Fotografías
Carlos J. Fernández
Atenas
es mucho más que la Acrópolis, aunque sea éste
el motivo que anualmente atrae a millones de turistas de todo el mundo.
La ciudad se presenta al viajero como una perfecta unión entre
la cultura occidental predominante en el país y los rescoldos
orientales que les otorga su cercanía geográfica e histórica
a Turquía. Grecia es la máxima expresión de lo
que entendemos por un país mediterráneo: cocina, colorido,
modo de vida y unas grandes dosis de sol hacen del país un lugar
perfecto para unas vacaciones.
Atenas
es el foco principal de atracción de turistas del país,
debido en parte a la importancia de su puerto, El Pireo, punto de inicio,
atraque o finalización de numerosos cruceros, cuyas excursiones
organizadas son fácilmente distinguibles en el trasiego de turistas
que invaden la ciudad diariamente. El punto fuerte de estas excursiones
es, sin duda, la Acrópolis. Este conjunto, ordenado por Pericles
tras la destrucción de la acrópolis arcaica por los persas,
acoge a un número de visitantes desorbitado, lo que se percibe
en las aglomeraciones que diariamente se dan en el museo que ésta
alberga en su recinto. Esto puede deberse a su magnífica colección
o a que es el único espacio con aire acondicionado del conjunto,
en el que las temperaturas en verano pueden llegar a ser asfixiantes.
La exposición presenta una colección en pequeñas
salas que muestran una evolución cronológica y temática
que culmina con la decoración en piedra de los grandes monumentos
de la Acrópolis, incluyendo las cariátides del Erecteion
(que han sido sustituidas por réplicas en el monumento) y los
pocos restos que el estado griego aún conserva de metopas y friso
del Partenón. Aquí sería conveniente recordar la
polémica existente entre los gobiernos griego y británico
a cuenta de la posesión de los frisos del Partenón, robados
o comprados legítimamente por Lord Elgin, según la versión.
Esta disputa no hay que tomarla a la ligera haciendo juicios simplistas:
hay que tener en cuenta los argumentos de peso de ambos contendientes.
El resto de la Acrópolis es bien conocido, aunque hay que tener
siempre en cuenta los trabajos perpetuos de restauración del
conjunto: en estos momentos, el templo de Niké Áptera
ha sido totalmente desmontado para subsanar los graves errores de la
primera restauración. La mejor hora para visitar la Acrópolis
es la primera hora de la mañana, momento en que las temperaturas
son más bajas y los turistas aún no han acudido en masa.
Una vez que salimos de la Acrópolis, parece que a estos miles
de turistas se los traga
la tierra, lo cual es una ventaja para visitar el resto de áreas
arqueológicas de la ciudad. A los pies de la colina encontramos
los dos principales conjuntos de la ciudad: el ágora clásica
y el foro romano. El acceso a ambos conjuntos se realiza con la misma
entrada de la Acrópolis, que además incluye otras áreas
como el templo de Zeus, que luego veremos. El ágora ateniense
tiene varios puntos fuertes para el visitante, aunque lo más
normal es que el turista poco avisado sólo pueda disfrutar de
un catálogo inacabable de malas hierbas de más de medio
metro de altura. Sin embargo, debemos destacar algunos puntos para su
visita. Empezaremos por el templo de Hefesto, edificio magistralmente
conservado (si no tenemos en cuenta las ayudas contemporáneas)
y que da al visitante una visión casi completa de la estructura
de un templo en la antigüedad clásica. Descendiendo aún
más pasamos por el ágora y el teatro, hasta llegar a la
Stoa de Atalo, reconstrucción realizada en los años cincuenta
por la escuela americana. Este edificio resulta una falsificación
y una destrucción del entorno propias de unas ideas sobre restauración
hoy totalmente superadas. Sin embargo, es de agradecer la sombra que
proporcionan sus pórticos tras unas horas de visita bajo el fuerte
sol ateniense.
