Las expresiones
de corte reaccionario y conservador en la crítica de arte están
ganando espacios en los medios de difusión debido a que la crítica
ha cedido espacios de divulgación, o la han expulsado de ellos,
para ser cubiertos con homogeneizadores discursos de nula calidad. Mi
artículo sobre el despliegue dictatorial y populista
de Avelina Lésper en México es muestra de ello, pero esta
persona, elevada por medios de comunicación, público común
y artistas de escaso relieve, representa tan sólo un emblema
de lo que surge también en otros lugares como Francia o Guatemala,
con esa “Épica batalla contra el dragón de lo nuevo”
como lo describe Rosa
Olivares revelando la toma de conciencia por los medios críticos
y los despreciados protagonistas del mundo del arte, quienes desdeñaban
antes con desgana la argumentación de Avelina Lésper por
su evidente ignorancia, y que ahora coinciden en denunciar y proclamar
la necesidad de frenar estas operaciones de control estético
de las masas con un discurso de inteligencia y claridad.
Esta ambición ética de
la crítica de arte se corresponde a la función crítica
del arte que en la Modernidad se emancipa de las tareas representativas
sujetas al poder eclesial o monárquico y se reafirma en su tarea
de vincular la estética con la ética. Las revoluciones
y el idealismo político que la producción artística
de las vanguardias de comienzo del siglo XX defendían hasta los
movimientos de arte conceptual, minimalismo, video arte, happenings
y performance art condujeron, desde los años ochenta, a una desilusión
esencial que la postmodernidad acaparó envolviéndose en
la insolencia y cinismo del arte anclado en el consumismo imperante
que la conducta económica y social neoliberal impulsaba, y de
lo que la actividad del arte no se sustrajo con la potenciación
del mercado del arte contemporáneo.
Hoy, aunque las prácticas artísticas están sumidas
en el diálogo global del comercio y la especulación económica
que la estructura del mundo del arte impone con las galerías,
ferias, bienales, subastas, museos, revistas y curadores... aún
late la producción de ideas que rescatan la creación de
imágenes que detonan el pensamiento reflexivo y la opción
crítica desde la operación visual. Todavía prevalecen
prácticas artísticas que se enfocan a construir un discurso
coherente demandando del espectador reflexión y reconsideración
profunda de actitudes con el cuerpo, el pensamiento, la ecología,
el poder político y social...
Michael López Murillo presentó “La moda no incomoda...
transforma, trastorna y deforma” en el espacio de galería
del Museo UPAEP. No es una institución que despunte con propuestas
de esta ideología, más bien dominan las exposiciones conservadoras
e incluso carentes de calidad. Ésta que se mostró fue
por contactos del artista buscando que permitiera a mucha población
estudiantil que circula por el espacio reflexionar sobre la imposición
tiránica e insana de la moda, esclavizada inconscientemente en
la dinámica del consumo. Michael expuso anteriormente en el mismo
espacio “Flujos de Capital Artístico” con la que
mostraba las reglas de juego de la mercadotecnia del mundo del arte.
Esa exposición pasó desapercibida por visitantes con anhelo
de imágenes digeribles de realismo y figura expuestas en la sala
colindante en aquel momento; ahora, Michel ocupaba la amplia sala de
la galería esgrimiendo ironía y un sagaz señalamiento
sobre temas que marcan la vivencia actual del tratamiento de la imagen
del cuerpo femenino: anorexia y moda inscritas en los estereotipos que
la publicidad impone. Asimismo, analiza y enhebra con varias piezas
la idea del “colonialismo interno” evidente a través
de la revisión detallada del perfil dominante en las imágenes
de revistas femeninas y sociales, y del trabajo de proceso en la red
de internet con el que alcanzó lograr un cambio en la etiqueta
de la marca de leche “Lala” que mostraba como imagen familiar
un grupo de individuos de perfil anglosajón contrario a lo que
predomina en la mayoría mexicana. Varias piezas aluden, desde
las tallas y el cuerpo delgado, al sometimiento que la mujer sufre para
seguir los tortuosos dictados de la moda como el calzado de tacón
que provoca deformaciones y daños en el cuerpo e, incluso, el
maquillaje que es abordado como un ritual de supervivencia con la fotografía
de varias mujeres que se dispusieron a “embellecerse” la
mitad del rostro, que aparece comparado con la otra mitad sin maquillar.
