'Ut pictura poesis'
En Barcelona, el mes de noviembre no
es tan frío como en otras ciudades de España y sin embargo,
las hojas de sus árboles también caen. El Centre de Cultura
Contemporània de la ciudad fue garante, durante ese mes, de mostrar
aquel mensaje que enviaran, dentro de una botella y desde la capital
del mundo, el escritor William S. Burroughs y el pintor Keith Haring.
Y allí me planto, literalmente conducido ante el evento por las
escaleras mecánicas del edificio, agazapados los artistas.
Al
coronar la tercera planta comienzan las imágenes. Se trata de
un entremés audiovisual previo al banquete, un clip de video
con sonido de treinta y nueve minutos, 'Apocalypse' homónimo
al de la exposición, realizado por el Equipo Moral. En él
se da un solapamiento de imágenes, pretendidamente magulladas,
brillantes, hipnóticas. Apenas si se entreven ciudadanos, urbanitas
de la década de los cincuenta en su megápolis. La bella
aproximación de la sepia a la gamba en el fondo marino
Hay algo que incita a pensar en el enfrentamiento militar y gubernamental
pero, ¿acaso he visto algún arma? Será el sonido
mecánico de la escalera, que persiste. Después echo un
vistazo al cartel informativo y lo comprendo, sobre la pantalla, footages
de los vídeos 'La trilogía de la vida', 'Video Burroughs',
'Qué es la parapsicología' y, ahora sí, 'USA Navy'.
Será aquel inconsciente colectivo del que Jung nos advirtió.
Mor (la mitad del equipo) desarrolla en este video una propuesta de
narración con lo antinarrativo, y es que el paraguas de Dadá
todavía protege de la lluvia. Y no está mal buscar el
anticanon, si no fuera porque no se sale de lo que se pretende evitar.
Con todo, collage visual, preparativos para la tormenta que se cierne.
La imagen y la palabra de la mano, cantinela maldita de destrucción.
Los artistas médiums, canalizadores y retransmisores de la sombra
que se cierne sobre nuestras cabezas. ¿Qué tienen de profético
estas imágenes que vieron la luz en 1988, trece años antes
de los lamentables atentados del World Trade Center de, precisamente,
Nueva York, la ciudad de Haring (y digo la ciudad del pintor)?
'Apocalypse'. Sugerente. Veamos
en 1958, el editor de Olympia Press, Maurice Girodias y Bill Burroughs
se conocen en París, donde el escritor había acudido invitado
por Allen Ginsberg. El editor hace lo que de él se espera y al
año siguiente hace lo propio con la segunda novela de William.
'El almuerzo desnudo' rompe los esquemas y abre la puerta a una nueva
manera de comprender el fenómeno literario.
Tengo
delante de mí, al escribir este texto, una fotografía
en la que posa un sonriente Burroughs, con su brazo derecho sobre el
hombro izquierdo de un hombre distante, retraído, casi podría
decirse que incluso expectante o, por qué no, atemorizado. ¿Por
la cámara, tal vez? ¡No! Se trata de Andy Warhol. Una fotografía
tomada en 1980 en el Búnker, nombre con el que se conocía
la morada del escritor en Nueva York. Andy retraído y Burroughs
sonriente como esopos y menipos velazqueños.
Bill el pistolero, el Kim Carsons de 'El lugar de los caminos muertos'.
Girodias publica su 'Almuerzo desnudo', como después, en 1968,
publicará el 'Scum Manifesto (Society for Cutting Up Men)' de
Valerie Solanas, la única persona que se atrevió a disparar
a Andy con un revólver para provocarle su primera muerte. Aquello
también fue en Nueva York, pero en 1968, diez años después
del alumbramiento editorial del 'Naked Lunch' y del nacimiento de Keith
Haring en Kuntztown, Pennsylvania. Andy no teme la cámara, la
cámara le ama, como amó a Marylin, como amó a James
Dean, héroes de la modernidad por su tan moderna muerte. Lo que
teme Warhol es el brazo derecho de Burroughs, ese brazo de pistolero,
que segó la vida de su esposa Joan en 1951 con un accidental
disparo al emular a Guillermo Tell. A Burroughs le falló una
vez la puntería y Valerie Solanas acertó de lleno, pero
Andy sobrevivió. Ese brazo, ahora sobre su hombro izquierdo
¿o será un doble suyo?
