En
el ROMANICO PLENO la construcción más
característica es el monasterio y dentro de él, la Iglesia
es su parte esencial. Justamente lo que ha llegado a nosotros en mayor
número y en mejor estado de conservación. No existe
en este período una tipología uniforme de construcción,
por el contrario, hay una falta de uniformidad como resultado de las
particularidades constructivas de las distintas zonas geográficas,
según la tradición prerrománica local o las posibilidades
económicas de la comunidad que construía edificios.
Por esta razón, para caracterizar a este estilo, no se puede
analizar cada uno de los elementos, sino más bien comentarlos
en común. Suele ser este arte familiar a todos. ¿Quién
no conoce una iglesia románica?. Es atrevido, por tanto, caracterizarlo
y ofrecer prototipos. Pero, de alguna manera, lo haremos.
El arco preferido es el de medio punto,
que se utiliza en la bóveda, en las arquerías de las
naves, en las portadas y en los vanos o ventanas. El movimiento de
traslación del arco genera la bóveda de cañón
que se apoya, por lo general, en dos muros paralelos que son a la
vez de cerramiento y de apoyo. Tal tipo de bóveda ejerce un
fuerte empuje lateral que tiende a separar los muro, por lo que se
generó la tendencia a construirlos gruesos y no muy altos,
para así no reducir su resistencia. También para fortalecer
la bóveda se utilizaron arcos de refuerzos denominados fajones
o perpiaños, los cuales van a tener una doble función,
absorber parte del peso de la bóveda para dirigirlo a los soportes
interiores y fragmentar la bóveda, que al dejar de ser continua,
disminuye el riesgo de su deformación. En el exterior, se colocan
contrafuertes,que son unos robustos macizos de obra,
cuya función consiste en reforzar los lados del arco fajón,
que es el punto de máxima tensión lateral, y contrarrestar
el empuje lateral de la bóveda. Los contrafuertes tienen, por
tanto, una función fundamentalmente constructiva, pero, además,
contribuye con su resalto, verticalidad y paralelismo, a la decoración
del exterior.
En
las naves laterales se utilizó la bóveda de arista(4),
aunque existen ejemplos en los que son utilizadas en la bóveda
principal. Este tipo de bóveda surge del cruce perpendicular
de dos de cañón cruzadas. Cuando el edificio es de una
sola nave, se utiliza como soporte, el propio muro. Si es de varias
naves, como suele ocurrir en la mayoría de edificios importantes,
se precisa en el interior un sistema de apoyo más complejo.
En este caso se utiliza de forma más generalizada los pilares
compuestos, que reciben el peso de cuatro arcos: del fajón,
de las bóvedas de cañón y aristas, de la bóveda
central y lateral, y de los arcos laterales. O bien forman divisorios
de las naves. Son las llamadas arquerías o hileras de arcos.
Cada uno de estos arcos descansa sobre un resalte de pilar, por esta
razón se le llama pilar cruciforme o compuesto. Los problemas
de equilibrio son mayores cuando la iglesia tenga varias naves. Tales
dificultades se intentan solucionar contraponiendo unas bóvedas
con otras para contrarrestar los mutuos empujes, elevando las naves
laterales hasta prácticamente la misma altura que la central.
En este caso, la nave central aparece ciega, con poca iluminación,
sin vanos, mientras que son las laterales las que dan luz al templo.
Otra forma más hábil puede ser la instalación
de una tribuna sobre las naves laterales, que además de aumentar
la capacidad del templo, cumple una función constructiva, ya
que la bóveda que la cubre, un cuarto de bóveda de cañón,
hace el efecto de una superficie de descarga. En realidad, este cuarto
de bóveda de cañón, actúa de arbotante
al traspasar parte del empuje de la nave central a los muros y contrafuertes.
Ahora la nave central queda en penumbra, pues las ventanas de las
naves laterales dan una luz moderada aunque esta estructura permite
abrir más vanos.
