En 1943, se
inició la construcción de un enorme y complicado sistema
de aprovisionamiento de agua potable para la ciudad de México
desde el río Lerma. El sistema Lerma-Cutzamala hace que el agua
haga un recorrido de 334 kilómetros que comienza en las presas
de Michoacán y termina en el Estado y la Ciudad de México.
Una obra civil en la que participaron científicos e ingenieros.
Para ello se construyó, en la primera etapa, el túnel
Atarasquillo-Dos Ríos, que con 2'5 metros de diámetro
y 62 kilómetros de largo, iba desde la Sierra de las Cruces hasta
la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec. Justo en el final
de este recorrido se construyó el Cárcamo de Dolores,
un edificio funcional diseñado por el arquitecto Ricardo Rivas
(1913-1998) [Nota 1].
Y fue precisamente Rivas, quien quiso que tuviese también una
función estética, para ello invitó a Diego
Rivera, para que creara una obra para este lugar.
Rivera aceptó el reto, e ideo
dos obras monumentales, que hoy día lucen en todo su esplendor
tras una exhaustiva restauración. Una fuente
con una gigantesca esculto-pintura exterior de Tláloc,
dios mexica del agua, realizada en piedra cubierta con azulejos de colores
(esta técnica ya la había trabajado en el Anahuacalli,
en 1944, con el constructor, Juan
O'Gorman, en los colados de los techos). La fuente presenta
a la deidad recostada, rodeada de varias serpientes, peces y ranas que
pueblan el mundo acuático. Posee dos cabezas, es bifronte. La
primera mira hacia el exterior con los ojos mirando hacia el cielo,
y la boca entreabierta y la otra mira hacia el interior del Cárcamo,
a la tierra, con la boca abierta. Una dirigida al ingreso del agua y
la segunda a la salida.
El rostro de la primera, se forma por el entrelazamiento de dos serpientes.
Sus ojos redondos como chalchihuites (nahuatlismo para designar a las
piedras verdes semipreciosas) revelan su naturaleza no humana. Complementa
el rostro una amplia boca,en la que se despliegan unos largos y afilados
colmillos de jaguar, elementos propios de las representaciones mesoamericanas
del dios.
El color rojizo, de la piel de la
cara de la segunda, le da apariencia humana. Este segundo rostro no
parece representar al dios como comúnmente se menciona sino que
integra al hombre en la tarea de ofrecer el agua.
Entre sus manos un elemento fundamental en la cultura mexicana, el maíz.
Con la mano izquierda siembra sus granos, que germinarán y darán
lugar a las mazorcas que ofrece con la mano derecha.
Otros elementos que hay que destacar son las suelas del calzado del
dios. De la suela derecha, nace a borbotones el agua de la tierra necesaria
para la ciudad, se interponen en su paso una serie de relieves montañosos.
Así que para ayudar en la tarea de atravesarlos una mano y un
águila posada sobre el nopal, equipados con sendos picos, trabajan
para crear un camino. En la suela izquierda la tarea se ha realizado,
el agua encuentra una ruta que pasa por debajo de las montañas,
en directa alusión a la obra civil, y lleva su cauce a la ciudad.
Con respecto a esta obra Rivera comentó:
“En esta fuente tuve la oportunidad de realizar la integración
plástica de la pintura y la escultura, haciéndolas vivir
dentro del agua, la cual da movimiento a sus formas. El cielo reflejado
en el espejo acuoso lanza al espacio la escultura extendida sobre él.
La máxima visibilidad se obtiene desde la altura. Un cuerpo pétreo,
polícromo, con sus verdes, rojos, blancos, amarillos, logrados
con mármoles, basalto, mayólica, piedras de diferentes
tonos y azulejos fragmentados. Por eso Tláloc se hace visible
desde el cielo y ofrece en sus formas movimientos que recuerdan los
de las serranías. Las modulaciones de los detalles de las vestiduras
unen sus diseños puros con movimientos rítmicos e integran
un todo plástico homogéneo. Tláloc ofrece el medio
líquido indispensable a la vida del ser humano y con la mano
izquierda planta cuatro granos de maíz, esos granos a los que
el poeta Juan Rejano llamó ‘tiernas dentaduras fragantes'”.