'Apocalypse' ve la luz en 1988 en Nueva
York, el centro del mundo para Keith Haring. Fruto de la relación
entre los dos artistas, que comenzó en 1983 al conocerse en una
fiesta en el piso de Victor Bockris, biógrafo de las estrellas
de la subcultura underground en la década de los 70 y 80 en Manhattan.
A esas alturas Haring ya había sido seducido por la literatura
del pope Burroughs y de otros de los integrantes de la denominada generación
beat norteamericana. El día 11 de enero de 1979, al poco
tiempo de mudarse a la ciudad de los rascacielos, Haring escribe en
su diario: 'La influencia más importante, aunque no la única,
ha sido la de William S. Burrouhgs. La profundidad de su pensamiento,
que he descubierto en los programas de radio sobre las actividades de
la Nova Convention y en el libro 'La tercera mente', de Burroughs y
Brion Gysin, que he empezado a leer hace poco, me está ayudando
a definir muchos puntos oscuros de mi obra y de mi pensamiento'.
En efecto, el pintor asiste a las actividades del congreso, que reúne
desde el treinta de noviembre hasta el 2 de diciembre de 1978 a artistas
y poetas de la llamada generación beat en el Entermedia Theater
de Nueva York. El artista descubre allí esta, para él,
nueva literatura, que según sus palabras, le ayudará en
lo sucesivo a atar los cabos sueltos que le quedaban entre sus ideas.
El testimonio del artista es más que elocuente, una vez más,
el uno de septiembre de 1979: 'He recibido una iluminación.
He caído en poder de la poesía y la poesía me ha
engullido. Yo era (gran rectángulo negro) y cuando la poesía
me escupa, cuando me expulse a través de sus intestinos, volveré
a ser (rectángulo negro) (
) ese bloque llamado poesía.
Empezó con John Giorno y Burroughs, en la Nova Convention de
diciembre de 1978.' Haring y su amigo Drew Straw se sienten fascinados
por la técnica de 'cut-ups', 'fold-ins' y 'audio cut-ins'. Keith,
sobre 'ese bloque llamado poesía': ....Es vender plantas tropicales
en Manhattan. Es Manhatttan en verano. Es leer 'El almuerzo desnudo'.
Tiempo después el escritor también
contemplaría algunas de las obras del artista y le producirían
una agradable sorpresa. En principio podría creerse que este
trabajo conjunto fue resultado del azar, pues fue en 1987 cuando Haring
recibió la propuesta de George Mulder, el editor de su obra gráfica,
de un proyecto de colaboración con James Baldwin. Ante el retraso
ocasionado por el ingreso de este escritor en el hospital, el artista
propone seguir con la idea de un proyecto conjunto, pero esta vez con
William Seward Burroughs. A esas alturas ya estaba lo suficientemente
influido por el autor de 'Yonki', su obra le ayuda a 'entender el
proceso intelectual de lo que estoy haciendo'. 'Exterminador' era
otro de los libros que justo acababa de leer antes de embarcarse juntos
a la isla de Citerea.
Y es que los dos tenían en común demasiadas cosas, por
ello no sorprende esta eventual parade amoureuse. Sería
sensacionalista quedarse tan sólo en que compartían 'las
dos haches', ser heroinómanos y homosexuales. En el terreno del
arte, sus expresiones confluían, pues vivían a pie de
calle, se nutrían de la vida cotidiana en sus respectivos mundos,
de sus emociones y experiencias vividas, en cualquiera de los estados
de la consciencia (aunque Burroughs sostuviese que el inconsciente no
existía). Haring, ese chico de gafas que llegó en 1978
a Nueva York desde su pueblecito de Pennsylvania, en un momento de pleno
renacer artístico de la ciudad, movida a ritmo de punk y new
wave, con los graffiteros haciendo arte en la calle y en el metro,
tan importantes para él. Y puede decir orgulloso 'pagué
mi tributo en la calle, estuve casi cinco años pintando en el
metro de Nueva Yor', y haciéndolo con su estilo, que ya había
consolidado en el estudio, plagando las paredes de la ciudad de robots,
platillos volantes, individuos definidos por pertenecer a la masa
Haring, el creador de su propia iconografía, se identifica con
los graffiteros por el color, la influencia del cómic, la actitud
de rechazo al sistema y los stablishments de su sociedad, rechazo
como el de Burroughs, como el de los beats, dos décadas
atrás.
