¿Conduce el aprendizaje y dominio
de los componentes de los sistemas de representación hacia una
liberación o hacia una represión del ámbito emocional?
¿Realmente contribuye la enseñanza del arte a una construcción
del conocimiento personal? Las restricciones o limitaciones del aprendizaje
de toda disciplina acompañan el desarrollo de cualquier aspecto
artístico. Hay que elaborar controles y dominios técnicos
y materiales, así como la coordinación entre mente y ejecución
física.
Pudiera entenderse, entonces, que la construcción de estas competencias
resultan en una represión de la expresión, en un adormecer
la dimensión genuina de la persona. Toda imposición de
un sistema de representación supondría un someterse a
normas y por lo tanto, doblegarse a modos externos impuestos por la
cultura y la sociedad. ¿Sería posible ver la adquisición
de estos conocimientos como pautas de evolución personal que
despliegan posibilidades de expansión e interiorización
del individuo?
Las actitudes estilísticas contemporáneas
impulsaron el abandono del conocimiento disciplinar centrando las aportaciones
en el ámbito de los dispositivos de sentido y de ampliación
de las formas expresivas interdisciplinarias, ahondando más en
criterios experimentales que los formalistas que desechaban.
Al cabo de hoy, la mayoría de las escuelas de arte se encuentran
preparando artistas que no adquieren, muchas de las veces, conocimiento
y formación, sino que se despliegan empujados por los docentes
a fluir sin estructura alimentando ideas donde la acción de desintegrar
y disolver los planteamientos heredados son los ejes predominantes.
Las nociones válidas resultan del acercamiento libre sin trabas,
ni impedimentos, ni restricciones. Todo molde o planteamiento previo
se desdeña, o al contrario, en algunas escuelas sin determinación
clara, se mantiene una baja exigencia desde moldes previos de enseñanza
que, descontextualizados y sin estrategias vinculantes a la realidad
contemporánea, resultan ineficaces.
¿Donde se sitúa la enseñanza de una orientación
funcional y pragmática de las artes en una sociedad avanzada?
Es más, ¿Hacia dónde preparar los estudiantes que
ejercerán sus conocimientos en cinco años cuando los sistemas
de la imagen, la reproducción y difusión se han de modificar
profundamente? Por supuesto que seguirá existiendo el creador
que inscribe su marca sobre el plano, el trazo caligráfico, la
mancha pictórica, o el rudimento volumétrico. Ya se superó
el mito de la muerte de la pintura. La actividad creativa bidimensional
la realiza, también, con plena intensidad, el paciente psiquiátrico,
que sin limitantes se vuelca en la expresión de su identidad
y de su pensamiento. De hecho, los ejemplos de obra de muchos de estos
creadores fueron estímulos para la evolución plástica
moderna desde la colección Prinzhorn defendida por la aproximación
al 'Art Brut' de Jean Dubuffet.
¿Qué
queda entonces en la enseñanza del arte actual entre la necesidad
de expresión y la aplicación útil y funcional de
las disciplinas? Los avances de la tecnología y el uso de las
herramientas digitales en la imagen parecen desplazar las habilidades
de creación en el terreno tradicional, entre otros en el de la
realización de la imagen de animación y creación
artística. Es indudable que la imagen electrónica conforma
la esencia actual para el desarrollo de la representación, con
las facilidades que supone y las posibilidades que resultan de su reproducción
y difusión. La enseñanza del arte viene indudablemente
afectada por los avances de las herramientas de construcción
de imagen. Así, una carrera desarrollada en un Centro de Estudios
Tecnológicos donde predominan los componentes funcionales útiles
podría concebirse, al encarar la enseñanza del arte, dominada
por los aspectos meramente pragmáticos. Cuando se configuran
los planes de una licenciatura se construye la idea de un perfil que
satisfaga necesidades dentro de un ámbito concreto y anticipándose
a la situación social en cinco años. En este caso, advirtiendo
el futuro, la Licenciatura de Animación y Arte Digital en el
Tecnológico de Monterrey provee de profesionales en el mundo
de la creación artística capacitados en complejas formas
de programación computacional, al tiempo que entienden los conceptos
y habilidades artísticas profundamente humanas y espirituales
con las que podrán desplegar una expresión personal activa
en un mundo tecnificado, en el que se desenvolverán como líderes
y emprendedores con compromisos éticos y ciudadanos; su educación
no se limita a la mera formación de individuos atascados en su
visión técnica. Ese mito extendido sobre esta universidad
proyecta una imagen errónea sobre una licenciatura que adecuadamente
asimilada resultará en un perfil distintivo único y de
amplias capacidades para desplegarse con el arte en la sociedad futura.
