Era
un viaje muchas veces programado en mi agenda personal que por distintas
circunstancias posponía, por fin en esta ocasión pudo
realizarse y he de confesar con toda sinceridad que respondió
a mis expectativas. Motivada estaba por experimentar una inmersión
en parajes arquitectónicamente artísticos y si eran clásicos,
mejor. Baeza y Úbeda me lo ofrecieron. La estancia de unos días
en estas hermosas y antiguas ciudades me dieron la oportunidad de trasladarme
a otras épocas, a otros momentos de la historia en la que se
elevaron notables construcciones que a pesar del tiempo, algunas se
conservan cuidadosamente, otras en menor medida. De cualquier forma,
su patrimonio arquitectónico renacentista es de inusual riqueza,
tratándose de ciudades ciertamente pequeñas. Les contaré
buena parte de lo narrado por las guías turísticas de
la ciudad, en los circuitos por ellas organizados. Quiero decirles que
facilitan bastante por su preparación y simpatía, que
el encuentro con estas ciudades sea un turismo cultural. Nuestros conocimientos
previos y la posterior reflexión ha sido necesaria, claro está.
Comencemos en Baeza, ciudad situada en una colina alfombrada de olivos
y cereales, relajante vista ofrece al visitante, el paseo periurbano
de las murallas o de los campos de Baeza, llamado de Antonio Machado,
que también lo describiera el poeta del 98 como majestuosa sinfonía
de un espléndido paisaje, habitante él de la ciudad que
fue, entre 1912 y1919.
Y aun reconociendo que Baeza en el medioevo y en edades anteriores,
tuvo su protagonismo, que fue conquistada por Fernando III en 1227,
lo que la convirtió en la primera ciudad andaluza ganada definitivamente
a los árabes, y que en su seno hubo enfrentamientos de nobles
locales, los famosos Carvajales y Benavides, ejemplo de aquel recinto
fuerte es la torre de los Aliatares, la Puerta de Ubeda, el arco del
Barbudo, hay que resaltar que fue en el siglo XVI cuando se erigieron
los magníficos edificios de Andrés Vandelviria, entre
otros la que la llevaron a su momento de esplendor. Nosotros iniciamos
nuestro recorrido turístico en la Antigua Universidad, a dos
pasos del arco del barbudo mencionado, que si bien documentos no parecen
existir, puede considerarse, la universidad más antigua de Andalucía,
1538, fundada por bula del Papa Paulo III y funcionó como tal
hasta 1824. La estructura del edificio es la típica de los palacios
renacentistas con un gran patio cuadrangular, amplio y airoso. Se vincula
su traza a Francisco del Castillo. Tiene doble arcada con arcos casi
de medio punto decorados en sus enjutas con espejos o con el escudo
del Patrono de Fernández de Córdoba. Detalle para bien
o para mal de época reciente, es el acristalamiento de sus arcos,
solución muy frecuente que vamos a encontrar en estas ciudades
El Paraninfo es una pieza notable de gran altura que lo hace solemne
cubierto del artesonado. El mobiliario y la decoración corresponden
al siglo XVIII. Los principales cuadros representan a Rodrigo López,
fundador, San Juan de Ávila, primer patrono y Diego Pérez
de Valdivia, catedrático predicador. El que representa a la Santísima
Trinidad es una copia del de Ribera del Museo del Prado. La capilla
dedicada a San Juan es de una sola nave cubierta con bóveda de
cañón. La torre de cuatro cuerpos, es espléndida.
Resalta su campanario octogonal y sus impostas de modillones de cerámica
vidriada. Por allí se pasean con toda normalidad los alumnos
del IES 'Santísima Trinidad' no se sabe si con la historia a
cuestas, o pasando de la historia.
Y
a la salida, ya en la calle, sin tener que caminar apenas nada, de frente,
la Iglesia de Santa Cruz, unos de los pocos templos tardorrománicos
construidos en Andalucía con características propias de
este arte y en la que el siglo XV y XVI ha dejado las huellas de las
pinturas al fresco recientemente descubiertas y limpiadas.
