En 1988 el cantautor Leonard Cohen
desgranaba en una de sus canciones: Everybody knows the fight was
fixed: the poor stay poor, the rich get rich. That how it goes. Everybody
Knows.
En la actualidad se incrementa el interés por redefinir lo político
en las prácticas de creación contemporánea. No
es inducido tan sólo por la inconformidad generalizada en por
la actuación gubernamental, vienen desde el Fobaproa o el ‘Pemexgate’,
y que empujan a movimientos de resistencia global creando nuevas corrientes
de crítica y confrontación que se vuelcan en el arte.
En el III Simposio de Teoría de Arte Contemporáneo (SITAC)
se enfocó el concepto de ‘Resistencia’ indagando
sobre la posibilidad de un nuevo activismo social, cultural y artístico.
‘Redefinir lo político en el arte’ fue el tema de
una de las mesas del III ForHum (Foro de Humanidades de la UDLA). Donde
Fabián Giménez realizó un exhaustivo análisis
de la obra de Barbara Kruger constatando sus estrategias de sentido
analizándolas desde las posturas de Roland Barthes. Barbara Kruger
utiliza la imagen y el lenguaje escrito en una apropiación sobrecodificada
adentrándose a través de la crítica a aspectos
de consumo de la sociedad, desmontando estereotipos como los asumidos
por lo femenino.
La función y existencia del
arte y el artista se encuentran en entredicho. Su galopante comercialización
y sobrevaloración como inversión, la disolución
de las prácticas artísticas en la esfera generalizada
de la imagen, los cambios en el sistema productivo económico
que el arte reproduce, junto al acceso extendido a nuevos soportes de
imagen electrónica y su difusión han provocado -más
allá de las reconsideraciones críticas postmodernistas-
un replanteamiento de la acción artística y el estatuto
del artista.
No es una situación nueva. Actitudes radicales fueron impulsadas
por la Internacional Situacionista en la década de los '60 centrando
la atención en la crítica a la sociedad neocapitalista.
La emancipación del arte lograda por las vanguardias históricas
condujo el arte hacia su función crítica impulsando el
componente ético por encima del estético al reforzar la
vinculación orgánica entre las prácticas artísticas
y culturales, y las prácticas sociales y políticas. No
fue un rechazo al arte con una acción antiestética, sino
un compromiso con otro horizonte estético. Comenzando con la
Ilustración, es innegable que, y cito a Thierry de Duve, que
una buena parte del arte moderno ha considerado su función crítica
como garante del proyecto ético de emancipación aliado
con la Historia, anclado en el terreno político, y solidario
ideológicamente con una revolución. Los ejemplos abundan:
David y la Revolución Francesa, Gericault y la revolución
de 1830, Courbet y la de 1848, Tatlin y la de 1917. La exposición
‘Utopías invertidas: Arte de Vanguardia en Latinoamérica’
en Houston abarcaba artistas poco conocidos que maduraron en las décadas
de los '20 y '60 de 9 países mostrando una larga tradición
de arte comprometido socialmente.
Es decir, el arte se despega en las
vanguardias históricas de la sujeción a los compromisos
de representación inducidos desde las estructuras de hegemonía
social; la legitimación del dominio de clase. El arte queda libre
para reencontrar su propia vocación que impulsa una visión
crítica buscando modificar las estructuras sociales y enfatizando
una postura ética desde una nueva estética. Aquí
es donde se halla la situación actual coordinando las prácticas
artísticas con la política. Sería preciso definir
el concepto arte y al mismo tiempo, lo político para replantearse
esa propuesta redefinición de lo político en el arte.
Los actos de ver se relacionan con el ejercicio
de poder, ya que todo ver es el resultado de una construcción
cultural. El impacto crítico y el rol social del arte no resultan
de gran intensidad y directa influencia sobre la sociedad, pero fundamentan
la tendencia visual. Los artistas tienen que competir con rivales que
dominan los procesos y canales de comunicación mejor que ellos.
En toda imagen se pone en juego la articulación efectiva de la
ideología, los intereses de representación vigentes, como
pueden ser los grupos de creencias, la clase social, las diferencias
culturales, la distinción de género y de raza. La imagen
así, no es simplemente un objeto aséptico sino que está
condicionada y construida culturalmente influenciando el acto de ver.
La imagen recibirá su sentido de la mirada que ordena lo visible
dictada por las estructuras cognoscitivas educadas por el poder.
La imagen materializa una densa cantidad
de procesos como los textuales, imaginarios, sensoriales, mediáticos,
técnicos e institucionales. La imagen explicita esas relaciones
de poder, de dominación, de privilegio y control determinando
lo visible como registro de significado cultural que se constituye como
escenario de batalla, como campo políticamente connotado, escenario
donde se despliegan las intenciones simbólicas a través
de la circulación pública. Como se ve, la relación
de la imagen con la política -como organización de la
experiencia- es ineludible, de lo que se deduce la imbricación
necesaria con el arte donde se constituye el imaginario. El arte es
afectado por la economía actual pasando, como ella, de ser un
comercio de mercado a un proceso de distribución y de difusión.
El arte se envuelve aún más, entonces, en la red de simbolización
social y política al disolverse dentro de toda la esfera de producción
de realidad en el régimen visual de la sociedad (imagen estática
y en movimiento) por la fuerza de reconocimiento identitario y por la
determinación de subjetivación y socialidad que ejerce.
Es preciso
un posicionamiento claro de la función actual de las prácticas
estéticas en el mundo del dominio globalizado y de la resistencia.
Los grandes momentos de la Historia están marcados por la actuación
de los artistas que, vislumbrando su entorno conversan directamente
con la realidad y adoptan posiciones radicales sustentadas en el trípode
del arte, la ética y la política.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense
de Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión.
Proceso Artístico Diferenciado’. Constatación
en Nueva York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’
por ‘World Education Services’. Licenciado en Pintura,
Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
Revalidado como ‘Bachelor´s and Master´s Degree
in Fine Arts and Art Education’ en 1992 por ‘World
Education Services’. Título de Profesor de Dibujo por
la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.