Las columnas,
por su parte, reducen su presencia en el románico, perdiendo,
además, el sentido de las proporciones del orden clásico.
Los capiteles van a considerarse un marco privilegiado
para el desarrollo de la plática románica. En ellos
se concentran la decoración escultórica. El artista
hace esfuerzos para convertir las volutas en cabezas de monstruos.
En otras ocasiones escenas de hombres perseguidos por serpientes o
muchos otros motivos de carácter mitológico y fantástico,
así como escenas del Antiguo Testamento.
La planta
más generalizada en las iglesias de este periodo, es de cruz
latina, con una o varias naves longitudinales, ábside
semicircular en la cabecera y amplio transepto. En las iglesias de
peregrinación, las naves laterales se prolongan alrededor del
presbiterio formando una girola o deambulatorio, provisto de capillas,
permitiendo a los fieles deambular por el interior de las iglesias
sin interrumpir los oficios que pudieran desarrollarse en la principal.
El origen de la girola es la cripta carolingia.
El pórtico
es la entrada a la Jerusalén Celestial, es decir, a la casa
de Dios en la tierra que es lo que se considera la Iglesia en la cultura
románica. Es el lugar donde se concentran preferentemente también
la decoración escultórica con un programa iconográfico
muy concreto.
La iglesia románica no fue solamente una suma
de elementos relacionados entre sí. Al ser la casa de Dios
en la tierra, debería reflejar el orden universal de la Divinidad
y seguir determinadas leyes simbólicas. La planta recuerda
la disposición del cuerpo humano y más concretamente,
la imagen de Dios-Hombre y Cristo Crucificado. De esta asociación
se habla con bastante frecuencia a lo largo de la Edad Media. La cabeza
se identifica con el ábside, que es el santuario de Dios. El
corazón y los brazos extendidos, con el crucero. El transepto,
con el torso. Las piernas con las naves. En algunas construcciones
se ha relacionado la desviación hacia la izquierda, entre el
ábside y las naves, con la cabeza caída del crucificado.
Por ejemplo, la Iglesia de los Arcos de Cuenca.
En la definición y difusión del arte románico
es fundamental la reforma monacal llevada a cabo por la Orden Benedictina.
Su influencia en el arte románico fue decisiva. La realizaron
principalmente mediante creación de los monasterios y la difusión
del camino de Santiago.
La
vida en los Monasterios estuvieron regidas desde sus inicios, por
la regla de sus fundadores y entre ellas, la de San Benito de Nursia
de finales del siglo V. A lo largo del siglo XI y XII, la regla benedictina
se había alejado mucho de lo que se había propuesto
su fundador. La carta de fundación de Cluny por Guillermo de
Aquitania, 910 se constituyó con la idea de restablecer la
disciplina estrictamente benedictina, sin ambición de crear
un nuevo tipo monástico, al fin, produjo algo sin proponérselo,
el centralismo monástico. Antes de Cluny se había hecho
intentos de reforma monásticas, pero en casos individuales,
como lo que ensayó Carlomagno con Benito de Aniane en doce
lugares del imperio,
los efectos fueron de corta duración. Una vez desaparecido
el fundador, las comunidades caían en los antiguos desórdenes.
Era casi inevitable cuando los abades eran nombrados por el emperador
o los magnates en cuya jurisdicción estaban los monasterios.
Cluny por su carta de fundación era enteramente libre de las
autoridades eclesiásticas y políticas. Los primeros
abades fueron grandes por su santidad y piedad. Los del siglo X lo
fueron por su discreción y consejo. Llegó un momento
en el que los pontífices saldrían de Cluny o serían
propuestos por Cluny. Pero el Cluny del siglo X no estaba preparado
para este tipo de grandeza, la del poder y la autoridad, apoyada en
la protección del papado. El primer monasterio denominado Cluny
I se inició en el 910 y se inauguró en el 927. Conocemos
muy poco de la apariencia de la abadía del siglo X. Debió
ser un edificio estilo otomano.
