La gestión cultural como tema
de investigación presenta una serie de valores de incuestionable
importancia en el mundo actual en el que nos encontramos. Es evidente
que el ámbito que rodea al mercado artístico y a su gestión
cultural haga que se planteen cuestiones diversas, entre ellas una,
a mi parecer, fundamental: ¿Dónde se encuentran todos
aquellos referentes femeninos vinculados históricamente a este
sector?¿Por qué no son referentes evidentes y representativos
en la evolución cultural de nuestro país?¿Por qué
no son parte de la materia didáctica de los profesionales?
La falta de consideración por parte de los cronistas a la hora
de transmitir los hechos verídicos en los que la mujer era partícipe
de esta forma de poder, -la cultura-, fue lo que me llevó a considerar
necesario una vuelta al pasado, como medida de entendimiento conocer
el posicionamiento de la mujer española en este sector, tal vez
como base para poder entender posteriormente el papel actual de la mujer
en el sector cultural, y concretamente en el mercado artístico,
llevándonos, por tanto a un intento de recuperación de
parte de la memoria histórica de nuestro país.
Desde comienzos de la Hispania Romana, pasando
por la época medieval, la Ilustración, Guerra Civil hasta
nuestra actualidad, intentaré demostrar cómo la concepción
opresiva de la mujer sumisa, recluida en su ámbito doméstico
como única forma de expresión libre, será relativamente
‘imprecisa’. Las mujeres han encontrado desde siempre, la
manera de destacar en las múltiples facetas que un ser humano
pueda tener, no sólo desde el campo de la literatura o el arte,
-algo tan intrínsecamente ligado a la sensibilidad femenina-,
sino en campos científicos, tecnológicos o expedicionarios,
llegando a destacar en las crónicas coetáneas a sus vivencias.
Por lo tanto, quizás el problema venga concretamente de los cronistas
posteriores a tales acontecimientos, no del intento de ocultación
de dichas personalidades femeninas de la época por parte de cronistas
coetáneos.
Si comenzamos el recorrido, partiendo
de la Hispania Romana, podremos retomar figuras relevantes
dentro del panorama económico, ritualista o religioso y político,
las cuales ejercerían una magnífica gestión de
su entorno. Dentro del panorama económico, encontramos mujeres
patronas, gestoras de su patrimonio individual, como Viria Acte;
sacerdos o flamínicas, como Cornelia Severina o mujeres
procedentes de familias senatoriales, imperiales o patricias, como Gala
Placidia, y Junia Rústica. Todas ellas conseguirían
proyectar públicamente la imagen de la mujer como potencial activo
social, mediante la adopción del evergetismo masculino, promocionando
la imagen de mecenas, servidora del Imperio Romano.
Esto conllevará un importante
cambio en el roll y en el estatus social femenino, tanto en valores
económicos como sociales, expandiéndose desde el siglo
IV a.C hasta principios del siglo III o IV d.C, durante el período
de máximo desarrollo económico y urbano romano.
La
España feudal traerá consigo un retraimiento
social de la figura de la mujer en el ámbito económico,
político y social, debido a determinadas convicciones ideológicas
enraizadas en teorías androcéntricas y patriarcales. La
lectura y la escritura tendrán su auge en los conventos, lugar
de refugio e identidad femenina. Las mujeres seguirán siendo
lazo de unión entre intereses políticos y económicos,
estrategia que utilizarán para retomar posiciones, siendo el
caso de Goswintha, reina visigoda, estratega
política por tres generaciones consecutivas en el estado toledano
o Ermesinda, Condesa de Barcelona en el siglo
XI, activa participante en la política del gobierno catalán
y magnífica regente tras la muerte de su hijo y en el reinado
de su nieto.
Hacia el siglo XI, se flexibilizarán los patrones sociales hacia
a una incipiente semiliberación de la mujer; comenzando el acceso
a la cultura de una minoría de mujeres de alta cuna, con la única
finalidad de mejorar su desempeño como esposas, encaminado al
mantenimiento del patrimonio en los períodos de ausencia marital.
El espacio conventual comienza a servir como cuna del pensamiento divergente
femenino, en lucha contra las ideas impuestas.