El espectador debe habituarse en una
muestra de Michael López al mecanismo que constituye un elemento
esencial de su discurso plástico: la interacción de la
pieza con el visitante; Michael trata de involucrarlo no sólo
desde la contemplación activa y reflexiva, sino directa sobre
la obra. En esta ocasión, con el karaoke retoma este “Entertainment
Art” que lleva a hacer consciente al visitante de la verborrea
consumista de las canciones de moda. También se introduce al
espectador en una obra para medir su cintura e, incluso un lugar donde
los niños dibujaban las opciones de su rol en el futuro. Y un
nuevo guiño a la tecnología con la creación de
una aplicación
para el sistema operativo de Windows con el que se distingue la muñeca
que pone en riesgo a las niñas por transmitir estereotipos de
belleza (Las aplicaciones de interacción ya están siendo
consideradas recientemente como arte desde que “Biophilia”
de Björk es la primera “app” en ser adquirida por el
Museo de Arte Moderno de New York, e incorporarse al currículo
educativo de algunas escuelas escandinavas). En otras situaciones, lo
que ocurre es que la institución del museo respalda actitudes
de arte de carácter crítico incómodo y controvertido
que pudieran irritar a la sociedad, pero se mantiene bajo el control
de difusión enmarcado dentro de los márgenes de la esfera
de la exhibición para que la resonancia crítica no se
expanda: esa es mi opinión con la exposición “Atlas
Eidolón” de Erick Beltrán, instalación realizada
exprofeso para el Museo Tamayo. Desde el concepto griego de la efigie
espiritual del individuo fallecido, y con modelos sobre los mecanismos
de la memoria, el funcionamiento de la psique y el pensamiento en imágenes
se levanta una construcción escultórica móvil de
anillos giratorios, que permite combinaciones haciendo coincidir por
sectores el bagaje icónico colectivo desde los gestos presidenciales
de victoria a la acostumbrada visión de cuerpos desmembrados
del crimen organizado. Son imágenes de los acontecimientos y
la sociedad política en México enhebrada como identidad
personal alumbrando patrones regidos bajo la lucha de símbolos
dominantes en la memoria colectiva a partir de los archivos fotográficos
del periódico La Jornada. Estos patrones icónicos eran
desvelados en una sala contigua, aún más interesante y
provocativa, y de la cual no se distribuían imágenes a
la prensa, y no se permitía su fotografía, reforzando
mi afirmación inicial sobre que propagar la controversia generada
por la propuesta no es provechoso para la institución museística
y el propio patronazgo financiero que la sostiene; tal y como ocurre
con el diagrama del esquema de relaciones familiares del eje Atlacomulco
donde aparece Carlos Hank Rohn, uno de los patronos del museo Tamayo.
Así, se extendían sobre los muros varios diagramas de
inflamante contenido periodístico con denuncias de la corrupción
de las autoridades, extensión del nepotismo, la partidocracia
de élite, la comercialización del espacio geográfico
mexicano, la privatización de empresas públicas, la relación
de Televisa con el PRI, así como la estructura genealógica
política que condujo a E. Peña Nieto a ser presidente
de México y todas las relaciones que convergen en el sistema
de poder del PRI.
Hay ocasiones en que la exposición y su actitud crítica
caracterizan la institución expositiva como ha ocurrido en el
IMACP (Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla) con la nueva
singladura bajo la administración municipal entrante. Es lamentable
que las instituciones de cultura se encuentren a la deriva de las preferencias
de los políticos elegidos, pero realmente así sucede en
México y más en el ámbito provinciano de Puebla.
Ya comenté anteriormente los desatinos ocurridos en el periodo
reciente del IMACP con vergonzosa dirección y deficiente calidad,
sobre todo en lo que respecta a la programación del espacio Galerías
del Palacio en el Zócalo y su aproximación al arte contemporáneo.
Esta administración de Antonio Galí nombró a Anel
Nochebuena como directora, correspondiendo la tarea directiva de la
Galería a Michael López Murillo que, de entrada, dejó
clara su orientación de artes visuales, que elogio en su actitud
de brindar reflexiones de arte contemporáneo reuniendo las mejores
propuestas del ámbito poblano, y organizando exposiciones que
faciliten un acercamiento a las propuestas de arte actual que sitúen
a Puebla como atractivo cultural más allá de la propagación
del Patrimonio del Barroco histórico.
Las dos primeras muestras en el IMACP
se inscriben bajo esa disposición crítica del arte actual
que afirma las prácticas visuales como medio para impulsar la
reflexión y cuestionar concepciones asumidas. Con la primera
exposición que Michael López reunió como curador
ahondaba en el rol crítico del retrato centrado en la producción
de artistas de Puebla: “El Retrato como herramienta crítica”.
