Nació un 6 de enero de 1873
en Barcelona, en la casa número 7 del carrer de la Ciutat. El
matrimonio formado por Ignasi Mir i Dussol e Isabel Trinxet i Casas,
tuvieron tres hijos, Joana, Pilar, y Joaquim. El padre tenía
en el mencionado carrer un negocio de botones, hebillas y artículos
para la sastrería y la mercería, y quería que su
único hijo varón continuara con su negocio al que él
le había dedicado tanto esfuerzo. Envió a Joaquim al colegio
de Sant Miquel de la Roda de Sant Pere, pero Joaquim no se mostró
muy interesado por los estudios. Intenta que obtenga el titulo de bachiller,
pero no lo consigue al igual que tampoco consigue sacarse el peritaje
mercantil. Tan sólo pensaba en dibujar, tanto es así que
llegó a ser duramente castigado por dibujar unos garabatos con
la punta de un clavo en su pupitre, ya empezaba a sentir el arte.
Tal vez por azar, quien sabe, coincidió
en el mismo colegio con otro joven chaval tampoco aplicado en los estudios
como él y que compartía su misma afición por dibujar.
Este chico se llamaba Isidre Nonell. Juntos iniciaron su aprendizaje
artístico, para seguir después unas carreras paralelas
hasta que el tifus truncó finalmente la prometedora trayectoria
de Isidre.
Al igual que en el caso de Nonell, Mir tuvo que enfrentarse a una dura
oposición familiar para dedicarse a su autentica vocación,
como le había ocurrido a Santiago Rusiñol o tantos otros
artistas catalanes surgidos de la clase burguesa.
Según parece, uno de los primeros
óleos que pinta fue un paisaje de Vilanova, realizado un verano
cuando tenía quince años. Su familia le permitió,
en un principio, que pintara en sus ratos libres, incluso le incentivaron
comprando el material para que trabajase, eso si, entendido su arte
como un pasatiempos de juventud. Joaquim que no estaba ni mucho menos
negado para el comercio, intentaba aprovechar el mayor número
de horas para pintar. Sin dejar de lado el trabajo familiar, empezó
a pintar con regularidad para perfeccionar su estilo, también
con permiso familiar se inscribió en la Academia de Arte privada
de Lluís Graner, donde también fue a parar Nonell. La
influencia de Graner, quien pensamos, empezó a impartirle clases,
es patente en las primeras producciones de Mir. Tras pasar unos años
de los que guardaba un buen recuerdo Mir, decide ingresar en la Escuela
Oficial de Bellas Artes de Barcelona, esto fue en 1893 o 1894.
Sin miedo decidió pasar la dura prueba de ingreso que consistía
en pintar del natural un modelo masculino desnudo, en un plazo de treinta
días. Mir lo terminó en tres o cuatro, de forma espontánea,
centrándose en lo importante, dejó los pies y las manos
sin sin hacer, ya que entrañaban una mayor dificultad y él
no era muy buen dibujante. Para gran sorpresa suya y mayor de sus compañeros
de prueba, fue admitido.
Pero la euforia duro poco, pronto
se aburrió de la Escuela y de su ambiente reclusivo y, junto
a un grupo de amigos empezaron a salir a la calle a pintar paisajes
suburbiales de Barcelona, y a los "tipos" que allí
se encontraban. Este grupo lo formaron Isidre Nonell, Ramón Pichot,
Ricard Canals, Juli Vallmitjana, Adrià Gual y Joaquim Mir, y
se les conoce como La Colla del Safrà. El nombre le
viene por el color amarillo y anaranjado predominante en sus obras.
