La primera etapa parisina del genio
malagueño puede verse en el Museo d'Orsay a partir de hoy. Una
gran exposición con más de 300 obras realizadas antes
de cumplir los 25 años., que abarca los periodos azul y rosa
en su continuidad, más que como una sucesión de episodios
separados. Con esta muestra se pretende poner de relieve la primera
identidad artística de Picasso y algunas de sus obsesiones, constantes
en su creación.
A su llegada a la estación de Orsay en octubre de 1900, Picasso
se sumerge en la efervescente actualidad artística. Descubre
los cuadros de David y Delacroix, pero también los de Ingres,
Daumier, Courbet, Manet y los impresionistas. También comparte,
como casi todos los artistas de su generación, una profunda admiración
por Van Gogh, como demuestra la transformación de su pintura
en manchas de colores puros, meses después de esta primera estancia
parisina.
Los autorretratos que se pueden observar
en la primera sala de esta muestra, son reveladores de la forma en que
el artista asimila y digiere las sucesivas influencias de los “maestros
modernos”. En el verano de 1901, su “Autorretrato con sombrero
de copa”, en el que aparece vestido elegantemente de negro y rodeado
de tres damas de cabaret con tocados de plumas, recuerdan inequívocamente
a Toulouse-Lautrec, a la vida nocturna y a los cabarets; en su “Autorretrato
azul”, se presenta como nuevo mesías del arte: elegante,
arrogante, provocador, rinde tributo a Van Gogh, no tanto por su factura,
sino por su postura, la de un genio incomprendido vestido de forma ridícula
con una barba pelirroja. Picasso experimenta un nuevo lenguaje, limitando
su paleta a tonos grises y rosas, reduciendo los rasgos de su rostro
al óvalo de una máscara.
Entre París y España, inició un periodo de creación
intensa, forjando su identidad artística bajo la influencia de
grandes maestros del siglo XIX. “Solemos ver a Picasso como el
genio del siglo XX que revolucionó el arte y tendemos a olvidar
que era hijo del siglo XIX”, explicó la comisaria Emilia
Philippot..
De sus visitas a Málaga, su ciudad natal, Barcelona, Madrid y
Toledo, el artista absorbió el universo del Siglo de Oro español
así como de los modernistas catalanes.
En Barcelona, presentó su primera exposición, en febrero
de 1900, en el cabaret bohemio Els quatre gats, llenando el espacio
con unos 150 retratos, y un óleo sobre lienzo, “Últimos
momentos” que presentará poco después en la Exposición
Universal de París de 1900.
En Madrid, donde se instala en el invierno de
1901 durante unos meses, la obra de Picasso oscila entre dibujos de
ilustración en la línea modernista para la revista “Arte
Joven” y una pintura más ambiciosa, impregnada de referencias
a Velázquez como puede verse en "Mujer en azul".
Picasso llega
por segunda vez a la estación de Orsay en la primavera de 1901,
llevando algunas pinturas al pastel y lienzos realizados en Madrid y
Barcelona. El catalán Pedro Mañach convence a Ambroise
Vollard, célebre galerista de la vanguardia parisina, para organizar
una exposición de su trabajo. 64 lienzos y algunos dibujos se
muestran en la exposición inaugurada del 25 de junio en la rue
Laffitte.
Tras el éxito de la exposición Vollard, el otoño
de 1901 marca para el joven pintor un periodo de retorno sobre sí
mismo y una reorientación de su arte. En paralelo al ciclo de
lienzos directamente relacionados con la muerte de Casagemas, firma
un conjunto de obras desgarradoras marcadas sobre todo por la aparición
de la figura de Arlequín.
En el otoño de 1901, Pablo Picasso acude a la prisión
para mujeres de Saint-Lazare en París. Estas visitas son el punto
de partida de una serie de lienzos sobre el tema de la maternidad durante
los últimos meses del año. De regreso a Barcelona a finales
de enero de 1902, el artista continúa pintando figuras femeninas
que forman tantas imágenes de la soledad y de la desdicha. El
“periodo azul” hace eclosión, caracterizado por el
uso dominante de ese color, los temas sentimentales y la búsqueda
de una expresividad en la forma.
De una vivacidad intensa, rozando la caricatura, los numerosos dibujos
eróticos que Picasso realiza en París y Barcelona entre
1901 y 1903 suponen un contrapunto sorprendente a los lienzos graves
y melancólicos de los miserables del periodo azul. “La
Vida”, ejecutada en la primavera de 1903, supone la culminación
de las búsquedas plásticas de Picasso desde comienzos
del “periodo azul”.
Desde los primeros meses del año
1905, y en la línea de las obras ejecutadas en las primeras semanas
de 1904, la gama de colores de Picasso se amplía. El artista
ejecuta entonces numerosos lienzos inspirados en Madeleine, con la que
mantiene una relación amorosa. Estos retratos permiten seguir
el abandono progresivo de la monocromía azul en beneficio de
una paleta de colores matizada que va del rojo más vivo del traje
de la “Mujer con corneja” al blanco lechoso de la encarnación
de la “Mujer en camisa”.
El ciclo de los Saltimbanquis, que se desarrolla simultáneamente
en pintura, dibujo, grabado y escultura se extiende de finales de 1904
a finales de 1905, “Familia de saltimbanquis con mono”.
A comienzos de 1906, la pintura de Ingres, a la que el Salón
de Otoño de 1905 dedicó una retrospectiva, inspira a Picasso,
un clasicismo naciente impregna entonces la producción del artista,
mientras que el “periodo rosa” gira al ocre. Estas tendencias
se confirman con la estancia en Gósol entre mayo y agosto de
1906. En contacto con la escultura romana, y el arte ibérico,
descubierto el invierno precedente en una exposición en el Louvre,
Picasso inicia un retorno a los orígenes.
De vuelta a París en otoño, el artista vuelve
a centrarse en un análisis casi exclusivo del cuerpo femenino,
obras caracterizadas por el abandono de los procedimientos ilusionistas
a favor de un lenguaje expresivo: construye por articulación
formas esenciales y limita la paleta cromática a los colores
ocre. La emergencia progresiva de este vocabulario inédito supone
una primera aplicación de la lección de geometrización
de los volúmenes de Cézanne.
La muestra, una colaboración entre el Museo d'Orsay y el Museo
Picasso de París, cuyo presidente, Laurent Le Bon, es uno de
los comisarios, y la Fundación Beyeler (Suiza), coincide con
una nueva exposición temática en el Museo Picasso de París,
“Picasso, ¡obras maestras!” y con la retrospectiva
sobre el cubismo, con numerosas obras del genio español que se
inaugurará el próximo 17 de octubre en el Centro Pompidou.
Picasso. Azul y rosa
(Picasso Bleu et Rose)
Musee D'orsay
1 Rue de la Légion d'Honneur, 75007 Paris, Francia.
Desde el 18 de septiembre hasta el 6 de enero de 2019
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