El
foro romano es el tercer hito de nuestra visita, y un lugar perfecto
para completar nuestra visión de conjunto sobre los matojos y
las malas hierbas que acompañan a todo monumento descuidado.
El punto fuerte lo encontramos en la Torre de los Vientos (s. I a.C.),
edificio de mármol utilizado como reloj de agua en la Antigüedad
y que aún hoy ofrece un excelente estado de conservación.
El
resto de la visita arqueológica (además de la imprescindible
visita al Museo Arqueológico Nacional) nos llevará al
otro lado de la colina de la Acrópolis, donde encontramos el
imponente templo de Zeus Olímpico, cuyos escasos restos nos muestran
su monumentalidad, y la Linterna de Lisícrates, pequeño
monumento que centra una plaza de indudable sabor griego que abre las
puertas al barrio de Plaka.
La
ciudad antigua se divide en distintos barrios, cada uno con una peculiaridad.
Si Kolonaki es el mejor sitio para realizar algunas compras, Plaka se
presenta como el lugar perfecto para tomar un café en cualquiera
de sus numerosas terrazas. Sin embargo, el ambiente más característico
de la ciudad (aunque también el más turístico)
lo encontramos en Monasteraki. Este barrio está centrado por
la plaza del mismo nombre, lugar presidido por la antigua mezquita (hoy
museo de folclore griego). Monasteraki está literalmente cubierto
por terrazas tapizadas con los característicos manteles a cuadros
que podemos encontrar por toda la ciudad. No es raro encontrarnos en
este lugar con el espectáculo de un sirtaki espontáneo
animado por los distintos músicos que se encargan de animar estas
terrazas día y noche.
Otro
motivo para acercarse a Grecia es, sin duda, su cocina. La cocina griega
se basa en unos cuantos ingredientes básicos que le dan una gama
de sabores desconocidos para la cocina internacional. Cuando nos enfrentamos
a una carta nos encontramos con las típicas meze o tapas, entre
las que hay que destacar el tzatziki (crema de yogur con ajo y pepino),
el queso frito y la inevitable ensalada griega con queso feta. El yogur
es una pieza clave de la cocina, como también lo es el pan pitta,
con el que se toma el conocido kebab y otros platos de carne, como las
brochetas. Como platos fuertes, haríamos bien en tomar una ración
de moussaka, el plato nacional griego, o de stefado, un guiso de carne
con canela.
El
acompañamiento de estos platos es fundamental para apreciar todo
su sabor; en verano, la reina indiscutible es la cerveza, de las que
Grecia posee una buena selección encabezada por la marca Mythos.
En lo referente a los vinos, el país presenta una carta muy característica,
en la que podemos apreciar desde el tinto seco Naussa al blanco afrutado
Retsina. Éste es el vino más conocido de Grecia gracias
a ese aroma especial conseguido con la adición de unas gotas
de resina a la cuba antes de empezar la fermentación. Algunos
platos más pesados recomiendan el acompañamiento con Ouzo,
otra bebida nacional de sabor parecido al anís y que se puede
tomar a cualquier hora. Para concluir esta carta de bebidas tradicionales
no hay que olvidarse del Raki, originario de Creta y sólo apto
para estómagos blindados.
De
vuelta a la ciudad, vamos a realizar una ruta por las iglesias ortodoxas
más significativas para adentrarnos en la pomposidad de las grandes
realizaciones y en el encanto y la sobriedad de las pequeñas
ermitas. Tras la visita a la catedral, situada en pleno barrio de Plaka,
es interesante acercarse por algunas pequeñas iglesias, destacando
la diminuta ermita de Ayios Demetrios, enclavada en el tranquilo parque
que da acceso a la Acrópolis.
Otro
punto que debemos incluir en nuestra agenda es el inevitable, masificado
y pintoresco cambio de guardia, en el que unos soldados vestidos de
época realizan cada hora una representación turística
que, por exagerada, poco seria y teatral no deja de tener su pequeña
dosis de encanto.
