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Copenhague en Navidad
Carlos J. Fernández Rodríguez
19/025/2005


Fotografías
Carlos J. Fernández

Cada ciudad tiene una época al año en la que merece especialmente la pena ser visitada. La oscuridad que siempre acompaña a Copenhague parece darle una tregua durante los días de Navidad, época en la que la ciudad cobra una vida especial, tanto por el ambiente que se respira en sus calles como por la gran luminosidad y encanto que nos ofrece esta época en la ciudad.  

Copenhague no es una capital especialmente grande ni saturada de monumentos que nos acaparen la atención durante todo el día. Una visita a la ciudad debe combinar el deambular por sus calles con el acercamiento a sus hitos más señalados, aquellos que no nos podemos perder. La mejor forma de hacernos con la ciudad a nuestra llegada será recoger una bicicleta entre las que el Ayuntamiento pone al servicio de los visitantes. Con ella podremos integrarnos en el paisaje de una ciudad que mayoritariamente va a dos ruedas, característica que define tanto a la capital danesa como a sus habitantes. Copenhague posee una red de carriles- bici que recorren toda la ciudad y que son completamente independientes del resto del tráfico, lo que, unido a la inexistencia del más mínimo desnivel, aseguran un paseo por la ciudad totalmente seguro y relajado. En la estación central de tren podremos conseguir una bicicleta, que dejaremos en cualquiera de los puntos que para ello ha repartido el Ayuntamiento por todo el centro histórico.

Radhudpladsen                 Stroget

Una vez que tenemos una visión de conjunto de la ciudad, habrá que sumergirse en el ambiente que ésta nos ofrece a pie. Para ello, empezaremos por una de las zonas de mayor ambiente de Copenhague, la Radhuspladsen, la plaza del Ayuntamiento, desde la cual podremos acceder a todo lo que la ciudad nos ofrece; es el punto central de la misma tanto si lo que nos interesa es visitar un museo, hacer unas compras, tomar una copa o simplemente pasear. De esta plaza sale una de las vías peatonales más largas de Europa, la calle Stroget, que en sus dos kilómetros de longitud concentra toda la vida comercial y el ambiente de la ciudad. Recorrer Stroget hasta el fin es la mejor manera de hacerse con la ciudad y empezar nuestra ruta por sus calles y canales.

SirenitaNuestra ruta por los hitos más significativos de la ciudad debe comenzar con la que es, sin duda, el referente turístico mundial de la capital danesa. Por supuesto, estamos hablando de la famosísima Sirenita, personaje extraído de un cuento de Andersen, vecino de la ciudad y auténtico símbolo nacional. Este monumento puede decepcionar a un ojo no avisado o que busque una grandiosidad monumental que, desde luego, con su metro y medio escaso de altura, no persigue la escultura. Sin embargo, el entorno en el que está situado es lo que parece que provoca que una visita a la Sirenita sea algo más que hacer una foto a uno de los mayores iconos del turismo mundial. La escultura se sitúa sobre una piedra, recogiendo los escasos rayos de sol que dan a ésta un tono espectacularmente anaranjado, a orillas un mar tranquilo como un plato. El mejor momento para ir es, sin duda, a primera hora de la mañana, cuando aún no tenemos la compañía de las decenas de turistas que en todo momento podremos encontrar en este saliente del puerto de Copenhague.

Tras nuestra visita a la Sirenita, no haríamos mal en dar un paseo por Kastellet, un antiguo cuartel militar que hoy se ha recuperado como parque público y que supone el auténtico pulmón de la ciudad. Es el lugar donde en verano salen sus habitantes a tomar el sol y que en diciembre es un estupendo lugar para sentarse a escuchar el tañer de las campanas de Skt. Albans o para perderse por sus lagos y praderas. Sin embargo, no debemos olvidar que la capital danesa tiene mucho más que ofrecernos. Volviendo a la realidad de Strotget, deberemos hacer una parada en la monumental plaza Kongens Nytorv, donde está situado el hotel más exclusivo de la ciudad, el Hotel d´Angleterre, que especialmente los días de navidad decora su fachada con una escenografía espectacular que merece la pena visitar.

Nyhavn.El punto más característico de la ciudad por su pintoresquismo es, sin lugar a dudas, Nyhavn. Esta calle conserva el perdido aspecto portuario que sólo en otros escasos puntos de la ciudad podremos recuperar. Los edificios de Nyhavn evocan ese aspecto de ciudad nórdica que los habitantes de los países mediterráneos tenemos en la cabeza, con sus fachadas de todos los colores que se estrechan compitiendo por un espacio en la calle con más sabor de la ciudad. Es el lugar donde podremos centrar cualquier actividad que nos propongamos, tomar un café en uno de sus múltiples rincones, calentarnos en alguno de los braseros de carbón dispuestos a lo largo de toda la calle o pasear por su mercado al aire libre, en un ambiente bohemio que nos acerca a esa otra Copenhague provinciana y artista.

