’Aun
si no sé nada, lo sé todo del circo’, afirmaba
el director que siendo niño quedo hipnotizado por aquella carpa
dorada que se levantó una noche en su pequeña ciudad y
en la que se escabulló en la mañana, quedando extasiado
por aquel útero enorme,’como un astronauta abandonado en
la luna que encuentra su astronave’.
Como el pequeño de la película reconoció en los
payasos, en esos rostros de expresión indescifrable y risa de
locos, la polaridad entre la impecable cara blanca y el aspecto irracional
de lo humano. Consideraba a los payasos más humanos que los humanos
mismos, por ser capaces de experimentar lo mejor y lo peor de nuestra
naturaleza sin limitaciones, de ser el burlado y el burlador y por todas
esas ‘trasgresiones’ ser aplaudido en vez de reprendido.
Fellini, trasgresor por naturaleza, aprovechó una propuesta de
la T.V. Italiana y decide hacer ‘I Clowns’
para finalmente dedicarle un film entero al tema del Circo, que tantas
veces apareciera de soslayo en sus películas anteriores ya fuese
a través de la música, extraños personajes, el
uso del humor, la sátira cruel o las nostálgicas errancias
En un fin de semana y sin haberlo reflexionado mucho, realizó
el guión y partió con su propia ‘troup’ de
extraños seres en un viaje de ciudad en ciudad buscando los vestigios
del circo, su ambiente, su forma de vida. En este intento de recrear
su emoción, encanto y sorpresa, descubren que el corazón
del circo sigue latiendo representando mitos permanentes de la humanidad:
la aventura, el viaje, la amenaza, el humor, la capacidad de reírnos
de nuestra propia estupidez y de manera hilarante caricaturizar el mundo.
Bario
(Manrico Meschi), payaso famoso por su simpático 'Augusto’
: mendigo, borracho, infantil y ruidoso, grabó unas palabras
que luego la emoción no le permitió repetir en cámara:
‘...es bueno para la salud hacer de clown...por fin uno puede
hacer todo lo que quiere: dar golpes contra todo, destrozar cosas, prenderles
fuego, revolcarse por el suelo, y nadie te reta sino que todos te aplauden...es
un buen trabajo, si se sabe hacer se gana tanto como un funcionario
¿por qué los padres quieren que sus hijos sean funcionarios
y no clowns?...’
Por medio de esta película, Fellini adulto se paraleliza con
el Fellini niño que al ver la primera función de circo
se sintió iluminado ‘...como si de repente hubiera
reconocido algo que me pertenencia desde siempre y que era también
mi futuro, mi trabajo y mi vida...’. Ya en ‘La
Strada’, tres personajes circenses se involucran en una
historia desgarradoramente humana. Aparecen los escondrijos, las luces,
los viajes de pueblo en pueblo, las músicas ensordecedoras del
circo. El personaje de ‘Gelsomina’ ( Giulietta Masina),
a quien Fellini admiraba por su condición de actriz-clown, posee
una melancolía indefinida, tierna, un poco loca, una inspiración
bufonesca y surrealista propia de el ‘Augusto’.
El Clown Blanco y el Augusto
FICHA
TÉCNICA DE 'THE CLOWNS'
+ Dirección: Federico
Fellini.
+ País: Francia.
+ Año: 1971.
+ Interpretación: Riccardo Billi,
Fanfulla, Mayo Morin (TV Troup), Lima Alberti (TV Troup), Alvaro Vitale
(TV Troup), Pierre Etaix, Annie Fratellini, Liana Orfeo, Nando Orfeo,
Anita Ekberg, Victoria Chaplin.
+ Guión: Federico Fellini y
Bernardino Zapponi.
+ Productores: Elio Scardamaglia
y Federico Fellini .
+ Director de Fotografía:
Dario Di Palma.
+ Montaje: Jay Rabinowitz.
+ Vestuario: Danilo Donati.
+ Música: Nino Rota.
