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Doris Salcedo cambia las armas por Arte en “Fragmentos”
Susana Hermoso-Espinosa García
26/01/2021


La tarea principal del arte es la de dar cabida a múltiples lecturas de un mismo hecho, así es como Doris Salcedo (Bogotá, 1958) concibe el Arte. El arte no puede compensar con belleza el horror causado por la guerra, y por esta razón la obra de la que vamos a hablar: “Fragmentos” no intenta otorgar una forma estética a la pérdida, el daño o a la muerte violenta. Con esta obra lo único que quiere presentar es el vacío y la ausencia, porque es precisamente a través de estos elementos que “puedo establecer el carácter absolutamente irredimible de la guerra”.

“En la guerra no hay vencedores, solo hay victimarios, entonces lo que estaba tratando de hacer era mostrar que las armas se podían destruir, y que nosotros podíamos todos pararnos de una manera equilibrada y libre sobre esas armas”, con lo que se invierte la relación de poder que imponían los fusiles. “Están ahí para ser pisadas y como fundamento del acto de memoria que los colombianos tenemos que elaborar” (Torrado, 2019).

Las víctimas han sido una presencia recurrente en la obra de Salcedo y de nuevo se manifiestan en esta pieza. “Fragmentos”, es producto del acuerdo de paz, entre el gobierno de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). La banda guerrillera entregó sus armas en cumplimiento de un difícil pacto [Nota 1], y con ellas la artista colombiana ha realizado una obra sobre la que poder caminar.

 Foto: Juan Fernando Castro Foto: Juan Fernando Castro

Con las 37 toneladas de armas entregadas voluntariamente por las Farc y el trabajo de un grupo de mujeres víctimas de violencia sexual, se ha forjado la obra. Las armas se convirtieron en 1.300 placas metálicas que cubren 800 metros cuadrados que se revelan detrás de un portón de una casa colonial del siglo XIX, en el corazón de Bogotá, en las faldas del cerro de Monserrate, a escasas dos cuadras de la Casa de Nariño, la sede de Gobierno. "El sitio es clave porque lo quería lo más cerca posible el máximo centro del poder político de Colombia, para que no fuera marginal, y el Distrito nos donó este lote de 1.200 metros cuadrados. Es un espacio de arte contemporáneo y tenemos tres salas de exposiciones con unas condiciones óptimas de nivel internacional. Un lugar sublime donde cualquier artista puede presentar su obra con muchísima dignidad. Si la experiencia de la víctima no es narrada de una forma digna y elegante no se humaniza."

El efecto de caminar sobre lo que fueron los fusiles de la guerrilla más antigua de América, protagonista de una guerra de medio siglo que involucró a rebeldes, paramilitares y fuerzas estatales con un saldo de más de ocho millones de víctimas, es turbador. “En este lugar de memoria, en el piso que ustedes están viendo, yacen inoperantes e inhabilitadas 37 toneladas de armamento. Este es un testimonio de que los colombianos no somos bárbaros, no tenemos que seguir siempre en esa historia negativa de asesinatos y venganzas. Este es el testimonio de que podemos superar nuestras desavenencias pacíficamente”, explicó Salcedo al presentar su obra. “Estamos en este lugar para reconciliarnos, para lograr establecer puntos de contacto, donde los enemigos políticos se encuentren, donde las ideologías opuestas puedan dialogar y desde donde podamos marcar el final de la guerra a través del arte como una forma de reafirmación de la vida”.

 

 

El espacio de memoria, ubicado en la carrera 7 # 6B - 30, operará durante 53 años, el tiempo que duró la guerra, y cada año, dos artistas colombianos o extranjeros, serán invitados a presentar su obra sobre este suelo dolorido: “Para que la experiencia de una víctima pueda ser comprendida en toda su gravedad, dicha experiencia debe ser expresada, narrada y compartida. Por ese motivo, “Fragmentos”, este lugar de memoria, tiene como misión producir y exhibir durante un periodo equivalente a la duración del conflicto diferentes obras de arte que reelaboren la memoria de la guerra. Cada año, un artista será invitado para que presente aquí su mirada y su interpretación de nuestro pasado reciente, de tal manera que no tendremos solo un monumento, sino múltiples “contra monumentos” cambiantes, polifónicos y vivos”.

