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El dilema actual entre arte y diseño
Ramón Almela
18/09/2008


La polémica de la consideración del diseño como arte sigue vigente. Las manifestaciones gráficas del diseñador, similares a las de los artistas, y la vinculación de sus aspectos creativos con los del arte originan bases para la identificación de las dos disciplinas, y al mismo tiempo, conceptos asumidos como características intrínsecas al objeto de arte como los de singularidad e inutilidad, se encuentran opuestos a las condiciones del diseño que son reproducibilidad y utilidad. Una de las mayores objeciones para la consideración artística del objeto de diseño es la propia naturaleza del diseño emanada de un requerimiento del cliente que enmarca la libertad del diseñador, aunque se revalida hoy, al mismo tiempo, el status del diseñador de firma e individualidad que impone su estilo sobre el encargo, añadiendo el valor de diseño de autor, a veces incluso a costa de los requisitos del cliente.

  Ilustración de portada de CD musical Mariel Guzman

En el dilema permanente surgido entre las semejanzas y diferencias de estas dos disciplinas incide fundamentalmente la aproximación al concepto de las palabras ‘diseño’ y ‘arte’, sus funciones y significación. El arte estaba revestido del aura del objeto único y distinguible, mientras que el diseño era una actividad menor dirigida a la función de relleno estético de un producto. Pero, desde que el diseño fue tomando un papel preponderante en los procesos de producción y comercialización rebasó la demarcación de lo visual y formal expandiéndose a la información como constituyente de la percepción en la sociedad. Y el arte actual, asimismo, rebasa la adscripción al objeto de arte, desmaterializándose, deslocalizándose y desplazándose mientras se diluye en la esfera de lo cotidiano propiciado por el uso de las nuevas tecnologías y las estrategias de difusión de los nuevos medios. Los cambios que se producen en el ámbito de la imagen colocan al diseñador en la entraña de la acción artística más actual o modifican, en sí, las prácticas artísticas transformando en diseño el concepto de arte que se desenvuelve fuera del marco de la institución-arte.

    

El debate entre el diseño y el arte, iniciado con la emergencia del postmodernismo en la década de los Ochenta, se reanuda en la actualidad con la extensión de las nuevas tecnologías de comunicación y difusión de las que el artista hace uso de la misma manera que el diseñador. Y de hecho, el diseñador imita las mismas estrategias de difusión que el artista utiliza en el mercado del arte para difundirse como individuo creador. Y de otro modo el artista, como un diseñador, se vuelve un manipulador social de signos artísticos. Finalmente, este debate se vuelve más un asunto de individuos, y no de disciplinas. La consideración artística o no del producto de un creador es resultado de una situación del mercado y de los intereses impuestos. Es parte de un proceso sociológico donde se advierte el juego de luchas dentro de un campo determinado. Identificarse como artista, es un problema de decisión y de concepto propio sobre el arte.

  Los diseñadores del colectivo Nortec   

A ese determinado concepto sobre qué es arte contribuyen de manera importante los espacios de enseñanza sobre los estudiantes. Tiempo atrás, la identificación del diseñador con un artista podía llegar a tener connotaciones peyorativas. El diseño nació con las vanguardias del siglo XX desde una actitud de renovación de las nociones decimonónicas del arte. Estas primeras manifestaciones del diseño se desvinculaban del otro ‘arte tradicional’ denominándose como ‘arte industrial’. La carrera de diseño proviene de otra denominada ‘Artes Gráficas’, convergencia entre el diseño gráfico y las artes plásticas: Las escuelas tradicionales de arte iban incluyendo especialidades que abarcaban materias propias de la disciplina del diseño gráfico, pero siempre el diseño se juzgaba con desdén contemplado desde la posición del artista encumbrado en su oficio de productor de obras singulares y desprovistas de utilidad práctica.

En la enseñanza de las artes plásticas se enfatiza en el artista una actitud de dimensión simbólica-individual-creativa, mientras en el diseñador se impulsa una visión involucrada en la realidad, comprometida con la resolución de problemas de comunicación y de información. El papel del diseñador, como individuo y productor de ideas, es a menudo desdeñado desde el campo de las artes. Y es más, debido al esquema todavía preponderante del arte como producción material bajo las características de singularidad e inutilidad, la valoración del diseñador en la sociedad se encuentra todavía por debajo del aprecio que se tiene por el artista. Incluso es el propio diseñador el que se desconsidera frente al artista, pues no estima su producción digna de ser contemplada bajo esa óptica.