Y el mural “El
agua: origen de la vida en la tierra”, como le llamó
Rivera, quizás una de sus obras menos conocidas. Ubicado en el
interior del edificio, parcialmente sumergido en el agua, se le considera
el primer mural subacuático del mundo, (desde 1992 el agua fue
desviada por los costados del Cárcamo para conservar el mural
ya que con el paso de los años la pintura comenzó a deteriorarse
y desprenderse), concebido como culmen y símbolo de la importancia
de las obras. Rinde homenaje al enorme trabajo que supuso y recuerda
a los 39 trabajadores que fallecieron durante su construcción.
Actualmente sabemos que no concluyó la decoración integral
del edificio que proponía como "un contensor de plástica
especialmente levantado para hacer vivir en las superficies de sus macizos,
desde el fondo del cárcamo, subiendo por las paredes de éste
hasta los muros laterales, para culminar en la cúpula y extenderse
al exterior como sobre una forma de abanico, en el vizo de un espejo
de agua que debería ser surtido de ésta con un movimiento
erecto en su centro". [Nota
2]. Sin embargo, tan sólo pintó la parte
inferior, el túnel que conducía a un tanque ubicado en
el centro del edificio, por donde entraban las aguas provenientes del
Sistema Lerma hacia los tanques y el receptáculo final del sistema
hidráulico, usando poliestireno y hule líquido, a instancias
del arquitecto Rivas, que consideraba que estos materiales resistirían
el paso del agua.
El hilo conductor de la pieza parte
del suelo. En el centro, un compendio de elementos minerales dan paso
a las formas de vida más elementales, que van multiplicándose
conforme se acercan a las paredes, formando flora y fauna acuáticas
cada vez más complejas, se aprecian peces, crustáceos,
reptiles y anfibios, con una importante presencia de sapos, ranas y
ajolotes, (esto podría interpretarse como una representación
del propio Rivera, hay que recordar que lo llamaban sapo) hasta llegar
a la aparición del ser humano, representados por un hombre de
África y una mujer con rasgos orientales, que representan a los
primeros Homo Sapiens de la Tierra, de los muros norte y sur.
Toda una interpretación de la teoría del origen de la
vida del biólogo ruso Alexander Oparín.
Arriba y a los lados de esta composición, envuelta por la simulación
pictórica del agua, se muestran escenas urbanas, así como
los distintos usos del agua en la sociedad moderna, como la higiene
y la agricultura.
En una de las esquinas representó a su hija Ruth nadando, mientras
que en otro extremo se observa a cuatro miembros de una familia que
reclama beber unas gotas de agua en medio de un paisaje árido.
Toda la composición está unificada por unas manos monumentales
a modo de cuenco que salen de la roca, por encima del túnel,
que vierten el agua al interior, son las manos de Tláloc que
da el líquido elemento para que pueda ser entregado a los habitantes
de la tierra.
Rivera tomó en cuenta los efectos
ópticos del reflejo y la refracción del agua en la perspectiva,
esta es la razón por la que las figuras antropomorfas tienen
las cabezas tan alargadas y desproporcionadas con respecto al cuerpo.
Otra parte de la composición
se encuentra en el muro oriental, realizado sobre un bastidor metálico
y no directamente sobre la pared como el resto de la obra. En él
aparecen los autores intelectuales y materiales de la construcción
durante una junta en la que revisan los planos del proyecto.