“Fragmentos”, es el primero de los tres monumentos contemplados en los acuerdos que firmaron a finales de 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Los otros dos se instalarán en la sede de la ONU en Nueva York, cuya obra correrá a cargo del artista Mario Opazo que llevará como nombre “Kusi Kawsay”, "Vida apacible y venturosa" en Quechua. Y el tercero en Cuba, el país que albergó los diálogos.

Cómo surgió el proyecto

Todo esto empezó cuando el presidente colombiano Juan Manuel Santos le encargó a Doris Salcedo hacer tres monumentos con las armas de las Farc. La artista decidió contactar con la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales para escuchar sus historias. Su primera obra, dijo, quería que se enfocara en las mujeres que sufrieron las adversidades del conflicto. A comienzos de junio, algunas de ellas, a petición de Salcedo, enviaron sus historias de violencia sexual para que la artista se imaginara la obra a partir de sus testimonios. Salcedo pasó meses escuchando los relatos de estas mujeres, víctimas de abuso sexual por parte de distintos actores armados. Al final, Salcedo eligió a 20 mujeres que representaban todas las caras de la guerra: mujeres de lugares afectados por el conflicto como Antioquia, Bajo Cauca, Meta, Soacha e indígenas de la etnia Embera-Katío.

Foto: Juan Fernando Castro Foto: Juan Fernando Castro Foto: Juan Fernando Castro

Tras oír sus testimonios las invitó a que vieran como fundían y se transformaban las armas en los hornos de la Industria Militar Colombiana (Indumil), en Sogamoso, a 170 kilómetros de Bogotá, en la materia prima de las láminas que después intervendrían a golpe de martillo.

Esto ha hecho que la obra fuese una creación colectiva y catártica. Como ella misma ha expresado: "Hoy siento que es mi mejor obra, porque yo no estoy presente, porque yo no estoy ahí, es una obra ciento por ciento colectiva; surge de la firma de la paz entre el Gobierno y las Farc, ellos me permitieron la construcción, y es colectiva porque las víctimas le dieron forma al metal, no solo yo; es colectiva porque los arquitectos e ingenieros construyeron sobre ella un edificio; y es colectiva porque no es un sitio que hable del pasado solamente, sino que va hacia el futuro".

La artista explicó que decidió no otorgarles belleza a las armas, por eso la superficie está martillada, rota, desfigurada, podría decirse que pueden verse cicatrices: "Es una imagen fea, abiertamente fea. Yo elegí no otorgarles belleza a las armas. Es un piso martillado, roto, ajado, doblado. Pero lo vital son las víctimas. El hecho de que estén en el centro de un monumento que es histórico es muy importante" (Neira, 2018).

Desde el primer momento tenía claro que no deseaba glorificar la violencia, se oponía a la idea de “monumentalizarlas”: "Yo creo que el artista tiene que pensar con delicadeza. No se puede glorificar la violencia, hay que criticarla". Los monumentos, explicó, son jerárquicos, verticales, totalitarios. “Buscaba lo opuesto, todos parados sobre el piso, en un lugar equitativo que invierte la relación de poder que daban los fusiles”. Por eso define “Fragmentos” como un “contramonumento”.

  
  

Como parte integral de la obra, se hizo un documental donde se muestra desde el movimiento de las columnas guerrilleras a través de los parajes más remotos de la geografía colombiana, hasta las zonas de agrupamiento donde entregaron sus fusiles, y el traslado en camiones de aquellos contenedores blancos con letras de la ONU que llevaron el arsenal inutilizado hasta los lugares donde fue fundido. Pero la parte más dura e importante de este documental es la que presenta como el conflicto armado llevó a que los cuerpos de las mujeres se trataran muchas veces como un botín de guerra, “y las mujeres no somos trofeos”, dice una de las víctimas en el documental.