Atenas
ha estado históricamente condicionada por el mar, por lo que
una visita a la ciudad sin acercarse al Golfo Sarónico parece
un tanto incompleta. La visita que se puede recomendar, tanto por su
cercanía (de 45´ a 1h30, según el tipo de ferry)
como por su encanto es la isla de Egina, famosa por albergar el templo
de Afaia que, de nuevo, nos vuelve a mostrar el gran respeto que las
autoridades griegas sienten por las malas hierbas como elemento decorativo.
Para visitar el templo debemos atravesar la isla, para lo que tenemos
varias opciones; la opción más cómoda es, sin duda,
alquilar unos ciclomotores en Egina, aunque la opción más
pintoresca es el autobús que enlaza Egina con Aghia Marina. Pero
si de verdad buscamos algo pintoresco, lo vamos a encontrar sin duda
en el horario de apertura de los monumentos de la isla, abiertos sólo
en horario de oficina y cerrados los domingos y festivos.
De
vuelta al pueblo de Egina, no tendremos problema para encontrar un buen
lugar para comer. Como es natural, la base de la carta de la isla es
el pescado, y sobre todo, el pulpo a la parrilla, que le da un olor
característico a las calles del pueblo. Una particularidad de
Egina es su gran producción de pistachos, que encontraremos a
cada paso en tiendas y confiterías, bien dentro de bolsas para
consumo directo o como ingrediente principal de todo tipo de pasteles
y helados. En nuestra visita a Egina no debe faltar un baño en
las playas de aguas cristalinas y poco profundas que nos ofrecen el
escenario natural de las costas del Peloponeso y de las mesas de las
tabernas a pie de orilla.
El
recorrido en ferry es otro de los alicientes de esta pequeña
excursión. Podemos elegir entre el rápido Flying Dolphin,
que un El Pireo con el puerto de Egina en 45´ o el ferry convencional
que, a pesar de tardar el doble en el recorrido, ofrece un viaje en
el que las vistas espectaculares del golfo se ofrecen a cada instante,
en una travesía continuamente acompañada de gaviotas tan
acostumbradas a la presencia del hombre que no tienen ningún
problema en aceptar comida en manos de los viajeros del barco.
De
vuelta a Atenas, una buena opción es cenar en Monastiraki y tomar
algo en las terrazas cercanas al ágora, desde donde podremos
disfrutar de una vista inigualable de la Acrópolis iluminada
si no nos importa pagar los desorbitados precios de los locales de la
zona. La calle norte del ágora, junto a la Stoa de Atalo, nos
ofrece unos cuantos locales donde tomar algo, entre los que podemos
destacar Gallery (33, Adrianou). Este local, que combina el gran ambiente
de un auténtico bar de copas con una carta bastante aceptable,
puede ser el lugar ideal para tomar una copa o alguno de los licores
tradicionales griegos. Eso sí, si nos decidimos por un batido
(una bebida muy frecuente entre los atenienses), deberemos tener en
cuenta que no sirven chocolate a partir de las diez de la noche.
Grecia es, como vemos, un destino de vacaciones de primer orden si sabemos
alejarnos de los grandes grupos de turistas y nos atrevemos a descubrirla
por nuestra cuenta. La riqueza de la ciudad de Atenas, si obviamos la
ciudad moderna, se basa en esa sucesión de culturas que, sobre
la base clásica, ha dejado en la ciudad una conformación
urbana y humana irrepetible en cualquier otra zona del mundo. Atenas
es, como vemos, mucho más que una visita a la Acrópolis.
Índice
fotográfico
1. Partenón
2. Cambio de guardia
en el parlamento
3. Foro romano
4. Templo de Hefesto
5. Iglesia de Ayios
Demetrios
6. Templo de Afaia
en Egina
7. Egina- Terraza
junto al mar
8. Terrazas en
Monastiraki