La tarea principal del arte es la de
dar cabida a múltiples lecturas de un mismo hecho, así
es como Doris Salcedo (Bogotá, 1958) concibe el Arte. El arte
no puede compensar con belleza el horror causado por la guerra, y por
esta razón la obra de la que vamos a hablar: “Fragmentos”
no intenta otorgar una forma estética a la pérdida, el
daño o a la muerte violenta. Con esta obra lo único que
quiere presentar es el vacío y la ausencia, porque es precisamente
a través de estos elementos que “puedo establecer el carácter
absolutamente irredimible de la guerra”.
“En la guerra no hay vencedores, solo hay victimarios, entonces
lo que estaba tratando de hacer era mostrar que las armas se podían
destruir, y que nosotros podíamos todos pararnos de una manera
equilibrada y libre sobre esas armas”, con lo que se invierte
la relación de poder que imponían los fusiles. “Están
ahí para ser pisadas y como fundamento del acto de memoria que
los colombianos tenemos que elaborar” (Torrado, 2019).
Las víctimas han sido una presencia recurrente en la obra de
Salcedo y de nuevo se manifiestan en esta pieza. “Fragmentos”,
es producto del acuerdo de paz, entre el gobierno de Colombia y las
FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). La banda guerrillera
entregó sus armas en cumplimiento de un difícil pacto
[Nota
1], y con ellas la artista colombiana ha realizado
una obra sobre la que poder caminar.
Con las 37 toneladas de armas entregadas
voluntariamente por las Farc y el trabajo de un grupo de mujeres víctimas
de violencia sexual, se ha forjado la obra. Las armas se convirtieron
en 1.300 placas metálicas que cubren 800 metros cuadrados que
se revelan detrás de un portón de una casa colonial del
siglo XIX, en el corazón de Bogotá, en las faldas del
cerro de Monserrate, a escasas dos cuadras de la Casa de Nariño,
la sede de Gobierno. "El sitio es clave porque lo quería
lo más cerca posible el máximo centro del poder político
de Colombia, para que no fuera marginal, y el Distrito nos donó
este lote de 1.200 metros cuadrados. Es un espacio de arte contemporáneo
y tenemos tres salas de exposiciones con unas condiciones óptimas
de nivel internacional. Un lugar sublime donde cualquier artista puede
presentar su obra con muchísima dignidad. Si la experiencia de
la víctima no es narrada de una forma digna y elegante no se
humaniza."
El efecto de caminar sobre lo que fueron los fusiles de la guerrilla
más antigua de América, protagonista de una guerra de
medio siglo que involucró a rebeldes, paramilitares y fuerzas
estatales con un saldo de más de ocho millones de víctimas,
es turbador. “En este lugar de memoria, en el piso que ustedes
están viendo, yacen inoperantes e inhabilitadas 37 toneladas
de armamento. Este es un testimonio de que los colombianos no somos
bárbaros, no tenemos que seguir siempre en esa historia negativa
de asesinatos y venganzas. Este es el testimonio de que podemos superar
nuestras desavenencias pacíficamente”, explicó Salcedo
al presentar su obra. “Estamos en este lugar para reconciliarnos,
para lograr establecer puntos de contacto, donde los enemigos políticos
se encuentren, donde las ideologías opuestas puedan dialogar
y desde donde podamos marcar el final de la guerra a través del
arte como una forma de reafirmación de la vida”.
El espacio
de memoria, ubicado en la carrera 7 # 6B - 30, operará durante
53 años, el tiempo que duró la guerra, y cada año,
dos artistas colombianos o extranjeros, serán invitados a presentar
su obra sobre este suelo dolorido: “Para que la experiencia de
una víctima pueda ser comprendida en toda su gravedad, dicha
experiencia debe ser expresada, narrada y compartida. Por ese motivo,
“Fragmentos”, este lugar de memoria, tiene como misión
producir y exhibir durante un periodo equivalente a la duración
del conflicto diferentes obras de arte que reelaboren la memoria de
la guerra. Cada año, un artista será invitado para que
presente aquí su mirada y su interpretación de nuestro
pasado reciente, de tal manera que no tendremos solo un monumento, sino
múltiples “contra monumentos” cambiantes, polifónicos
y vivos”.