El trabajo audiovisual deja muchas historias terribles de estas mujeres, pero también hace de acto de curación, como puede escucharse de boca de Nancy Gómez una de las mujeres que participó en la elaboración del "contra-monumento": “Las rayas que dejaba en las láminas significaban las cicatrices que me dejó el conflicto. Luego machucaba las cicatrices y eso me daba una satisfacción. Luego volvía a arreglar las cicatrices”, contaba. “Si se pueden fundir las armas, también se puede fundir el odio de este país”, declara otra.

Esta obra trata de ser una de las apuestas para dignificar a las víctimas del conflicto y repararlas simbólicamente: “Las armas son la base y el fundamento sobre el cual podemos ejercer la memoria. Quiero que forjen una nueva realidad”, les pidió Salcedo a las mujeres. “Pararse en el contra-monumento es sobrepasar la guerra, situarse encima de lo que le hizo daño a los colombianos, sentir el frío que las armas pueden transmitir, pero también enaltecer que vivimos para recordarlo y perdonarlo”.

Una artista muy comprometida motivada siempre por temas políticos y sociales

Salcedo, es una artista muy comprometida con el proceso de paz de su país. Nueve días después de que los colombianos rechazaran en un plebiscito el acuerdo original, el día que califica como el “más triste” de su vida, surgió “Sumando ausencias”, una enorme mortaja blanca realizada con 1.900 pedazos de tela que llevaban inscritos con cenizas los nombres de 1.900 víctimas del conflicto armado, cosidas con 11 kilómetros de puntadas dadas por 10.000 personas que recogía la voz de las víctimas en la plaza central de Bogotá, en medio del clamor por rescatar el pacto: "Sumando Ausencias" fue una obra colectiva, que traía a la Plaza de Bolívar en Bogotá, la presencia de los ausentes, por eso la experiencia de la víctima estuvo en el centro de esa obra y está también en el centro de esta”, explicó apuntando a un hilo de continuidad con “Fragmentos”. Arte y memoria para ayudar a sanar heridas desgarradoras.

 

Pero son muchas las obras que ha realizado esta artista que hablan de temas que desgarran y hacen paraese a pensar...

“Atrabiliarios” (1992), expuesto en la galería White Cube, es una evidencia de lo que fue la vida de alguien que ya no está. Salcedo trabajó durante casi tres años escuchando a los familiares de desaparecidos, el cruel fenómeno político de la desaparición forzosa y el hueco que dejan los objetos que pertenecían a las víctimas. Durente ese tiempo fue reuniendo zapatos usados por las víctimas que le entregaban sus familiares. Luego construyó una veintena de nichos en la pared, en los que fue colocando zapatos, en una suerte de sepultura, como en un relicario que queda separado del espectador por una fina película opaca hecha de vejiga de vaca y que queda "cosida a la pared" por unos puntos de sutura quirúrgica de hilo negro. "Colombia es el país de la muerte no enterrada, de la tumba no marcada". (Valcárcel, 2015)

 

“Noviembre 6 y 7”, (2002) recordaba el 17 aniversario de la masacre en el Palacio de Justicia de Bogotá. La instalación, realizada en la fachada del mismo edificio donde sucedió todo,consistió en descolgar 280 sillas gradualmente, una por cada víctima. La obra comenzó a las 11.35 a.m porque a esa hora mataron a la primera persona, y duró 53 horas las mismas que duró el asalto.

“Shibboleth” (2007-2008), grieta de 167 metros que realizó en la Sala de Turbinas de la Tate Modern, de Londres. Una obra que tomaba como referente a las "víctimas", a los "inmigrantes" y a las divisiones del mundo y de la humanidad: "representa fronteras, la experiencia de los inmigrantes, la experiencia de la segregación, la experiencia del odio racial".