Por primera vez, un escrito jurídico del siglo XIII reflejará
los derechos de la mujer como heredera; Alfonso X creará El Espéculo,
minuciosa legislación concerniente al protocolo de la figura
femenina de poder: reina e infantas, estableciéndose ya una primitiva
figura política para la mujer, introduciendo con ellos nuevos
criterios respecto a las líneas sucesorias femeninas y al papel
de las mujeres como instrumentos de transmisión. Conocimientos
tales como la escritura, la lectura, la aritmética, las ciencias
o la oratoria, pronto se impondrían como complementos necesarios
a las obligaciones domésticas de la mujer del siglo XV, no sólo
en la corte sino en los estratos medios burgueses.
Comenzarán
a emerger monasterios dúplices, acentuándose su proliferación
en la zona noroccidental de la Península, mediante la gestión
de entidades como la primigenia orden de las clarisas,
vinculadas al movimiento franciscano, las beatas de San
Pedro de las Puellas en Cataluña, cuyas directrices,
prioras o abadesas, regias rectoras de su pequeño núcleo
social, se verían obligadas a convertirse en verdaderas gestoras
culturales, necesitando para ello una vasta formación. Prueba
de ello podría quedar reflejado en la figura de la abadesa
de las Huelgas Reales de Burgos, Maria de
la Esperanza Aragón, hija ilegítima del
rey, que nace y la internan en un convento por orden de la reina Isabel
cuyo poder sería comparable al del arzobispo de Toledo. Aún
así, siempre existiría una pugna por alcanzar la autonomía
y conseguir la independencia diocesana, para direccionarse por y para
sí mismas.
La
implantación de un Estado Moderno ocasionaría
una aparente tolerancia hacia el colectivo femenino. Las reuniones sociales
o eclesiásticas mantendrían cercanos los lazos de unión
entre diversos núcleos de poder. Comienzan a permitirse promociones
de mecenazgo y patrocinio dirigidas hacia fundaciones religiosas o centros
artísticos, formando parte del comportamiento ejemplar en las
ocupaciones femeninas del sistema impuesto. Beatriz Galindo,
apodada 'la latina', sobrenombre por el que se le conoció en
el círculo de Isabel I, por sus conocimientos en lengua latina,
será un buen ejemplo mecenástico.
Aún así, las mujeres seguirán luchando por su legítimo
puesto en la historia. Ejemplo de ello serán personajes como
Catalina de Aragón, reina de Inglaterra,
hija de Isabel la Católica y Fernando, mujer de Enrique VIII,
destacando por ser la primera embajadora en la historia de la diplomacia
española y cuya importante labor de mecenazgo y promoción
hacia los humanistas sería reconocida en amplios sectores o Isabel
I, reina de Castilla y Aragón, mujer versada en
letras, poseedora de una extensa biblioteca y colección artística,
reconocida mundialmente por su habilidad política y su visión
centralista del Estado. Gran defensora del derecho de sus hijas a heredar
y gobernar el puesto de su madre, haría de éstas, mujeres
doctas en diversos conocimientos literarios, dominando a la perfección
la lectura y la escritura,- actividades complementadas con el tiempo
de ocio cortesano, evitando así cualquier reseña de herejía
frente a la Inquisición-, como instrumentos necesarios para el
autogobierno y la defensa de la corona y de su propio puesto.
La cultura humanista, androcéntrica,
la consolidación de las bases legislativas medievales, junto
con la idiosincrasia burguesa capitalista, constituirían las
bases para una mayor subordinación femenina, alejando el mundo
laboral y gremial del género femenino pero facilitándoles,
por contrapartida, el acceso a conocimientos e instrucciones cada vez
más complejos, en línea predominante con la Europa renacentista,
adentrándoles hacia el pensamiento individual y el conocimiento
intrínseco para con su persona. María de Zayas,
novelista del siglo XVI, cuyo discurso innovador se centraría
en los derechos inherentes de la mujer o Luisa de Medrano,
humanista y catedrática de la Universidad de Salamanaca en el
siglo XVI, denominada por sus contemporáneos 'puella doctae',
serán ejemplos de personalidades que marcarían un hito
en el camino.
__________________________
DATOS
DE LA AUTORA:
Mirta Rodríguez Acero, es Licenciada en Historia
del Arte por la Universidad de Málaga. Posee los títulos
de Master en Tasación y Valoración de Activos Artísticos
y Culturales, por la Universidad de Valencia, así como el de
Master en Comercio Exterior y Relaciones Internacionales por el Instituto
de Formación y Empleo de Madrid. Ha publiado el libro La
Gestión Cultural y la Mujer en España desde la Edad Media
hasta Hoy, por la Colección de Estudios de Género
de Atenea, perteneciente a la UMA.