“Fragmentos”, es el primero de los tres monumentos contemplados
en los acuerdos que firmaron a finales de 2016 con el Gobierno de Juan
Manuel Santos. Los otros dos se instalarán en la sede de la ONU
en Nueva York, cuya obra correrá a cargo del artista Mario Opazo
que llevará como nombre “Kusi Kawsay”, "Vida
apacible y venturosa" en Quechua. Y el tercero en Cuba, el país
que albergó los diálogos.
Cómo surgió el proyecto
Todo esto empezó cuando el presidente colombiano Juan Manuel
Santos le encargó a Doris Salcedo hacer tres monumentos con las
armas de las Farc. La artista decidió contactar con la Red de
Mujeres Víctimas y Profesionales para escuchar sus historias.
Su primera obra, dijo, quería que se enfocara en las mujeres
que sufrieron las adversidades del conflicto. A comienzos de junio,
algunas de ellas, a petición de Salcedo, enviaron sus historias
de violencia sexual para que la artista se imaginara la obra a partir
de sus testimonios. Salcedo pasó meses escuchando los relatos
de estas mujeres, víctimas de abuso sexual por parte de distintos
actores armados. Al final, Salcedo eligió a 20 mujeres que representaban
todas las caras de la guerra: mujeres de lugares afectados por el conflicto
como Antioquia, Bajo Cauca, Meta, Soacha e indígenas de la etnia
Embera-Katío.
Tras oír sus testimonios las invitó a que vieran como
fundían y se transformaban las armas en los hornos de la Industria
Militar Colombiana (Indumil), en Sogamoso, a 170 kilómetros de
Bogotá, en la materia prima de las láminas que después
intervendrían a golpe de martillo.
Esto ha hecho que la obra fuese una
creación colectiva y catártica. Como ella misma ha expresado:
"Hoy siento que es mi mejor obra, porque yo no estoy presente,
porque yo no estoy ahí, es una obra ciento por ciento colectiva;
surge de la firma de la paz entre el Gobierno y las Farc, ellos me permitieron
la construcción, y es colectiva porque las víctimas le
dieron forma al metal, no solo yo; es colectiva porque los arquitectos
e ingenieros construyeron sobre ella un edificio; y es colectiva porque
no es un sitio que hable del pasado solamente, sino que va hacia el
futuro".
La artista explicó que decidió no otorgarles belleza a
las armas, por eso la superficie está martillada, rota, desfigurada,
podría decirse que pueden verse cicatrices: "Es una imagen
fea, abiertamente fea. Yo elegí no otorgarles belleza a las armas.
Es un piso martillado, roto, ajado, doblado. Pero lo vital son las víctimas.
El hecho de que estén en el centro de un monumento que es histórico
es muy importante" (Neira, 2018).
Desde el primer momento tenía claro que no deseaba glorificar
la violencia, se oponía a la idea de “monumentalizarlas”:
"Yo creo que el artista tiene que pensar con delicadeza. No se
puede glorificar la violencia, hay que criticarla". Los monumentos,
explicó, son jerárquicos, verticales, totalitarios. “Buscaba
lo opuesto, todos parados sobre el piso, en un lugar equitativo que
invierte la relación de poder que daban los fusiles”. Por
eso define “Fragmentos” como un “contramonumento”.
Como parte integral de la obra, se
hizo un documental donde se muestra desde el movimiento de las columnas
guerrilleras a través de los parajes más remotos de la
geografía colombiana, hasta las zonas de agrupamiento donde entregaron
sus fusiles, y el traslado en camiones de aquellos contenedores blancos
con letras de la ONU que llevaron el arsenal inutilizado hasta los lugares
donde fue fundido. Pero la parte más dura e importante de este
documental es la que presenta como el conflicto armado llevó
a que los cuerpos de las mujeres se trataran muchas veces como un botín
de guerra, “y las mujeres no somos trofeos”, dice una de
las víctimas en el documental.