  

"Plegaria Muda" (2005-10), instalación compuesta por 166 pares de mesas puestas una sobre la otra e insertando entre ellas un bloque de tierra apisonada en el que se siembra hierba, dando lugar a pequeños brotes. La obra conecta dos historias: la sucesión de asesinatos entre jóvenes pandilleros de origen latino en Los Ángeles, una espiral de violencia en la que los roles de victimarios y víctimas se confundían; y los llamados falsos positivos, nombre con que se conocieron hacia 2008 las revelaciones que involucraban a miembros del Ejército colombiano con la matanza de civiles inocentes.
Durante varios meses, Doris entrevistó a madres que buscaban a sus hijos desaparecidos en la localidad de Soacha. Le inquietaba el duelo silencioso y la indiferencia de la sociedad colombiana ante la muerte de miles de jóvenes que fueron engañados y asesinados por miembros del ejército nacional para maquillar las cifras de guerrilleros dados de baja.

  

En esta obra, Salcedo enfrenta al espectador con una serie de objetos en fila que podrían verse como ataudes. Con esta repetición modular crea un laberíntico camposanto, recreando el terrible momento en que una madre debe reconocer el cadáver de su hijo en una fosa común. Pero, esta apariencia rígida de las mesas contrasta con el crecimiento permanente de la hierba. Para Salcedo, los brotes de hierba evocan optimismo: “Espero que, a pesar de todo, prevalezca la vida, incluso en condiciones difíciles... como ocurre en Plegaria Muda". La obra pretende ser un revulsivo contra el olvido y la indiferencia y propone un lugar de contemplación para recordar a los jóvenes asesinados.

“Palimpsesto” (2017-2018), intervención en el Palacio de Cristal de Madrid. En filas aparecen más de 200 nombres entremezclados con las respectivas historias de las víctimas, documentadas e investigadas previamente por su equipo. Del suelo surgen gotas de agua que lentamente se unen hasta formar los nombres de hombres y mujeres que se han ahogado al intentar llegar a Europa en busca de una vida mejor. La artista colombiana visibiliza así uno de los hechos más dramáticos e ignominiosos de la nuestra historia reciente: la muerte de miles de personas en las aguas del Mediterráneo.

  

Este drama ha sido tratado por numerosos artistas, como es el caso del artista chino Ai Wei Wei, el artista angloindio Anish Kapoor o el artista español Marc Montijano. Pero hay que seguir haciéndolo visible y como dice la artista colombiana: "Es una acción de duelo. Lo que quiero es que, mirando hacia abajo, de pronto, nos situemos frente a esas vidas y reconozcamos esos nombres que dan singularidad a todo un universo que decidimos no ver".

Dentro de su proceso creativo, Salcedo intenta mantenerse en el espacio físico y psicológico de las víctimas; tiende a elaborar sus instalaciones a partir de objetos y materiales muy básicos —el cemento, la madera, muebles viejos, ropa, zapatos y pelo, entre otros— que son los mismos de los que dispondrían los familiares de las víctimas. De esta manera, inicia una labor de duelo que en su rigor, laboriosidad y especificidad material no se distancia de la situación de violencia concreta de la que emerge. (Beltrán, 2015)

Podemos decir que las instalaciones de Doris Salcedo entrelazan dos cuestiones fundamentales para dar cuenta de la fragilidad de la condición humana: la violencia como experiencia cotidiana y la memoria como última frontera contra el olvido. Por eso materializa la ausencia de los cuerpos y lleva a cabo una reflexión estética que hace frente a la amnesia colectiva para establecer un lugar de encuentro, de rememoración, donde la historia particular de cada víctima se entremezcla con los duelos y dolores colectivos. (Silvina, 2016).

“Quebrantos” (2019), obra llevada a cabo en el suelo de la Plaza de Bolívar, en centro histórico de Bogotá, espacio que representa el corazón de la vida civil, política y religiosa de Colombia. Salcedo dispuso 165 nombres escritos sobre planchas de vidrio, que fueron delineados y cortados in situ por los cerca de 300 voluntarios y activistas que participaron en la obra.

Pero para completar la pieza, era necesario un gesto adicional, que estimulaba aún más la cercanía entre los participantes. El destino de los nombres trazados en los vidrios era quebrarse. ¿Cómo? A través de un abrazo. Parándose sobre los nombres, el peso de dos personas abrazadas quebraba el vidrio. Una de ellas era un voluntario y la otra un activista, dos personas que, antes de esta acción no se conocían.