Junto a Nyhavn encontramos Amalienborg, un conjunto palaciego donde, además del inevitable cambio de guardia, podremos disfrutar de una arquitectura espectacular más cercana a las trazas italianas que a la estética nórdica. El conjunto lo componen el palacio real y la espectacular Marmorskirken, cuya apariencia externa se basa claramente en el modelo de cúpula que Miguel Ángel realizó para el Vaticano y que contrasta vivamente con la simplicidad decorativa Marmorskirkenluterana de su interior. Esta iglesia de planta circular está, como su nombre indica, tapizada interiormente de mármoles de todos los colores, ofreciendo un espectáculo al que no deberíamos dudar en dedicar un buen rato.

A la salida del conjunto de Amalienborg llegará el momento de disfrutar con una buena comida en cualquiera de los restaurantes de la zona. Al sentarnos en uno de estos locales deberemos tener varias cosas en cuenta: la cocina danesa no destaca por ser una de las más elaboradas del mundo ni por lo ligero y económico de sus platos. Sobre todo, no destaca por esto último. Sin embargo, la esmerada decoración de sus restaurantes y el excelente servicio que nos ofrecen pueden hacernos pasar esto por alto. Por supuesto, no haremos bien en tirarnos de cabeza a la carta de vinos, puesto que en Dinamarca no se elaboran vinos de calidad y la mayor parte de sus fondos se componen de caldos españoles o franceses, aunque, eso sí, los precios son muy daneses. Cerca de Nyhavn podemos acercarnos a Nybrograde, donde encontramos una buen número de restaurantes para todos los gustos y bolsillos, entre los que destaca Thornvaldsen Haus, situado justo debajo del museo dedicado a este escultor y que nos ofrece una amplia carta compuesta por platos tradicionales daneses.

TívoliLo primero que nos sorprenderá a la salida del restaurante será que repentinamente ha llegado la noche, y es que la latitud de Copenhague provoca que los días de invierno se acorten tanto que a las cuatro de la tarde ya se ha oscurecido totalmente la ciudad. Sin embargo, esto no es un obstáculo para que sus habitantes sigan recorriendo sus calles en masa. Volviendo a Stroget podemos ver como sigue el espectáculo de la ciudad en movimiento entre sus calles y comercios. Para pasar la tarde, una buena opción es dirigirse al Tívoli, pequeño parque de atracciones situado frente a la Radhuspladsen. No se trata del típico parque de atracciones como el que conocemos en España, sino que es un lugar de paseo donde los habitantes de la ciudad se acercan a saborear una cerveza en sus locales, a disfrutar de una cena en cualquiera de sus múltiples restaurantes o simplemente a pasear por una escenografía compuesta por pequeñas cabañas nórdicas que se sitúan junto a las grandes pagodas chinas o los palacios hindúes que encontramos iluminados por una multitud de bombillas que se reflejan en los distintos lagos con los que está salpicado el parque. Para entrar, hay dos opciones: la entrada a las atracciones o la entrada simple de paseo. Cada uno puede elegir como prefiere pasar la tarde. Eso sí, para terminarla, nada mejor que saborear uno de los platos nacionales daneses: el perrito caliente. La pasión que estas salchichas provocan entre los habitantes de la ciudad parece desmedida si tenemos en cuenta que en cada calle del centro podremos encontrar un puesto ambulante que se suma a los locales que los ofrecen como plato estrella. Pero un perrito no parece una elección tan simple como pueda parecer a simple vista, ya que ante nosotros se desplegará una gama interminable de combinaciones entre tipos de pan, composición, tamaño de la salchicha y unos innumerables acompañamientos.

Las ofertas que nos ofrece la ciudad para perdernos en el ambiente de sus locales son muy variadas, aunque hay algo que les da un punto en común, y es la abundancia de conciertos en directo que encontramos en estos locales todos los días de la semana. El local más conocido de la ciudad se encuentra en Stroget, y se trata de una taberna irlandesa, The Dubliner. Es un lugar inmejorable para sentarse a disfrutar de un concierto tomando una estupenda cerveza de la zona. En todos los locales, nos darán a elegir entre las dos marcas que se disputan el monopolio de la venta de cerveza danesa: Tuborg y Carlsberg. Estas dos marcas ofrecen en navidad unas cervezas especiales que no se comercializan en España y que es una buena oportunidad de saborear: se trata de la Tuborg Kalenderpilsner y la Carlsberg Jul, ambas con mucho más cuerpo y sabor que las marcas convencionales.

Gliptoteca CarlsbergUna visita a los museos de la ciudad es otra manera de entenderla. Por todo el centro histórico encontramos multitud de museos de gran calidad, pero para una vista de pocos días hay dos que no podremos dejar de lado: el Nationalmuseet y la Gliptoteca Carlsberg. Éste último se formó con fondos procedentes de la fundación promovida por el fabricante de la conocida marca de cerveza, uno de los mayores mecenas del arte en Dinamarca. Los fondos que atesora este museo son exclusivamente esculturas, en un periodo que abarca principalmente el abanico que va desde las primeras realizaciones egipcias hasta el fin de la época clásica. Una sala que no debemos pasar por alto es la monumental recreación libre de un templo romano con su galería de esculturas, así como el imponente patio central, con su cúpula de acero. Si estamos pensando en un lugar para desayunar, la cafetería del museo, situada bajo la gran cúpula y rodeada por una abundante vegetación, parece el lugar más apropiado.