El trabajo audiovisual deja muchas historias terribles de estas mujeres,
pero también hace de acto de curación, como puede escucharse
de boca de Nancy Gómez una de las mujeres que participó
en la elaboración del "contra-monumento": “Las
rayas que dejaba en las láminas significaban las cicatrices que
me dejó el conflicto. Luego machucaba las cicatrices y eso me
daba una satisfacción. Luego volvía a arreglar las cicatrices”,
contaba. “Si se pueden fundir las armas, también se puede
fundir el odio de este país”, declara otra.
Esta obra trata de ser una de las apuestas para dignificar a las víctimas
del conflicto y repararlas simbólicamente: “Las armas son
la base y el fundamento sobre el cual podemos ejercer la memoria. Quiero
que forjen una nueva realidad”, les pidió Salcedo a las
mujeres. “Pararse en el contra-monumento es sobrepasar la guerra,
situarse encima de lo que le hizo daño a los colombianos, sentir
el frío que las armas pueden transmitir, pero también
enaltecer que vivimos para recordarlo y perdonarlo”.
Una artista muy comprometida motivada siempre por temas políticos
y sociales
Salcedo, es una artista muy comprometida con el proceso de paz de su
país. Nueve días después de que los colombianos
rechazaran en un plebiscito el acuerdo original, el día que califica
como el “más triste” de su vida, surgió “Sumando
ausencias”, una enorme mortaja blanca realizada con 1.900
pedazos de tela que llevaban inscritos con cenizas los nombres de 1.900
víctimas del conflicto armado, cosidas con 11 kilómetros
de puntadas dadas por 10.000 personas que recogía la voz de las
víctimas en la plaza central de Bogotá, en medio del clamor
por rescatar el pacto: "Sumando Ausencias" fue una obra colectiva,
que traía a la Plaza de Bolívar en Bogotá, la presencia
de los ausentes, por eso la experiencia de la víctima estuvo
en el centro de esa obra y está también en el centro de
esta”, explicó apuntando a un hilo de continuidad con “Fragmentos”.
Arte y memoria para ayudar a sanar heridas desgarradoras.
Pero son muchas las obras que ha realizado
esta artista que hablan de temas que desgarran y hacen paraese a pensar...
“Atrabiliarios” (1992), expuesto en la
galería White Cube, es una evidencia de lo que fue la vida de
alguien que ya no está. Salcedo trabajó durante casi tres
años escuchando a los familiares de desaparecidos, el cruel fenómeno
político de la desaparición forzosa y el hueco que dejan
los objetos que pertenecían a las víctimas. Durente ese
tiempo fue reuniendo zapatos usados por las víctimas que le entregaban
sus familiares. Luego construyó una veintena de nichos en la
pared, en los que fue colocando zapatos, en una suerte de sepultura,
como en un relicario que queda separado del espectador por una fina
película opaca hecha de vejiga de vaca y que queda "cosida
a la pared" por unos puntos de sutura quirúrgica de hilo
negro. "Colombia es el país de la muerte no enterrada, de
la tumba no marcada". (Valcárcel, 2015)
“Noviembre 6 y 7”,
(2002) recordaba el 17 aniversario de la masacre en el Palacio
de Justicia de Bogotá. La instalación, realizada en la
fachada del mismo edificio donde sucedió todo,consistió
en descolgar 280 sillas gradualmente, una por cada víctima. La
obra comenzó a las 11.35 a.m porque a esa hora mataron a la primera
persona, y duró 53 horas las mismas que duró el asalto.
“Shibboleth”
(2007-2008), grieta de 167 metros que realizó en la Sala de Turbinas
de la Tate
Modern, de Londres. Una obra que tomaba como referente a
las "víctimas", a los "inmigrantes" y a las
divisiones del mundo y de la humanidad: "representa fronteras,
la experiencia de los inmigrantes, la experiencia de la segregación,
la experiencia del odio racial".
"Plegaria Muda"
(2005-10), instalación compuesta por 166 pares de mesas puestas
una sobre la otra e insertando entre ellas un bloque de tierra apisonada
en el que se siembra hierba, dando lugar a pequeños brotes. La
obra conecta dos historias: la sucesión de asesinatos entre jóvenes
pandilleros de origen latino en Los Ángeles, una espiral de violencia
en la que los roles de victimarios y víctimas se confundían;
y los llamados falsos positivos, nombre con que se conocieron hacia
2008 las revelaciones que involucraban a miembros del Ejército
colombiano con la matanza de civiles inocentes.
