SANA
ADVERTENCIA.
Antes de leer este artículo, se recomienda haber visualizado
previamente la película con atención y devoción.
Si no fuera así, el amante de las sorpresas y el suspense me
dispararía con su recortada para después colgarme del
mástil más alto y lanzarme erizos de mar. Bien es cierto
que el que finalmente decide es el lector. El poder es suyo, señoritas.
La libertad es suya, caballeros. Ahora que ya conocen el contexto, hagan
lo que les plazca.
'BLOOD
SIMPLE' (Sangre Fácil)
Director:
Joel COEN
Guión: Joel y Ethan COEN
Productor: Ethan COEN
Productor ejecutivo: Daniel F. Bacaner
Música original: Carter Burwell
Fotografía: Barry Sonnenfeld
Interpretes: John Getz (Ray),
Frances McDormand (Abby),
Dan Hedaya (Marty), Emmet Walsh (detective).
AÑO: 1984
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'El mundo está lleno de quejicas. Pero el hecho es que ya
nada está garantizado. No importa que seas el Papa de Roma, el
presidente de los EEUU, o el hombre del año. Siempre hay algo
que puede salir mal. Y adelante, quéjate, cuéntale tus
problemas al vecino, pídele ayuda y verás como pasa de
ti. En Rusia lo tienen todo planificado, de manera que se ayudan mutuamente.
Bueno, esa es la teoría. Pero por lo que yo sé, en Tejas,
cerca de aquí, tienes que valerte por ti mismo.'
Que no se acomode el lector en las pesquisas moribundas del tal Murphy,
pues la trama está por llegar. De esta aguerrida forma comienza
todo. El prólogo sitúa la acción en la América
profunda, en los inhóspitos parajes de Tejas, donde aún
impera la ley del más fuerte. Perlas de sudor empañaban
la frente del pensativo Joel Coen. Los hermanos se encontraban lejos
de su tierra natal, Minneapolis, donde el frío y las frecuentes
nieves no permitían a la gente salir demasiado de casa. Salpicado
por la arena del desierto, Ethan se secó la frente.
- ¡Que comience la función! ¡Haremos un gran trabajo,
Joel! Nada puede salirnos mal.
Había sido una larga espera para los dos hermanos. El guión
de 'Sangre Fácil' llevaba escrito desde 1980 sin productora que
lo acogiese en su seno. A raíz de las negativas, los Coen decidieron
autoproducirse y empezar a buscar financiación por su cuenta.
Los elegidos finalmente fueron sus propios padres y los amigos de sus
padres. Los dos hermanos tenían la película muy clara
en sus cabezas y atesoraban cierta experiencia en materia de cine. Como
credenciales, Joel se hallaba trabajando codo con codo con Sam Raimi,
que empezaba con aquello de la serie B y su primera gran película
'Posesión Infernal'. Considerándolo como inversión,
los padres y amigos invirtieron en la película de los jóvenes
hermanos Coen. Lo más interesante de todo es que ninguno de aquellos
inversores se leyó el guión. La película costó
750.000 dólares y los beneficios se multiplicaron por diez. No
estaba nada mal para empezar. No les faltaron amigos a sus padres para
el resto de las películas.
El rodaje fue corto pero intenso: cinco semanas en la desértica
Tejas, con un equipo técnico reducido y una historia que se sustentaba
con tan sólo cinco actores y doce localizaciones. La trama burbujeaba
a la espera de ser puesta en escena. Lo bueno de las historias de cine
es que nunca mueren y por eso pueden contarse en presente. Así
que cambiemos el tiempo verbal.
Todo parece encajar. Abby es la esposa de un tejano propietario de un
bar de variedades. Cuando éste se entera de que su mujer está
liada con uno de los camareros, entra en cólera y querrá
reparar su orgullo herido. La cena está servida a través
de esta bandeja de presentación. Un inicio de la trama que tan
sólo ocupará los primeros 25 minutos de la cinta. A partir
de ahí todo se complicará, las cuerdas se tensarán
aun más. Los Coen se deben mucho a las leyes de Murphy en sus
historias. Si algo puede salir mal, saldrá mal. El elegido será
encarnado por un tipo fuera de la ley, por un asesino de amarillo vestido
con sombrero tejano que torcerá el rumbo previsto de los acontecimientos.
Frances Mcdormand era la protagonista de la película, así
como la esposa del director, Joel Coen, en la actualidad. Abby, su personaje,
encarna a la víctima inocente ignorante de los acontecimientos.