El 23 de abril de 1896, participaron en la III Exposición de
Bellas Artes e Industrias Artísticas, Mir acudió a ella
con dos obras tituladas L´hort del rector y Venedor
de taronges, pero la aportación colectiva de este grupo
no pasó desapercibida, como ejemplo de ello el escrito realizado
por Raimon Casellas, critico de La Vanguardia, al que le llamó
la atención de aquel grupo el hecho que:
"El evangelio de la luz intensa,
el credo del paroxismo solar, es el que profesan, con una cierta uniformidad,
los entusiastas jóvenes llegados últimamente a la vida
del arte. Mir con el esplendoroso Hort del rector, Nonell con el vaporoso
Paisaje de Sant Martí, Pichot con su japonizante campo de hortalizas,
Riera con sus doradas arboledas, Canals con sus niñas a pleno
sol, Sardà con su luminoso pintar, Sunyer con su patio refulgente,
Sans con una muchacha en la soleada playa, todos aspiran a cantar,
en ardorosas estrofas, el himno de la luz".
En esta época la Diputación
Provincial adquirió una obra suya, Mir tendría unos veintiún
años, a los veintitrés obtiene una tercera medalla, en
una exposición oficial celebrada en Barcelona y una mención
honorífica en otra exhibición de ámbito estatal.
Todo esto era un triunfo, su familia se sentía orgullosa de Mir
y de su pintura por lo que le otorgaron mayor libertad para que pudiera
dedicarse a su verdadera vocación.
El 13 de junio de 1897 era inaugurado
en Barcelona, Els Quatre Gats, un punto de reunión de
pintores, músicos y literatos, y a la vez un local para espectáculos
poco corrientes, a la manera del Chat Noir y otros cabarets
de Montmartre. El aire bohemio, a imitación de la atmósfera
de París, tenía su nombre, su local, su moral, y naturalmente
sus antagonistas, los artistas católicos del Cercle de Sant
Lluc, con Gaudí entre sus miembros. También poseía
sus publicaciones y su sala de exposiciones, la Sala Parés, de
la calle Petrixol. En este contexto, las enseñanzas académicas
o tardorománticas de la Escuela Oficial, llamada Lonja, no satisfacían
plenamente los requerimientos de los jóvenes artistas que tenían
un horizonte muy claro: París, y todo lo que allí pasaba
en los últimos años del siglo. Pitxot, Canals, Nonell,
Clará, Junoy, Casanovas, Manolo, Gargallo, Casagemas, Picasso,
y otros amigos y contertulios, habían dejado la ciudad para respirar
los nuevos aires de la capital francesa. Otros como Rusiñol,
Casas, Utrillo ya habían vuelto. Parecía que el paso por
París era absolutamente necesario para cualquier tipo de posibilidad
creativa. Mir sin embargo nuca estuvo en allí.
Joaquim Mir decididamente inmerso en
la profesión artística, se encuentra muy cómodo
en el hostal de Pere Romeu y bien pronto se convirtió en uno
de sus clientes habituales. Por eso no es de extrañar que Mir
participara pocos días después de haberse inaugurado el
local, en la exposición de Dibuixos" i d'estudis a l'oli
fi d'alguns pintors parroquians, que había organizado Pere
Romeu.
En el periodo que va desde 1897 hasta
1901, Mir realiza una abundante producción gráfica, dibuja
las viñetas para la cubierta de Culs-de-llántia,
así como los grabados intercalados en el texto, y algunos dibujos
a carboncillo y tiza; y un gran número de dibujos que aparecen
en la publicación satírica L´Esquella de la
Torratxa y en la revista Hispania. Todo ello sin abandonar
la pintura al óleo. Mir se había propuesto superar el
éxito alcanzado con L´Hort del rector, y un día
incierto de 1897 o de 1898, entra en el recinto de las obras del templo
Expiatori de la Sagrada Familia y pide permiso a Antonio Gaudí
para poder pintar una tela de grandes dimensiones, en la cual se vea
al fondo la construcción que se estaba erigiendo. El gran arquitecto
aceptó cortésmente, pero con una cierta indiferencia.