Frente
a la Iglesia de la Santa Cruz, se levanta el palacio emblemático
de la ciudad, el de Jabalquinto, el de la cortinilla de la Televisión
Andaluza que muestra el poderío y la grandeza de una noble familia
emparentada con Fernando el Católico. Fue mandado a construir
a fines del XV por Juan Alfonso Benavides Manrique, al parecer y siguiendo
la costumbre de la época, para obsequiar a su esposa. No obstante,
el periodo de elevación llega hasta el XVII con la escalera barroca
que le adorna. La fachada está enmarcada por dos contrafuertes
casi cilíndricos que terminan en mocárabes. Entre ellos
se abre la puerta con arco conopial decorado en su interior por tronco
y figurillas ascendentes desnudas que conectan con el árbol y
en el cuerpo principal cuatro ventanas geminadas. La decoración
de punta de diamante, clavos, etc., es profusa, dándole gran
importancia a la heráldica. Son ocho los escudos dispuestos a
la moda flamenca con sus yelmos, cimeras y lambrequines. Cuatro del
linaje de la mujer y cuatro del marido. Esto y la distribución
equivalente de las figuras desnudas de los dos sexos sobre los pináculos
que enmarcan las ventanas exteriores nos permiten hacer una lectura
en las que el papel de la mujer y su linaje quedan al mismo nivel que
la del varón. La desnudez también parece presentar un
significado del estado natural del hombre era en de la Edad Media, pero
ahora el humanismo más pragmático, considera más
adecuado representar la vida conyugal. Una alabanza al matrimonio es
lo que puede interpretarse que tenemos en la fachada del palacio. Estilísticamente
está vinculado a Juan de Guas.
Subimos
hacia la plaza de Santa María y entre el Seminario y la Catedral
que la delimitan, se yergue la Fuente de Santa Maria. Obra de Ginés
Martínez de 1564. El diseño de la fuente es de un lenguaje
arquitectónico clásico. Se apoya la estructura sobre pilastras
y columnas, con cariátides, telamones y epigrafías alusivas
que en la actualidad son plenamente legibles.
El
edificio de las Casas Consistoriales encarna el poder civil por excelencia.
Se elevó a partir del 1511 como sede del Concejo. Su fachada
muestra dos fases constructivas: la contigua a la catedral en estilo
Gótico florido en las que aparecen esculpidas las armas de la
reina Juana la Loca y su esposo Felipe el Hermoso y la del cuerpo más
elevado que se levanta en tiempos de Carlos I como se aprecia por su
escudo con águila bicéfala. Intervino Antonio de Bayona
en 1528.
Y
siguiendo bordeando la plaza nos encontramos ante el Seminario Conciliar,
actual sede de la Universidad Internacional de Andalucía, después
que dejase de funcionar el citado Seminario en 1969. La fachada se estructura
a partir de un arco de medio punto enmarcado por pilastras y en el cuerpo
superior un frontón partido que alberga una vano. A ambos lados
los escudos del Obispo fundador.
Casi
cerrando la plaza se alza la catedral que está bajo la advocación
de San Isidoro y la Natividad de nuestra Señora. Según
la tradición y algunos elementos arquitectónicos se haya
construida sobre la antigua mezquita mayor de la ciudad. La portada
exterior muestra de manera clara varios periodos constructivos. La portada
norte fue trazada en 1587 por el jesuita y teórico de la arquitectura
Juan Bautista Villalpando. Es extraordinariamente plana con un cuerpo
inferior de pilastras corintias en los laterales del vano adintelado.
Entre aquellas hay hornacinas con venera. Sobre el entablamento hay
una alargada cartela con epigrafía alusiva a la advocación.
