchos de los cuadros que la integraban fueron
vendidos por su hijo”. Sobre todo las piezas más cotizadas,
como los Corot, los Renoir o los Cézanne. Lo que le quedó,
lo legó íntegramente al morir en 1966 al museo Marmottan,
que alberga el mejor fondo mundial de la obra de Monet.
Otro obstáculo con el que se
han encontrado ha sido la desaparición de la lista de obras que
formaban parte de la colección. Desapareció en 1940 en
el bombardeo de los archivos notariales donde se guardaba durante la
Segunda Guerra Mundial. Por lo que se tuvo que empezar casi de cero,
“Revisamos inventarios previos, correspondencia privada, catálogos
de subastas y artículos de prensa”, explica la comisaria.
Mathieu, junto a Dominique Lobstein, historiador del arte, han dedicado
más de tres años en realizar un nuevo inventario, localizando
las obras y tramitando préstamos que muchos daban por casi imposibles.
Lograron cerrar un listado de 125 obras, que forman parte de colecciones
públicas y privadas. La muestra ha conseguido concentrar 77 de
ellas. Proceden de instituciones como el Museo de Orsay, la National
Gallery de Washington, el Moma o el Metropolitan de Nueva York. Hay
que destacar el préstamo del Museo de Bellas Artes de San Francisco
que ha cedido La argelina, exuberante retrato de Renoir. Por su parte,
el Museo de Arte de Sao Paulo ha accedido a ceder El negro Escipión,
un impresionante óleo de Cézanne.
La muestra también reúne obras que, hasta ahora, se desconocía
que formaban parte de la colección de Monet. Este es el caso
de una pequeña escultura de Rodin que se ha hallado en una colección
privada francesa, y que se expone ahora en público por primera
vez. En el reverso, cuenta con una dedicatoria que confirma su procedencia:
“Al gran maestro Monet. De su amigo, Rodin”.
El recorrido
refleja las distintas etapas con las que se fue haciendo la colección.
Monet formó su colección en tres tiempos. Primero con
los regalos de otros artistas, luego con los intercambios entre colegas
y finalmente con las compras cuando ya era un pintor famoso y adinerado.
Las primeras salas recogen retratos familiares regalados por otros pintores.
Destaca la única representación de Monet con su esposa,
Camille, obra inconclusa de Manet. Posan en el barco-taller en el que
el artista vivía y trabajaba; o el retrato que le realizó
Carolus-Duran,donde lo inmortaliza con un sorprendente uniforme militar.
También pueden verse las donaciones de su amigo Caillebotte,
como unos crisantemos testimonio de su afición conjunta a los
jardines, o 'Campesinas plantando ramas' con que Pissarro pagó
parte de un préstamo que le concedió Monet para que construyera
su casa. También figuran dos pequeñas esculturas eróticas
de Rodin.
Cuando tuvo suficientes medios para empezar a comprar obras, se decidió
por sus maestros: acuarelas del romántico Delacroix, pero también
pequeños formatos de Jongkin y Boudin, considerados precursores
del impresionismo por haber sido de los primeros en pintar al aire libre.
Después, se centró en Renoir y Cézanne .“En
esas obras busca una mirada complementaria. Compra cuadros de quienes
tienen las mismas preocupaciones pictóricas, aunque encuentren
soluciones diferentes a las suyas. En toda la colección no hay
una sola obra que se parezca a lo que hace Monet”, asegura Mathieu.
Sin embargo, su curiosidad no fue más allá, en la colección
no hay ni rastro del cubismo, el fauvismo, y todavía menos del
dadaísmo.
En definitiva, esta muestra permite conocer los gustos y debilidades
de este genial pintor francés, a través de su colección
secreta de la que poco se conocía hasta ahora.
Monet coleccionista (Monet
collectionneur)
Musée Marmottan Monet
2 rue Louis Boilly, 75016 Paris, Francia
Desde el 14 de septiembre de 2017 hasta el 14 de enero de 2018
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