Durante varios meses, Doris entrevistó a madres que buscaban
a sus hijos desaparecidos en la localidad de Soacha. Le inquietaba el
duelo silencioso y la indiferencia de la sociedad colombiana ante la
muerte de miles de jóvenes que fueron engañados y asesinados
por miembros del ejército nacional para maquillar las cifras
de guerrilleros dados de baja.
En esta obra, Salcedo enfrenta al
espectador con una serie de objetos en fila que podrían verse
como ataudes. Con esta repetición modular crea un laberíntico
camposanto, recreando el terrible momento en que una madre debe reconocer
el cadáver de su hijo en una fosa común. Pero, esta apariencia
rígida de las mesas contrasta con el crecimiento permanente de
la hierba. Para Salcedo, los brotes de hierba evocan optimismo: “Espero
que, a pesar de todo, prevalezca la vida, incluso en condiciones difíciles...
como ocurre en Plegaria Muda". La obra pretende ser un revulsivo
contra el olvido y la indiferencia y propone un lugar de contemplación
para recordar a los jóvenes asesinados.
“Palimpsesto” (2017-2018), intervención
en el Palacio
de Cristal de Madrid. En filas aparecen más de 200
nombres entremezclados con las respectivas historias de las víctimas,
documentadas e investigadas previamente por su equipo. Del suelo surgen
gotas de agua que lentamente se unen hasta formar los nombres de hombres
y mujeres que se han ahogado al intentar llegar a Europa en busca de
una vida mejor. La artista colombiana visibiliza así uno de los
hechos más dramáticos e ignominiosos de la nuestra historia
reciente: la muerte de miles de personas en las aguas del Mediterráneo.
Este drama ha sido tratado por numerosos
artistas, como es el caso del artista chino Ai Wei Wei, el artista angloindio
Anish Kapoor o el artista español Marc Montijano. Pero hay que
seguir haciéndolo visible y como dice la artista colombiana:
"Es una acción de duelo. Lo que quiero es que, mirando hacia
abajo, de pronto, nos situemos frente a esas vidas y reconozcamos esos
nombres que dan singularidad a todo un universo que decidimos no ver".
Dentro de su proceso creativo, Salcedo intenta mantenerse en el espacio
físico y psicológico de las víctimas; tiende a
elaborar sus instalaciones a partir de objetos y materiales muy básicos
—el cemento, la madera, muebles viejos, ropa, zapatos y pelo,
entre otros— que son los mismos de los que dispondrían
los familiares de las víctimas. De esta manera, inicia una labor
de duelo que en su rigor, laboriosidad y especificidad material no se
distancia de la situación de violencia concreta de la que emerge.
(Beltrán, 2015)
Podemos decir que las instalaciones de Doris Salcedo entrelazan dos
cuestiones fundamentales para dar cuenta de la fragilidad de la condición
humana: la violencia como experiencia cotidiana y la memoria como última
frontera contra el olvido. Por eso materializa la ausencia de los cuerpos
y lleva a cabo una reflexión estética que hace frente
a la amnesia colectiva para establecer un lugar de encuentro, de rememoración,
donde la historia particular de cada víctima se entremezcla con
los duelos y dolores colectivos. (Silvina, 2016).
“Quebrantos” (2019), obra llevada a cabo
en el suelo de la Plaza de Bolívar, en centro histórico
de Bogotá, espacio que representa el corazón de la vida
civil, política y religiosa de Colombia. Salcedo dispuso 165
nombres escritos sobre planchas de vidrio, que fueron delineados y cortados
in situ por los cerca de 300 voluntarios y activistas que participaron
en la obra.
Pero para completar la pieza, era necesario un gesto adicional, que
estimulaba aún más la cercanía entre los participantes.
El destino de los nombres trazados en los vidrios era quebrarse. ¿Cómo?
A través de un abrazo. Parándose sobre los nombres, el
peso de dos personas abrazadas quebraba el vidrio. Una de ellas era
un voluntario y la otra un activista, dos personas que, antes de esta
acción no se conocían.