En el cuerpo superior destaca el gran relieve con el tema de la Natividad
de la Virgen, obra de Jerónimo del Prado bajo el que está
labrado el escudo del obispo Francisco sarmiento. En los laterales aparecen
pináculos escurialenses. La torre ocupa el ángulo Noroeste
y según parece el primer cuerpo cuadrangular de la misma pudo
ser el antiguo alminar. Lo cierto es que en alguna de sus caras se labró
un retablo heráldico en 1395 por Fernán López Juan
Sánchez para conmemorar la renovación de las mismas. Ahí
aparecen las armas de la ciudad, las del obispo Narváez y las
de Castilla y León.
La
puerta de poniente se abre en el muro de poniente y es uno de los elementos
más antiguos. Un arco poli lobulado levemente apuntado la conforma.
El alfiz se marca en un rebaje de la piedra.La tercera puerta de la
Luna se abre en el muro sur donde está el claustro y se trata
la del Perdón. Se construyó a finales del siglo XV en
estilo Reyes Católicos y sobre ella resalta un airoso alero mudéjar
de ladrillos y tejas de color rojo y blanco. Este elemento ha prosperado
como elemento arquitectónico en otras edificaciones de la ciudad
a lo largo del tiempo. El interior de la catedral refleja un proceso
constructivo amplio en el tiempo ( mezquita, catedral gótica),
aunque el espacio resultante es plenamente renacentista con un ritmo
muy equilibrado marcado por la sucesión de pilares y arcos de
medio punto y una iluminación lateral, proyectado por Vandelvira,
que no vio terminada la catedral. Las bóvedas son baídas
y se decoran con yeserías propias del siglo XVI, elementos geométricos
y símbolos de los evangelistas y la Virgen. La capilla mayor
se levanta en el testero de la iglesia sobre una gran escalinata. Cuenta
con un hermoso retablo barroco de Manuel García del Álamo
1674.
Ya
de vuelta de la visita turística del centro histórico
y pasando por debajo de la puerta de Jaén nos encontramos en
la bella Plaza del Pópulo, de la que partimos al comenzar el
recorrido, y que ahora, en el atardecer, especialmente iluminada, la
contemplamos con más detenimiento. Delimitada por el Arco de
Villalar, la Antigua Carnicería y de la Audiencia Civil y Escribanía,
en el Centro emerge la fuente de los Leones. El conjunto nos produce
un efecto estético especial que grabado en la retina y en alguna
que otro fotografía, nos permitirá rememorar a Baeza agradablemente.
Desde antiguo se creía que la escultura zoomorfa de la fuente
era de origen iberoromana, en la actualidad, se piensa que la escultura
actual data del siglo XVI.
La
puerta de Jaén es un recinto amurallado que en su cara posterior
conserva el aparejo medieval y en la cara que contemplamos desde la
plaza aparece un trabajo de la piedra en buenos sillares del siglo XVI.
Esta puerta se remozó para conmemorar el casamiento de Carlos
I con Isabel de Portugal en Sevilla. También se le conoce por
el Arco de Baeza.
La
Audiencia Civil y Escribanías es un importante ejemplo de arquitectura
civil plateresca. Tuvo un uso eminentemente utilitario. Entre la decoración
plateresca resalta los medallones con representación es de personajes
romanos que encarnan virtudes humanas: Medea, Escévola. Es un
ejemplo de humanismo renacentista.
La
antigua carnicería es un austero y hermoso edificio matadero
que fue de la ciudad. Se elevó en tiempos de Carlos V como se
ve en el gran escudo del edificio. El arquitecto de la Dirección
general de Bellas Artes Pons Sorolla proyectó hace unos 35 años
el traslado del edificio. Tras esto se ha configurado una plaza que
ya es emblema de la ciudad.