Una de las materias que extiende la
formación adquirida de técnicas de representación
básica y la del control de la figuración del cuerpo humano
en movimiento -ambas de elevada calidad, de resultados destacables entre
los ofrecidos en las universidades de Puebla- es ‘Taller de Exploración
de la Forma’. En ella el estudiante tiene la oportunidad de lidiar
con el pasado reciente de la escultura desde la etapa de las vanguardias,
donde la representación de la figura humana atravesó un
agudo cambio dejando atrás la tradición neoclásica.
Esta evolución a lo largo de la materia conducirá hasta
el manejo del arte objeto y la simbolización y sentido de la
materia cargada con los significados individuales. El alumno conoce
y experimenta las razones formales, plásticas y significativas
que alimentaron las propuestas escultóricas con la forma humana
que conducen hasta el presente, utilizando toda clase de materiales
desde el barro, la plastilina, el alambre, la madera, el yeso, el látex,
la cera... etc.
Esta experimentación desarrollada en el 4º semestre de la
carrera en este periodo de primavera se expuso bajo el título:
‘Figurar la Materia’ con 40 piezas de escultura situadas
en la zona central del edificio del Tecnológico de Monterrey.
Son la respuesta creativa de 27 alumnos al impulso docente realizado
en la materia por el Dr. Ramón Almela. Una primera serie de piezas
fueron formuladas en equipo partiendo desde la comprensión de
la estética desplegada por las distintas vanguardias hasta los
años 50 acerca de la escultura de figura humana. La segunda serie,
realizada en parejas, acometió la representación de las
características de cada uno de los signos del Zodiaco enmarcadas
dentro de las líneas plásticas de un escultor contemporáneo,
y la tercera serie de figuras acometen la ejecución de una temática
personal manejando propuestas de arte objeto.
Y es aquí
donde el estudiante de la licenciatura de Arte Digital en el Tecnológico
de Monterrey llega a los mejores resultados con el eficaz ensamble de
sentido y materia. Aquí encuentra la oportunidad de explayarse
como individuo sensible. La mente cargada de emociones, muchas veces
reprimidas, va abriéndose camino en la potencialidad simbólica
de los objetos y la materia volcándose en la condensación
significativa de su visión, reflexión y exteriorización
de sentimientos.
Aquí, la práctica artística de la escultura estimula
la conjunción de la forma y el contenido desde la concienciación
personal que usa las pulsiones internas dirigidas a sublimar conflictos
y vivencias en metáforas visuales. El objeto, como resultado
de la interacción entre la actividad artística y la respuesta
emocional, se convierte en el campo de juego mental donde se profundizaron
y externaron en forma grupal las vivencias internalizadas; una actitud
encomiable con la que, aún envueltos en un ámbito tecnológico
de creación contemporánea, abordan con entusiasmo la dimensión
dentro de sus coordenadas personales.
Las vivencias
y relaciones amorosas, contempladas bajo variados aspectos con sus repercusiones
de ilusión o depresión, abundaban entre las temáticas
afrontadas. La permanencia del sentir, las decisiones afrontadas o las
expectativas albergadas, marcaban una etapa crucial de la vida. Las
relaciones familiares constituyen, por otro lado, otro importante aspecto
del ser humano. Tanto la dependencia económica con la familia,
como las vinculaciones profundas entre las personas aparecen tratadas
con intensidad en las narrativas desplegadas con los objetos y formas
tridimensionales.
La cuestión de la identidad, centrada con varios trabajos en
los procesos atravesados en las etapas de transformación y búsqueda
personal, se comporta como otra de las claves temáticas que motiva
al estudiante a plasmar intensas vivencias. Varios trabajos podrían
señalarse como piezas ejemplares que condensan adecuadamente
forma y contenido en su agrupación objetual. Con todos en su
conjunto, se aprecian los niveles de calidad que pueden lograrse con
individuos entusiastas que supieron percibir su potencialidad tecnológica
con los nuevos medios, y en los que la enseñanza del arte promueve
el desarrollo de la dimensión artística desde su esencia
personal.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de
Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso
Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva
York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World
Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas
Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s
and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’
en 1992 por ‘World Education Services’. Título de
Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando,
Madrid.