El
Clown blanco, de imponente apariencia, simboliza la elegancia, la inteligencia,
la armonía, lo divino, el ideal de payaso-hombre envuelto en
la vanidad. En contraposición aparece el personaje del Augusto,
torpe, rebelde, un contestatario gracioso representando a todos los
seres ‘inadaptados’ o ‘locos’. Se dice que a
finales de siglo hubo un criado muy tope y gracioso llamado Augusto,
de quien se tomo el nombre para el personaje. Sin embargo, el primer
creador del Augusto fue el francés Jim Guillon, famoso por lograr
cubrirse la nariz con el labio inferior, quien murió solo y enfermo
en un hospital años mas tarde.
Si bien el Augusto se caracterizaba por representar todo lo contrario
al Clown Blanco, quien autoritariamente trataba de imponerle su magnánima
perfección, Los Fratellini introdujeron un tercer personaje:
le contre-pitre, parecido al Augusto pero que prestaba obediencia a
su amo y trataba duramente de aprender.
Cuando Fellini hablaba de Clown, se refería fundamentalmente
al Augusto, si bien reconoce que ambas figuras representan la dualidad
humana, el yin yang, la búsqueda insistente de la reconciliación
de los contrarios para lograr la unicidad del ser. Sin embargo El Augusto
es más divertido, es la imagen del loco rechazado. Los niños,
que aun están en esa etapa difuminada donde no se han establecido
los confines de la conciencia adulta, a través de él pueden
imaginarse que hacen todo lo prohibido sin ser condenados: ‘...La
familia burguesa es un consenso de clowns blancos donde el niño
es arrojado en la condición del Augusto..’ .
La sombra del payaso
El
payaso es a la humanidad como al hombre es a su sombra. Representan
las crueldades y maravillas del hombre a través de la risa. En
'I Clowns', Fellini recrea un tiempo en el que la carpa
estaba llena de clowns realizando docenas de actos al mismo tiempo,
sin la impersonalidad del actor.
En uno de los números, el payaso pretende no entender que su
compañero ha muerto y que por consiguiente no puede cobrarle
una antigua deuda. Trata y trata de llamarlo sin respuesta y decide
interpretar en la trompeta la vieja melodía que tocaban juntos.
Súbitamente, su compañero emerge de las sombras del escenario,
acompañándolo con su trompeta como en los viejos tiempos.
Sólo a través de la música logran reunirse nuevamente
dejándonos una profunda metáfora acerca de la muerte,
el amor y de cómo el arte puede alcanzar a otro espíritu
humano.
Yo, Augusto
Ya
en su niñez, Fellini reconoce Augustos en las calles de su pueblo:
El vagabundo Giovannone, muy simpático y cortejador de campesinas;
la monja enana que pasaba la mitad del tiempo en el convento y la otra
en el manicomio; Giudizio, que enloquecía al ver películas
de guerra y salía a pelear con su uniforme. ‘El mundo,
y no sólo mi pueblo, está poblado de clowns’, mientras
realizaba el filme, veía desde el auto, personajes bufonescos
en las calles ‘ ...viejas ridículas con sombreros absurdos...melenudos
con gabanes descocidos...y un obispo con aspecto de momia dentro de
un coche...’.
El payaso es el espejo del hombre. Dentro de la sociedad institucionalizada,
hay un lugar donde ‘los Augustos’ , los raros, los diferentes,
son aplaudidos. Hay un lugar donde todos tenemos nuestro payaso fragmentado.
Fellini, un Augusto rebelde y visionario, encontró en el cine
la forma de hacerse aplaudir. Aquella función que presenció
de niño, fue la compuerta que abrió su mente a interpretar
el mundo de manera distinta, sabiendo que en el circo existían
los Augustos festejados por el público y en las calles los rechazados
por el Clown Blanco de la normativa social.
El Circo otra vez nos reinterpreta, el arte nos salva, pero no a todos.
Muchos 'Augustos' sin carpa ni arte, siguen siendo condenados por sus
diferencias. Algunos se disfrazan de día y cargan con la escisión
producto de la hipocresía.
Ser Augusto es una condición sin tregua y significa recuperar,
la facultad infantil de vivir la fantasía con la misma profundidad
que la realidad.
Citas: Tomadas de La película ‘I CLOWNS’ y el libro
‘HACER UNA PELICULA’ Federico Fellini con ‘AUTOBIOGRAFIA
DE UN ESPECTADOR’ de Italo Calvino.