Otros
edificios de interés, además de la Alhóndiga, del
siglo XVI, sencilla obra renacentista, es la Cárcel y el Corregimiento,
del XVI-XVII, actual Ayuntamiento. Se levantó en el arrabal y
formó delante el Prado de la Cárcel. Presenta un arco
de medio punto con la representación de las virtudes la justicia
y la caridad, en forma de cariátides, que daba acceso a la cárcel
y un arco escarzano con decoración plateresca que este permitía
el acceso a la casa al corregidor. La planta principal tiene huecos
serlianos-arquitrabe, con decoración de grutescos. Entre los
huecos los escudos de Baeza, Felipe II y el corregidor.
Y
como quiera que entre las ciudades de Baeza y Ubeda, se nota cierta
hermandad, no rivalidad, tal vez porque las dos tienen gran riqueza
monumental y forma parte de un mismo recorrido. Una visita siempre deseada
y que ahora recomendamos con conocimiento de causa.
Despues me trasladé
a Úbeda para conocer sus monumentos al mismo tiempo que comprender
y entender un trocito de su historia, la de su época dorada y
de esplendor, el siglo XVI. Ya sabemos que en la historia del arte al
igual que en la historia en general vista desde un punto de vista dinámico,
hay que estudiar los llamados hilos de la historia que te ayuden a comprender
los variados acontecimientos culturales y sus consecuencias. Cada edificio
es un evento cultural si se mira desde esa perspectiva dinámica.
Pero la breve reseña que quiero hacer de mi viaje no tiene tantas
pretensiones, simplemente quiere describir la realidad artística
que he podido observar como si de diapositivas de las obras se tratara,
brevemente contextualizadas. Intentaré detener por unos momentos
la historia de Úbeda, observar sus monumentos sin arrancar de
épocas y acontecimientos demasiados remotos, sin pretender ser
exhaustiva y refiriéndome a los monumentos más relevantes
y significativos. Todos conocemos que la importancia monumental, histórica
y artística de Úbeda ha sido reconocida en sucesivas ocasiones.
Fue declarada oficialmente conjunto Histórico en 1955, cuando
en toda Andalucía solo Córdoba y Granada lo eran. Recientemente
en julio del año 2003, y quedó incluida en la lista del
Patrimonio de la Humanidad.
Ahora ya, realizando la visita a la ciudad, comienzo a ver la realidad
artística de Úbeda y constato que es un espléndido
muestrario del Renacimiento. Las guías turísticas me acompañan
y cuentan bonitos relatos. A continuación también relato
buena parte de lo que de ellas escuché. Fueron Francisco de los
Cobos, Secretario de Estado del Rey Carlos I así como su sobrino
nieto Juan Vázquez de Molina, los mecenas más importantes
y Andrés de Vandelvira, el gran artífice que convirtió
a Úbeda en ciudad clave del Renacimiento Español. Nacido
este último, en Alcaraz (Albacete) fue un destacado continuador
de la obra de Diego Siloé que llegó a ser el principal
maestro de la rica diócesis de Jaén. En la arquitectura
española a comienzos del XVI, el estilo Isabel, sobre el fondo
común del gótico florido, seguía haciendo un uso
exagerado de los temas heráldicos que caracterizaba la sociedad
caballeresca del siglo XV. Incorporar el arte italiano mucho más
sobrio y puro de línea no era nada fácil, después
de tanta influencia flamenca de ahí que había que empezar
mezclándolos. Por esta razón, esta arraigada costumbre
de engalanar los edificios con emblemas heráldicos tendría
su continuación en muchas de las obras de Vandelvira levantadas
en Úbeda y que ciertamente se encuentran dentro de la órbita
del simbolismo y de las ideas del nuevo estilo, en las que el arte del
grutesco es también fundamental, como veremos en la decoración
realizada por el escultor Esteban Jamete, colaborador de Vandelvira
en la construcción de la Sacra Capilla de El Salvador. Sin embargo,
no debió ser el arquitecto muy entusiasta del gusto por lo excesivamente
decorativo, tan extendido en las escuelas castellanas porque en las
siguientes obras realizadas bajo la plena autoridad de Vandelvira en
Úbeda, el argumento ornamental desaparece casi por completo,
aunque los temas heráldicos y los relieves continúan siendo
fundamentales en los edificios que ejecuta.