Más tarde se realiza una obra en el monasterio y se denomina
Cluny II, que ha sido otro verdadero rompecabezas de arqueólogos.
Consagrado hacia 981 y a finales del XI se ve la necesidad de ampliar
Cluny II y hacer nuevas dependencia. Así surge la abadía
de Cluny III que llegó casi intacto hasta la Revolución
y del que se conservan restos y litografías que permiten una
restauración sin género de dudas. Lo que se mantiene
del siglo XI es poquísimo en relación con lo que aquella
abadía era. Indudablemente fue una de las obras cumbres del
románico europeo. Se construyó el edificio más
impresionante de esa época con la ayuda financiera de los Reyes
de Castilla. Cluny III tenía poder sobre 10.000 monasterios
en toda Europa. Constaba de dos transeptos, cinco naves y cinco capillas
absidiales, abiertas al deambulatorio. El galileo, espacio que hay
después del pórtico, tiene tres naves de 187 de longitud.
La nave central se cubrió con bóveda de cañón
y las naves laterales con bóvedas de aristas. Se sospecha que
la nave central tenía arcos apuntados. Se articulaba en tres
órdenes, con arquerías de arco apuntado, falso triforio
o muro ciego, que conecta con las naves laterales, y cuerpo de ventanas.
El esquema general de Cluny con sus dos cruceros y torres, es germánico.
El sistema de bóvedas y el ábside con girola y capilla,
es más bien francés. Así el Cluny III, aunque
resultado del centralismo monástico, es el románico
internacional. Esta estructura va a ser copiada en muchas construcciones
de la región.
La
orden Cluniacenses fue uno de los principales motores de expansión
del Camino de Santiago, a lo largo del cual se difunde el arte románico,
se proyecta la reconquista y la cristianización del mundo musulmán.
Hay un grupo de iglesias románicas que se llaman de peregrinación
que por sus características semejante se relacionan con el
Camino de Santiago de Compostela. A través de esas rutas entra
el románico en España. Cuatro eran las rutas francesas
que conducían a Compostela. Una vez pasados los Pirineos, los
cuatro caminos se unían en Puente la Reina. Desde aquí
los peregrinos debían recorrer trece jornadas hasta llegar
a Santiago. Entre las características principales, estas iglesias
presentan planta de cruz latina de largas naves y transepto muy desarrollado
para aumentar la capacidad del templo, sin provocar un alejamiento
excesivo del altar. La cabecera está particularmente desarrollada
y la forman un deambulatorio, al que se abren cinco capillas absidiales
dispuestas generalmente de modo radial También en el transepto
pueden aparecer dos o más ábsides. Las naves laterales
se continúan sin solución de continuidad a lo largo
de todo el perímetro del templo para permitir la circulación
de los peregrinos ante las reliquias, sin que interrumpan las funciones
de culto desarrolladas en la nave principal y facilitar así
el acceso a los altares. Cada una de las rutas recibían un
nombre distinto.
Vía Tolosana.
Era la que tomaban los peregrinos de Oriente e Italia y que conducía
a Jaca. A lo largo de este camino se encuentra la colegiata de San
Saturnino de Tolousse. Es una inmensa basílica de
cinco naves cubiertas con bóvedas de cañón y
un gran ábside con girola. En el crucero se levanta una torre
octogonal de siete pisos. Han sufrido muchas restauraciones. Su interior
si está intacto y es uno de los principales edificios de la
Cristiandad.
Vía Podiense.
Recogía los peregrinos que venían de Europa Oriental.
A lo largo de esta ruta, se localiza la segunda Iglesia de peregrinación.
Santa Fe de Conques. Es una versión abreviada
del tipo de Cluny. Con tres naves, ábside con girola y capillas.
