Luz
y tiempo: en eso consiste la fotografía.
Desde el Renacimiento distintos humanistas intentaron obtener y copiar
imágenes en lienzo a través del sistema de cámara
oscura, y en algunos casos, como Leonardo da Vinci, con resultados positivos.
Sin embargo no será hasta el siglo XIX cuando se consiga fijar
esas imágenes en una superficie. A principios de la década
de 1820 Nicèphore Niepce logra, experimentando con la acción
de la luz, una cámara oscura y sustancias químicas, fijar
imágenes sobre papel. En la década siguiente Fox Talbot
y Daguerre van perfeccionando esa técnica, ‘un medio nuevo
para fijar las vistas que brinda la naturaleza, sin tener que recurrir
a un dibujante’, según se presentó este invento
a la Academia de las Ciencias de París en 1839.
Daguerre se apropió de la gloria
dando su nombre a la nueva técnica, el daguerrotipo, que causaría
una gran impresión en una sociedad burguesa e industrial que
empezaba a habituarse a los inventos y avances revolucionarios en todos
los campos de la ciencia. En los años posteriores una rápida
difusión de la fotografía junto a las mejoras mecánicas
del invento -la reducción del tiempo de exposición desde
varias horas necesarias en principio a unos pocos minutos, los nuevos
compuestos químicos- convierten a la fotografía en un
sorprendente medio para representar la realidad con mucha más
veracidad que la pintura. Esto provocó encarnizados debates sobre
el fin del arte y las posibilidades de su reproducción técnica,
puesto que las fotografías eran un medio relativamente barato
y rápido de conseguir lo que los pintores ponían sólo
al alcance de los potentados, los retratos dejan de ser patrimonio y
ostentación de poder.
A finales de siglo la fotografía
era un medio perfectamente asentado dentro de la vida común de
las ciudades, y los fotógrafos ambulantes comienzan a registrar
todo lo que se pone a la vista de sus objetivos. Es, como dice Andrés
Trapiello, la segunda creación del mundo.
‘Lo repetible pasaba por despreciable,
pero es siempre por donde empieza una democratización’,
comenta Régis Debray en Vida y muerte de la imagen. Baudelaire
y otros artistas renegaban de la capacidad de la máquina para
conseguir una obra de arte, puesto que significaba realmente la desaparición
efectiva del mundo anterior, del sistema de representaciones que hasta
ahora había configurado el estado de cosas, basado en lo oral
y en la palabra. La muerte de la obra de arte única y al alcance
de ojos exquisitos, cultos y privilegiados, se decía, era el
preludio de los cambios sociales revolucionarios que se avecinaban.
Posteriormente surgen los intentos
por convertir a la fotografía en una más de las bellas
artes, y al conseguir el estatus de documento, las imágenes impresas
comienzan a representar una nueva visión de la realidad, el monopolio
de la veracidad. La prensa capta rápidamente su potencial y,
desde la guerra europea de 1914, fotografía, documento y verdad
se consideran imprescindibles aliados. Comienza también el interés
de la Historia, la Antropología, la Teoría del Arte por
este medio, y los debates intelectuales sobre la representación
imaginaria o real de las fotografías, sobre su capacidad documental,
sobre sus aplicaciones médicas, jurídicas o policiales,
se suceden hasta mediados del siglo XX, cuando el cine de masas, la
televisión o las técnicas informáticas y digitales
van sustituyendo a la fotografía como medio de interpretación
de la realidad, despojándola del monopolio de 'depositaria de
la verdad' que tenía hasta entonces. La fotografía, curiosamente,
se recluye entonces en la ficción y en el mundo artístico,
parcelas del mundo de la cultura a las que había venido a sustituir
durante el siglo XIX.
Desde entonces se han venido sucediendo
las aportaciones teóricas, filosóficas e historiográficas
sobre la fotografía de Walter Benjamin, Roland Barthes, Gisèle
Freund, Susan Sontag, John Berger, Vilém Flusser, Régis
Debray, etc., y en España los estudios de Publio López
Mondéjar, Marie-Loup Sougez, Lee Fontanella, Joan Fontcuberta
o Antonio Molinero. En todos ellos el tema principal es la instantaneidad,
la fugacidad, la captura del tiempo en una superficie y su relación
con la memoria personal o colectiva, o su utilización como medio
de control y conquista por parte del poder.
_______________________
Para
saber más