Desde su inauguración el 4 de septiembre
de 1951 por el presidente Miguel Alemán Valdés, los responsables
de la obra hidráulica olvidaron colocar los cernidores que impedirían
que la materia orgánica se filtrara, por lo que para 1991 el
mural se encontraba bajo una capa de limo de 5 milímetros de
grosor. Esto, sumado a los cambios drásticos en la temperatura
habían provocado cuarteaduras en las paredes. El muro oriente
era el más dañado, pues tampoco colocaron nada que detuviera
la fuerza y el impacto de la corriente que entraba por el túnel
poniente. La obra se dio por perdida, pero gracias a esa capa de limo
pegado a los paramentos el mural que hizo de protector, solo se había
desprendido un 20% de la capa pictórica, por lo que se procedió
a su restauración. Sin embargo el suelo si tuvo que reconstruirse
casi en su totalidad por una invasiva impermeabilización que
se le había aplicado años antes [Nota
3].
El Instituto
Nacional de Bellas Artes fue el encargado de realizar la restauración
de esta obra plástica; sin embargo, el mural quedó en
el olvido durante casi dos décadas, ya que el acceso al público
quedó restringido durante este periodo.
Hubo que esperar hasta el año 2010 para poder volver a disfrutar
de esta obra maestra de la integración plástica de mediados
del siglo pasado, que conjuga en un mismo espacio la obra arquitectónica
e ingenieril, la pintura, la escultura, el mosaico y el paisaje del
Bosque de Chapultepec, gracias al rescate del gobierno de la Ciudad
de México y el Fideicomiso Probosque Chapultepec.
Bibliografía
- AGUIRRE, C., EDID, G. y SANDOVAL, Y. (s.f.) La Fuente de Tláloc.
Recuperado de: http://www.planverde.cdmx.gob.mx/carcamodedolores/la-fuente-de-tlaloc/
- Diego Rivera, "Integración plástica en la cámara
de distribución del agua del Lerma. Tema medular: El agua, origen
de la vida en la Tierra", en Espacios, núm. 9,
México, febrero de 1952.
- NOELLE, L. "Integración plástica y funcionalismo.
El edificio del Cárcamo del Sistema Hidráulico Lerma y
Ricardo Rivas". An. Inst. Investig. Estét., vol.23,
n.78, 2001, pp.189-202.
- OLIVARES SANDOVAL, Omar, “Viejos olores en la moderna “acuápolis”.
El mural del cárcamo de Chapultepec”, Arqueología
Mexicana Vol. XXIII, no. 135, pp. 60-63. México (septiembre-octubre
2015)
- SUÁREZ,
O., (1972). Inventario del muralismo mexicano. México.
UNAM
- TOVAR DE ARECHEDERRA, Isabel y MAS, Magdalena coomps., Ensayos
sobre la Ciudad de México IV: Reencuentro con nuestro patrimonio
cultural, México, CDMX/UI/CONACULTA, 1994, pp. 188-189.
Nota
1: Ricardo Rivas, nació en Oaxaca, Oaxaca, el 28 de mayo
de 1913, y murió en la ciudad de México el 20 de enero
de 1998; muy poco es lo que se sabe de quien durante largos años
fue profesor de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura
del IPN, de 1953 hasta su fallecimiento. En especial recordamos su sociedad
con Enrique Yáñez en el Sindicato Mexicano de Electricistas,
entre 1936 y 1940, y su actividad en el grupo conocido como la Unión
de Arquitectos Socialistas, que realizó diversas acciones relevantes
de 1938 a 1940.
Nota
2: Diego Rivera, "Integración plástica en
la cámara de distribución del agua del Lerma. Tema medular:
El agua, origen de la vida en la Tierra", en Espacios, núm.
9, México, febrero de 1952.
Nota 3:
TOVAR DE ARECHEDERRA, Isabel y MAS, Magdalena coomps., Ensayos sobre
la Ciudad de México IV: Reencuentro con nuestro patrimonio cultural,
México, CDMX/UI/CONACULTA, 1994, pp. 188-189.
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DATOS
DE LA AUTORA:
Susana Hermoso-Espinosa García
(Málaga, España) es licenciada en Historia del Arte por
la Universidad de Málaga, y Master en Museología por la
Universidad de Granada. Tiene una amplia experiencia profesional en
diversas instituciones y empresas culturales. Directora de la Revista
Científica de Estudios Histórico Artísticos SUMA.
Es fundadora y Directora del portal de Arte y Cultura Homines.com.