Jorge Restrepo es tan colombiano como
hondureño. Nació en Cali en 1961, y cuando tenía
diez años veía de cerca la pintura, guiado por el maestro
Gabriel Duque en Medellín. En los años de juventud llegó
a estudiar en la Escuela Agrícola Panamericana (EAP) de El Zamorano,
emocionándose entonces por ser ‘catracho’.
En el segundo quinquenio dosmilino,
Restrepo decide migrar del lienzo único a la práctica
accional, un punto de vista que le permitiría integrar las nociones
de suceso, performance, interacción, intervención e instalación
en un solo campo ‘generológico’. Por lo demás,
no podemos obviar que su formación multifacética —agrónomo,
profesor, administrador y relacionador— ha llegado a ser una de
las causas hacedoras de credibilidad y de innovación en su obra,
y la otra, la sociedad y el arte de este tiempo. Y con ellas, la continuidad
como figura antropológica, prendida más de la comunicación
que de la forma y el asunto; y esto porque hay una importante diferencia
entre la exposición sociológica y la interacción
social.
El 29 de septiembre de 2009 Restrepo organizó una de estas acciones
en la escuela de El Zamorano, llamándola Caligrafía.
El primer tramo accional fue la elaboración y reproducción
de una ‘versión intervenida’ del Cuaderno de Escritura
y Ortografía de Primer Grado: en la portada un niño termina
de escribir en la pizarra ‘el golpe’, y en el primer renglón
de las páginas interiores se lee directamente ‘golpe –
golpes – el golpe’ (pág. 1), ‘¿Qué
es un golpe?’ (pág. 2), y en la última: ‘Por
un golpe me castigan’ (pág.8); y en el segundo renglón,
con letra punteada, frases inconclusas como ‘golpe –...’
(pág. 1), que el ‘examinado’ podía terminar.
El segundo tramo fue la aplicación de este mismo ‘examen
caligráfico’ a 92 estudiantes universitarios, quienes al
concluirlo lo intercambiaron para observarse mutuamente sus escrituras,
algo que fue documentado extensamente por el fotógrafo Jorge
Espinosa.
Esta obra, como
muchas de las que ahora produce Restrepo, puede caracterizarse como
una acción didáctica, por su método. La noción
de conocimiento reflexivo es tan central como la de organización
creativa en esta propuesta, cofundiendo los procesos de educación,
creación y comunicación en un arte como realidad pedagógica
y social. Esta es la belleza y la profundidad de la Caligrafía
restrepense. Lo mismo que deseaba el concretista Maciunas, cuando decía
que es preferible el mundo de la realidad a la abstracción artificial
de la ilusión [Nota 1].
En tanto el arte es una realidad hablamos ya de
pertinencia. En las cartillas de Caligrafía lo que tenemos
es la indicación, la pregunta y la admiración como rayas
que connotan la palabra golpe, proponiendo este dispositivo elemental
—el cuadernillo de ejercicios— como medio para rever
la noción. Cuando Restrepo ‘examinó’ a los
alumnos deseaba eso, conocer la dimensión que cada quien le adjudicaba.
En la cartilla no se escribió Golpe o ‘golpe’ o golpe,
sino golpe, el golpe, golpes, un golpe, los golpes, como si los estudiantes
universitarios fueran unos niños ¡sin razón ideológica!.
La caligrafía del golpe’ como experiencia escolar y el
Golpe de Estado en Honduras como experiencia política real y
mediática, al entramarse efectivamente en el salón de
clases —el mismo año del Golpe—, ofrecieron una maravillosa
plaza para el reconocimiento lógico e ideológico del sujeto.
Como curador de la acción, recuerdo bien la aspiración
de Restrepo: era corroborar que no siempre somos capaces de tomar seriamente
las causas ni los efectos, que aislamos el hecho de su pasado, contexto
y proyección, atomizándolo sea por ignorancia, cálculo
o emoción.
En
efecto, la falta de conocimiento histórico, político y
económico, nacional e internacional, a la mayoría nos
hizo creer que a pesar de los conflictos cada vez más evidentes
entre clases y sectores, entre gobierno y empresarios, los golpes de
Estado no podían regresar porque nuestra democracia ya estaba
madura para gestionar todo a través de la negociación
y el diálogo. La obra de Restrepo es, por esto mismo, una esquirla,
una silenciosa pero brutal ironía sobre nuestras formas —achatadas,
diría Arzú Quioto— de pensar el mundo. Caligrafía
no habla entonces del Golpe, sino del ‘golpe’, del golpe
que funda nuestra ignorancia ‘congelada’ en aquellos primeros
años en que nuestros ojos y manos apenas pueden resolver los
garabatos.
Esto lo que el artista cuestiona al pedirle a
un grupo de universitarios que realicen un examen elemental de caligrafía.
¿Qué es un golpe? (pág. 2) les pregunta, y
después de afirmaciones y admiraciones, hay una respuesta: ‘Por
un golpe me castigan’ (pág.8). Insistimos en que la reflexión
de Restrepo no es ya sobre el Golpe, que pudo haber ocurrido o no, sino
sobre los ‘golpes’ que ocurren, entre otras razones, por
carecer de una educación que soslaya la crítica y el cambio.
El cambio es la premisa estética e ideológica que,
después de todo, deja ver la obra de Restrepo. En Caligrafías
hay deseo de cambiar el mundo por medio de la percepción y la
reflexión. Pero no hay ingenuidad, una cosa es el mundo real,
y otra el arte como realidad. La realidad del arte tiene un límite:
es comunicación, es pura experiencia simbólica. Aunque
desde luego, el participante tiene un campo de vida más amplio,
donde lucha y trabaja como persona y clase social.
Para finalizar deseo subrayar un hecho:
que Restrepo ha sido uno de los principales actores del arte público
en Honduras, ensayando locaciones y temas tan diversos como las complejidades
sociales, sin buscar el prestigio de las museografías urbanas
ni la belleza solemne que nace del encierro tallerístico. Su
obra es un verdadero trabajo de campo, ejecutado siempre colectivamente.
De esta sólida faceta han dado cuenta los críticos hondureños
Carlos Lanza y Allan Núñez, quienes han participado además
como curadores en algunos de sus proyectos.
Nota
1:George Maciunas, citado en Edward Lucie-Smith, 2000, Arte
del siglo XX, Könemann, Colonia, pág. 288.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Caballero (Taulabé, Honduras),
1974. Incursionó en la crítica de arte una vez que finalizó
su magisterio en artes plásticas en la Escuela Nacional de Bellas
Artes en 1994; obtuvo una especialidad en literatura en la Universidad
Pedagógica Nacional Francisco Morazán en 2006.
Ha publicado distintos libros sobre arte hondureño y ofrecido
conferencias sobre arte contemporáneo. Tiene amplia experiencia
como curador de exposiciones individuales y de bienales y antologías
en Centroamérica.