Le llevó tiempo concebir la composición definitiva, ya
que realizó varios esbozos de prueba, también fue aconsejado
por Antoni Caba y por Rusiñol, a cerca de algunos aspectos de
la obra. Pero el comentario que le calo mas hondo fue el del futuro
obispo de Vic, el doctor Josep Torres y Bagues que, al contemplar la
obra con sus gruesas gafas de miope, dijo que parecía la catedral
de los pobres. Esta frase le agrado al pintor y la utilizó como
titulo del cuadro al presentarlo en la IV Exposición de Bellas
Artes e Industrias Artísticas de Barcelona, el 23 de abril de
1898. Acabada la exposición, el cuadro fue colocado en la sala
principal de Els Quatre Gats hasta que fue comprada por Benet
Soler i Vidal.
Tras esto, se trasladó a Madrid,
para presentarse a la beca de la Academia de Bellas Artes Española
en Roma, que no consiguió. Durante su estancia en la capital
frecuentó a menudo el Museo del Prado, no solamente para admirar
sus obras, sino también para hacer algunas copias, una de ellas
una infanta de Velázquez, la conserva Mir hasta su muerte.
A fines de 1899 Mir embarca junto a
Rusiñol y su familia hacia Mallorca. Entre 1900 y 1906 vivió
en la isla, con algunos viajes esporádicos a Barcelona y Madrid
para exponer su trabajo. Fueron años de gran intensidad creadora.
En contacto con una naturaleza prácticamente virgen, en la que
manda el sol y la luz, Mir libera toda su carga patetista y temperamental.
Se ha llegado a hablar de Simbolismo para aludir a esta importante cantidad
de telas sin más protagonistas que las rocas y el agua, las grietas
o los acantilados donde se desvanece la espuma del mar. Mir pintaba
según su temperamento, su instinto y la traducción cromática
de la realidad física que él captaba sin mitificar o interpretar,
sino tal como lo veía.
Captaba el color casi en estado puro, y en ese momento lo aplicaba en
forma de manchas perfectamente perfiladas y sobrepuestas ocupando toda
la superficie de la tela. Tendía a eliminar los elementos de
referencia espaciales y de profundidad, en una primera fase, para disolver
el color y la forma, con lo que obtenía fusiones ricas en color,
pero incomprensibles en cuanto al tema. Pero esto no le valía
el calificativo de impresionista, a pesar de haber trabajado siempre
en contacto con la naturaleza.
Mientras estuvo en Mallorca, vivió
alejado de la compañía humana, incluso se separó
de Rusiñol para poder pintar en solitario; acomodado en lo alto
de los acantilados, entre el cielo y el mar, pintaba las noches y el
interior de las cuevas; ni un rostro humano ni intento alguno de inventar,
reinterpretar un paisaje, que a los ojos de su hiperdotada retina, se
presentaba en su estado puro, cargado de colores brillantes a la luz
de todas las horas del día, multiplicándose en su contacto
con la superficie del agua.
Un amplio conjunto de obras mallorquinas constituyó su primera
individual en octubre de 1901 en la Sala Parés de Barcelona,
saludada por la crítica como un acontecimiento, hasta el punto
que en Alfredo Opisso escribía en La Vanguardia del
16 de octubre de 1901:
Esta es la Exposición Mir,
que deja hondamente conmocionado, por poco que uno se fije en cada
obra. En ella se ve el paisaje elevado a una altura raras veces vista.
Es la impresión espontánea, el reflejo de una impresión
en un alma. ¡Cuán inmensa distancia desde el paisaje
clásico, y cuánta superioridad sobre el paisaje romántico!
Poético como Rusiñol, el pintor del sunt lacrymae rerum,
Mir se complace en las deslumbrantes reverberaciones del sol en su
máximum de color; sus cuadros vibran con las oleadas de luz
que los atraviesa y de su paleta privilegiada brotan chispas que inflaman
los horizontes y brasas que resbalan sobre el azul del mar, como lluvia
de fuego.
Y he ahí como un pintor impresionista puede dejar reducidos
a la categoría de telas sordas, falsas y pueriles las mejores
obras pintadas según los principios..... académicos.
Ello es que con Mir tenemos ya al paisajista que necesitábamos;
que forme es-cuela, y no habrá porque envidiemos anuestros
vecinos de allende el Pirineo con sus Monet y sus Renoir.
