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Diez películas, Diez historias… (1ª parte)
Fernanda Bargach-Mitre
04/07/2007


Diez películas. Diez historias intenta rescatar lo mejor del cine de esta última década, a través de varias entregas. En esta primera he escogido películas que ya sea por la calidad de la trama, la cuidada realización, la fotografía, la cinematografía o el montaje, resaltan entre el resto. La idea es buscar en el pasado alternativas ante la falta de buenos estrenos. En épocas de escasas producciones nuevas de calidad, es indispensable tener presente títulos que a lo mejor pasamos por alto y no vimos o que definitivamente valen la pena volver a ver.

Una Historia de Violencia (2005): Buen cine de autor

Mal nos pese, la violencia es inherente al ser humano y es justamente la delgada línea entre el bien y el mal dentro de nosotros mismos, el tema de este film del polémico director David Cronenberg. Esta película protagonizada por un soberbio Viggo Mortensen y la solvente actriz Maria Bello, es la adaptación de un cómic escrito por John Wagner y dibujado por Vince Locke, cuya versión en pantalla grande nos deja reflexionando sobre la naturaleza de la violencia a través de una historia tan dinámica como extraña que logra captar al espectador de principio a fin. Cuando hablamos de David Cronenberg, hablamos, sin duda, de cine de autor. Más allá de las críticas que ha recibido por su obsesividad con lo bizarro, este es un creador que siempre intenta romper los límites y abordar temas tabú de forma descarnada. A través de su obra, ha sabido ser fiel a su lenguaje, más influenciado por lo literario que por lo cinematográfico, que le permite profundizar en la siempre extraña psicología de sus personajes. A History of Violence, es uno de los trabajos más sólidos de este director. El cine de Cronenberg es definitivamente denso, pero posee la coherencia de quien ha sido fiel a sus propias ideas. Se hace a veces difícil de ver y entender, pero el talento de su creador amerita el intento. Una Historia de Violencia no es la excepción, a la calidad de su filmografía.

Muchas preguntas surgen a partir de esta historia ¿Es la violencia inherente a la raza humana al punto de ser más poderosa que el bien? ¿Se puede dejar de ser un asesino y convertirse en un hombre normal, con valores y principios éticos? ¿Es el comportamiento violento hereditario o aprendido? ¿Es posible vivir en Estados Unidos y permanecer inmune a la violencia que parece poseer a esa sociedad como una plaga? Sin duda, un film que nos deja reflexionando acerca de los valores de las grandes sociedades modernas y acerca de nuestros relación personal con la violencia que todos llevamos dentro.


Children of Men (2006): Desesperanzada humanidad

Se trata de un film muy interesante que paso bajo la mesa, dirigida por el talentoso Alfonso Cuarón y protagonizada por Clive Owen y Julianne Moore. Estamos frente a un thriller futurista lleno de contenido intelectual, no es una típica película del género, rompiendo patrones y presentándonos una historia interesante y una filmografía exquisita, de hecho estuvo nominada para los premios Oscar 2007 en los renglones de mejor Guión Adaptado, Mejor Edición y Mejor Fotografía. La película nos presenta un futuro oscuro donde las mujeres no pueden concebir y la raza humana ha perdido la esperanza de supervivencia.. El film cuenta con consistentes actuaciones y funciona tanto como un trhiller trepidante a la vez que nos hace reflexionar sobre la raza humana. Con una realización muy cuidada, recordemos que Alfonso Cuarón, fue director de ‘Y tu mamá también’ y ‘Harry Potter y el prisionero de Azkabán’, por lo que no es de extrañar que estemos frente a una buena cinta. Otro punto a destacar es la impecable Banda Sonora que sabe acompañar magistralmente las imágenes. Es un film sin duda algo desolador en su temática lo que es apoyado en la forma en que esta filmado, transmitiendo bastante desasosiego, sin embargo es una gran película que merece la pena verla.