Los beats, como Allen Ginsberg y Jack Kerouac, los que no estaban
dispuestos a dejarse meter en el mismo saco que el resto de sus conciudadanos
para que su imagen se exportase luego a Europa como el lifestyle
de los Estados Unidos de América. No
como esos individuos patriotas, heterosexuales y protestantes que tenían
todas aquellas cosas que hacían a sus hogares tan diferentes
y tan atractivos, como Richard Hamilton, al otro lado del charco,
puntualizara en 1956 en su celebérrimo collage, ese mismo que
muchos anotan como una de las primeras obras pop. Las drogas como antídoto
contra la lobotomización promovida por el Estado, la salida en
el desenfreno vital y sin concesiones a los límites. La pasión,
al fin y al cabo, aquella pasión de que se jactaban los alumnos
de la Escuela de Nueva York en la misma década de los cincuenta;
esa que les llevaba por los subterráneos insondables del inconsciente,
de la pulsión mágica, al trazar la historia del Expresionismo
Abstracto, del que algún crítico dijo que era la primera
manifestación de un estilo netamente norteamericano. Pasión
que perdieron, con el paso de la primera generación de pintores
a la segunda, Y es que la pasión no es transferible, no puede
manufacturarse como mercancía, como en ser hereditario tiene
una vida limitada, caduca. Eso dijo Clement Greenberg, con aquellas
palabras que sonaban a condena y peso difícil de levantar, 'han
perdido esa cosa
'. Pollock también había 'perdido
esa cosa', pero ¿era necesario que se estrellara con su automóvil
el diez de agosto de 1956?
A su vez, la pasión de los expresionistas abstractos no podía
sostenerse tan sólo con aquella herencia del automatismo que
el grupo surrealista les legara. Y Haring, un artista de la posmodernidad,
un hijo del pop, apela a ese mismo automatismo a la hora de dar cuenta
sobre como crea sus obras, sin plan previo, sin boceto, como las aztecas,
los esquimales, los africanos, los indios de Norteamérica. También
Pollock quería pintar como estos últimos, sobre la arena.
Y es que a Keith le gustaba mucho su pintura.
Pollock, otro héroe moderno, como Marilyn, como Dean. Distintos
al tipo de héroe baudelaireano, héroe de la vida moderna,
de a pie, con sus modernas botas. Según Estrella de Diego, el
héroe del siglo XX lo es porque llama la atención sobre
su muerte con un hecho sensacional, con una muerte como antes habría
sido imposible: a bordo de un veloz automóvil, por sobredosis
de barbitúricos, víctima de un magnicidio durante un desfile
público retransmitido por televisión a todo el país
en directo
la muerte del héroe contemporáneo no
puede ser anónima, debe destacar por la novedad en la manera
de tomarla. Y el sida, la nueva plaga mundial, se llevó por delante
la vida de Haring en 1990, una enfermedad nueva, moderna.