Una mujer confusa y entregada que tiene claro que ya no quiere a su
marido, Marty. Sin embargo éste la llama por teléfono,
la asusta, y hasta se cuela en casa de su amante para agarrarla del
pescuezo. Marty será el responsable involuntario de las muertes,
incluida la suya propia. Algo incrementará el grado de sufrimiento
de Abby, que confrontará su ignorancia de la situación
con el grado de transformación de la relación que sostiene
con Ray, su amante. Una pareja que se hará fuerte para después
morir de la peor forma. A través de la sangre. Lo decía
Ethan Coen en una de las pocas veces que se dejó convencer por
los medios para hablar de su obra: 'El inocente debe sufrir y el
culpable debe pagar.'Son palabras textuales del productor.
Y es la inocente la que sufre pero no muere y los culpables los que
pagan el alto precio de sus pecados con la vida. 'Sangre fácil'
no es sólo la historia de Abby. Al tempo clásico de una
música que embelesa, los recovecos del guión esconden
florituras y verdaderos cantos de sirena: El personaje detonante, Marty,
el marido celoso; el personaje percutor, el detective privado asesino
en su tiempo de ocio y Ray; el amante y empleado de Marty, que se convierte
en el personaje receptor de las consecuencias. A partir de una serie
de objetos se establece el entramado, las pistas de acción: el
mechero plateado del hombre del año, el ventilador de aspas,
la caja fuerte del dinero, la pala, el espejo de concha, la foto de
los amantes muertos, la mancha de sangre, la pistola de nácar
blanco.
Marty
se ve sometido a un proceso de humillación que no se debe consentir
en Tejas. El detective se mofa de él mientra le expone las fotos
de su mujer en la cama de su amante. Esa misma mañana, Marty
ha llamado a su casa y ha sido atendido por la voz de un hombre ' ¿Pasándolo
bien?', le pregunta sarcásticamente a modo de saludo. Más
adelante intentará llevarse a su esposa por la fuerza pero será
atacado sorprendentemente por ésta. Le rompe un dedo y golpea
fuertemente, dejándolo fuera de combate, esputando de rodillas
en el jardín. Cuando vuelve al coche con el rabo entre las piernas,
herido en su orgullo, aparecerá Ray sin camiseta, que acrecentará
aún más el estado de humillación de Marty. Abby
se abraza al pecho velludo de su amado y el marido se mete en el coche
y se va, sin articular palabra. A partir de este momento tenemos el
motivo, el leit-motiv como argumentarían los chovinistas.
Ahora Marty, que es un mal tipo pero no un asesino, encuentra razones,
motivos suficientes para mandar matar a la pareja adúltera. Sin
embargo, en un giro de humor negro tan propio de los Coen, será
el asesino el que le llame idiota repetidas veces y se mofe de su maltrecho
dedo. A raíz de la conversación, la trama se desarrollará
de manera totalmente imprevista. Si las cosas pueden salir mal, saldrán
mal.
El personaje receptor es Ray. Es él quien descubre el cadáver
de Marty y no la policía, como había previsto el asesino.
De esa manera aquello se asemejaba al crimen perfecto. Utilizando la
pistola de Abby, el asesino había eliminado a Marty, abandonando
el arma allí y llevándose el dinero. Ray encontrará
la pistola cerca del cadáver de Marty y creerá que ha
sido Abby la que ha ejecutado a su marido. En un acto de amor o de sin
razón (al fin y al cabo vienen a ser lo mismo), Marty emprende
un viaje existencial junto con el sangriento cadáver a lo largo
de una oscura carretera de Tejas. Será en un sembrado donde tenga
que enfrentarse a sí mismo, cuando tenga que rematar al resucitado
a pesar de carecer de motivos para ello. Es el juego de los Coen: confrontar
sus personajes a sus propias motivaciones. Ray, que no es celoso deberá
matar al marido de su amante a sangre fría. Por ello lo hará
de la manera más inhumana posible: después de sucesivas
tentativas y arrepentimientos acabará enterrándolo vivo.
A partir de ese cruento suceso, su relación con Abby se debilitará.
Se produce un equívoco en la pareja, producido por el desconocimiento
y la desconfianza. Ante la visible locura de su amado, Abby no sabe
qué pensar y teme que haya podido pasar algo entre él
y su marido. Ray acabará confesando como acabó con Marty:
'la verdad es que estaba vivo cuando lo enterré'. Abby,
demasiado confusa, huye precipidamente, pero no saca a Ray de su equívoco.
Ella no lo mató y sin embargo, él lo da por hecho. El
personaje percutor entrará de nuevo en escena, para golpear de
nuevo el timbal que acelere el ritmo de los acontecimientos. El asesino
de amarillo vestido con su pintoresco sombrero tejano atacará
de nuevo. Que tiemblen las butacas.