Munich (2005): La futilidad del odio

Steven Spielberg, considerado uno de los directores más poderosos de la meca del séptimo arte, abandonó su cine de 'taquilla' para realizar un film maduro que puso el ojo en el conflicto palestino-israelí. Inspirada en hechos reales ocurridos tras el asesinato de 11 atletas israelíes a manos de terroristas palestinos durante las olimpíadas de 1972, el film se centra en la ‘Operación Ira de Dios’, un complot antiterrorista que nunca fue reconocido oficialmente por las autoridades de Israel y que tenía como meta asesinar a los 11 supuestos responsables del ataque. Como era de esperarse la cinta despertó duras críticas, que acusaban a Spielberg, entre otras cosas, de tratar superficialmente y sin bases sólidas un conflicto milenario. Más allá de toda la controversia que despertó, Munich, es una excelente película que retoma el cine político-social, que se compromete y reflexiona sobre la realidad que vivimos, a través de la mirada a un acontecimiento terrorista sin precedentes y retrasmitido en directo a todo el mundo. La visión de Spielberg del conflicto en Medio Oriente le ha ganado ataques de una parte de la poderosa comunidad judía en los Estados Unidos y de los palestinos. Ninguno de los dos ‘bandos’ estuvo conforme con la versión de los hechos. Y es que Munich intentó ser lo más imparcial posible, mostrando que un acto terrorista, cometa quien lo cometa, es un acto repugnante e injustificable. Munich estaba destinada a ser una obra incomprendida por muchos. Tratar el conflicto palestino-israelita trae consigo indudable controversia al existir tantos y distintos puntos de vista. Sin embargo, celebro la osadía del director en afrontar este tema espinoso y exponer al mundo las terribles consecuencias de la intransigencia y el odio entre los hombres en un conflicto donde no hay ni buenos ni malos, pero sí mucho fanatismo.


Collateral (2004): Aterradora Intimidad

Collateral, film del director Michael Mann (El Informante / Alí ), es mucho más que un ‘thriller’ convencional. Con un excelente manejo del discurso narrativo y visual, la historia gira alrededor de dos personajes, que por un hecho colateral, se verán involucrados en una carrera por sobrevivir. La trama arranca cuando un asesino a sueldo se sube a un taxi para comenzar su recorrido mortal. Con un guión magistral, la excelsa construcción de roles y un estilo que le provee sustancia al film, el director logra construir una sólida y buena película, donde la otra protagonista es la ciudad de Los Angeles, que nunca duerme, que nunca se relaja. Luego del atardecer, comienza el recorrido de nuestros protagonistas por una urbe extrema, plagada de personajes salvajes, ruido, música, charlas inentendibles y ocasionales disparos. Mann se apoya en excelentes tomas aéreas para denotar lo desolado que son los lugares en que los personajes transitan. Tom Cruise, ofrece una actuación brillante, como el cínico asesino absolutamente convencido de su profesión, sin falsos remordimientos. Con el pelo plateado, logra un personaje que trasmite físicamente su frialdad, en su manera de caminar, de hablar, de entonar la voz. Definitivamente un destacado trabajo en los detalles que hacen al asesino que interpreta. Sin embargo, Vincent no evoluciona a lo largo de la película, es el mismo de principio a fin. Por el contrario, el personaje de Max cambia: De un tipo temeroso , atascado en una vida rutinaria y plagado de sueños inconclusos, pasa a ser un tipo medianamente rudo, capaz de enfrentar inteligentemente a su captor y asimilar la situación de modo que progresivamente le sirve de remedio para 'despertar' de una existencia pasiva. El ojo fotográfico del director junto a elecciones musicales arriesgadas, crean una atmósfera operática. El ritmo incesante, el tratamiento del color y su belleza visual, se conjugan para recrear no solo lo que está en el guión, sino una sinfonía de imágenes, con la luz de la luna sobre las calles semidesiertas y surrealistas de Los Angeles. Un film que vale la pena ver.


A los trece (2003) ¿Retrato de una generación?

Además de su calidad, este es un film independiente, escrito y dirigido por mujeres de diferentes generaciones. Catherine Hardwicke, nos entrega su opera prima ‘Thirteen’ (A los trece) que destila el profesionalismo de una producción de alta factura. Su directora no es nueva en el mundo del cine, aunque sea novel en la dirección durante muchos años se ha desempeñado como diseñadora de producción de películas como ‘Three Kings‘Vanilla Sky’ y The Newton Boys, entre otras. Luego de varios guiones denegados, Catherine, quien mantenía una cercana relación con la hija adolescente de su ex novio, comenzó a barajar la idea de escribir la historia sobre los primeros pasos de la chica hacia la adultez, habiendo sido testigo colateral de los hechos. Con una compañera entusiasta, ya más madura, dispuesta a revelar la verdad sobre sus experiencias con el sexo, las drogas, la popularidad, la experimentación, la confusión, la frustración y la relación con las figuras de autoridad, entre otros miles de detalles que componen el complejo mundo emocional de una joven de trece años en la descarnada sociedad moderna, lograron, entre ambas, una película cruda y creíble.

