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El arte de parar el tiempo
Mario Muñoz Guerola
28/04/2008


Luz y tiempo: en eso consiste la fotografía.

Desde el Renacimiento distintos humanistas intentaron obtener y copiar imágenes en lienzo a través del sistema de cámara oscura, y en algunos casos, como Leonardo da Vinci, con resultados positivos. Sin embargo no será hasta el siglo XIX cuando se consiga fijar esas imágenes en una superficie. A principios de la década de 1820 Nicèphore Niepce logra, experimentando con la acción de la luz, una cámara oscura y sustancias químicas, fijar imágenes sobre papel. En la década siguiente Fox Talbot y Daguerre van perfeccionando esa técnica, ‘un medio nuevo para fijar las vistas que brinda la naturaleza, sin tener que recurrir a un dibujante’, según se presentó este invento a la Academia de las Ciencias de París en 1839.

Cámara oscura de finales del siglo XVIII   Joseph Nicéphore Nièpce   Primera fotografía que se conserva, tomada en 1826 por Joseph Nicéphore Niépce desde uno de los ventanales del castillo Le Gras

Daguerre se apropió de la gloria dando su nombre a la nueva técnica, el daguerrotipo, que causaría una gran impresión en una sociedad burguesa e industrial que empezaba a habituarse a los inventos y avances revolucionarios en todos los campos de la ciencia. En los años posteriores una rápida difusión de la fotografía junto a las mejoras mecánicas del invento -la reducción del tiempo de exposición desde varias horas necesarias en principio a unos pocos minutos, los nuevos compuestos químicos- convierten a la fotografía en un sorprendente medio para representar la realidad con mucha más veracidad que la pintura. Esto provocó encarnizados debates sobre el fin del arte y las posibilidades de su reproducción técnica, puesto que las fotografías eran un medio relativamente barato y rápido de conseguir lo que los pintores ponían sólo al alcance de los potentados, los retratos dejan de ser patrimonio y ostentación de poder.

William Henry Fox Talbot   Cámara de Fox Talbot, la Mousetrap   William Henry Fox Talbot, The Ladder, 1845  


 Louis Jacques Mandé Daguerre      Primer daguerrotipo, 1837 por Daguerre

A finales de siglo la fotografía era un medio perfectamente asentado dentro de la vida común de las ciudades, y los fotógrafos ambulantes comienzan a registrar todo lo que se pone a la vista de sus objetivos. Es, como dice Andrés Trapiello, la segunda creación del mundo.

‘Lo repetible pasaba por despreciable, pero es siempre por donde empieza una democratización’, comenta Régis Debray en Vida y muerte de la imagen. Baudelaire y otros artistas renegaban de la capacidad de la máquina para conseguir una obra de arte, puesto que significaba realmente la desaparición efectiva del mundo anterior, del sistema de representaciones que hasta ahora había configurado el estado de cosas, basado en lo oral y en la palabra. La muerte de la obra de arte única y al alcance de ojos exquisitos, cultos y privilegiados, se decía, era el preludio de los cambios sociales revolucionarios que se avecinaban.

Fotógrafo ambulante, 1912      

Posteriormente surgen los intentos por convertir a la fotografía en una más de las bellas artes, y al conseguir el estatus de documento, las imágenes impresas comienzan a representar una nueva visión de la realidad, el monopolio de la veracidad. La prensa capta rápidamente su potencial y, desde la guerra europea de 1914, fotografía, documento y verdad se consideran imprescindibles aliados. Comienza también el interés de la Historia, la Antropología, la Teoría del Arte por este medio, y los debates intelectuales sobre la representación imaginaria o real de las fotografías, sobre su capacidad documental, sobre sus aplicaciones médicas, jurídicas o policiales, se suceden hasta mediados del siglo XX, cuando el cine de masas, la televisión o las técnicas informáticas y digitales van sustituyendo a la fotografía como medio de interpretación de la realidad, despojándola del monopolio de 'depositaria de la verdad' que tenía hasta entonces. La fotografía, curiosamente, se recluye entonces en la ficción y en el mundo artístico, parcelas del mundo de la cultura a las que había venido a sustituir durante el siglo XIX.

Robert Capa, Bombardeo de Bilbao, 1937   Robert Capa, Milicianas   Robert Capa, Madrid Noviembre-Diciembre 1936

Desde entonces se han venido sucediendo las aportaciones teóricas, filosóficas e historiográficas sobre la fotografía de Walter Benjamin, Roland Barthes, Gisèle Freund, Susan Sontag, John Berger, Vilém Flusser, Régis Debray, etc., y en España los estudios de Publio López Mondéjar, Marie-Loup Sougez, Lee Fontanella, Joan Fontcuberta o Antonio Molinero. En todos ellos el tema principal es la instantaneidad, la fugacidad, la captura del tiempo en una superficie y su relación con la memoria personal o colectiva, o su utilización como medio de control y conquista por parte del poder.

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