Con la muestra recurre al uso de la imagen en su propia disolución
que la tendencia contemporánea empuja. El género del retrato
ha estado siempre en las manifestaciones visuales como base de la representación,
aunque sometido a vaivenes dependiendo de las concepciones sociales,
religiosas y políticas. Así como ya no se limita la imagen
actual a ser una construcción de habilidad técnica sobre
una superficie, el retrato se expande con ello también fortaleciendo
sus posibilidades y estrategias como herramienta de análisis
crítico. Con esta aproximación planteada en la curaduría
se apunta a una ruptura total de las formas de aproximación de
la imagen del retrato, que pone en duda la noción misma del retrato
resaltando las miradas múltiples y complejas de escenarios que
salen del espacio normalizado para la representación; y aquí
es en donde se encuentra la capacidad crítica del género
que se extiende más allá de la idea de introducir perspicacias
psicológicas en la imagen realista del individuo. Esto es lo
que intenta la muestra: ofrecer una visión de cómo el
género de la representación del individuo se abre a otras
dimensiones rebasando la simple reproducción fidedigna de rasgos,
y con ello la mirada se adentra en otros espacios que permiten renovadas
lecturas.
En esta muestra, la acepción
de retrato se vuelca de modo muy amplio, tan dilatado que encuentra
su fundamento más en el sentido de mirada crítica empleada
en el acto de ver lo otro y su entorno que en la representación
del individuo, rozando más bien el concepto de autorretrato como
exploración del yo y lo colectivo. Desde aquí, la conjunción
de estrategias fructifica en un panorama que abarca desde la propia
escrutadora mirada realizada por Miguel Pérez con la fotografía
en una autoexploración de las formas que la sociedad impone denunciando
el peinado en la mujer que evocan máscaras que ocultan la identidad,
las miradas de imágenes de Juan Carlos Castillo que un vagabundo
toma de su entorno que revelan la mirada del otro estableciendo una
crítica social desde las desigualdades económicas, la
mirada fotográfica fantaseada como héroes de la vida de
los emigrantes mexicanos en New York de Dulce Pinzón, la actuación
sarcástica de Alberto Ibáñez sobre la imagen real
que denuncia subvirtiendo símbolos e iconos recargados de nuevo
significado, hasta el repertorio icónico de los grabados de Carlos
Flores que despliega una conjunción del bagaje prehispánico
escudriñando la imagosfera actual en busca de una identidad disuelta
por la globalización visual.
Finalmente, parece que se resquebrajó
una idea curatorial de mayores posibilidades abriendo el paraguas conceptual
para abarcar la intención inicial de celebrar este inicio de
periodo con nuevo talante artístico entresacando artistas poblanos
que pudieran utilizarse para la muestra inaugural. Hay obras que, aun
siendo meritorias no se traducen apropiadamente bajo la propuesta crítica
del retrato. Colectivo Oso, explora el ámbito entre diseño
y arte en el entramado del popular traslado en bicicleta en Cholula,
y Ernesto Cortés con pinturas de figura y reanimación.
Edgar Torres, en última estancia toma el espacio electrónico
yuxtaponiendo videos de la realidad mostrada en TV señalando
la manipulación que es objeto el espectador por los medios de
comunicación.
Aunque es preciso aplaudir el esfuerzo inaugural
que contribuye con esta exposición a una necesaria renovación
en el nuevo periodo del IMACP, la intención curatorial de reflexionar
desde la mirada de los artistas de Puebla con visión crítica
sobre la realidad de su entorno crea un grupo con desigual desempeño
plástico reuniendo visiones de un comprometido despliegue artístico
que, a veces sólo se sostiene de éste, originando una
obra mal resuelta como la de Ángel Chánez (Conejo muerto)
que, aunque de vibrante humor cáustico, se pierde en composición
y efectividad figurativo-tonal, mientras otras propuestas resultan más
próximas a lo convencional en recursos pictóricos como
las de Pedro Fonseca con la representación de personajes de lucha
y boxeo en forma de “dripping” superpuesto sobre la imagen
posterizada del personaje famoso retratado.
Tres muestras
entre el retrato como herramienta crítica, la acusación
de la tiranía de la moda, y la instalación “Atlas
Eidolon” de elaborada denuncia gráfica sociopolítica,
que presentan un panorama del arte como estrategia de operación
visual crítica desde lo individual, lo colectivo y lo museístico.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de
Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso
Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva York,
1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World
Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas
Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s
and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’ en 1992
por ‘World Education Services’. Título de Profesor
de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.