Pero en 1907, Mir se estaba recuperando
de un importante descalabro físico, en abril de 1904 un grave
percance, una caída poco explicada, tal vez propiciada por problemas
pasionales, obligó al pintor a regresar a Cataluña y,
a la larga, a ingresar en el Instituto Psiquiátrico Pere Mata
de Reus, donde permanecería casi dos años (enero de 1905-octubre
de 1906). Este hecho conmovió, puesto que Mir empezaba a ser
popular, pero no sorprendió demasiado, y, sobretodo no perjudicó
el interés que despertaba la obra del pintor, que fue el mismo
o incluso mayor que en la etapa anterior, ante las telas que había
pintado en Mallorca, como La cala encantada o La Cava verda.
La primera exposición individual
no sólo fue el descubrimiento de un pintor y su modo de hacer,
sino también de un determinado paisaje. A partir de este momento
Mir "descubrirá" paisajes. Mostró a los paisajistas
que le siguieron, a parte de la técnica, los diversos aspectos
y las posibilidades del paisaje de Cataluña. Ya no será
necesario ir a Francia, el campo de Tarragona, Reus y sus pueblos pobres,
secos y desconocidos dieron lo mejor a la producción de Mir (periodo
1907-1919), con infinitas variedades de grises, rosas y amarillos aplicados
en forma de manchas; las tierras rojas del Vallés permitieron
un cambio de tono (periodo 1913-1919): los paisajes son ahora monumentales,
menos poéticos, predominando la vegetación y el agua que
refleja los verdes, los sienas, los azules, carmines y tierras de los
elementos materiales. Del Vallés a Caldes de Montbui constituye
una etapa intermedia (periodo 1919-1921).
Pero una circunstancia personal sacó a Mir de la humedad de Caldes
para llevarle a un lugar donde la luz se equilibra y donde el paisaje
llano, sembrado de viñas se acerca al mar. En 1921, la siempre
protectora madre del artista halló una feliz solución
a la pertinaz soltería del pintor en la persona de María
Estalella, hija de un prócer y comerciante de Vilanova i La Geltrú,
con la que se casó el el 17 de agosto de ese año. Mir
se estableció en una mansión del barrio de esta localidad
a partir de 1925, mas concretamente en el número 1 de la calle
de Sant Josep. Su nueva vida contribuyó a consolidar tanto su
situación personal como su obra pictórica. Se hizo querido
y popular y no tuvo otra preocupación que seguir descubriendo
y pintando los paisajes de Cataluña.
En su carrera de madurez, ya estilísticamente
muy equilibrada, realizó numerosas exposiciones individuales
en Barcelona, en la Sala Reig (1921), Galeries Laietanes (1923, 1924)
y Sala Parés (1923, 1925, 1928, 1930, 1933, 1934, 1936), en Madrid
(Salón Nancy, 1924); en Reus (Centre de Lectura, 1928); en Valencia
(Círculo de Belles Artes, 1932) y en Bilbao (Sala Arte, 1936).
También participó en exposiciones colectivas importantes
de Madrid; Ámsterdam (1922); Pittsburgh (1924, 1926 y 1931);
Washington; Filadelfia y París (1925), entre otras.
A pesar del espíritu inocente del pintor, que sólo pretendía
pintar, la naturaleza de sus obras y el atractivo y simpatía
de su persona le situaron en un insospechado índice de popularidad
y responsabilidad, hasta el punto de ser considerado el pintor catalán
por excelencia, víctima de su idiosincrasia y representativo
de los sentimientos populares y nacionales de Cataluña.
Fue elegido académico de Sant Jordi en 1931, y aún participaría
en algunas otras exposiciones internacionales de interés (Oslo,
1931; Venecia, 1932 y 1934; Ámsterdam, 1933; Buenos Aires, 1934),
aunque su presencia en el mercado internacional nunca sería relevante.
Aunque sus paisajes fielmente ofrecidos a la contemplación del
público, eran sistemáticamente adquiridos ya en sus exposiciones,
ya en su casa de Vilanova. De sus desplazamientos daba noticia la prensa
local y la especializada.
