Todos nosotros vivimos en un caos más
o menos ordenado de objetos que forman parte de nuestra cotidianeidad,
objetos a los que apenas si prestamos más atención de
la necesaria para utilizarlos cuando los necesitamos o para echarlos
de menos cuando los hemos perdido y notamos, por lo que sea, su ausencia.
Objetos que nos hacen la vida algo más sencilla, que nos ayudan,
nos divierten y que son capaces de convivir en los estantes de la cocina,
por ejemplo, formando una sinfonía de colores, tamaños
unas veces más armónicas que otras.
Objetos con los que establecemos relaciones
extrañas, de afecto, capaces de producirnos asociaciones de ideas
absolutamente personales e intransferibles, de hacernos rememorar momentos
y sensaciones placenteras o no. Objetos fruto de nuestro consumismo,
testigos de una cultura del tener, de una cultura, en ocasiones, de
la sensación de necesitar tener sin pararnos a reflexionar acerca
de si realmente lo necesitamos o no.
De ahí que cuando nos encontramos con artistas como Haim Steinbach
(Rehovot, Israel, 1944), de padres judíos huidos de la Alemania
nazi y luego instalados en Estados Unidos en los años 50, sentimos
una extraña desazón. Encontrarnos cara a cara con objetos
totalmente reconocibles, con juguetes que podrían ser los de
nuestros hijos, lámparas que pueden estar en nuestros salones,
en fin, objetos definitorios de nuestro día a día, no
podemos evitar una cierta sensación inquietante.
Esos objetos han cambiado los armarios de la cocina
por unas estanterías colocadas en las paredes de una sala de
exposiciones, cambiando así radicalmente su contexto y, por tanto,
la percepción que tenemos de ellos, se han convertido en símbolos,
nos están mirando desde la altura y nos señalan con el
dedo, nos hablan a las claras de nuestra sociedad de consumo muchas
veces irracional.
Llegados a
estas alturas del artículo cabe empezar a pensar que la base
del trabajo de Steinbach tiene que ver con el concepto de ready-made
de Duchamp, del objeto construido convertido en obra de arte por el
simple hecho de que el artista estampa en él su firma. Sin embargo,
Steinbach tiene en cuenta algo más, valora el contenido estético
de los objetos que utiliza (comprados en tiendas o mercadillos o prestados
por amigos o encontrados en las calles), potencia ese contenido y propone
un acercamiento estético a esos objetos.
Piezas muchas veces combinadas por parejas de elementos capaces de establecer
contrastes sugerentes, capaces de generar asociaciones insólitas
y un cierto sentido de orden en el caos aparente que supone esa asociación.
Un acercamiento nada sencillo de hacer y en cuyo camino fácilmente
podemos perdernos acostumbrados como estamos a buscar explicaciones
rápidas a las cosas sin dejarles tiempo a calar, a dejar su mensaje,
su huella.
Objetos de consumo que tal vez no sean más que autorretratos
de la sociedad en la que vivimos y, por lo tanto, autorretratos de todos
y cada uno de nosotros, y pienso siempre en eso que llamamos sociedad
occidental o desarrollada. Y es que los objetos que poseemos hacen un
retrato infalible de nuestros gustos, hábitos o deseos, hablan
más de nosotros que nosotros mismos.
Sin embargo, los inicios artísticos de
Steinbach estuvieron relacionados con la pintura con una serie de obras
enmarcadas dentro de la corriente minimalista las cuales, una vez producido
el cambio de rumbo, serían destruidas por el propio autor culminando
así una suerte de catarsis artística. En ese tiempo pictórico,
Steinbach reivindicaba su interés por el Surrealismo y el uso
del color de Cézanne.
Precisamente
con la intención de conocer de primera mano las obras más
relevantes del Cubismo y del Surrealismo, con 21 años hizo un
viaje a París. Una estancia que terminó siendo más
determinante de lo que el propio artista podía sospechar una
vez iniciado.
Y es que una vez en la capital francesa, el mismo Steinbach cuenta que
'me encontré con una gran ventana y el arte estaba allí,
bueno yo no lo aprecié como una obra de arte, pero allí
estaban esas pinturas de una lavadora y otros productos', tal y como
lo cuenta Andrew Russeth en Observer.
Más adelante dice: ‘Yo estaba interesado en el Surrealismo
y en el Cubismo. ¿Y la ilustración de una lavadora? Eso
era una mierda’. Una vez de vuelta en los Estados Unidos, Steinbach
conocerá en una galería el trabajo de Andy Warhol y de
Roy Lichtenstein, unos artistas de los que dice que ‘presentaban
al espectador lo obvio pero no era obvio en absoluto’.
Su primera instalación se tituló Display #7,
realizada en 1979 en Nueva York e inmediatamente llamó la atención
del público. Ese fue el primer paso en su trayectoria apropiacionista,
en presentar objetos a los que la sociedad de consumo apenas si presta
atención pero que de su mano muestran unas cualidades realmente
extraordinarias. ‘Mi trabajo no trata sobre la representación,
es acerca de la presentación. Conceptualmante, ese es un acercamiento
muy diferente’, explica Steinbach en una entrevista en Artforum
que firma Tim Griffin.
La modificación del contexto
del objeto, su diálogo con otros objetos de muy diferente naturaleza
o utilidad, trae consigo un cambio en la percepción del espectador
acerca del mismo, le hace ser consciente de algo de lo que no lo es
en su vida cotidiana, acostumbrado como está a ver objetos muy
diferentes compartir espacio en grades superficies o en pequeñas
tiendas.
Cierro este artículo recogiendo un párrafo que se puede
leer en la web oficial del artista: ‘Los objetos que presenta
Steinbach van de lo natural a lo ordinario, de lo artístico a
lo etnográfico, dando forma de obra de arte a objetos que esconden
sus identidades y sus significados inherentes. Explorando los aspectos
psicológicos, estéticos, culturales y ritualísticos
de los objetos, así como su contexto, Steinbach ha redefinido
de una forma radical el estatus del objeto en el arte’.
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DATOS
DEL AUTOR:
Licenciado en Geografía e Historia, especialidad
en Historia del Arte, además de Especialista Universitario en
Gestión Cultural y master en Dirección de Comunicación
y Nuevas Tecnologías. Todo ello por la Universidad de Oviedo.
Trabaja como periodista. Autor del blog lavidanoimitaalarte.blogspot.com,
además de publicar artículos en la sección de música
de la revista digital alenarte.