La
bellísima plaza de Vázquez de Molina es un resumen de
la monumentalidad que encierra la ciudad y una de las expresiones más
sublimes de la arquitectura y del urbanismo español del siglo
XVI. Sentimentalmente es el corazón de Úbeda. Al fondo
está presidida por el equilibrado volumen de la Sacra Capilla
del Salvador, el áureo de la piedra de la casa del Deán
Ortega, hoy espléndido parador de turismo, y la elegante fachada
del Ayuntamiento que bordean la margen derecha. A la izquierda, frente
a la casa consistorial, se levanta sobre los restos de una antigua mezquita,
el templo de Santa María de los Reales Alcázares, junto
a la Casa del Regidor y la Cárcel del Obispo, llamada así
porque sirvió de prisión a las monjas que cumplían
las penas canónicas impuestas por el obispo. Otros edificios
de interés y rebosantes de nobleza, también situados en
la plaza de Vázquez de Molina, son el Antiguo Pósito,
fachada del siglo XVIII, y el Palacio del Marqués de Mancera,
de fachada plateresca. Hay también otros edificios de menor entidad,
que no desmerecen dentro del bello conjunto, completando el perímetro
de la plaza.
La Sacra Capilla de El Salvador fue proyectada por Diego de Siloé
poco después de haber iniciado las obras de la Capilla mayor
de la Catedral de Granada. Realizada la memoria y el trazado en el año
1536, las obras quedaron a cargo de Andrés de Vandelvira y del
cantero ubetense Alonso de Ruiz que de esta forma se convierten en los
intérpretes directos de Diego de Siloé. El resultado de
esta construcción considerada como uno de los monumentos más
bellos de la arquitectura religiosa del Renacimiento Español
y Andaluz, encumbró a Vandelvira hasta situarlo como arquitecto
único e indiscutido de todo lo que se hacia en la ciudad de Úbeda.
A
la plaza de Vázquez de Molina abre la portada mayor la Iglesia
del Salvador. La fachada está dividida en cuatro cuerpos que
debería tenerse en todo la modelo fijado por la puerta del perdón
de la Catedral granadina, aunque se contemplaba la posibilidad de que
su riqueza decorativa fuera menor. Sin embargo la copia ubetense llega,
en algunos casos a superar al original. Se observa que la riqueza decorativa
decrece a medida que la construcción se eleva, tal vez se debe
al incremento de los costos inicialmente previstos. El primer cuerpo
se alza a modo de arco triunfal sobre un zócalo y está
separado del inmediato superior por un friso que contiene escenas sacadas
del Éxodo del Antiguo Testamento. En el segundo nivel se encuentra
un gran friso representando la transfiguración del Salvador del
Mundo en el monte Tabor, flanqueado por dobles columnas que, en sus
intercolumnios, albergan grandes esculturas de San pedro y San Pablo.
En el tercer nivel, desnudo el muro, se abren tres ventanas, en alusión
a la Trinidad. El último espacio lo integra un amplio frontón
triangular liso. Todo esto se enmarca por dos contrafuertes de sabor
goticista que prácticamente se extienden a lo largo de toda la
altura de la fachada. En ellos figuran representaciones de dos de los
siete trabajos de Hércules. A los lados se abren unas tribunas
en cuyo frente figuran el escudo de armas del fundador, sostenidos por
dos guerreros a lo clásico, y el de su esposa, sostenidos por
dos matronas. Flanqueándolas se alzan dos cuerpos cilíndricos
rematadas por dos grandes flameros y adornados por un friso corrido
de bucráneos y guirnaldas, clara alusión a las circunstancias
de que
esta capilla es un panteón fúnebre. La portada sur es
mucho más clásica, plateresca. Presenta arco de medio
punto entre pilastras que acogen representaciones escultóricas
diversas. Tres hornacinas, con otras representaciones de los Evangelistas,
se sitúan sobre el arco. El conjunto se cierra con un frontón
triangular adornado con un hermoso fondo en el que se representa a la
Piedad. La portada Norte es ya algo más avanzada en su concepción.