Cuando en 1934 la Sala Parés celebró su primer cincuentenario,
Mir fue elegido para la exposición de homenaje, que se le tributó
como el más representativo de los pintores catalanes. Pero tal
vez el titulo que más popularidad le dio y tuvo mayor resonancia
en el sentimiento colectivo fue el de "pintor de la Virgen de Montserrat",
es decir, pintor no sólo del paisaje que encierra el monasterio,
sino también punto de mira y aglutinador de sentimientos y voluntades.
Durante la Guerra Civil, su actitud discretamente favorable a la legalidad
republicana le valió un breve pero traumático encarcelamiento
al advenimiento del franquismo (1939), golpe moral del que no se recuperaría
y, libre ya, tras una última campaña pictórica
en Gualba, moriría poco después, el 27 de abril, fiesta
de la Virgen de Montserrat, de 1940, al tiempo que en Madrid la Sala
Vilches tenía abierta una exposición individual suya.
Su entierro constituyó un acto multitudinario.
Considerado
como el más importante paisajista catalán,hasta el punto
de definir el paisaje casi como una actitud, su nombre está en
la base de la confusión entre pintura de paisaje y pintura impresionista.
Perteneciente a la segunda generación del modernismo catalán.
"Hombre joven, barbudo, melenudo, vestido casi como un obrero:
pantalones de pana anchos, elástica debajo de la chaqueta y un
sombrero cónico, como un arlequín. Mir era un protestante
de todo y de todos, pero tenía cierta simpatía de hombre
salvaje. Parecía un verdadero pirata." Así vio y
describió Pío Baroja en su Galería de tipos de
la época a este pintor catalán que bajo ese barbudo aspecto
escondía una fuerte sensibilidad hacia la luz, el color y la
naturaleza, y era a la vez uno de los corazones más tiernos,
inocentes y puros en su aspecto humano, que dieron pie a numerosísimas
anécdotas que nos han servido para conocerle y para hacer de
él uno de los personajes más populares y queridos de la
Cataluña anterior a la guerra civil.
Referencias
- BAROJA, Pío (1945). Galería
de tipos de la época Desde la última vuelta del camino
IV. Caro raggio editorial.
- FONTBONA DE VALLESCAR, Francesc. Joaquim Mir Trinxet, en Real Academia
de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico http://dbe.rah.es/biografias/12837/joaquim-mir-trinxet.
- OPISSO, Alfredo (16 de octubre de 1901). Exposición Mir en
el Salón Parés. La Vanguardia. http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1901/10/16/pagina-4/33396662/pdf.html.
- VAZ-ROMERO TRUEBA, Oriol y ALSINA-GALOFRÉ, Esther (2016). Joaquim
Mir y la tienda de juguetes: microhistoria de un retrato Arte, Individuo
y Sociedad, vol. 28, núm. 1, Universidad Complutense de Madrid.
https://www.redalyc.org/pdf/5135/513554408008.pdf
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Ampliado y reeditado el 25/02/2021
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DATOS DE LOS AUTORES:
Susana Hermoso-Espinosa García (Málaga,
España) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad
de Málaga, y Master en Museología por la Universidad de
Granada. Tiene una amplia experiencia profesional en diversas instituciones
y empresas culturales. Directora de la Revista Científica de
Estudios Histórico Artísticos SUMA. Es fundadora y directora
del portal de Arte y Cultura Homines.com.
Marc
Montijano Cañellas (Vic, Barcelona, España), artista visual
y performer, es también un destacado investigador. Doctor en
Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Experto en Organización
y Gestión de Empresas Culturales, y Postgrado en Gestión
Cultural por la Universitat Oberta de Catalunya. Tiene una amplia experiencia
académica y profesional en diversas instituciones y empresas
culturales. Sus principales líneas de investigación en
la actualidad son: el arte de acción, con especial atención
a los trabajos realizados en España y Latinoamérica; el
estudio de los procesos creativos y el desarrollo del proyecto; y el
papel de las nuevas tecnologías en la difusión y autonomía
del arte actual.