Fue así como Catherine Hardwicke y la joven Nikki Reed decidieron revelar sin tapujos en un guión bastante sólido, las experiencias de esta última quien pasó de ser una buena estudiante, de trenzas y gran ingenuidad a ser parte de la pandilla más popular del colegio. Si bien no es una película generacional, refleja una problemática actual que viven los jóvenes occidentales ante una sociedad que les ofrece pocas opciones, dominada por la moda y los estereotipos estéticos. Un mundo 'moderno' que glorifica la vacuidad espiritual e intelectual. Con una estética interesante al estilo Dogma, con mucha cámara en mano, se introduce la historia, también utilizando recursos del video clip. A medida que se profundiza en el relato el ritmo se torna menos frenético en un acorde compás con la narración. Los más grandes podrán recordar la primera gran etapa de cambio y recuperar algo de su sabor que les brinde una mayor comprensión por los que la están atravesando y estos últimos se verán en un espejo que les permitirá volver a mirarse más allá de ‘lo que se espera’ que vean…..hay que ser valiente para aceptar lo que se ve, pero es allí donde radica la sabiduría para poder ser con mayor plenitud.


V de Vendetta (2005): ¿Hay excusas válidas para matar?

Basada en el cómic de Alan Moore, considerado uno de los más impactantes de los 80s, aparece V de Venganza, ambientada en un futuro próximo cuando Inglaterra se ha convertido en un estado fascista y totalitario. La película narra la historia de Evey (Natalie Portman), una joven de la clase baja que es rescatada antes de ser violada, por un misterioso enmascarado conocido como V. Se trata de un hombre verdaderamente complejo, instruido y educado, extravagante, tierno e intelectual, que dedica su vida a liberar a los ciudadanos de las garras de aquellos que les someten mediante el terror. Pero al mismo tiempo es amargo, solitario y violento, y está obsesionado por la venganza personal y con llevar a cabo una revolución que haga despertar al pueblo de su letargo y levantarse contra el autoritarismo. Sin embargo, este personaje romántico y libertario, no duda en utilizar la misma arma de su enemigo: la violencia. Surge la pregunta ¿Está justificada la violencia dependiendo de los fines? ¿Hay excusas válidas para matar? Notemos que el plan final de V es consumar su venganza volando el parlamento británico presentándonos la violencia como la única salida frente al totalitarismo. Envuelta en un manto de inconformismo social, la película nos presenta demasiada información pseudo-intelectual y personajes unidimensionales. La temática de fondo es pretenciosa, especialmente considerando los tiempos que vivimos, con el resurgimiento de movimientos totalitarios, populistas militaristas, nacionalistas extremos, fanatismos religiosos, por lo que no se logra una profundización en el tema. Sin embargo, es un film valiente, provocador , que si bien no indaga más allá de la superficie, genera reacción en el espectador, llevándolo a reflexionar sobre el tema de las libertades individuales frente a un resurgimiento mundial de fascismos basados en distintas ideologías, pero injustificables cualquiera sea su origen de pensamiento. La realización es exquisita y como siempre la fotografía toma un rol fundamental, con excelentes ambientes densos, unos contrastes marcados y un inteligente uso del color que apoya el desarrollo de la trama. Si bien es impresionante visualmente, su sentido narrativo es algo irregular, con un guión meramente funcional, que la convierte en un film políticamente comercial dada la importancia del tema. Los hermanos Wachoski (Matrix) conforman una dupla creativa definitivamente excéntrica en todos sus aspectos pero sumamente prolífica que está dejando huella en el séptimo arte con su estilo visual particular, pero que aún carecen de la suficiente profundidad intelectual como para considerar sus cintas obras maestras.


Memento (2000): ¿Se puede vivir sin recuerdos?