Se produce un nuevo enfrentamiento. El de la víctima inocente
con su asesino. Éste busca, sin reparar en muertes, el objeto
que le pertenece. No es otra cosa que su mechero plateado, el cual lo
acredita como hombre del año; una prueba que podría incriminarle.
No duda en asesinar a un Ray que se siente observado y que por eso ha
apagado las luces. Abby será quien las encienda, ya que piensa
que su amante ha entrado en algo parecido a la locura. Será la
iluminación lo que le conceda al asesino la puntería necesaria
para asestar un balazo de muerte en el abdomen de Ray. Sin tiempo para
asimilar la gélida muerte, Abby se desplaza nerviosa por la habitación
en busca de un agujero por el que escapar. Y lo encuentra: se trata
de una ventana por la que accederá a otra de la pared contigua.
De esta manera conseguirá vencer al asesino. Las armas de guión
utilizadas por los Coen son en este punto prodigiosas e inauditas. Gozando
de una asombrosa originalidad, la mano atravesada del asesino se retuerce
de dolor. Su desesperación es tal que consigue atravesar la pared
de un puñetazo y librarse del abrecartas con el que su palma
ha sido apuñalada. No llegará muy lejos. Cuando sale del
baño una certera bala se cuela en su estómago. La autora
del disparo es un Abby demasiado asustada para pensar con claridad.
Tal era su ignorancia que piensa que el agresor es Marty, su marido,
al que cree todavía con vida. En nuevo gesto de humor negro,
el asesino ríe ruidosamente mientras ve su vida desfilar en las
tuberías del desagüe. Cuando la gota finalmente cae sobre
su rostro, la película funde a negro de créditos.
Atareados en el proceso de post-producción durante semanas, los
hermanos Coen se encargaron personalmente de que todo fuera cómo
tenían pensado, sobre los raíles de un travelling largamente
meditado. Resulta ser la gran paradoja de su cine. Unas tramas que se
alimentan de las leyes pesimistas murphyanas siempre han derivado en
rodajes estudiados al detalle, donde muy poco se escapa al campo de
la improvisación y todo está muy bien pensado. El entendimiento
entre los hermanos resultaría inmejorable. De hecho, a la hora
de rodar, los dos asumen roles intercambiables. Más de uno se
ha referido a ellos como un solo director bicéfalo, por la continua
compenetración que existe entre sus visiones. Para disimular
su control del rodaje, el proceso de montaje lo hicieron ellos mismos
bajo el pseudónimo de Roderick Jaynes. La fotografía fue
un factor del que estuvieron muy pendientes y para ello eligieron a
Barry Sonnefeld, que luego se haría director e intentaría
llevar a buen puerto superproducciones del corte 'Men in Black'. Hay
quien dice que no lo hizo tan mal, aunque yo sostengo precisamente lo
contrario.
'Sangre Fácil'bebía de las fuentes del cine negro, pero
poseía una visión particular y deshumanizadora que los
Coen irían ampliando en el resto de sus películas. Tildada
con la etiqueta de cine independiente la película obtuvo el premio
del jurado en el Festival de Sundance, así como premios de guión
y dirección en otros festivales menos reputados. Su acogida por
parte del público fue mejor de lo que se esperaba. Si bien no
batió records, para ser una primera película dio los beneficios
suficientes para que los productores se animaran a una nueva aventura
cinematográfica.
La sociedad establecida entre los hermanos Ethan y Joel Coen desde ese
momento ha resultado indisoluble. La continua revisión de géneros
a la que someten el cine resulta indispensable y han establecido una
firma particular que los hace característicos. Poseen un lirismo
y una elegancia secuencial que los aproxima a Europa y unos argumentos
potentes que indagan en la América profunda, en los personajes
pintorescos, siniestros, del lejano continente. El resto de su filmografía
compone uno de los registros fílmicos más ricos de todos
los tiempos. Combinando la comedia, el drama y el cine negro, los hermanos
Coen han sabido cómo dejar huella y seguir impertérritos,
inmunes como alternativa al otro cine norteamericano. Esperemos que
su devaneos con Clooney, Zeta-Jones o Hanks, no les lleven por mal puerto.
Confiemos en su sapiencia a la hora de hacer ciencia fílmica.
RESTO DE FILMOGRAFÍA.
1987
'Arizona baby'
1990 "'Muerte entre las flores'
1991 'Barton Fink'
1994 'El gran salto'
1996 'Fargo'
1998 'El gran lebowski'
2000 'Oh brother'
2001 'El hombre que nunca estuvo allí'
2003 'Crueldad intolerable'
2004 'The ladykillers'