  

Los nombres recordaban a las mujeres y hombres asesinados, se han contabilizado cerca de 500: activistas y defensores territoriales y de los derechos humanos muertos en estos últimos años tras la firma, en 2016, del Acuerdo por la Paz. Este acuerdo fue un avance importante con respecto al desarme de la guerrilla y al compromiso del Estado en ese proceso, negociado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC a partir de una serie de conversaciones comenzadas el 2012. A pesar del acuerdo, “Quebrantos” recuerda que la violencia continúa. Una cosa es lo firmado en el papel y otra son las voluntades individuales y comunitarias necesarias para materializar lo firmado.

La instalación buscaba promover un duelo colectivo. Un quebranto no es sólo la acción o el efecto de quebrar algo, también es sentir lástima o piedad por el otro. Como se ha indicado en varios escritos sobre esta obra, el sonido de un vidrio roto produce molestia o inseguridad y desde pequeños se nos enseña el daño que éste puede hacer. Para Salcedo, el sonido del vidrio quebrado es una metáfora del sonido de los fusiles, de la guerra. Sonidos que se han normalizado: los disparos se han vuelto parte del paisaje sonoro cotidiano. Escuchar el sonido de los vidrios quebrados y ser consciente de la procedencia de ese sonido –el nombre de alguien que murió por una causa justa– es, de este modo, un recordatorio de los dolorosos y dramáticos costos de la búsqueda de la paz y de la justicia social. (De la Maza, 2020).

Referencias:

BELTRÁN VALENCIA., G. y RESTREPO BOTERO., S. (2015). Doris salcedo. Creadora de memoria. Nómadas, ISSN 0121-7550, ISSN-e 2539-4762, Nº. 42, págs. 185-193.

DE LA MAZA, J. (14 de abril de 2020). Quebrantos, 2019. Intervención artística en el espacio público. La Panera Recuperado de: http://lapanera.cl/sitio/doris-salcedo-1958-bogota/

MALAGÓN LLANO, S. (30 de enero de 2019). Doris Salcedo convoca a defender los logros del acuerdo de paz. Arcadia. Recuperado de: https://www.revistaarcadia.com/arte/articulo/doris-salcedo-convoca-a-defender-los-logros-del-acuerdo-de-paz/72633/

NEIRA, A. (10 de diciembre 2018). ‘Mi obra invita al silencio para que nos podamos escuchar’. El Tiempo. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/cultura/entrevista-a-la-artista-colombiana-doris-salcedo-302974

SILVINA VALESINI, M. (2016). Metáforas del cuerpo ausente en las instalaciones de Doris Salcedo. Revista Estúdio, Artistas sobre outras Obras. ISSN 1647-6158, e-ISSN 1647-7316. 7 (15): 41-49.

TORRADO, S. (2 de febrero de 2019). La paz atragantada de Colombia atraviesa el Hay Festival de Cartagena. El País. Recuperado de: https://elpais.com/cultura/2019/02/02/actualidad/1549120802_137675.html

VALCÁRCEL, M. (2015). Doris Salcedo. El arte como cicatriz. Alejandra de Argos. Recuperado de: http://www. alejandradeargos.com/index.php/es/ completas/8-arte/406-doris-salcedo-el-artecomo-cicatriz



Nota 1: El 27 de junio de 2017 la guerrilla de las Farc, convertida ahora en partido político, entregó el último grupo de armas en su poder a la Misión de Verificación de la ONU en una ceremonia en la zona rural del municipio de Mesetas, departamento de Meta.

Ese día ante la presencia del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault, y el líder de las Farc, Rodrigo Londoño, la organización completó la entrega de 7.132 armas.


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DATOS DE LA AUTORA:

Susana Hermoso-Espinosa García (Málaga, España) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, y Master en Museología por la Universidad de Granada. Tiene una amplia experiencia profesional en diversas instituciones y empresas culturales. Directora de la Revista Científica de Estudios Histórico Artísticos SUMA. Es fundadora y directora del portal de Arte y Cultura Homines.com.