La memoria, los recuerdos, el pasado, son elementos que nos definen como lo que somos. ¿Qué pasaría si no pudiéramos formar nuevos recuerdos? ¿Qué sucedería si viviéramos en el presente absoluto? En Memento se capta una interesante reflexión acerca de la memoria, la identidad, la pérdida y la futilidad de la venganza. Este film de suspenso psicológico es un rompecabezas, un reto a resolver que nos obliga a estar siempre alertas durante 1 hora y 53 minutos. Christopher Nolan, se destacó en el mundo del cine gracias a esta película (basado en una historia corta de su hermano Jonathan). Actualmente el director esta en la cresta de su carrera habiendo sido elegido para la saga de Batman ‘Batman Begings’ y su continuación a estrenarse próximamente y también dirigió otra película soberbia en el 2006 ‘El gran Truco’. Esta es una cinta audaz, presentándonos una estructura narrativa de avanzada, que jamás pierde el ritmo ni la lógica a pesar de ser una historia contada en reverso. Esto es posible dada la condición del personaje central: Leonard Shelby (Guy Pierce) quien sufre una lesión cerebral que no le permite crear recuerdos nuevos y cuya atención dura entre 10 a 15 minutos, luego de los cuales no sabe dónde está, con quién está hablando o de qué tema. Leonard recuerda todo lo acontecido en su vida hasta el trágico incidente donde su esposa fue violada y brutalmente asesinada y el fuertemente golpeado en la cabeza, lo que le causó la condición de ‘desmemoriado’ que padece. El logró más interesante del director, es que si bien la historia empieza por el final y termina en el principio, el viaje circular, como la serpiente que se muerde la cola, es lo que sostiene el film. La narrativa es presentada en segmentos de tres a ocho minutos. Cada uno termina donde el previo comienza, en un constante movimiento regresivo. Para proveernos de mayor información sobre el personaje, el director utiliza distintas escenas en blanco y negro, que ocurren en un tiempo no definido y que están estratégicamente colocadas en el film. Si bien al comienzo la narrativa puede confundirnos, rápidamente se logra incorporarla como algo natural. El que la historia esté contada al revés, nos permite entender al protagonista. Como Leonard, no sabemos claramente que pasó antes del segmento actual. Tenemos algunas referencias del pasado, pero no del pasado reciente. Como él, nos vamos enfrentando a diferentes pistas encriptadas, que quizás no son lo que parecen ser. Nolan sabía que la única forma de contar esta historia era en primera persona pero para evitar el lugar común de este tipo de películas como el flashback, voz en off, o un narrador poco confiable, el director utilizó la estructura y el trabajo subjetivo de cámara como elementos que nos permiten entrar en la mente del protagonista. Para aquellos que prefieren las películas que no terminan siendo un paquete explícito, particular tendencia del cine norteamericano, Memento será un film que seguramente disfrutarán, ya que desafía al espectador minuto a minuto involucrándolo en un laberinto fascinante.


Sin City (2005): La cruda urbe del pecado

Robert Rodríguez y Frank Miller se atrevieron a llevar a la pantalla grande, la famosa ciudad del pecado, cómic que Miller impusiera por su estilo oscuro, de personajes violentos dibujados en explotado blanco y negro. El film firmado en formato digital y con una sutil presencia de color, logra ser una de las adaptaciones del género del cómics más fiel que se haya llevado al cine en los últimos tiempos. En Sin City Robert Rodríguez comparte los créditos de dirección con el propio Frank Miller y entre ambos logran recrear a la perfección ese submundo oscuro, que literalmente transporta al espectador con su imponente estética y sus entrelazadas historias a un lugar lleno de seres marginales, olvidados, sumergidos en un mundo amoral plagado de alcohol, prostitución y violencia. Al margen, vale decir que Quentin Tarantino se desempeña como director invitado y quien mejor que él para tratar ‘tiempos violentos’ como los que caracterizan a esta urbe. Fiel al cómic, la cinta es en blanco y negro, con un inteligentísimo uso del color en escenas claves a través de ocurrentes recursos. Sus contraluces impactan tanto como sus sugestivos grises en un homenaje al film noir, de crímenes y detectives, típico de la era de los cuarenta, en el periodo de la post guerra y caracterizado por la belleza oscura de sus fotogramas. La película obtiene la mejor puntuación en la recreación de esta ciudad corrupta, con una excelente fotografía y un montaje interesante, ambos a cargo de Robert Rodríguez. Es un film para amar u odiar, como sus escenas cargadas de contraluces y contrastes, sus historias son crudas y sus personajes extremos. Una cinta que plantea un acercamiento distinto al cómic, cargado de originalidad con una propuesta estética y narrativa novedosa en la pantalla grande, que se convierte en un libro de historietas con vida propia. Definitivamente una opción con sello de autor.