  

Pero la situación de las prácticas artísticas se transforma invirtiendo la polaridad de las funciones entre el diseño y el arte, como ha sucedido entre el arte y la publicidad. El dominio de la imagen en los medios de comunicación junto al uso de la misma por el poder impulsa al arte a desplazarse, a disolverse en espacios alejados del culto elitista. El arte se está produciendo fuera del marco establecido hasta ahora por la institución-arte. La nueva etapa económica del capitalismo impulsa, asimismo, a una nueva concepción transformando el arte desde un sistema productivo a un sistema de servicios. Y aquí, el papel del diseño y sus estrategias tiene especial relevancia. Un amplio examen de la acción del diseño en el campo artístico señalaría la extensa intervención del diseñador en todas las expresiones del arte. El diseñador se encuentra en las entrañas de la acción artística más actual, o el artista se ha convertido en diseñador para desenvolverse fuera de los marcos de la institución-arte.

De cualquier modo, no se trata de afrontar de una manera simplista la situación de este dilema entre el diseño y el arte. Existen una multiplicidad de expresiones y no cabe una postura radical-reduccionista. Lo que puede apreciarse es el incremento en el extremo de la actuación del artista que se aleja de la idea convencional del arte y se interna en el campo del diseño y la circulación de sentido fundiendo la esencia de las dos disciplinas.

    

¿Puede establecerse algún concepto que unifique la noción de lo que se define como ‘Arte’? Existe una compleja variedad de manifestaciones en el arte, por lo que ninguna teoría satisface completamente los requerimientos analíticos que perfilan las condiciones mínimas y necesarias para que una obra sea denominada arte. Unas teorías centran la atención sobre las propiedades intrínsecas del producto y otras en sus propiedades relacionales. Según un exhaustivo análisis de Stephen Davies (‘The Philosophy of Art’, Oxford, Blackwell Publishing. 2006) sobre las definiciones de arte pueden establecerse genéricamente tres clases: Funcionalismo Estético, Teoría Institucional e Historicismo. El Funcionalismo Estético mantiene que algo es una obra de arte si su intención es proveer a la persona que contempla con una experiencia estética de significante envergadura sobre las bases de una apreciación de sus cualidades estéticas, siempre que el receptor se encuentre en un apropiado estado mental. La Teoría Institucional señala que para que un artefacto sea una obra de arte debe ser colocado apropiadamente dentro de una red de prácticas, roles, y parámetros en que consiste, el mundo del arte, institución informalmente organizada. La Teoría Historicista sostiene que algo es arte si mantiene una apropiada relación histórica con sus precedentes artísticos.

El concepto de ‘Arte’ no ha sido homogéneo a través de las épocas. La idea moderna de las Bellas Artes proviene de los cambios sociales ocurridos a finales del siglo XVII y XVIII que estuvieron marcados por los prejuicios preponderantes de clase y género. Estos cambios de pensamiento fundamentales sucedieron entre los años 1680 y 1830 afirma Larry Shiner en su libro ‘La invención del arte’ (Paidos Estética, Barcelona 2004). Las distinciones y valoración efectuadas por el pensamiento filosófico y social de aquella época determinaron la idea del Arte que hoy prevalece. Las artes se encontraban integradas en la sociedad con una función precisa. Con la expansión de la clase media en Europa y el impulso del sistema del mercado enfocado en las artes, se desarrollaron todas las instituciones y prácticas modernas del arte: Exposiciones, subastas, marchantes, museos, críticos, historiadores de arte y el énfasis en la autoría que exaltaría al artista, durante los consiguientes siglos, como genio de la imaginación creativa, junto al ideal de la libertad. A través del siglo XX, el moderno sistema de las bellas artes ha sido capaz de asimilar las nuevas disciplinas y apropiarse de las formas de resistencia aparecidas, aunque se evidencia rápidamente un resquebrajamiento del sistema como múltiples autores señalan, esto aunque la audiencia de las artes visuales y su mercado permanecen en crecimiento.

