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Pompeya, una ciudad bajo las cenizas
Susana Hermoso-Espinosa García
24/4/2004


Pompeya, ciudad de Campania, en el sur de Italia, a pocos kilómetros del monte Vesubio, entre Herculano y Stabias (actual Castellammare di Stabia). Situada cerca del mar y en la desembocadura del río Sarno. Fue fundada hacia el 600 a.C. Más tarde fue el lugar favorito de los romanos acaudalados, ya que era un lugar suficientemente apartado de Roma e ideal para descansar. Los romanos construyeron villas urbanas y quintas extramuros. Alcanzó una población de aproximadamente 20.000 habitantes a principios de la era cristiana. Era una importante ciudad portuaria, por aquí pasaban todos los barcos que viajaban entre Roma y cualquier punto del Mediterráneo oriental. Un terremoto causó graves daños a la ciudad en el 63 d.C., y una erupción del Vesubio la destruyó en su totalidad el 24 de agosto del 79 d.C. sepultándola junto con las ciudades de Herculano y Stabias. La tragedia ocurrida aquel día se conoce muy bien gracias a los escritos de Plinio el joven, quien narró las últimas horas de la cuidad y de su tío Plinio el viejo, quien murió bajo la lava. Durante más de 1.500 años permaneció bajo una capa de cenizas, y hasta 1748 no comenzaron las excavaciones. Carlos de Borbón, muy interesado por la arqueología, promovió la excavación sistemática de las tres ciudades sepultadas. Impulsó la creación de la Reale Academia Ercolanese, encargada de estudiar los descubrimientos. En 1750 se construyó el Museo Ercolanense, en el palacio Caramánico de Porci.

Entre los aspectos más importantes de los descubrimientos destaca el grado de conservación extraordinario de los objetos encontrados. La lluvia de cenizas húmedas que acompañó a la erupción, formó un sello hermético sobre la ciudad, conservando muchas estructuras públicas, templos, teatros, termas, tiendas y casas particulares.
Se pueden observar las termas con todas sus salas: frigidarium, agua fría; templarium, agua templada y caldarium, agua caliente. Las estancias se mantenían cálidas gracias a los hornos que estaban debajo y al sistema de falsa pared por donde circulaba el vapor.

Otra curiosidad era el templo dedicado a Isis, dios egipcio, que por la existencia de gran cantidad de ofrendas, es un interesante testimonio de la difusión que tuvo el culto a este dios en Roma

Además, entre las ruinas se encontraron los restos de más de 2.000 víctimas del desastre, incluidos varios gladiadores encadenados paraque no se escaparan o se suicidaran. Las cenizas, mezcladas con la lluvia, se depositaron alrededor de los cuerpos tomando su forma y éstos se conservaron aún después de que se convirtieran en cenizas. Los investigadores vertieron escayola líquida dentro de algunos de esos moldes y así se han conservado las formas de los cuerpos; algunas de estas figuras se exponen en el museo construido en la actual ciudad de Pompeya, cerca de Porta Marina, una de las ocho puertas de la ciudad. La mayoría de los habitantes escaparon a la erupción, llevándose sus efectos personales. Los edificios, junto con los objetos, constituyen un documento admirable, real y completo de la vida en una ciudad italiana en el siglo I d.C.

Pompeya es una ciudad rica y con mucha influencia griega, esto se nota en las villas, grandes casas situadas en la ciudad en las que se mezclan los estilos y espacios de la casa romana y la griega. Las características que presentan son:

1. Están orientadas hacia el interior y no hacia el exterior, carecen de ventanas, por lo que la luz y el aire entran por dos áreas centrales entorno a las que se articulan las demás estancias, estas áreas son: el atrio, abierto por la parte central, a modo de claraboya, y el peristilo, parecido a un gran patio columnado.

2. Normalmente poseían un solo piso, aunque también se han encontrado viviendas de dos plantas.

3. Cada espacio está dedicado a un solo uso, ya sea comer (triclinium), dormir (cubiculum), reunirse (tablinum), etc...

En una vivienda pompeyana,primero nos encontramos un zaguán o vestíbulo,desde el que pasamos hacia la puerta, subimos el umbral (limen),generalmente de mármol y elevado sobre el plano del vestíbulo y de la calle. A ambos lados, los postes que sujetaban la puerta en sí. Tras pasar la puerta hay una habitación, en algunas casas un simple corredor. De allí se pasa al atrio, a continuación está el tablinum. A ambos lados del atrio, dos habitaciones, llamadas alas, cuya función es incierta. También a los lados del atrio están los cubicula, dormitorios.A través del andron, pasillo, se comunicaba el atrio con el peristilo. El peristilo consistía en un jardín rodeado de un pórtico, generalmente de dos pisos, sostenido por columnas, a veces tenía una fuente o pilas de agua.
En torno al mencionado peristilo, también existen habitaciones, como la exedra o el oecus, usadas como comedores o despachos.
Sin comunicación con la casa en sí suele haber muchas estancias adosadas, que generalmente se destinaban a tabernas, que no eran sólo bares, sino tiendas y negocios de todo tipo.

Las casas pompeyanas están ricamente adornadas, y en las habitaciones principales (atrio, tablinum, exedra, oecus) abundan los murales en las paredes, los mosaicos en los suelos y los techos artesonados. También el peristilo se solía decorar con estatuas y frescos o mosaicos en las paredes.

Sin embargo, la mayoría de los pompeyanos habitaban en las llamadas insulas, casas de cinco o más plantas, estrechas, con altas escaleras y ventanas a la calle. Con frecuencia estos edificios con estructura de madera se derrumbaban o quemaban.

Las técnicas de decoración de las casas pompeyanas fueron, fundamentalmente, dos, aunque se dieron excepciones. El mural pintado al fresco, que decora las paredes del interior y el exterior de las casas. Esta técnica, se define como el método, o arte, de pintar con pigmentos de origen mineral resistentes a la cal y empapados de agua, sobre un muro con revoque de yeso, todavía mojado, o fresco, de hay su nombre. La técnica de pintura pompeyana consistía en obtener la pintura mezclando los colores con una fórmula a base de cal y jabón con cera, se limpiaba con una piedra de pulir y se lustraba con un paño muy limpio. Y el mosaico, con el que se decora suelos, pero también paredes. Los mosaicos clásicos estaban formados primero por pequeños guijarros y más tarde por cubos de mármol, piedra, vidrio o terracota, que reciben el nombre de teselas.

En 1.594, casi quince siglos después, se localizaron sus ruinas pero aún habrían de pasar dos siglos más para que Pompeya volviera a ver la luz. Cuando en 1.711 el príncipe d'Elboeuf dio casualmente con las ruinas de la ciudad sacó de ella varias estatuas perfectamente conservadas para obsequiar con ellas a nobles influyentes. A partir de ese momento se iniciaron excavaciones sin ningún tipo de orden, sólo con ánimo de lucro.
Afortunadamente todo cambió en 1.860 cuando Fiorelli se hizo cargo de las excavaciones; se rellenaron con yeso los vacíos dejados en la lava por los cuerpos y se desenterró Pompeya en su totalidad, poniéndose al descubierto sus calles rectas con cruces rectangulares, un enorme mercado cubierto, fuentes, termas, casas de pequeñas dimensiones y villas ostentosas, tiendas, tabernas, talleres, el templo de Isis, el anfiteatro, la palestra, estatuas...

Debido a lo inesperado de la catástrofe se encontró incluso pan en los hornos además de gran cantidad de utensilios cotidianos, convirtiéndose Pompeya en una de las mejores maneras de saber como vivía la sociedad romana de principios de nuestra era.