Las Vírgenes Suicidas (2000): Poderosa nostalgia

La historia de las hermanas que se suicidan inesperadamente y el misterio que las envuelve, es una sorpresiva narración sobre los supervivientes, y no sólo las víctimas, centrándose en lo que implica la pérdida tan repentina y dramática de un ser querido. La película es poética y femenina. Una visión de la adolescencia y la pérdida, un juego constante de sensaciones e imágenes narrativas, un rompecabezas que nunca encuentra respuesta. He allí la nostalgia poderosa del film y quizás una de las fallas que no la dejan convertirse en una obra maestra. No se profundiza realmente en el mundo psicológico de las bellas hermanas, sus motivaciones quedan perdidas en lo etérico. Más que un análisis de las causas del suicidio hay una visión romántica de ‘las heroínas suicidas’: un cuento de hadas verdaderamente trágico. El film trasciende las barreras y nos deja una imagen lacónica y adorable al mismo tiempo. Una imagen cazadora en blur resume el clima logrado y la ambientación, a base de miles de detalles, nos ubica plenamente en los suburbios de Michigan a finales de los 70. Se nota aquí el ojo fotográfico de la realizadora y el excelente trabajo de Edward Lachman (Dirección de Fotografía). Por momentos logran trasladarnos absolutamente en una alegoría a las famosas fotografías de David Hamilton. Mientras el libro se regodea obsesivamente en detalles mundanos, la visión de Sofía es mucho más ligera y femenina, apoyada por ‘Air’ en la banda sonora y efectos de cámara espectrales, crean en conjunto, una atmósfera única. No se puede negar cierta vaguedad en la historia así como la falta de profundización en el drama central. Sin embargo se capta el sabor adolescente visto desde la adultez y el recuerdo: el grupo de muchachos que espían a las inalcanzables hermanas, el aire secreto y de aventura, la complicidad, la travesura, la curiosidad por el mundo de las niñas. Así mismo ejemplifica el poder de una pérdida súbita en esos años de crecimiento, lo que se asienta en el narrador, que veinte años después, aún recuerda esa etapa de su vida con fervor y melancolía. La película por otra parte indaga el lado oscuro de la familia norteamericana, un poco en la tradición de ‘Magnolia’ y ‘Belleza Americana’ pero a diferencia de estas, las protagonistas son presentadas como seres fantasmales, intangibles. La razón no tiene cabida; el misterio del mundo femenino lo abarca todo, inclusive el trágico desenlace que el mismo narrador (hombre) no logra explicarse a sí mismo, evidenciando las diferentes visiones de los géneros. Las Vírgenes Suicidas nos revela que vale la pena adentrarse en el mundo de Sofía Coppola. Más allá de la celebridad de su familia, esta joven directora tiene su propia luz, patente en cada minuto de esta audaz opera prima y que ha sabido conservar en sus siguientes películas, la excelente ‘Lost in Translation’ (2003) que le mereció el Oscar al Mejor Guión Original y la reciente y atrevida ‘Maria Antoinette’ (2006).


El Ilusionista (2006): Muerte, amor e intriga

El Ilusionista, dirigida y escrita por Neil Burger (Interview with the Assassin 2002) y protagonizada soberbiamente por Edward Norton, si bien no es una obra maestra es una película sólida y entretenida que se agradece ante tanta fórmula comercial. Su premisa de partida es muy interesante, se trata de la historia de ‘Eisenheim’ un ilusionista en el siglo XIX, que logra impactar a todos los que ven su actuación, la preguntas sin duda son ¿se trata de un estafador con trucos baratos? ¿Es un investigador de la ciencia que la aplica a sus shows? ¿o ¿posee poderes extrasensoriales y es un elegido de la naturaleza? Su profunda mirada nos lleva por la aventura de descubrir la verdadera esencia de este magnífico personaje. El ilusionista es un film atrapante, si bien la critica ha dicho que su final es obvio, a mi logró sorprenderme y me pareció acorde con todo el planteamiento narrativo del film. Hay que considerar la época en que está situada la cinta, finales del siglo XIX donde la línea entre la ciencia y lo sobrenatural era muy delgada y apenas comenzaban a surgir los principales inventos de la humanidad, ese hecho proporciona aún más interrogantes sobre las practicas y peripecias del ilusionista. Se trata de una historia de intriga, amor y romanticismo, donde la muerte juega un rol fundamental y donde nada es lo que parece. Vale destacar la excelente ambientación de finales del siglo XIX, con la actitud ingenua de la gente frente a la magia que genera un halo enigmático que acompaña a todo el film. El Ilusionista es en suma una de esas películas que vale la pena ver porque destaca dentro del montón de propuestas comerciales. Si bien tiene algunas partes flojas en su concepción, logra atrapar a la audiencia en base a una historia que desborda ingenio.

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