Del tipo internacional de las iglesias de peregrinación.
Vía Lemovicense.
Procedente de la Borgoña, donde se va a producir la mejor arquitectura,
que reunió en Vézelay a los peregrinos del norte. A
lo largo de esta ruta se encuentra la abadía Benedictina de
San Marcial de Limoges que corrió la misma
suerte que la iglesia se San Martín de Tours y solo la conocemos
por planos anteriores a su demolición.
Via Turonense. Partía de París. Era
la más importante. A lo largo del camino se encontraba la colegiata
de San Martín de Tours. Solo se conserva a
nivel de planta. Se destruyó en la revolución francesa.
Era muy grande. Se remodeló en la época del gótico.
Además de las iglesias de peregrinación, Francia
conserva centenares de iglesias románicas. Durante los siglos
XI y XII, estaba dividida en condados y ducados rivales. Así
se explica la gran variedad formal de la arquitectura de las distintas
regiones francesas. La Borgoña, la Aquitania, el Condado colindante
de Poitou, la Auvernia y la Provenza.
En Borgoña, situada al sureste de Paris, la
Iglesia de San Lázaro de Autún se comenzó
en el 1120 para que se guardaran las cenizas de San Lázaro.
Se accede a través de un pórtico de tres naves, que
se corresponde con las tres naves de la Iglesia que se extiende a
lo largo de siete tramos hacia el este. La nave central está
cubierta por la bóveda de cañón apuntada, con
tramos separados por fajones. Crucero poco desarrollado, ábside
sin girola ni capillas radiales y coro reducido, cual conviene a una
catedral, a diferencia de una iglesia monástica. A primera
vista Tours no tiene nada de cluniacense. Su decoración es
de imitación clásica. Está situada en el cruce
de vías romanas y aunque interpretándolos desde el prisma
de lo románico, copian los órdenes clásicos.
En esta misma escuela de Borgoña
hay otro grupo de Iglesias encabezado por la Iglesia de Sainte-Madeleine
de Vézelay, en las que sustituyen la bóveda
de cañón por la de arista, en la nave central, con la
ausencia de triforio.
En la región de Aquitania
en el sudoeste actual de Francia, existe un grupo de Iglesias muy
homogéneas cuyo elemento básico es una estructura espacial
cuadrada, cubierta con cúpula sobre pechinas que se cambia
de dos formas. Bien con el empleo sistemático de cúpulas
que se suceden por yuxtaposición. Es el tipo de Iglesias que
en algunos manuales se conoce como Iglesias con hileras de cúpulas,
como es la Catedral de Angumela muy monumental pero
restaurada. Bien uniendo este modelo en forma de cruz griega, adosando
al tramo central, uno por cada lado. La más representativa
es la restaurada de Saint-Front de Perigueux que
corresponde al modelo de San Marcos de Venecia. Este tipo de Iglesia
con cúpula, tiene su precedente en la Arquitectura Bizantina,
que acentuaron su orientalización en las restauraciones. En
la portada, se aprecia la aparición de dos elementos cónicos
como remate en las torres, los cuales están recubiertos por
escamas. Algo novedoso. Esta decoración aparecerá en
España en la Catedral de Salamanca y Zamora.
Un modelo muy extendido en
la zona de Poitou, al sur del Loire, es la nave de salón, debido
a la igualdad en altura de sus tres naves. Se consigue una forma más
dinámica que en lasiIglesias anteriores. Esto sucede en las
Iglesias de San Savin y en Ntra. Sra. La
Grande de Poitiers. La mejor conservada y la que más
gala hace del gusto por la decoración, y aunque la humanidad
ha producido cosas mejores en piedra, rara vez con tal profusión,
sin caer en la ridiculez o monotonía.
.
En la amplia región
de la Auvernia, en el centro de Francia, encontramos
el grupo de Iglesias las llamadas y comentadas de peregrinación.