En las paredes de la tercera planta del CCCB el Apocalipsis se desglosa
en diez serigrafías escoltadas por los textos de Burroughs, armados
hasta los dientes. Reiterativos, insistentes, descoyuntados; párrafos
de frases solapadas e imbricadas con precisión quirúrgica,
porque están fabricados literalmente con las manos, y estas sujetan
al mismo tiempo el bisturí, que no está comprendido en
la etimología de la palabra. El fin del mundo conocido acontece
delante de nuestros ojos y ante el desastre fatal la única esperanza
de redención pasa por el arte. 'Camiones cisterna salpican
pintura, pintores proscritos armados con pistolas de pintura pintan
todo y a todos a su alrededor. Los Artistas supervivientes con latas
de pintura amarradas a sus espaldas, granadas en sus cinturones pintan
cualquier cosa o persona a su alcance', leemos en uno de los textos
de la exposición. Brilla tenuemente el eco de aquellas ideas
fatalistas de enfrentamiento armado que los expresionistas alemanes
de la década de 1910 acuñaran en el Almanaque de Der Blaue
Reiter. La Gran Guerra, el verdadero comienzo del siglo XX. La Primera,
aquella que en realidad nadie sabía por qué tenía
lugar, aunque a media voz toda la población susurraba y centraba
sus miradas, con dedo acusador: 'los artistas, la guerra la empezaron
los artistas
' porque, qué fue la primera guerra mundial
sino el enfrentamiento entre dos formas de comprender el mundo, el choque
entre el carácter fraguado en la brumosa neblina nórdica,
el Geist, y la concepción apolínea y luminosa del mundo,
del esprit francés.
La 'segunda visión' de Franz Marc, título alternativo
de sus '100 aforismos': el arte saldrá favorecido tras la contienda;
así escribió en 1914 que 'mediante la gran guerra hallará
su final, con otras muchas cosas, el pseudoarte que inmerecidamente
se ha colado en nuestro siglo XX'. Marinetti, el libertador de las
palabras, está incitando a sus acólitos a la 'higiene
total' de la guerra, en Italia. Y Adolf Hitler expulsado de una escuela
de arte, con un amenazante 'volveré' entre sus labios, al tiempo
que se subía a las mesas de las tabernas y hacía sus pinitos
como líder. Inevitable es, pues, contemplar 'Apocalipsis' como
lo que es, como visión profética, adivinatoria, como segunda
visión, aquella que se superpone a la visión real y bajo
la cual se tiene la posibilidad de ver más allá del momento.
Burroughs y Haring iluminados y en trance nos advierten de un futuro
próximo inminente, más actual que nunca.
En la muestra, las imágenes son repetitivas, martillean, se aliteran,
se montan, se van y vuelven. El ser humano está enfermo, una
figura constante es el espermatozoide con dos cuernos, marcado con una
equis, la de la enfermedad, es el virus endógeno cuya transmisión
no puede evitarse. 'El lenguaje es un virus del espacio exterior'.
Los medios de comunicación son peligrosos. La tecnología
ha deshumanizado al hombre, la pintura agita y remueve, es la pintura
la que aflora a la superficie en un torrente imparable, es la explosión
volcánica, violenta como la eyaculación, lo fálico
se extiende por todos los rincones, falos son las chimeneas, los rascacielos,
es la pulsión sexual de los artistas, sus ganas al mismo tiempo
de llegar a todos los rincones del orbe mundial, ya sentenciado, avocado
al final, como el vagón en su vía, cada vez más
rápido, de la cual no puede separarse, so pena de descarrilar
y precipitarse fuera de la galaxia, 'el planeta está soltando
amarras, se precipita en el espacio y derrama ciudades, montañas
y mares en el Vacío, girando cada vez más rápido
mientras los días y las noches centellean como estaciones de
metro...'.
Un grito estridente para llamar la atención. El fin del mundo
actual mediante un Apocalipsis pictórico revolucionario, un nuevo
orden mundial bajo la batuta del arte. La recreación de un futuro
incierto y no muy lejano. Pan, dios del pánico, terror de los
bosques y montes de la Grecia clásica, todos a cubierto si escuchan
resonar su flauta, miembros transformados de Siringe como cañas
en su boca, soplar, soplar y crear una música que espante
Pan es el vigor sexual, el apetito desmedido por la carne, y eso a las
jóvenes y graciosas griegas les atemorizaba, temblaban, como
a todos el castañetear de dientes nos será imperdonable
al escuchar, sucesivamente, las tres últimas trompetas angélicas,
escribió el evangelista durante su éxtasis en Patmos
Pan, el todo. Y es que Dios está en una y todas las partes, nos
contaron de pequeños en la iglesia.
1988,
la tensión nerviosa inherente a todo proceso de milenarismo.