El otro gran museo de la ciudad no se encuentra muy alejado de éste. El Nationalmuseet presenta una colección que engloba toda la historia del pueblo danés desde una perspectiva muy novedosa, sobre todo si comparamos su exposición permanente con la de los grandes museos nacionales europeos. Este museo presenta sus salas con diferentes criterios; en ellas podemos encontrar desde la exposición más convencional hasta la más arriesgada, dedicada ésta última a las épocas más recientes de la historia danesa. Los puntos centrales de este museo son la colección de runas, las piezas vikingas, egipcias y la exposición sobre el siglo XX, aunque encontramos otras salas tan interesantes como las dedicadas a la indumentaria tradicional o a la antropología mundial. Copenhague tiene, como decíamos, otros muchos museos de todo tipo, como la galería Thornvaldsen, dedicada a uno de los más importantes escultores neoclásicos de Europa, y otros más extravagantes, como el Museo Andersen, dedicado al famoso escritor de cuentos y el Museo de los Records Guiness, ideal para una visita familiar.

CristianshavnA la salida del Museo Nacional, Copenhague sigue mostrándose como una galería al aire libre. A un paso nos encontraremos con la gran torre del palacio de Christiansborg, actual sede de las cortes danesas. De menor presencia que Amaliensborg, el edificio sigue conservando su imponente estructura tanto en su fachada principal como en la posterior, en la que el edificio gótico de la bolsa y el canal conforman una imagen difícil de igualar. Este lugar es una de las zonas de entrada al barrio más castizo de Copenhague, Christianshavn, en cuya entrada nos encontramos unos sorprendentes bloques de oficinas reflejo de otra de las peculiaridades danesas: su gusto por el diseño, que en esta ocasión consiguen integrar en un entorno de ciudad clásica con un resultado excelente. Este barrio es el antiguo hogar de los marineros de la ciudad, y en alguna de sus calles aún conserva el sabor de las viviendas de la época. También fue el centro de la cultura hippie en los años sesenta, y, por desgracia, también lo fue del desarrollismo urbano de los setenta, por lo que este barrio ha perdido gran parte de su riqueza arquitectónica en favor de unos anodinos bloques de viviendas que, sin embargo, no han conseguido eliminar ese ambiente bohemio que caracteriza al barrio. Como visita principal, además de las murallas medievales de la ciudad, será interesante una visita a la iglesia real del Salvador, cuya imponente aguja se puede ver desde casi toda la ciudad. Del interior destaca su fabuloso coro sustentado por dos elefantes, símbolo del mecenazgo regio.

Ayuntamiento MalmöDinamarca posee una envidiable red de ferrocarriles, que nos serán muy útiles si queremos acercarnos algo más al paisaje danés y a alguna de sus localidades cercanas. Una buena opción es la que posibilita el puente del resund, que une las dos costas del Báltico y que sitúa la ciudad sueca de Malmö a escasos cuarenta minutos. Una visita a la tercera ciudad industrial de Suecia nos revelará el distinto carácter de la zona, a pesar de su cercanía, y nos permitirá disfrutar de rincones tan evocadores como la plaza de Lilla Torg, donde encontraremos viviendas de entramado de madera pintadas en distintos colores en torno a una pista pública de patinaje. Junto a esta plaza se abre Strotöget, plaza del Ayuntamiento donde nos encontraremos unas curiosas esculturas en bronce entre las que nos llaman la atención la representación de la cabalgata encabezada por una majorette y seguida por toda la banda de música. Antes de seguir nuestra ruta por Suecia, no debemos dejar de lado el evocador cementerio de la ciudad, que, con un concepto completamente diferente al mediterráneo, se convierte en el lugar preferido por los habitantes de la ciudad para disfrutar de un cómodo paseo por sus caminos y lagos.

LundEl siguiente paso en nuestra ruta por la zona sur de Suecia nos llevará a Lund, localidad que ha crecido principalmente en torno a su universidad, una de las más grandes e importantes del país. Esta característica la encontramos a lo largo de todas sus calles, en las cafeterías, los centros comerciales, los restaurantes y, por supuesto, en las diferentes facultades y colegios mayores que otorgan su imagen a la ciudad. El punto central de nuestra visita será la basílica situada a pocas manzanas de la estación donde nos dejará el tren. Aquí lo más interesante es el reloj solar medieval, que aún se mantiene en perfecto estado de funcionamiento y que congrega a una multitud de turistas a las tres de la tarde, hora en la que las figuras del reloj inician una procesión al ritmo de las campanadas del carillón. Del resto de la iglesia destaca, además de su gran nave central, la cripta subterránea, en la que nos encontramos con unas curiosas figuras en relieve que parecen estar sosteniendo con sus brazos todo el peso de la iglesia.

De vuelta a Copenhague, y para despedirnos de la ciudad, no debemos dejar de dar un paseo por los jardines de Rosenborg y el castillo de Frederiksborg, que nos servirán de despedida de una ciudad en la que, estemos el tiempo que estemos, siempre podríamos pasar un día más.