Marcan la estructura de planta y alzada, de otras de la zona, sobretodo
en lo que respecta a la conformación de la cabecera, existencia
de capillas radiales y girola, tribuna sobre la arcada de la nave
central, y un alto cimborrio en el cruce de esta nave. Son ejemplos
representativos, las Iglesias de Ntra. Sra. del Puerto de
Clermont-Ferrand y Ntra Sra. de Orcival.
La región de la Provenza, situada al sureste
de Francia, fue la región más romanizada, hasta el punto
que adopta tipologías de la antigüedad clásica.
Desde el punto de vista arquitectónico las obras románicas
provenzales tienen poca originalidad. Las dos Iglesias más
representativas San Trófimo de Arlés
y San Gil de Gard, atraen fundamentalmente por sus
esculturas para los que buscan grandes emociones estéticas.
Normandía
es otra región de Francia cercana a las costas de Inglaterra,
norte de Francia. En la segunda mitad del siglo XI los normandos conquistaron
Inglaterra. En la Normandía Francesa nos encontramos con dos
iglesias representativas. San Esteban o Abadía
de las mujeres y Abadía de la Trinidad
o Abadía de los Hombres, de Caen. Presentan
diferencias en la articulación de los muros de la nave central.
Las fachadas son muy características por las altas torres y
por no llevar adornos en el exterior. Delante de las ventanas hay
un pasillo llamado audito.
En Alemania
se mantienen el esquema básico de época otánida,
en el románico pleno. Nos referimos a la existencia de un doble
coro con su correspondiente tratamiento torneado de los dos extremos.
Esta característica constituye la peculiaridad más significativa
de la arquitectura alemán. Otro rasgo importante es que los
primeros edificios románicos mantienen la techumbre plana de
madera. A partir de fines del siglo XI y a lo largo del XII, estas
techumbres se sustituyen por bóvedas las cuales por influencia
de la zona, van a utilizar las de aristas en la nave central. Al igual
que en San Miguel de Hildesheim, cada tramo central
con dos de las laterales, según una forma que se llama sistema
ligado. Otra característica es la existencia de unas galerías
con pequeñas columnas y con arquillos llamadas galerías
renanas. Su función es decorar los exteriores mediante efectos
de luces y sombras. Buena representación tenemos en la Catedral
de Womrs, la Catedral de Spira, la Catedral
de Maguncia, que vistas de lejos, especialmente cuando está
envueltas por la neblina del río, producen un efecto teatral,
casi diríamos wagneriano y la Iglesia de Santa Maria
de Laach, situada al borde de un pequeño lago, producido
por un cráter apagado con márgenes verdosas, que capta
al visitante.
La situación de Italia
durante la Edad Media está marcada por la desmembración
política y el empobrecimiento económico, debido a las
continuas guerras entre las diferentes repúblicas. Incluso
el momento se vio afectado por el ambiente, en general, de miseria,
hasta el punto que la reforma cluniacense apenas tuvo aceptación.
Esta situación y las tradiciones, matizan de manera muy singular
el arte de diferentes territorios. La arquitectura de Europa apenas
tiene repercusión en Italia. La arquitectura italiana es muy
conservadora en estos momentos, como lo demuestra la existencia de
cruceros, girolas y torres con campanarios exentos o aislados.
Representativa es la Catedral
de Pisa. Se trata de una Iglesia de cinco naves, con crucero
destacado y rectangular, con cúpulas en forma de elipse. Tres
naves en el crucero con pequeños ábsides en los extremos.
Al exterior, aparecen unas galerías de arco, como elemento
decorativo. Este elemento se va a emplear en otras iglesias, como
la de Lucas, cercana a la de Pisa.
La Torre de Pisa comienza a construirse en el siglo
XII, al igual que el baptisterio. Tiene dos pisos. En el siglo XIII,
se renuevan las obras y se intenta corregir la inclinación.
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Bibliografía