Una imagen insistente, redoblante, es la del dragón, el mal y
también la boca del infierno. Y un rascacielos descascarilla
el cielo, haciendo literalmente lo que de ese compuesto de palabras
se espera. El rascacielos es el falo, es el símbolo del gran
pene del artista. Bill y Keith vivieron sin represión, de manera
abierta, su sexualidad. El artista suele tener boca grande, procura
expresar su verdad sin tapujos, boca grande, como grandes eran las two
balls de las que presumían los artistas de la escuela de
Nueva York, léase Jackson Pollock y secuaces, en sus reuniones
del Cedar Bar. El expresionismo abstracto, esa pintura para la que debían
tenerse two balls, a las que Jasper Johns, otro artista norteamericano
homosexual, sólo les encontrara utilidad como un elemento más
en algunos de sus cuadros, para poner a esos chicos arrogantes en entredicho.
El cielo y el infierno dentro de uno
mismo cabe. No hay una carga moral en las obras, no es la conducta humana
lo que se condena. Es la esencia del hombre mismo la que a ello conduce,
el mal endógeno, el virus. La acción se centra en un entorno
urbanita, desarrollado, el escenario es el actual, al que nos venimos
encaminando con el establecimiento de la sociedad capitalista. Sociedad
que produce unos males endémicos. El sistema, voraz, con sus
grandes fauces abiertas, desea hincarle el diente a todo lo que se le
pone por delante; es jugoso, es cierto. El Apocalipsis llega en el mismo
día en que el capitalismo se engulle a sí mismo. Las ideas
que rezuman estos textos y serigrafías tienen más valor
que nunca, en unos momentos en que el sistema ya se ha atrevido hasta
a fagocitar las ideas de los otros posibles.
No puedo evitar hablar sobre un televisor
que pasa un clip de imágenes dentro de la exposición,
un añadido, no sé si idea del comisario de la muestra,
Mario Martín Pareja. Emite un desfile de moda. 'Beat' fue el
leitmotiv con el que Locking Shocking hizo desfilar a sus modelos sobre
la pasarela Cibeles en la edición de este año. Observo
en el televisor como las estilizadas modelos pasean impasibles los objetos
del deseo, vestimentas inspiradas en, según parece, la figura
y el ambiente de Burroughs. Y es que su rostro preside la pasarela,
al fondo, con la mirada perdida, sin saber que se ha convertido en un
icono más, que él mismo ha sido también fagocitado
por aquello que denunciaba. Un icono maldito asimilado por lo chic
y lo cool. Si Andy siguiese vivo, le habría incorporado
a su panteón de celebridades pop con su pertinente retrato seriado,
para captar su tan famosa aura
En una cartela al lado del televisor
leo el argumento de los diseñadores del desfile, apelan al concepto
de 'orden', en el que no se involucran, razón que les permite
decir que 'creemos en el error y en invertir ideas preestablecidas.
Esto nos permite distanciarnos de una mayor uniformidad del pensamiento
y de formas. Desorden de estructuras, mezcla de tejidos, intercambio
de colores, quiebra de volúmenes, la imagen de Burroughs presidiendo
el encuentro de diferentes elementos. Accesorios por error: lisos, cuadros,
pelo, metálico.' Ahí dentro suena música punk,
reconozco a PIL y a los kráuticos Neu! No sé. Quizá
se trate de extender la imagen de Burroughs entre la mayor cantidad
de gente posible para que así todo el mundo lea sus obras y se
derroque la conspiración fatal del sistema
o quizá,
no. Quién sabe.
A la derecha otro televisor. Pasan
un documental con una entrevista a Haring. Más allá, otro,
enel que reconozco la voz engolada, inconfundible, de Burroughs. Si
no me equivoco, ese video debe ser 'Comissioner of sewers'. Haring,
'Diarios', primero de septiembre de 1979: '....es en pincipio una
semilla en un jardín el gran bloque que llamamos poesía'.
El toque final a la exposición lo pone de nuevo el Equipo Moral
con otro footage de videos, nombrado 'Alucignosis', otros treinta y
nueve minutos, misma duración que el de la entrada, para dejar
claro al espectador que 'la idea de la vida como sueño es
tan antigua como la idea de civilización', mediante el montaje
de los videos 'BMW protección natural' 'AMWAY video' y 'UFOs'
de Carl Sagan. La caza del guepardo. Las veloces avestruces sobre la
sabana.
