La muestra ‘Vivian Maier. Una
fotógrafa revelada’ comisaria por Anne Morin, en la sala
Artegunea de la Fundación Kutxa en Tabakalera de San Sebastián
acoge 135 fotografías de las cuales 30 no se han visto nunca.
Está dividida en seis secciones: autorretrato, retratos callejeros,
infancia, formalismo, color y relación con el cine. La exposición
incluye también parte del trabajo en color de la fotógrafa
y varias de las pequeñas películas en super ocho que rodó
a partir de 1960, que permiten seguir la mirada de Vivian Maier en movimiento.
Como en sus fotografías, ofrece una experiencia visual, resultado
de una observación discreta y silenciosa del mundo que la rodea.
No hay narrativa, no hay movimientos de cámara (el único
movimiento que se puede llamar cinematográfico sería el
del autobús o el metro en el que va montada). Filma aquello que
le lleva a la imagen fotográfica: observa, se detiene de forma
intuitiva sobre un sujeto y lo sigue. Hace zoom con su objetivo para
acercarse desde la distancia y se centra en una actitud o un detalle
(como las piernas o las manos de algunas personas en medio de la multitud).
La película funciona más bien como un documental.
Durante la presentación de la
exposición la comisaria, explicó la "singular"
historia de Vivian Maier (Nueva York, 1926-Chicago, 2009) una mujer
estadounidense de ascendencia francesa y astrohúngara que nació
en la ciudad de Nueva York. Vivió en Francia, Nueva York y en
Chicago, donde pasó la mayor parte de su vida (desde 1956). Trabajó
cuidando niños de distintas familias, un trabajo que le permitió
"pasear por barrios obreros, donde está la vida, el teatro
de lo cotidiano" que fotografiaba con su cámara de medio
formato Rolleiflex, que adquirió en 1952, en blanco y negro.
No sería hasta finales de la década de los 60 cuando pasaría
al color en 35 milímetros ya con una Leica, en imágenes
a las que éste "confiere musicalidad, ritmo y volumen"
y en las que desaparecen las figuras, según explica la comisaria.
Morin señaló que el archivo de Maier consta de unos 120.000
negativos, de los cuales unos 20.000 o 30.000 estaban en los carretes
sin revelar desde 1960 a 1970. Los negativos que había revelado
Vivian estaban colocados en tiras y tenían la fecha y la localización
escritas en francés y todavía quedarían unos 200
carretes por revelar, por lo que "en los próximos dos o
tres años aún puede haber sorpresas".
Según indicó, los autorretratos son recurrentes y en ellos
Maier buscaba a través de ellos "su lugar en el mundo"
dotarse de una identidad de la que la sociedad estadounidense de aquella
época le privaba al ser una mujer de clase social baja e inmigrante.
La fotógrafa también exploró el mundo infantil
en sus imágenes quizás buscando esa infancia feliz que
parece nunca tuvo al nacer en una familia desestructurada con padres
separados, un hermano con problemas psicológicos y con la justicia,
y, según la comisaria, algún "trauma" en su
infancia que dificultó sus relaciones con los hombres. Su interés
por la fotografía nació muy pronto, y quizá tuvo
que ver en ello que su madre y ella vivieran durante un tiempo con la
fotógrafa francesa Jeanne Bertrand.
Maier fue además
una gran viajera y gracias a una herencia de su tía abuela pudo
estar en Cuba, Canadá y California. Morin ha señalado
que hay unas 5.000 copias 'vintage' de sus fotografías que revelaba
en el laboratorio que habilitó en el cuarto de baño privado
que tenía a su disposición en una de las casas en las
que trabajó como institutriz.
A partir de 1990 Maier prácticamente no tenía trabajo
y sus recursos eran escasos, de modo que no tiene medios económicos
para revelar muchas de las fotografías que realiza. Su "enorme"
colección de libros, recortes de prensa, películas e impresiones
fue requisada para pagar las deudas del alquiler. La familia Gensburg,
con la que trabajó durante años, alquiló un apartamento
para alojarla y cuidó de ella hasta su muerte en Chicago el 21
de abril de 2009, tras fracturarse la cadera en una caída al
resbalar con el hielo en las calles de Chicago.
Dos años antes de la muerte
de Vivian Maier o "la niñera invisible", como se le
ha llamado en los últimos tiempos, fueron comprados treinta mil
de sus negativos en una subasta de una caja de ahorros de Chicago, por
John Maloof, que estaba trabajando como coautor de un libro sobre Chicago.
Morin ha explicado que al principio Maloof "no les prestó
la atención suficiente" y de hecho revendió una parte
de los negativos que reveló en Internet, sin embargo, el crítico
e historiador de fotografía Allan Sekula le advirtió del
valor de ese material. Fue entonces cuando Maloof empezó a investigar
el archivo de Maier y realizó el documental 'Finding Vivian Maier'
junto con Charlie Siskel en 2013.
Maier "Fue pionera, inventó
un lenguaje antes que los demás", ha destacado Morin, quien
reivindica tanto su identidad como su relevancia en la historia de la
fotografía, y eso queda patente en esta muestra.
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Vivian Maier. Una fotógrafa
revelada).
Kutxa Kultur Artegunea
Tabakalera, Plaza de las Cigarreras, 1. 20012. Donostia / San Sebastián.
España.
Desde el 21 de junio hasta el 20 de octubre de 2019.
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