Los nombres recordaban a las mujeres
y hombres asesinados, se han contabilizado cerca de 500: activistas
y defensores territoriales y de los derechos humanos muertos en estos
últimos años tras la firma, en 2016, del Acuerdo por la
Paz. Este acuerdo fue un avance importante con respecto al desarme de
la guerrilla y al compromiso del Estado en ese proceso, negociado entre
el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC a partir de una serie de
conversaciones comenzadas el 2012. A pesar del acuerdo, “Quebrantos”
recuerda que la violencia continúa. Una cosa es lo firmado en
el papel y otra son las voluntades individuales y comunitarias necesarias
para materializar lo firmado.
La instalación buscaba promover un duelo colectivo. Un quebranto
no es sólo la acción o el efecto de quebrar algo, también
es sentir lástima o piedad por el otro. Como se ha indicado en
varios escritos sobre esta obra, el sonido de un vidrio roto produce
molestia o inseguridad y desde pequeños se nos enseña
el daño que éste puede hacer. Para Salcedo, el sonido
del vidrio quebrado es una metáfora del sonido de los fusiles,
de la guerra. Sonidos que se han normalizado: los disparos se han vuelto
parte del paisaje sonoro cotidiano. Escuchar el sonido de los vidrios
quebrados y ser consciente de la procedencia de ese sonido –el
nombre de alguien que murió por una causa justa– es, de
este modo, un recordatorio de los dolorosos y dramáticos costos
de la búsqueda de la paz y de la justicia social. (De la Maza,
2020).
Referencias:
BELTRÁN VALENCIA., G. y RESTREPO BOTERO., S. (2015).
Doris salcedo. Creadora de memoria. Nómadas, ISSN 0121-7550,
ISSN-e 2539-4762, Nº. 42, págs. 185-193.
DE LA MAZA, J. (14 de abril de 2020). Quebrantos, 2019. Intervención
artística en el espacio público. La Panera
Recuperado de: http://lapanera.cl/sitio/doris-salcedo-1958-bogota/
MALAGÓN LLANO, S. (30 de enero de 2019). Doris Salcedo convoca
a defender los logros del acuerdo de paz. Arcadia. Recuperado
de: https://www.revistaarcadia.com/arte/articulo/doris-salcedo-convoca-a-defender-los-logros-del-acuerdo-de-paz/72633/
NEIRA, A. (10 de diciembre 2018). ‘Mi obra invita al silencio
para que nos podamos escuchar’. El Tiempo. Recuperado
de: https://www.eltiempo.com/cultura/entrevista-a-la-artista-colombiana-doris-salcedo-302974
SILVINA VALESINI, M. (2016). Metáforas del cuerpo ausente en
las instalaciones de Doris Salcedo. Revista Estúdio,
Artistas sobre outras Obras. ISSN 1647-6158, e-ISSN 1647-7316. 7 (15):
41-49.
TORRADO, S. (2 de febrero de 2019). La paz atragantada de Colombia atraviesa
el Hay Festival de Cartagena. El País. Recuperado de:
https://elpais.com/cultura/2019/02/02/actualidad/1549120802_137675.html
VALCÁRCEL, M. (2015). Doris Salcedo. El arte como cicatriz. Alejandra
de Argos. Recuperado de: http://www. alejandradeargos.com/index.php/es/
completas/8-arte/406-doris-salcedo-el-artecomo-cicatriz
Nota
1: El 27 de junio de 2017 la guerrilla de las Farc, convertida
ahora en partido político, entregó el último grupo
de armas en su poder a la Misión de Verificación de la
ONU en una ceremonia en la zona rural del municipio de Mesetas, departamento
de Meta.
Ese día ante la presencia del presidente de Colombia, Juan Manuel
Santos, el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault,
y el líder de las Farc, Rodrigo Londoño, la organización
completó la entrega de 7.132 armas.
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DATOS
DE LA AUTORA:
Susana Hermoso-Espinosa García (Málaga,
España) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad
de Málaga, y Master en Museología por la Universidad de
Granada. Tiene una amplia experiencia profesional en diversas instituciones
y empresas culturales. Directora de la Revista Científica de
Estudios Histórico Artísticos SUMA. Es fundadora y directora
del portal de Arte y Cultura Homines.com.