'Apocalypse'. Ejercicio en el cual el vate Burroughs, la bestia, pareciera
que ha conseguido ejercer un control mental sobre el cerebro artístico
de Haring.
¿Será que encontró, tras múltiples aventuras
y peripecias, aquella mítica planta, el yage, que buscó
con especial ímpetu en su novela 'Marica' y que le permitía
a quien la tomaba ejercer un control mental sobre sus semejantes? La
efervescente potencia mental de Burroughs retransmitiendo telepáticamente
a Haring, y este a su vez devolviéndole la jugada, grabando a
fuego en la suya las palabras Arte, Color, Pintura
Resulta llamativo
observar que el corpus operístico de Haring hasta estas serigrafías
había sido, en líneas generales, de un aspecto formal
agradable, aun con su pertinaz mirada crítica en la mayoría
de las ocasiones. Pero no con la violencia contenida que emana en estas
serigrafías, en ellas el color surge en zonas aisladas y como
plena mancha, el color puro, como es habitual en él, pero desligado
del cerco lineal que suele caracterizarle ciñéndolo. Domina
la línea, por supuesto, ese trazo limpio y definido, ese trazo
grueso, firme y decidido que se desmarca de un fondo pulcramente blanco,
inmaculado. Los distintos símbolos pueden ser leídos,
pero al saltar de una composición a otra se cargan de múltiples
significados.
El pintor emplea también el collage, son varias imágenes
repetidas en las distintas secuencias, que saltan de una a otra, como
la Gioconda, empleada quizá como el arquetipo de obra de arte,
multiplicada por dos flanquea al gran hongo atómico-pictórico
de la explosión final, con sus manos cruzadas y la expresión
serena
o esa dama en rojo y de perfil, multiplicada también,
que en una de las serigrafías posee un cuerpo grotescamente bestial,
de cuyo vientre surgen seis pechos para amamantar a un no menos grotesco
bebé. La estereotipada ama de casa norteamericana, estilo fifties,
tocada con mitra papal, se cierne sobre el bebé mitrado también,
perteneciente a esa distinguida casta, coronan lo alto de una pirámide,
y el avión interceptado
Repetición y yuxtaposición.
No hay principio ni final, no importa que al llegar a la sala de proyecciones
la película haya comenzado, no se perderán el principio,
tan sólo hay que conectar la mente al bucle, a la cinta de Möbius
para resolver el problema de los cinco puntos o subirse a las escaleras
mecánicas del CCCB para ser teletransportados ante las puertas
del caos. Qué bien habrían quedado las puertas del infierno
que Rodin labrara como puertas de la sala de esta exposición,
para traspasarlas con aquellas palabras de la Ilíada 'Acheronta
movebo'
Burroughs y Haring, profetas, nos advierten: echaos a temblar, el
final está próximo. San Juan evangelista estoy seguro
de que mira 'Apocalypse' de reojo, desde el cielo.
Índice bibliográfico
- DE DIEGO,Estrella.: Tristísimo
Warhol, Editorial Siruela. Madrid, 1999.
- BOCKRIS, Victor.: Con William Burroughs, Editorial Alba. Madrid,
2001.
- Catálogo de la exposición. Editado por el Centro José
Saramago. Granada, 2003.
Índice iconográfico
1. Keith Haring, Williams Burroughs
y Andy warhol, 1985.
2. La fotografía de Warhol y Burroughs aparece publicada en la
biografía que hizo Bocris sobre el escritor y que está
indicada en la bibliografía. Es propiedad del autor. Fue realizada
en el Búnker, última residencia de Burroughs en Nueva
Cork, fechada en 1980.
3. Tres de las nueve serigrafías a color que Haring creó
para los textos de Burroughs. Sus medidas son 96,5 x 96,5 cm. Están
fechadas en 1988.
4. Williams Burroughs y Brion Gysin, páginas de ?Black Scrapbook
', c. 1963-64.
5. Keith Haring pintando en el metro de Nueva York, 1983.
6. Jackson Pollock (1912-1956) trabajando en su estudip en 1950.
7. Keith Haring en plena creación artística.