Adopta el esquema de arco triunfal, arco de ingreso de medio punto,
flanqueado por dobles columnas unidas entre sí por cartelas,
sobre ellos tímpano semicircular cobijando una representación
de Santiago Matamoros. Se representa también la escena de la
Anunciación. En el interior nos encontramos ante un templo de
nave única, con capilla del tipo de cajonera en los laterales.
La capilla es circular concebida por su constructor como templo funerario,
responde a una versión aunque reducida, de la Capilla Mayor de
la Catedral de Granada. Del retablo mayor original, tallado por Berruguete,
sólo se conserva el Cristo de la 'Transfiguración del
Señor'. Muy interesante es la monumental reja, labrada por el
maestro Bartolomé. El clasicismo del interior de la Sacra Capilla
contrasta con la riqueza de la ornamentación exterior. Es esta
una norma que caracterizó al Renacimiento.
El Ayuntamiento es otra de las grandes obras de Andrés de Vandelvira.
Es el Palacio de Vázquez de Molina o Palacio de las Cadenas.
Este Palacio sirvió de residencia a su constructor Don Juan Vázquez
de Molina, figura destacada del reinado de Carlos I y Felipe II. Este
palacio es el que más responde a las normas de los arquitectos
italianos de la época. La proporción y la elegancia de
la fachada principal de este palacio, con frontones triangulares, atrevidas
cornisas y pilastras, quedan rematada con un cuerpo superior, a manera
de ático, con ventanas ovaladas y decoradas con unas cariátides
que nos recuerdan la obra del escultor, Esteban Jamete. En el interior,
el bellísimo patio un ejemplar fiel de la típica solución
que Andrés de Vandelvira heredó de su maestro Diego de
Siloé y que en Úbeda se repite en el Hospital de Santiago.
La
Iglesia de Santa Maria de los Reales Alcázares ha incorporado
tal variedad de elementos en su fábrica que de ella se ha dicho
que ofrece la especialidad de mostrar todos los géneros de arquitectura
y otros que no ha dado a conocer el arte. La portada norte o mayor,
obra de López Alcaraz, es muy vandelviriana, aunque ofrece un
cierto despegue de los esquemas de este maestro por la colocación
desplazada de las hornacinas de los intercolumnios. La portada Este,
llamada de la Consolada, es obra de los Cabos. Está enmarcada
por columnas exentas y presenta un mayor desarrollo vertical. El claustro
que conserva la planta de la que fuera mezquita, es obra gótica
de finales del siglo XV o principios del XVI. El interior resulta un
tanto destartalado por los añadidos y las pocos afortunadas obras
de restauración que han ido sufriendo. Los pilares y arcadas
se construyeron casi con toda seguridad en el siglo XV dentro de un
estilo que podríamos llamar gótico-mudéjar. Más
interesantes son las numerosas capillas que cierran el recinto. Son,
en su mayoría, obras finales del siglo XV o principios del XVI
y, excepto la de san José, de un gótico tardío
y algo provinciano. Destacan la de la Yedra (frente al presbiterio.
En ella lo fundamental es la reja, obra documentada del maestro Bartolomé.
y la de los Becerras (primera al lado de la epístola) también
como la anterior cerrada por una reja atribuida al mismo maestro. Ambas
de principio del XVI.
Aquí dejo mi relato no sin dejar de expresar el espacio silencioso
que en un frío de invierno se palpa en el centro histórico
de Baeza o Úbeda, como si se tratase de una tierra castellana.
Reconozco que me queda mucho que contar de lo que estas bellas ciudades
tienen y contienen. Considero este escrito simplemente como un buen
preámbulo para visitarlas o conocerlas.