      

Por un lado, el Arte se ha convertido en una industria multimillonaria promocionada por titanes corporativos, líderes ciudadanos, inversiones mercantiles, desarrolladores urbanos, empresas de relaciones públicas y agencias de turismo. Pero por otro lado, la extensión del campo del arte hacia las áreas de todas las prácticas visuales de simbolización ha producido su fusión con la actividad propia del diseño gráfico, inmerso en la esfera amplia de la cultura visual que abarca signos, símbolos e imágenes que van desde los impresos desechables a las fotografías satelitales de vigilancia presentadas en cualquier cosa desde una caja de cerillas a una pantalla de plasma de dos metros. En las sociedades avanzadas, el impulso constante de las prácticas artísticas por situarse en el entorno vital común y popular, evadiendo la asimilación del poder y la comercialización en la sociedad capitalista, genera la activación de estrategias de visualidad en la globalización, que promueve la circulación de imágenes, que es el territorio propio del diseño gráfico, convirtiéndose ambas en prácticas de producción de significado cultural. Afirma Peter Plagens, artista y crítico de arte, en un artículo de la revista más reciente de ‘Art in America’: ‘No hay duda que los teóricos del arte contemporáneo, asentados en lo académico, han desertado, en gran número, de sus campos respectivos. Se han convencido de que el arte –ya sabes, el ‘Arte’ – es, o no tan especial después de todo, o ni tan siquiera existe como entidad cultural distinguible.' (Meter Plagens, ‘Contemporary Art, Uncovered’ Art in America, Febrero 2007, Pág. 45) En un reciente diccionario crítico del diseño, Juan G. Tejeda después de apuntar las diferencias establecidas en el proceso histórico del arte entre arte bello y artesanía, anota que en el pasado, arte se adscribía al saber hacer y encontraba su plenitud en la vida cotidiana, como el diseño hoy. Así que... ‘Podríamos considerar que el diseño es el arte de nuestros días’ (Juan Guillermo Tejeda, ‘Diccionario crítico del diseño’ Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona, 2006, Pág. 31).

      

Las facetas en las que el diseño se revela hoy actuando como arte son diversas, siendo la más directamente palpable y aceptada, aunque cuestionada como arte: El mundo de la ilustración. También dentro de esta línea creativa estaría la conversión del diseñador a la producción tradicional del artista plástico como es la de uno de los más reconocidos artistas jóvenes mexicanos residente en New York, Víctor Rodríguez, egresado de la carrera de diseño de la Universidad Iberoamericana.

Después habría que considerar la franja del diseñador gráfico cuyo trabajo se apega al concepto clásico del diseño en los aspectos de cartel y editorial logrando una depuración de estilo como es el caso de Germán Montalvo, sin identificarse bajo el rol del artista plástico convencional, aunque se inicia como artista y se inspira en parámetros artísticos y se despliega en varias disciplinas artísticas.

Dentro del espectro donde arte y diseño se funden como una operación intrínseca de acción o selección hay muchos artistas manejando el diseño como es el caso del español Josechu Dávila (www.josechudavila.com) y el cubano Ernesto Oroza.

     

Prosiguiendo con las facetas abarcadas por el diseño, y que más apropiadamente refleja las modificaciones que el arte experimenta en función del nuevo estatuto de la imagen, la globalización y la producción inmaterial, se encuentran los cuatro diseñadores gráficos que deciden montar la primera emisora de radio por Internet en Tijuana, Radio Global (www.radioglobal.org) que funde los conceptos visuales con los musicales junto al compromiso social y de comunidad contemporánea sin fronteras. Igualmente, se encuentran el colectivo Nortec (www.nor-tec.org) fundiendo el diseño con la música, y Acamonchi (acamonchi.com) con sus neograffitis que propone una difusión a través de carteles, postales y camisetas, como una conducta activa crítica en los espacios urbanos y en la red.

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Para saber más __________________________

DATOS DEL AUTOR:

Ramón Almela (Lorca, Murcia, España, 1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’ en 1992 por ‘World Education Services’. Título de Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.